Identidades y sentido de pertenencia y sus tensiones contemporáneas para la cohesión social: ¿del derrotero a las raíces y

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Identidades y sentido de pertenencia y sus tensiones contemporáneas para la cohesión social: ¿del derrotero a las raíces y

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Conforme a hallazgos científicos, a raíz de un cataclismo ocurrido hace siete millones de años se desplomó el valle del Rift en África, originándose una gigantesca falla, que separó una de sus orillas en forma de gajo de naranja. En esta orilla del este de África, que estuvo sometida a una creciente e intensa sequía, evolucionaron los primates hacia el ser humano. Por tanto aquel gajo africano es la cuna del género humano, y de su paulatino poblamiento del planeta (Coppens, 1996). Y desde entonces, enunciado con la poética de Rafael Argullol, Hemos adorado el fuego / y nos hemos purificado / con el agua sagrada. / Hemos bailado alrededor de la hoguera / para poder preguntar / y nos hemos deslizado por el río / en busca de respuestas. / Entre río y hoguera / ha transcurrido nuestra historia / de miedo y esperanza. / En esa frágil tierra incierta / hemos cavado tumbas / y concebido dioses, / hemos construido y destruido ciudades / con furia renovada, / siempre con esperanza y miedo, / la fórmula de nuestra alma" (Argullol, 2003). A lo largo del tiempo el mestizaje de la humanidad ha sido muy intenso. Tanto que se ha reflejado, por ejemplo, en verdaderos calidoscopios musicales. Como el nacido en los caranserais, postas de descanso de las caravanas en la Ruta de la Seda asiática. O, en las huellas de la incursión árabe en Europa, que más de mil años después también fertilizaron el florecimiento del jazz afroamericano en los crisoles étnicos de Nueva Orleáns, de Louisiana, y en la polifonía fluvial del Mississipi que descendía de los barcos de esclavos (Gioia, 2002). En este permanente recorrido del ser humano en la Tierra, la erosión, el debilitamiento, o bien la vertiginosa transformación de los vínculos entre el individuo y la sociedad -apuntados por Durkheim- han sido problemas permanentes y siguen siendo preocupaciones contemporáneas. Más aún, el actual espectro fundamentalista relacionado con identidades sociales "miniaturizadas" (Sen, 2006) interroga acerca de las causas de su vigoroso resurgimiento y de sus transformaciones. No es casual, entonces, preguntarse sobre cómo la "sociedad-mundo" de la era de la globalización puede mantener un orden propio frente al surgimiento de fundamentalismos religiosos, étnicos o de otra naturaleza (Marramao, 2006, p.30). De allí que la identidad y el sentido de pertenencia constituyan una de las temáticas centrales del espíritu de nuestra época, algunas de cuyas aristas abordaremos en este artículo, que aún está en un estadio de elaboración. La presente discusión se enmarca en la definición que realizáramos en CEPAL en 2007 de la cohesión social como la dialéctica entre mecanismos instituidos de inclusión/exclusión sociales y los comportamientos, valoraciones y disposiciones frente al modo en que ellos operan y que determinan el sentido de pertenencia, todo lo cual ciertamente trasciende la única satisfacción material (CEPAL, 2007, p. 16 y 17). En ese sentido, también la apuesta por consolidar lazos sociales que refuercen la confianza y la reciprocidad y por lograr una inclusión social asentada en el goce de niveles dignos de bienestar social por parte de los ciudadanos, en el respeto y recíproco reconocimiento de la diversidad social, y en una comunidad de normas y valores, y por ello, en las antípodas de la definición matemática de identidad, que refiere a una igualdad algebraica que se verifica siempre, cualquiera sea el valor de sus variables."

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Resumen
Conforme a hallazgos científicos, a raíz de un cataclismo ocurrido hace siete millones de años se desplomó el valle del Rift en África, originándose una gigantesca falla, que separó una de sus orillas en forma de gajo de naranja. En esta orilla del este de África, que estuvo sometida a una creciente e intensa sequía, evolucionaron los primates hacia el ser humano. Por tanto aquel gajo africano es la cuna del género humano, y de su paulatino poblamiento del planeta (Coppens, 1996). Y desde entonces, enunciado con la poética de Rafael Argullol, Hemos adorado el fuego / y nos hemos purificado / con el agua sagrada. / Hemos bailado alrededor de la hoguera / para poder preguntar / y nos hemos deslizado por el río / en busca de respuestas. / Entre río y hoguera / ha transcurrido nuestra historia / de miedo y esperanza. / En esa frágil tierra incierta / hemos cavado tumbas / y concebido dioses, / hemos construido y destruido ciudades / con furia renovada, / siempre con esperanza y miedo, / la fórmula de nuestra alma" (Argullol, 2003). A lo largo del tiempo el mestizaje de la humanidad ha sido muy intenso. Tanto que se ha reflejado, por ejemplo, en verdaderos calidoscopios musicales. Como el nacido en los caranserais, postas de descanso de las caravanas en la Ruta de la Seda asiática. O, en las huellas de la incursión árabe en Europa, que más de mil años después también fertilizaron el florecimiento del jazz afroamericano en los crisoles étnicos de Nueva Orleáns, de Louisiana, y en la polifonía fluvial del Mississipi que descendía de los barcos de esclavos (Gioia, 2002). En este permanente recorrido del ser humano en la Tierra, la erosión, el debilitamiento, o bien la vertiginosa transformación de los vínculos entre el individuo y la sociedad -apuntados por Durkheim- han sido problemas permanentes y siguen siendo preocupaciones contemporáneas. Más aún, el actual espectro fundamentalista relacionado con identidades sociales "miniaturizadas" (Sen, 2006) interroga acerca de las causas de su vigoroso resurgimiento y de sus transformaciones. No es casual, entonces, preguntarse sobre cómo la "sociedad-mundo" de la era de la globalización puede mantener un orden propio frente al surgimiento de fundamentalismos religiosos, étnicos o de otra naturaleza (Marramao, 2006, p.30). De allí que la identidad y el sentido de pertenencia constituyan una de las temáticas centrales del espíritu de nuestra época, algunas de cuyas aristas abordaremos en este artículo, que aún está en un estadio de elaboración. La presente discusión se enmarca en la definición que realizáramos en CEPAL en 2007 de la cohesión social como la dialéctica entre mecanismos instituidos de inclusión/exclusión sociales y los comportamientos, valoraciones y disposiciones frente al modo en que ellos operan y que determinan el sentido de pertenencia, todo lo cual ciertamente trasciende la única satisfacción material (CEPAL, 2007, p. 16 y 17). En ese sentido, también la apuesta por consolidar lazos sociales que refuercen la confianza y la reciprocidad y por lograr una inclusión social asentada en el goce de niveles dignos de bienestar social por parte de los ciudadanos, en el respeto y recíproco reconocimiento de la diversidad social, y en una comunidad de normas y valores, y por ello, en las antípodas de la definición matemática de identidad, que refiere a una igualdad algebraica que se verifica siempre, cualquiera sea el valor de sus variables."