América Latina y el Caribe frente a la coyuntura energética internacional

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América Latina y el Caribe frente a la coyuntura energética internacional

Resumen

El presente documento tiene por objeto examinar: i) los efectos que ha tenido el alza del precio internacional de los hidrocarburos, en particular de los derivados de petróleo, sobre los ejes del desarrollo sostenible de los países de la región; ii) las políticas que los países han puesto en práctica para paliar el impacto de esta alza, y c) el desafío que enfrentan los países para establecer una agenda de políticas integradas que pueda dar respuestas a la evolución del mercado energético mundial en la próximas décadas.En el eje económico, el comportamiento de los precios internacionales de la energía y, sobre todo, su volatilidad inciden de manera muy heterogénea en las economías de la región. El alza del precio internacional del crudo y sus derivados observada en los últimos dos años en América del Sur afectó principalmente a los países importadores netos como el Paraguay, el Uruguay, Chile y el Perú y en menor medida el Brasil. En efecto, durante el período 2000-2006 estos países registraron un saldo negativo y creciente de su balanza comercial del petróleo crudo y sus derivados, cuyo promedio en relación con el PIB ascendió a casi un 6% en el Paraguay, un 3,3% en el Uruguay, un 3,2% en Chile y un porcentaje menor en el Perú y el Brasil, que anotaron un 1,1% y un 0,4%, respectivamente. En 2006-2007 todos ellos alcanzaron máximos históricos de este indicador, con la excepción del Brasil, que en 2007 arrojó un superávit comercial de 1.237 millones de dólares.En los países del Istmo Centroamericano que son importadores netos de energía, el alza del precio internacional, sumada a la posible recesión de Estados Unidos y su consiguiente repercusión en las remesas que los trabajadores envían a la subregión, apunta a tendencias macroeconómicas adversas y un menor ritmo de crecimiento. En 2006 la factura petrolera centroamericana alcanzó a representar un 17% de las exportaciones totales de bienes y servicios.Es evidente que el impacto macroeconómico total sobre las economías de los países importadores netos de petróleo y sus derivados estará determinado por un conjunto más amplio de variables que su balanza comercial, en particular por el aumento de las presiones inflacionarias desatadas. La magnitud de este impacto inflacionario todavía no puede cuantificarse con certeza, dado que aún está en pleno desarrollo y depende de un conjunto de factores internos y externos, entre ellos el manejo de la política monetaria y fiscal en los países afectados y, en el plano externo, la evolución del precio internacional del crudo y sus consecuencias en el desempeño de las economías más industrializadas. Sin embargo, en cada país pueden preverse los sectores y grupos sociales vulnerables que resultarán más afectados por el alza de precios de la energía. Por otra parte, los países con una posición exportadora neta como la Argentina, Colombia, el Ecuador, México y la República Bolivariana de Venezuela registraron un saldo positivo de su balanza comercial durante el mismo período. Entre estos, se estima que la República Bolivariana de Venezuela, uno de los principales exportadores de petróleo del mundo, duplicó en 2007 sus ingresos por este concepto en relación con los niveles alcanzados entre 2000 y 2003 (aproximadamente 20.000 millones de dólares anuales) y que en 2008 podría llegar a cuatriplicarlos. En países como la República Bolivariana de Venezuela, el Ecuador, Bolivia y Trinidad y Tabago, el desafío consiste en la administración de la renta petrolera extraordinaria acumulada en años recientes para prevenir desequilibrios macroeconómicos como la apreciación exagerada del tipo de cambio y el repunte de la inflación.Un sector que recibe directamente el impacto inicial del alza de precios de los combustibles es el del transporte, desde donde se transmite a otros sectores de la economía como efecto secundario a través de la elevación de los costos. En efecto, los modos de transporte que hacen un uso más intensivo del combustible han aumentado sus costos en mayor medida. Los precios en origen (valor FOB) también se han incrementado notablemente, en tal magnitud que en algunas familias de productos, como los cereales y otros, la participación del flete internacional en el valor del producto se ha mantenido constante, por lo que la relación de precios entre ambos se mantuvo. El flete se ha visto encarecido por el alza del combustible y el valor del producto medido en dólares aumentó en la misma proporción o incluso más. De allí surgen dos líneas de análisis. La primera sería la presencia de inflación en el origen de las importaciones que llegan a América Latina y el Caribe, es decir, un alza del precio de origen que no obedece