En este documento se destaca la importancia de disminuir la heterogeneidad en materia de regulación de bioinsumos; articular los instrumentos de política pública que promuevan su utilización; orientar las actividades de investigación, desarrollo e innovación (I+D+i) vinculadas a los bioinsumos, de modo que se reconozcan las características habilitantes y condicionantes de cada territorio; fomentar el desarrollo de la infraestructura de escalamiento y producción comercial para suplir la demanda, y resolver las cuestiones regulatorias relacionadas con el medio ambiente y la salud humana. Asimismo, se hace hincapié en la necesidad de promover alianzas entre los institutos nacionales de investigación agropecuaria, el sector académico y el sector privado, así como de sistematizar las lecciones aprendidas de las iniciativas para la producción de bioinsumos puestas en marcha en el pasado y de desarrollar estrategias específicas para fomentar el desarrollo de bioinsumos que propicien, de manera integral y transversal, tanto la investigación, el desarrollo y la innovación de la producción como su comercialización. También se sostiene que es preciso vincular las estrategias relacionadas con el desarrollo de bioinsumos con las metas agrícolas, ambientales, de desarrollo productivo, de desarrollo sostenible y de ciencia y tecnología, e incorporar la promoción del desarrollo y el uso de bioinsumos como una parte integral clave de las estrategias de bioeconomía, de las metas ambientales en el marco del Acuerdo de París y de un conjunto de soluciones basadas en la naturaleza.