Inversión y productividad en el sector agrícola-agroindustrial boliviano: caso de la agricultura comercial período 1985-1998

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Inversión y productividad en el sector agrícola-agroindustrial boliviano: caso de la agricultura comercial período 1985-1998

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Resumen Desde 1985 a la fecha, el Estado boliviano centró su accionar en la estabilización económica descuidando la aplicación de medidas orientadas hacia la reactivación del aparato productivo y su inserción a una economía mundial cada vez más abierta y globalizada. Las políticas económicas de diseño global, en lo que respecta al sector agroindustrial, resultaron ser insuficientes para su modernización, producto no solo de limitaciones en la inversión productiva sino también de profundas restricciones estructurales y una marcada debilidad en la capacidad de gestión sectorial. Si bien las reformas estructurales aplicadas en esta última década dieron pasos trascendentales para el proceso de modernización del estado, sentando las bases para un modelo de desarrollo económico para el futuro, el sector agrícola experimenta serios problemas para acomodarse al nuevo entorno, poniendo en evidencia marcadas fragilidades en los sistemas internos y externos de comercialización, en las estructuras de producción y de financiamiento; y en la gestión institucional sectorial. El presente estudio establece los impactos de las reformas estructurales y de los factores macroeconómicos sobre las inversiones, productividad y modernización del sector agroindustrial asentado en el oriente boliviano, identificando las determinantes en las decisiones de inversión, sus estructuras, costos y rentabilidad; en torno a su competitividad externa. En el mismo destacan de manera clara los sectores económicos que exhibieron desempeños por encimo de la tasa de crecimiento promedio de la economía. Dentro de esos rubros, resaltan los segmentos manufactureros, el de alimentos y bebidas; y el grupo de productos agrícolas industriales. La agricultura comercial, identificada por la Nueva Política Económica como el soporte del modelo agroexportador de la agropecuaria y agroindustria nacional, fue favorecida por algunas acciones estatales aisladas y programas internacionales de apoyo a la consolidación de la política neoliberal, a través de la habilitación de líneas de créditos internacionales para promoción de exportaciones y la creación de mecanismos de reintegros arancelarios e impositivos; acceso arancelario preferencial a mercados andinos, reprogramación de líneas de crédito refinanciadas a sectores afectados por desastres naturales, y de convenios gubernamentales con organismos internacionales especializados en el estudio y puesta en ejecución de programas de apoyo al sector. Del análisis de la estructura del PIB en el período estudiado se constata una disminución de la participación del sector agropecuario en su aporte a la economía nacional. Durante ese mismo período, notoriamente se observa que el PIB de productos agrícolas industriales creció a un ritmo de más del 16%, mientras que los productos no industriales y los pecuarios no superan el 2% anual. La característica predominante de ese sector, sin embargo, refleja un marcado énfasis en la producción y exportación de materias primas, desenmascarando la vulnerabilidad de las bases sobre las cuales se encuentran asentados, especialmente aquellos rubros agroindustriales orientados hacia la exportación. Esas debilidades son identificadas de manera elocuente en el caso del complejo oleaginoso, rubro económico que ha demostrado gran dinamismo en cuanto a crecimiento e inversiones en los últimos años. Un aspecto relevante relacionado con la modernización de sectores agrícolas es el de la constitución de complejos agroindustriales integrados, en los cuales la identificación y adopción de nuevas y modernas tecnologías se han constituido en postulados cumplidos parcialmente. Si bien el sector productivo privado ha invertido en cultivos y actividades industriales orientadas hacia mercados externos, también es indiscutible que el mismo concentró sus esfuerzos en la expansión del área agrícola sembrada, no registrando impacto significativo en el proceso de innovación tecnológica ni en productividad. Ese crecimiento, de carácter más cuantitativo que cualitativo, tampoco estuvo acompañado de estructuras y procesos de planificación y gestión institucional en sus diferentes ámbitos de competencia. El estudio concluye con la evidencia de la carencia de una política agraria nacional que identifique las peculiaridades de la actividad agropecuaria y que fomenten la atracción de inversiones. El reordenamiento de las estructuras del sector productivo y la renovación del entramado de las instituciones públicas son requisitos indispensables para la proyección de un modelo de desarrollo agroindustrial, no solamente en esta difícil coyuntura por la que se atraviesa actualmente, sino en el entendido de que las mismas deben constituirse en parte integral de una política de estado a largo plazo. En el contexto de la transformación sectorial resalta la necesidad de formación de estructuras interconectadas orientadas hacia la búsqueda de mayores niveles de competitividad y productividad, equidad social y sostenibilidad medioambiental.