exclusivamente al comportamiento del combustible, sino también a otros factores no relacionados, en un momento en que aumenta la demanda internacional de cereales. La segunda línea de análisis se refiere a la fijación de los precios del flete internacional de mercaderías en relación con sus precios de equilibrio. Ante la incertidumbre internacional en los mercados de combustibles y otros factores, es probable que el valor actual de los fletes esté desalineado respecto de dicho precio en proporciones que varían de un mercado a otro. Con respecto al eje social, se observa que, para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio, será necesario mejorar el acceso a fuentes más eficientes y modernas para proporcionar energía de calidad a la población en situación de pobreza tanto en áreas urbanas como rurales. El acceso a los equipos necesarios para satisfacer las necesidades básicas de energía será uno de los mayores desafíos. Con tal fin se deberán diseñar instrumentos apropiados para cada caso y, junto con políticas de precios y tarifas y subsidios diferenciados, aplicar estrategias de acceso a los servicios públicos que tengan prioridad en la agenda política de los gobiernos. Los efectos macroeconómicos del alza de precios de la energía, como el aumento de la inflación y la disminución del ritmo de crecimiento, afectan asimétricamente a los grupos sociales más vulnerables, lo cual plantea un reto adicional para las políticas sociales y de lucha contra la pobreza en los países de la región.En el eje ambiental, para los países importadores netos de hidrocarburos, que son la mayoría en América Latina y el Caribe, el alza del precio internacional tiene el mismo efecto que la aplicación súbita de un impuesto sobre las emisiones de carbono en sus economías y pone de manifiesto la vulnerabilidad y escasa capacidad de ajuste de los países frente a un horizonte de altos precios del petróleo, el gas natural y el carbón. El escenario ambiental que pareciera estar surgiendo en respuesta al alza del precio internacional de los hidrocarburos en la región no es el ideal, ya que el crecimiento tendencial de las emisiones se ve limitado por un entorno recesivo y de posible aumento de la pobreza. Lo deseable sería lograr la reducción de las emisiones con el aumento sostenido de la eficiencia en el uso de la energía y la incorporación progresiva de fuentes no fósiles en la matriz energética regional, en un contexto de pujanza económica y reducción de la pobreza. El presente documento tiene por objeto examinar: i) los efectos que ha tenido el alza del precio internacional de los hidrocarburos, en particular de los derivados de petróleo, sobre los ejes del desarrollo sostenible de los países de la región; ii) las políticas que los países han puesto en práctica para paliar el impacto de esta alza, y c) el desafío que enfrentan los países para establecer una agenda de políticas integradas que pueda dar respuestas a la evolución del mercado energético mundial en la próximas décadas.En el eje económico, el comportamiento de los precios internacionales de la energía y, sobre todo, su volatilidad inciden de manera muy heterogénea en las economías de la región. El alza del precio internacional del crudo y sus derivados observada en los últimos dos años en América del Sur afectó principalmente a los países importadores netos como el Paraguay, el Uruguay, Chile y el Perú y en menor medida el Brasil. En efecto, durante el período 2000-2006 estos países registraron un saldo negativo y creciente de su balanza comercial del petróleo crudo y sus derivados, cuyo promedio en relación con el PIB ascendió a casi un 6% en el Paraguay, un 3,3% en el Uruguay, un 3,2% en Chile y un porcentaje menor en el Perú y el Brasil, que anotaron un 1,1% y un 0,4%, respectivamente. En 2006-2007 todos ellos alcanzaron máximos históricos de este indicador, con la excepción del Brasil, que en 2007 arrojó un superávit comercial de 1.237 millones de dólares.En los países del Istmo Centroamericano que son importadores netos de energía, el alza del precio internacional, sumada a la posible recesión de Estados Unidos y su consiguiente repercusión en las remesas que los trabajadores envían a la subregión, apunta a tendencias macroeconómicas adversas y un menor ritmo de crecimiento. En 2006 la factura petrolera centroamericana alcanzó a representar un 17% de las exportaciones totales de bienes y servicios.Es evidente que el impacto macroeconómico total sobre las economías de los países importadores netos de petróleo y sus derivados estará determinado por un conjunto más amplio de variables que su balanza comercial, en particular por el aumento de las presiones inflacionarias desatadas. La magnitud de este impacto inflacionario todavía no puede cuantificarse con certeza, dado que aún está en pleno desarrollo y depende de un conjunto de factores internos y externos, entre ellos el manejo