Energía y pobreza: los problemas del desarrollo energético y los grupos sociales marginados en las zonas rurales y urbanas de Brasil

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Energía y pobreza: los problemas del desarrollo energético y los grupos sociales marginados en las zonas rurales y urbanas de Brasil

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Resumen Los progresos alcanzados en el sector energético en el Brasil durante las últimas décadas son innegables, particularmente a partir de los años setenta. Se observa una integración energética cada vez mayor del territorio nacional, las fuentes no comerciales de energía están siendo sustituidas de manera creciente por fuentes comerciales más modernas de energía, la calidad del suministro continúa mejorando, la eficiencia técnica de los equipos de uso final aumenta año a año, y el valor de las tarifas de energía, sumado a la existencia de tarifas sociales para los grupos de bajos ingresos, ha permitido que, en términos generales, sólo deba destinarse una parte relativamente pequeña del presupuesto familiar a los gastos de energía de las viviendas. Todos estos cambios en el sector energético se han producido en el marco de transformaciones aún más profundas ocurridas en el seno de la economía brasileña en general y del Estado brasileño en particular, fruto de teorías económicas, presiones sociales y políticas e intereses muy diversos, tanto en la esfera interna como en el exterior del país. Estas transformaciones han traído aparejadas mejoras significativas en las dimensiones económicas, sociales, ambientales e institucionales del desarrollo de la economía nacional. Sin embargo, un análisis más cuidadoso y profundo de la realidad energética brasileña revela que una buena parte de los logros obtenidos en las últimas décadas se distribuyeron en forma sumamente desigual entre los diferentes segmentos de la sociedad brasileña: anteriormente había desigualdades entre el medio rural y el urbano, que aún persisten, y existían desequilibrios entre los diferentes grupos sociales de los centros urbanos, que continúan siendo endémicos en las grandes ciudades. Curiosamente, las desigualdades económicas, sociales y energéticas que existen en la sociedad brasileña entre las clases sociales más altas y las clases económicas más bajas son incluso mayores que las desigualdades medias que se observan entre las poblaciones de las economías más avanzadas del planeta y la población del Brasil (Cohen y otros, 2003).

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Resumen Los progresos alcanzados en el sector energético en el Brasil durante las últimas décadas son innegables, particularmente a partir de los años setenta. Se observa una integración energética cada vez mayor del territorio nacional, las fuentes no comerciales de energía están siendo sustituidas de manera creciente por fuentes comerciales más modernas de energía, la calidad del suministro continúa mejorando, la eficiencia técnica de los equipos de uso final aumenta año a año, y el valor de las tarifas de energía, sumado a la existencia de tarifas sociales para los grupos de bajos ingresos, ha permitido que, en términos generales, sólo deba destinarse una parte relativamente pequeña del presupuesto familiar a los gastos de energía de las viviendas. Todos estos cambios en el sector energético se han producido en el marco de transformaciones aún más profundas ocurridas en el seno de la economía brasileña en general y del Estado brasileño en particular, fruto de teorías económicas, presiones sociales y políticas e intereses muy diversos, tanto en la esfera interna como en el exterior del país. Estas transformaciones han traído aparejadas mejoras significativas en las dimensiones económicas, sociales, ambientales e institucionales del desarrollo de la economía nacional. Sin embargo, un análisis más cuidadoso y profundo de la realidad energética brasileña revela que una buena parte de los logros obtenidos en las últimas décadas se distribuyeron en forma sumamente desigual entre los diferentes segmentos de la sociedad brasileña: anteriormente había desigualdades entre el medio rural y el urbano, que aún persisten, y existían desequilibrios entre los diferentes grupos sociales de los centros urbanos, que continúan siendo endémicos en las grandes ciudades. Curiosamente, las desigualdades económicas, sociales y energéticas que existen en la sociedad brasileña entre las clases sociales más altas y las clases económicas más bajas son incluso mayores que las desigualdades medias que se observan entre las poblaciones de las economías más avanzadas del planeta y la población del Brasil (Cohen y otros, 2003).
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