En los últimos 50 años, la región de América Latina y el Caribe ha experimentado rápidos cambios demográficos, sociales, económicos y políticos. Sin embargo, y no obstante la reducción de la pobreza, los progresos en la prestación de los servicios básicos a la población y las mejoras en materia de educación, salud e igualdad de género, persisten diversos desafíos. En particular, la desigualdad a nivel intergeneracional e intergeneracional sigue siendo alta. Además, en la mayoría de los casos, la transición demográfica ha sido más veloz que la capacidad de las sociedades de propiciar las condiciones para el desarrollo sostenible. Las mediciones de bienestar varían en función de la edad, el género y otras dimensiones demográficas. Por ende, el progreso hacia la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) está indisolublemente ligado a las tendencias demográficas, y si desean aprovechar al máximo las oportunidades y responder a los nuevos desafíos que entraña la transición demográfica, las sociedades deben adoptar políticas que les permitan adelantarse a la dinámica de la población. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible también se ve afectada por la manera en que las familias, los gobiernos y el mercado distribuyen los recursos dentro de los grupos de edad y entre ellos. Los extensos cambios demográficos podrían exigir la introducción de ajustes a los programas de forma que se asignen recursos a lo largo del ciclo de vida, lo que en última instancia permitirá combatir la desigualdad y asegurar que el desarrollo sostenible se lleve adelante con éxito.