de la política monetaria y fiscal en los países afectados y, en el plano externo, la evolución del precio internacional del crudo y sus consecuencias en el desempeño de las economías más industrializadas. Sin embargo, en cada país pueden preverse los sectores y grupos sociales vulnerables que resultarán más afectados por el alza de precios de la energía. Por otra parte, los países con una posición exportadora neta como la Argentina, Colombia, el Ecuador, México y la República Bolivariana de Venezuela registraron un saldo positivo de su balanza comercial durante el mismo período. Entre estos, se estima que la República Bolivariana de Venezuela, uno de los principales exportadores de petróleo del mundo, duplicó en 2007 sus ingresos por este concepto en relación con los niveles alcanzados entre 2000 y 2003 (aproximadamente 20.000 millones de dólares anuales) y que en 2008 podría llegar a cuatriplicarlos. En países como la República Bolivariana de Venezuela, el Ecuador, Bolivia y Trinidad y Tabago, el desafío consiste en la administración de la renta petrolera extraordinaria acumulada en años recientes para prevenir desequilibrios macroeconómicos como la apreciación exagerada del tipo de cambio y el repunte de la inflación.Un sector que recibe directamente el impacto inicial del alza de precios de los combustibles es el del transporte, desde donde se transmite a otros sectores de la economía como efecto secundario a través de la elevación de los costos. En efecto, los modos de transporte que hacen un uso más intensivo del combustible han aumentado sus costos en mayor medida. Los precios en origen (valor FOB) también se han incrementado notablemente, en tal magnitud que en algunas familias de productos, como los cereales y otros, la participación del flete internacional en el valor del producto se ha mantenido constante, por lo que la relación de precios entre ambos se mantuvo. El flete se ha visto encarecido por el alza del combustible y el valor del producto medido en dólares aumentó en la misma proporción o incluso más. De allí surgen dos líneas de análisis. La primera sería la presencia de inflación en el origen de las importaciones que llegan a América Latina y el Caribe, es decir, un alza del precio de origen que no obedece exclusivamente al comportamiento del combustible, sino también a otros factores no relacionados, en un momento en que aumenta la demanda internacional de cereales. La segunda línea de análisis se refiere a la fijación de los precios del flete internacional de mercaderías en relación con sus precios de equilibrio. Ante la incertidumbre internacional en los mercados de combustibles y otros factores, es probable que el valor actual de los fletes esté desalineado respecto de dicho precio en proporciones que varían de un mercado a otro. Con respecto al eje social, se observa que, para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio, será necesario mejorar el acceso a fuentes más eficientes y modernas para proporcionar energía de calidad a la población en situación de pobreza tanto en áreas urbanas como rurales. El acceso a los equipos necesarios para satisfacer las necesidades básicas de energía será uno de los mayores desafíos. Con tal fin se deberán diseñar instrumentos apropiados para cada caso y, junto con políticas de precios y tarifas y subsidios diferenciados, aplicar estrategias de acceso a los servicios públicos que tengan prioridad en la agenda política de los gobiernos. Los efectos macroeconómicos del alza de precios de la energía, como el aumento de la inflación y la disminución del ritmo de crecimiento, afectan asimétricamente a los grupos sociales más vulnerables, lo cual plantea un reto adicional para las políticas sociales y de lucha contra la pobreza en los países de la región.En el eje ambiental, para los países importadores netos de hidrocarburos, que son la mayoría en América Latina y el Caribe, el alza del precio internacional tiene el mismo efecto que la aplicación súbita de un impuesto sobre las emisiones de carbono en sus economías y pone de manifiesto la vulnerabilidad y escasa capacidad de ajuste de los países frente a un horizonte de altos precios del petróleo, el gas natural y el carbón. El escenario ambiental que pareciera estar surgiendo en respuesta al alza del precio internacional de los hidrocarburos en la región no es el ideal, ya que el crecimiento tendencial de las emisiones se ve limitado por un entorno recesivo y de posible aumento de la pobreza. Lo deseable sería lograr la reducción de las emisiones con el aumento sostenido de la eficiencia en el uso de la energía y la incorporación progresiva de fuentes no fósiles en la matriz energética regional, en un contexto de pujanza económica y reducción de la pobreza.Este documento se ha elaborado con contribuciones de la Embajada de Francia en Chile y de la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ).


