Descomposición del coeficiente de Gini por fuentes de ingreso: evidencia empírica para América Latina 1999-2005

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Descomposición del coeficiente de Gini por fuentes de ingreso: evidencia empírica para América Latina 1999-2005

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Este documento fue preparado por Fernando Medina y Marco Galván, Asesor Regional y Asistente de Investigación, respectivamente, de la Unidad de Estadísticas Sociales de la División de Estadística y Proyecciones Económicas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), bajo la supervisión de Juan Carlos Feres, Jefe de dicha unidad.Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido sometido a revisión editorial, son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Organización.RESUMENLa elevada inequidad distributiva constituye un rasgo particular de la realidad de América Latina, y se ha vuelto habitual afirmar que en esta región del mundo se observan los niveles más agudos en la concentración del ingreso.En este trabajo se analiza la distribución del ingreso utilizando el método de descomposición del coeficiente de Gini por factores propuesto por Lerman y Yitzhaki (1985), y se estiman los cambios en la desigualdad a partir de variaciones en el ingreso, utilizando datos de encuestas de hogares de 17 países de América Latina para años cercanos a 1999 y 2005. Se demuestra que los índices de desigualdad se correlacionan positivamente con las inequidades que se observan en el mercado de trabajo, y se comprueba que en 1999 los sueldos y salarios explicaron entre el 68% y 88% de la desigualdad total, en tanto que en 2005 representaron entre 72% y 85%. El promedio simple del índice de Gini para el ingreso total fue de 0,554 en 1999, mientras que en 2005 se ubicó en 0,533.Asimismo, se evalúa el impacto distributivo de algunos programas sociales en cuatro países. La evidencia permite afirmar que el Subsidio único Familiar (SUF) y las Pensiones Asistenciales (PASIS) de Chile; el Programa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA-Oportunidades) de México; el Bono de Desarrollo Humano de Ecuador, y las Asignaciones Familiares de Uruguay, pese a ser programas bien focalizados y tener efectos progresivos en la distribución del ingreso, muestran capacidad limitada para reducir el coeficiente de Gini. En este sentido, en la medida que prevalezcan las brechas de ingresos que se manifiesta en el mercado de trabajo, es improbable que en el mediano plazo se produzcan cambios significativos en materia distributiva. Mejorar la inequidad, por lo tanto, se mantiene como la asignatura pendiente en la mayoría de los países de la región, y este desafío continúa representando una de las condicionantes más severas para que algunos países puedan cumplir las metas de reducción de la pobreza establecidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.

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Resumen
Este documento fue preparado por Fernando Medina y Marco Galván, Asesor Regional y Asistente de Investigación, respectivamente, de la Unidad de Estadísticas Sociales de la División de Estadística y Proyecciones Económicas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), bajo la supervisión de Juan Carlos Feres, Jefe de dicha unidad.Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido sometido a revisión editorial, son de exclusiva responsabilidad de los autores y pueden no coincidir con las de la Organización.RESUMENLa elevada inequidad distributiva constituye un rasgo particular de la realidad de América Latina, y se ha vuelto habitual afirmar que en esta región del mundo se observan los niveles más agudos en la concentración del ingreso.En este trabajo se analiza la distribución del ingreso utilizando el método de descomposición del coeficiente de Gini por factores propuesto por Lerman y Yitzhaki (1985), y se estiman los cambios en la desigualdad a partir de variaciones en el ingreso, utilizando datos de encuestas de hogares de 17 países de América Latina para años cercanos a 1999 y 2005. Se demuestra que los índices de desigualdad se correlacionan positivamente con las inequidades que se observan en el mercado de trabajo, y se comprueba que en 1999 los sueldos y salarios explicaron entre el 68% y 88% de la desigualdad total, en tanto que en 2005 representaron entre 72% y 85%. El promedio simple del índice de Gini para el ingreso total fue de 0,554 en 1999, mientras que en 2005 se ubicó en 0,533.Asimismo, se evalúa el impacto distributivo de algunos programas sociales en cuatro países. La evidencia permite afirmar que el Subsidio único Familiar (SUF) y las Pensiones Asistenciales (PASIS) de Chile; el Programa de Educación, Salud y Alimentación (PROGRESA-Oportunidades) de México; el Bono de Desarrollo Humano de Ecuador, y las Asignaciones Familiares de Uruguay, pese a ser programas bien focalizados y tener efectos progresivos en la distribución del ingreso, muestran capacidad limitada para reducir el coeficiente de Gini. En este sentido, en la medida que prevalezcan las brechas de ingresos que se manifiesta en el mercado de trabajo, es improbable que en el mediano plazo se produzcan cambios significativos en materia distributiva. Mejorar la inequidad, por lo tanto, se mantiene como la asignatura pendiente en la mayoría de los países de la región, y este desafío continúa representando una de las condicionantes más severas para que algunos países puedan cumplir las metas de reducción de la pobreza establecidas en los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
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