El envejecimiento de la población latinoamericana: ¿hacia una relación de dependencia favorable?

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El envejecimiento de la población latinoamericana: ¿hacia una relación de dependencia favorable?

Resumen

En las sociedades actuales hay dos hechos que llaman la atención en torno al tema del envejecimiento: las personas viven en promedio más años que antes y hay un importante crecimiento en el número de personas en edades avanzadas. Estos dos aspectos constituyen conceptos diferentes aunque relacionados. El primero es la prolongación de la vida de los individuos; el segundo corresponde al envejecimiento de las poblaciones, que generalmente se expresa en un aumento en la proporción de personas mayores. Este último es la consecuencia del proceso de transición demográfica que se caracteriza por los descensos de la mortalidad, precisamente por la prolongación de la vida, y de la fecundidad. Los indicadores de envejecimiento de la población muestran una gran heterogeneidad entre países latinoamericanos, consecuencia de las disímiles tendencias demográficas a que han estado sujetos. En 1995 la proporción de personas de 60 y más años de edad, en un país de transición demográfica moderada como Guatemala, apenas supera el 5 por ciento, mientras que Uruguay, con una transición avanzada y precoz, alcanza a 17 por ciento. América Latina, que expresa la situación de la mayoría de los países, tiene en promedio 7.4 por ciento de población en ese tramo de edades. Salvo el caso uruguayo, y en menor medida los de Argentina y Cuba, la región dista mucho de aproximarse a la de países desarrollados. Como consecuencia del 'boom' de nacimientos ocurrido hace cuatro o cinco décadas, la región se verá enfrentada a una 'ola' de aumento de los mayores de 60 años. Entre 2010 y 2025 la tasa de crecimiento de ese segmento se acercará al 4 por ciento medio anual, mayor aún a la que existió para la población total durante la llamada 'explosión demográfica'. Por ello, a partir del 2000 la población de adultos mayores de América Latina se duplicará en sólo dos décadas, alcanzando a aproximadamente 80 millones de personas. El documento destaca los desafíos de esta situación (salud, pensiones y jubilaciones, integración social) y las características específicas del proceso (mayor proporción de mujeres, coexistencia de generaciones).Hay algunos elementos que permiten tener una visión positiva de este proceso, al menos para las próximas décadas. Para ello es necesario considerar la relación de dependencia total que incorpora la carga demográfica de niños y viejos conjuntamente. Debido al estancamiento que ya se percibe en la población menor de 15 años, la carga demográfica total tendría una tendencia a descender a valores notoriamente inferiores a los observados en el pasado, aunque luego se proyecta que ocurrirá cierta recuperación. Este 'bono demográfico' se presenta en los países que han tenido una baja importante de la fecundidad en décadas recientes. Si bien en este período, de más baja relación de dependencia demográfica, se tendrían condiciones favorables para enfrentar la presión de la demanda de empleos, en el documento se presentan argumentos en la dirección de considerar que en la relación de dependencia real tienen un peso predominante la participación en la actividad económica y la capacidad de creación de empleos. También se consideran otras limitaciones a esta visión optimista: por un lado el hecho de que en los sectores sociales de menos ingresos la relación de dependencia todavía permanecerá alta, por estar más atrás en el proceso de transición demográfica y, por otro lado, podrían ocurrir efectos adversos debido una población activa más envejecida.

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Resumen
En las sociedades actuales hay dos hechos que llaman la atención en torno al tema del envejecimiento: las personas viven en promedio más años que antes y hay un importante crecimiento en el número de personas en edades avanzadas. Estos dos aspectos constituyen conceptos diferentes aunque relacionados. El primero es la prolongación de la vida de los individuos; el segundo corresponde al envejecimiento de las poblaciones, que generalmente se expresa en un aumento en la proporción de personas mayores. Este último es la consecuencia del proceso de transición demográfica que se caracteriza por los descensos de la mortalidad, precisamente por la prolongación de la vida, y de la fecundidad. Los indicadores de envejecimiento de la población muestran una gran heterogeneidad entre países latinoamericanos, consecuencia de las disímiles tendencias demográficas a que han estado sujetos. En 1995 la proporción de personas de 60 y más años de edad, en un país de transición demográfica moderada como Guatemala, apenas supera el 5 por ciento, mientras que Uruguay, con una transición avanzada y precoz, alcanza a 17 por ciento. América Latina, que expresa la situación de la mayoría de los países, tiene en promedio 7.4 por ciento de población en ese tramo de edades. Salvo el caso uruguayo, y en menor medida los de Argentina y Cuba, la región dista mucho de aproximarse a la de países desarrollados. Como consecuencia del 'boom' de nacimientos ocurrido hace cuatro o cinco décadas, la región se verá enfrentada a una 'ola' de aumento de los mayores de 60 años. Entre 2010 y 2025 la tasa de crecimiento de ese segmento se acercará al 4 por ciento medio anual, mayor aún a la que existió para la población total durante la llamada 'explosión demográfica'. Por ello, a partir del 2000 la población de adultos mayores de América Latina se duplicará en sólo dos décadas, alcanzando a aproximadamente 80 millones de personas. El documento destaca los desafíos de esta situación (salud, pensiones y jubilaciones, integración social) y las características específicas del proceso (mayor proporción de mujeres, coexistencia de generaciones).Hay algunos elementos que permiten tener una visión positiva de este proceso, al menos para las próximas décadas. Para ello es necesario considerar la relación de dependencia total que incorpora la carga demográfica de niños y viejos conjuntamente. Debido al estancamiento que ya se percibe en la población menor de 15 años, la carga demográfica total tendría una tendencia a descender a valores notoriamente inferiores a los observados en el pasado, aunque luego se proyecta que ocurrirá cierta recuperación. Este 'bono demográfico' se presenta en los países que han tenido una baja importante de la fecundidad en décadas recientes. Si bien en este período, de más baja relación de dependencia demográfica, se tendrían condiciones favorables para enfrentar la presión de la demanda de empleos, en el documento se presentan argumentos en la dirección de considerar que en la relación de dependencia real tienen un peso predominante la participación en la actividad económica y la capacidad de creación de empleos. También se consideran otras limitaciones a esta visión optimista: por un lado el hecho de que en los sectores sociales de menos ingresos la relación de dependencia todavía permanecerá alta, por estar más atrás en el proceso de transición demográfica y, por otro lado, podrían ocurrir efectos adversos debido una población activa más envejecida.
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