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Resumen
Resumen Desde 1985 a la fecha, el Estado boliviano centró su accionar en la estabilización económica descuidando la aplicación de medidas orientadas hacia la reactivación del aparato productivo y su inserción a una economía mundial cada vez más abierta y globalizada. Las políticas económicas de diseño global, en lo que respecta al sector agroindustrial, resultaron ser insuficientes para su modernización, producto no solo de limitaciones en la inversión productiva sino también de profundas restricciones estructurales y una marcada debilidad en la capacidad de gestión sectorial. Si bien las reformas estructurales aplicadas en esta última década dieron pasos trascendentales para el proceso de modernización del estado, sentando las bases para un modelo de desarrollo económico para el futuro, el sector agrícola experimenta serios problemas para acomodarse al nuevo entorno, poniendo en evidencia marcadas fragilidades en los sistemas internos y externos de comercialización, en las estructuras de producción y de financiamiento; y en la gestión institucional sectorial. El presente estudio establece los impactos de las reformas estructurales y de los factores macroeconómicos sobre las inversiones, productividad y modernización del sector agroindustrial asentado en el oriente boliviano, identificando las determinantes en las decisiones de inversión, sus estructuras, costos y rentabilidad; en torno a su competitividad externa. En el mismo destacan de manera clara los sectores económicos que exhibieron desempeños por encimo de la tasa de crecimiento promedio de la economía. Dentro de esos rubros, resaltan los segmentos manufactureros, el de alimentos y bebidas; y el grupo de productos agrícolas industriales. La agricultura comercial, identificada por la Nueva Política Económica como el soporte del modelo agroexportador de la agropecuaria y agroindustria nacional, fue favorecida por algunas acciones estatales aisladas y programas internacionales de apoyo a la consolidación de la política neoliberal, a través de la habilitación de líneas de créditos internacionales para promoción de exportaciones y la creación de mecanismos de reintegros arancelarios e impositivos; acceso arancelario preferencial a mercados andinos, reprogramación de líneas de crédito refinanciadas a sectores afectados por desastres naturales, y de convenios gubernamentales con organismos internacionales especializados en el estudio y puesta en ejecución de programas de apoyo al sector. Del análisis de la estructura del PIB en el período estudiado se constata una disminución de la participación del sector agropecuario en su aporte a la economía nacional. Durante ese mismo período, notoriamente se observa que el PIB de productos agrícolas industriales creció a un ritmo de más del 16%, mientras que los productos no industriales y los pecuarios no superan el 2% anual. La característica predominante de ese sector, sin embargo, refleja un marcado énfasis en la producción y exportación de materias primas, desenmascarando la vulnerabilidad de las bases sobre las cuales se encuentran asentados, especialmente aquellos rubros agroindustriales orientados hacia la exportación. Esas debilidades son identificadas de manera elocuente en el caso del complejo oleaginoso, rubro económico que ha demostrado gran dinamismo en cuanto a crecimiento e inversiones en los últimos años. Un aspecto relevante relacionado con la modernización de sectores agrícolas es el de la constitución de complejos agroindustriales integrados, en los cuales la identificación y adopción de nuevas y modernas tecnologías se han constituido en postulados cumplidos parcialmente. Si bien el sector productivo privado ha invertido en cultivos y actividades industriales orientadas hacia mercados externos, también es indiscutible que el mismo concentró sus esfuerzos en la expansión del área agrícola sembrada, no registrando impacto significativo en el proceso de innovación tecnológica ni en productividad. Ese crecimiento, de carácter más cuantitativo que cualitativo, tampoco estuvo acompañado de estructuras y procesos de planificación y gestión institucional en sus diferentes ámbitos de competencia. El estudio concluye con la evidencia de la carencia de una política agraria nacional que identifique las peculiaridades de la actividad agropecuaria y que fomenten la atracción de inversiones. El reordenamiento de las estructuras del sector productivo y la renovación del entramado de las instituciones públicas son requisitos indispensables para la proyección de un modelo de desarrollo agroindustrial, no solamente en esta difícil coyuntura por la que se atraviesa actualmente, sino en el entendido de que las mismas deben constituirse en parte integral de una política de estado a largo plazo. En el contexto de la transformación sectorial resalta la necesidad de formación de estructuras interconectadas orientadas hacia la búsqueda de mayores niveles de competitividad y productividad, equidad social y sostenibilidad medioambiental.
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