Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2007

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Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2007

Resumen

Durante gran parte del año 2007 la región de América Latina y el Caribe enfrentó una elevada volatilidad de los mercados financieros como consecuencia de la incertidumbre sobre el impacto de la crisis financiera estadounidense en la economía real de ese país y a nivel mundial. Sin embargo, no ha habido repercusiones significativas en la actividad y el comercio internacional y en la mayoría de los países de la región han seguido registrándose tasas elevadas de crecimiento, basadas principalmente en la demanda interna, en la que se destacó el aumento del consumo privado y de la formación bruta de capital. En consecuencia, se estima que ha habido un crecimiento económico del 5,6% en la región. El dinamismo de la demanda interna impulsó una marcada expansión de las importaciones, mientras el volumen de las exportaciones de bienes creció a una tasa inferior a la del PIB regional por primera vez en seis años. Asimismo, la mayoría de los exportadores de recursos naturales se ha beneficiado con precios más favorables y la región en su conjunto registró una nueva mejora de alrededor del 2,6% en los términos del intercambio. El aumento de los precios de las exportaciones contribuyó también a que la cuenta corriente de la balanza de pagos mostrara el quinto superávit consecutivo. Sin embargo, el considerable incremento de las importaciones redujo este superávit de un 1,7% del PIB en 2006 a un 0,7% en 2007, lo que marca una reversión de la tendencia creciente registrada desde el año 2002. Además, la región recibió el mayor ingreso de inversión extranjera directa desde 1999 (alrededor de 95.000 millones de dólares) y, en menor grado, de flujos de inversión de cartera, lo que generó un importante superávit de la cuenta financiera. En consecuencia, las reservas internacionales netas aumentaron marcadamente (un 3,5% del PIB regional), a la vez que la deuda externa de la región, como porcentaje del PIB, continuó su evolución descendente; no obstante, el riesgo país subió a causa de las turbulencias en los mercados financieros. La política económica enfrentó varios retos. Los ingresos fiscales evolucionaron favorablemente sobre la base de las elevadas tasas de crecimiento, los esfuerzos por mejorar la eficiencia de la recaudación y —en algunos países— los altos precios de los recursos naturales. Sin embargo, se registró un marcado incremento del gasto público, por lo que el resultado global de los gobiernos centrales, que en el promedio simple había sido positivo en 2006, fue deficitario y se redujo el superávit primario. El aumento de los precios mundiales de los combustibles y los alimentos, agudizado en algunos países por factores climáticos adversos que tuvieron consecuencias en la oferta de productos agrícolas y, en algunos casos, también por presiones de la demanda, condujo a que por primera vez desde 2002 el aumento de la inflación regional llegara a alrededor de un 6%, en comparación con el 5,0% de 2006. Dado que este incremento del nivel de precios ocurrió frecuentemente en el contexto de una dinámica demanda interna, en muchos países las autoridades optaron por incrementar las tasas de interés. En varios casos, esto ocurrió en el marco de una tensión entre varios objetivos, no todos de ellos explícitos, pues a causa de los elevados ingresos de divisas generados por movimientos de la cuenta corriente (superávit comercial, remesas de trabajadores emigrados) y los ingresos de la cuenta financiera (inversión extranjera directa, inversión de cartera) de los países de la región, así como de la debilidad del dólar y una mayor inflación, muchos países enfrentaron procesos de apreciación real de sus monedas. En los mercados laborales se mantuvieron las tendencias de los años anteriores. Una dinámica generación de empleo, centrada nuevamente en el empleo asalariado, condujo a una disminución de la tasa de desempleo del 8,6% en 2006 al 8,0% en 2007. Destaca en este contexto la expansión del empleo formal, mientras los salarios reales aumentaron moderadamente (un 1,5% a nivel regional). El incremento de la masa salarial contribuyó no solo a una nueva reducción de la pobreza, sino también a un marcado aumento del consumo de los hogares que, sumado en muchos países a una considerable expansión del crédito, constituyó desde el punto de vista de la demanda un importante determinante del crecimiento económico. En consecuencia, en 2007 volvieron a observarse algunas características de la coyuntura de los últimos años, entre ellas un crecimiento económico elevado en términos históricos —aunque fue mayor en otras regiones del mundo—, un superávit de la cuenta corriente y del resultado primario fiscal, una mejora de los términos del intercambio, una reducción de la tasa de desempleo, un incremento de las reservas internacionales y una reducción del endeudamiento externo. Sin embargo, también se observaron algunos cambios, en general moderados, como un menor dinamismo del volumen de las exportaciones, una mayor inflación y la reversión de la tendencia de una mejora continua del resultado fiscal. La perspectiva de 2008 depende, en gran medida, de la evolución de la economía mundial. Aunque el escenario más probable es una desaceleración de la economía estadounidense y cierta reactivación posterior, no puede descartarse una recesión que tendría impactos mayores a nivel mundial. En este escenario más probable cabría esperar una ligera desaceleración de la economía mundial que podría afectar de manera limitada a las economías emergentes. En el caso de América Latina y el Caribe estos factores incidirían en una disminución moderada de la tasa de crecimiento económico prevista para 2008 (4,9%), en comparación con la de 2007.