Resumen
El presente documento tiene por objeto examinar: i) los efectos que ha tenido el alza del precio internacional de los hidrocarburos, en particular de los derivados de petróleo, sobre los ejes del desarrollo sostenible de los países de la región; ii) las políticas que los países han puesto en práctica para paliar el impacto de esta alza, y c) el desafío que enfrentan los países para establecer una agenda de políticas integradas que pueda dar respuestas a la evolución del mercado energético mundial en la próximas décadas.En el eje económico, el comportamiento de los precios internacionales de la energía y, sobre todo, su volatilidad inciden de manera muy heterogénea en las economías de la región. El alza del precio internacional del crudo y sus derivados observada en los últimos dos años en América del Sur afectó principalmente a los países importadores netos como el Paraguay, el Uruguay, Chile y el Perú y en menor medida el Brasil. En efecto, durante el período 2000-2006 estos países registraron un saldo negativo y creciente de su balanza comercial del petróleo crudo y sus derivados, cuyo promedio en relación con el PIB ascendió a casi un 6% en el Paraguay, un 3,3% en el Uruguay, un 3,2% en Chile y un porcentaje menor en el Perú y el Brasil, que anotaron un 1,1% y un 0,4%, respectivamente. En 2006-2007 todos ellos alcanzaron máximos históricos de este indicador, con la excepción del Brasil, que en 2007 arrojó un superávit comercial de 1.237 millones de dólares.En los países del Istmo Centroamericano que son importadores netos de energía, el alza del precio internacional, sumada a la posible recesión de Estados Unidos y su consiguiente repercusión en las remesas que los trabajadores envían a la subregión, apunta a tendencias macroeconómicas adversas y un menor ritmo de crecimiento. En 2006 la factura petrolera centroamericana alcanzó a representar un 17% de las exportaciones totales de bienes y servicios.Es evidente que el impacto macroeconómico total sobre las economías de los países importadores netos de petróleo y sus derivados estará determinado por un conjunto más amplio de variables que su balanza comercial, en particular por el aumento de las presiones inflacionarias desatadas. La magnitud de este impacto inflacionario todavía no puede cuantificarse con certeza, dado que aún está en pleno desarrollo y depende de un conjunto de factores internos y externos, entre ellos el manejo de la política monetaria y fiscal en los países afectados y, en el plano externo, la evolución del precio internacional del crudo y sus consecuencias en el desempeño de las economías más industrializadas. Sin embargo, en cada país pueden preverse los sectores y grupos sociales vulnerables que resultarán más afectados por el alza de precios de la energía. Por otra parte, los países con una posición exportadora neta como la Argentina, Colombia, el Ecuador, México y la República Bolivariana de Venezuela registraron un saldo positivo de su balanza comercial durante el mismo período. Entre estos, se estima que la República Bolivariana de Venezuela, uno de los principales exportadores de petróleo del mundo, duplicó en 2007 sus ingresos por este concepto en relación con los niveles alcanzados entre 2000 y 2003 (aproximadamente 20.000 millones de dólares anuales) y que en 2008 podría llegar a cuatriplicarlos. En países como la República Bolivariana de Venezuela, el Ecuador, Bolivia y Trinidad y Tabago, el desafío consiste en la administración de la renta petrolera extraordinaria acumulada en años recientes para prevenir desequilibrios macroeconómicos como la apreciación exagerada del tipo de cambio y el repunte de la inflación.Un sector que recibe directamente el impacto inicial del alza de precios de los combustibles es el del transporte, desde donde se transmite a otros sectores de la economía como efecto secundario a través de la elevación de los costos. En efecto, los modos de transporte que hacen un uso más intensivo del combustible han aumentado sus costos en mayor medida. Los precios en origen (valor FOB) también se han incrementado notablemente, en tal magnitud que en algunas familias de productos, como los cereales y otros, la participación del flete internacional en el valor del producto se ha mantenido constante, por lo que la relación de precios entre ambos se mantuvo. El flete se ha visto encarecido por el alza del combustible y el valor del producto medido en dólares aumentó en la misma proporción o incluso más. De allí surgen dos líneas de análisis. La primera sería la presencia de inflación en el origen de las importaciones que llegan a América Latina y el Caribe, es decir, un alza del precio de origen que no obedece exclusivamente al comportamiento del combustible, sino también a otros factores no relacionados, en un momento en que aumenta la demanda internacional de cereales. La segunda línea de análisis se refiere a la fijación de los precios del flete internacional de mercaderías en relación con sus precios de equilibrio. Ante la incertidumbre internacional en los mercados de combustibles y otros factores, es probable que el valor actual de los fletes esté desalineado respecto de dicho precio en proporciones que varían de un mercado a otro. Con respecto al eje social, se observa que, para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio, será necesario mejorar el acceso a fuentes más eficientes y modernas para proporcionar energía de calidad a la población en situación de pobreza tanto en áreas urbanas como rurales. El acceso a los equipos necesarios para satisfacer las necesidades básicas de energía será uno de los mayores desafíos. Con tal fin se deberán diseñar instrumentos apropiados para cada caso y, junto con políticas de precios y tarifas y subsidios diferenciados, aplicar estrategias de acceso a los servicios públicos que tengan prioridad en la agenda política de los gobiernos. Los efectos macroeconómicos del alza de precios de la energía, como el aumento de la inflación y la disminución del ritmo de crecimiento, afectan asimétricamente a los grupos sociales más vulnerables, lo cual plantea un reto adicional para las políticas sociales y de lucha contra la pobreza en los países de la región.En el eje ambiental, para los países importadores netos de hidrocarburos, que son la mayoría en América Latina y el Caribe, el alza del precio internacional tiene el mismo efecto que la aplicación súbita de un impuesto sobre las emisiones de carbono en sus economías y pone de manifiesto la vulnerabilidad y escasa capacidad de ajuste de los países frente a un horizonte de altos precios del petróleo, el gas natural y el carbón. El escenario ambiental que pareciera estar surgiendo en respuesta al alza del precio internacional de los hidrocarburos en la región no es el ideal, ya que el crecimiento tendencial de las emisiones se ve limitado por un entorno recesivo y de posible aumento de la pobreza. Lo deseable sería lograr la reducción de las emisiones con el aumento sostenido de la eficiencia en el uso de la energía y la incorporación progresiva de fuentes no fósiles en la matriz energética regional, en un contexto de pujanza económica y reducción de la pobreza. El presente documento tiene por objeto examinar: i) los efectos que ha tenido el alza del precio internacional de los hidrocarburos, en particular de los derivados de petróleo, sobre los ejes del desarrollo sostenible de los países de la región; ii) las políticas que los países han puesto en práctica para paliar el impacto de esta alza, y c) el desafío que enfrentan los países para establecer una agenda de políticas integradas que pueda dar respuestas a la evolución del mercado energético mundial en la próximas décadas.En el eje económico, el comportamiento de los precios internacionales de la energía y, sobre todo, su volatilidad inciden de manera muy heterogénea en las economías de la región. El alza del precio internacional del crudo y sus derivados observada en los últimos dos años en América del Sur afectó principalmente a los países importadores netos como el Paraguay, el Uruguay, Chile y el Perú y en menor medida el Brasil. En efecto, durante el período 2000-2006 estos países registraron un saldo negativo y creciente de su balanza comercial del petróleo crudo y sus derivados, cuyo promedio en relación con el PIB ascendió a casi un 6% en el Paraguay, un 3,3% en el Uruguay, un 3,2% en Chile y un porcentaje menor en el Perú y el Brasil, que anotaron un 1,1% y un 0,4%, respectivamente. En 2006-2007 todos ellos alcanzaron máximos históricos de este indicador, con la excepción del Brasil, que en 2007 arrojó un superávit comercial de 1.237 millones de dólares.En los países del Istmo Centroamericano que son importadores netos de energía, el alza del precio internacional, sumada a la posible recesión de Estados Unidos y su consiguiente repercusión en las remesas que los trabajadores envían a la subregión, apunta a tendencias macroeconómicas adversas y un menor ritmo de crecimiento. En 2006 la factura petrolera centroamericana alcanzó a representar un 17% de las exportaciones