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Resumen
Durante gran parte del año 2007 la región de América Latina y el Caribe enfrentó una elevada volatilidad de los mercados financieros como consecuencia de la incertidumbre sobre el impacto de la crisis financiera estadounidense en la economía real de ese país y a nivel mundial. Sin embargo, no ha habido repercusiones significativas en la actividad y el comercio internacional y en la mayoría de los países de la región han seguido registrándose tasas elevadas de crecimiento, basadas principalmente en la demanda interna, en la que se destacó el aumento del consumo privado y de la formación bruta de capital. En consecuencia, se estima que ha habido un crecimiento económico del 5,6% en la región. El dinamismo de la demanda interna impulsó una marcada expansión de las importaciones, mientras el volumen de las exportaciones de bienes creció a una tasa inferior a la del PIB regional por primera vez en seis años. Asimismo, la mayoría de los exportadores de recursos naturales se ha beneficiado con precios más favorables y la región en su conjunto registró una nueva mejora de alrededor del 2,6% en los términos del intercambio. El aumento de los precios de las exportaciones contribuyó también a que la cuenta corriente de la balanza de pagos mostrara el quinto superávit consecutivo. Sin embargo, el considerable incremento de las importaciones redujo este superávit de un 1,7% del PIB en 2006 a un 0,7% en 2007, lo que marca una reversión de la tendencia creciente registrada desde el año 2002. Además, la región recibió el mayor ingreso de inversión extranjera directa desde 1999 (alrededor de 95.000 millones de dólares) y, en menor grado, de flujos de inversión de cartera, lo que generó un importante superávit de la cuenta financiera. En consecuencia, las reservas internacionales netas aumentaron marcadamente (un 3,5% del PIB regional), a la vez que la deuda externa de la región, como porcentaje del PIB, continuó su evolución descendente; no obstante, el riesgo país subió a causa de las turbulencias en los mercados financieros. La política económica enfrentó varios retos. Los ingresos fiscales evolucionaron favorablemente sobre la base de las elevadas tasas de crecimiento, los esfuerzos por mejorar la eficiencia de la recaudación y —en algunos países— los altos precios de los recursos naturales. Sin embargo, se registró un marcado incremento del gasto público, por lo que el resultado global de los gobiernos centrales, que en el promedio simple había sido positivo en 2006, fue deficitario y se redujo el superávit primario. El aumento de los precios mundiales de los combustibles y los alimentos, agudizado en algunos países por factores climáticos adversos que tuvieron consecuencias en la oferta de productos agrícolas y, en algunos casos, también por presiones de la demanda, condujo a que por primera vez desde 2002 el aumento de la inflación regional llegara a alrededor de un 6%, en comparación con el 5,0% de 2006. Dado que este incremento del nivel de precios ocurrió frecuentemente en el contexto de una dinámica demanda interna, en muchos países las autoridades optaron por incrementar las tasas de interés. En varios casos, esto ocurrió en el marco de una tensión entre varios objetivos, no todos de ellos explícitos, pues a causa de los elevados ingresos de divisas generados por movimientos de la cuenta corriente (superávit comercial, remesas de trabajadores emigrados) y los ingresos de la cuenta financiera (inversión extranjera directa, inversión de cartera) de los países de la región, así como de la debilidad del dólar y una mayor inflación, muchos países enfrentaron procesos de apreciación real de sus monedas. En los mercados laborales se mantuvieron las tendencias de los años anteriores. Una dinámica generación de empleo, centrada nuevamente en el empleo asalariado, condujo a una disminución de la tasa de desempleo del 8,6% en 2006 al 8,0% en 2007. Destaca en este contexto la expansión del empleo formal, mientras los salarios reales aumentaron moderadamente (un 1,5% a nivel regional). El incremento de la masa salarial contribuyó no solo a una nueva reducción de la pobreza, sino también a un marcado aumento del consumo de los hogares que, sumado en muchos países a una considerable expansión del crédito, constituyó desde el punto de vista de la demanda un importante determinante del crecimiento económico. En consecuencia, en 2007 volvieron a observarse algunas características de la coyuntura de los últimos años, entre ellas un crecimiento económico elevado en términos históricos —aunque fue mayor en otras regiones del mundo—, un superávit de la cuenta corriente y del resultado primario fiscal, una mejora de los términos del intercambio, una reducción de la tasa de desempleo, un incremento de las reservas internacionales y una reducción del endeudamiento externo. Sin embargo, también se observaron algunos cambios, en general moderados, como un menor dinamismo del volumen de las exportaciones, una mayor inflación y la reversión de la tendencia de una mejora continua del resultado fiscal. La perspectiva de 2008 depende, en gran medida, de la evolución de la economía mundial. Aunque el escenario más probable es una desaceleración de la economía estadounidense y cierta reactivación posterior, no puede descartarse una recesión que tendría impactos mayores a nivel mundial. En este escenario más probable cabría esperar una ligera desaceleración de la economía mundial que podría afectar de manera limitada a las economías emergentes. En el caso de América Latina y el Caribe estos factores incidirían en una disminución moderada de la tasa de crecimiento económico prevista para 2008 (4,9%), en comparación con la de 2007.
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