totales de bienes y servicios.Es evidente que el impacto macroeconómico total sobre las economías de los países importadores netos de petróleo y sus derivados estará determinado por un conjunto más amplio de variables que su balanza comercial, en particular por el aumento de las presiones inflacionarias desatadas. La magnitud de este impacto inflacionario todavía no puede cuantificarse con certeza, dado que aún está en pleno desarrollo y depende de un conjunto de factores internos y externos, entre ellos el manejo de la política monetaria y fiscal en los países afectados y, en el plano externo, la evolución del precio internacional del crudo y sus consecuencias en el desempeño de las economías más industrializadas. Sin embargo, en cada país pueden preverse los sectores y grupos sociales vulnerables que resultarán más afectados por el alza de precios de la energía. Por otra parte, los países con una posición exportadora neta como la Argentina, Colombia, el Ecuador, México y la República Bolivariana de Venezuela registraron un saldo positivo de su balanza comercial durante el mismo período. Entre estos, se estima que la República Bolivariana de Venezuela, uno de los principales exportadores de petróleo del mundo, duplicó en 2007 sus ingresos por este concepto en relación con los niveles alcanzados entre 2000 y 2003 (aproximadamente 20.000 millones de dólares anuales) y que en 2008 podría llegar a cuatriplicarlos. En países como la República Bolivariana de Venezuela, el Ecuador, Bolivia y Trinidad y Tabago, el desafío consiste en la administración de la renta petrolera extraordinaria acumulada en años recientes para prevenir desequilibrios macroeconómicos como la apreciación exagerada del tipo de cambio y el repunte de la inflación.Un sector que recibe directamente el impacto inicial del alza de precios de los combustibles es el del transporte, desde donde se transmite a otros sectores de la economía como efecto secundario a través de la elevación de los costos. En efecto, los modos de transporte que hacen un uso más intensivo del combustible han aumentado sus costos en mayor medida. Los precios en origen (valor FOB) también se han incrementado notablemente, en tal magnitud que en algunas familias de productos, como los cereales y otros, la participación del flete internacional en el valor del producto se ha mantenido constante, por lo que la relación de precios entre ambos se mantuvo. El flete se ha visto encarecido por el alza del combustible y el valor del producto medido en dólares aumentó en la misma proporción o incluso más. De allí surgen dos líneas de análisis. La primera sería la presencia de inflación en el origen de las importaciones que llegan a América Latina y el Caribe, es decir, un alza del precio de origen que no obedece exclusivamente al comportamiento del combustible, sino también a otros factores no relacionados, en un momento en que aumenta la demanda internacional de cereales. La segunda línea de análisis se refiere a la fijación de los precios del flete internacional de mercaderías en relación con sus precios de equilibrio. Ante la incertidumbre internacional en los mercados de combustibles y otros factores, es probable que el valor actual de los fletes esté desalineado respecto de dicho precio en proporciones que varían de un mercado a otro. Con respecto al eje social, se observa que, para alcanzar los objetivos de desarrollo del Milenio, será necesario mejorar el acceso a fuentes más eficientes y modernas para proporcionar energía de calidad a la población en situación de pobreza tanto en áreas urbanas como rurales. El acceso a los equipos necesarios para satisfacer las necesidades básicas de energía será uno de los mayores desafíos. Con tal fin se deberán diseñar instrumentos apropiados para cada caso y, junto con políticas de precios y tarifas y subsidios diferenciados, aplicar estrategias de acceso a los servicios públicos que tengan prioridad en la agenda política de los gobiernos. Los efectos macroeconómicos del alza de precios de la energía, como el aumento de la inflación y la disminución del ritmo de crecimiento, afectan asimétricamente a los grupos sociales más vulnerables, lo cual plantea un reto adicional para las políticas sociales y de lucha contra la pobreza en los países de la región.En el eje ambiental, para los países importadores netos de hidrocarburos, que son la mayoría en América Latina y el Caribe, el alza del precio internacional tiene el mismo efecto que la aplicación súbita de un impuesto sobre las emisiones de carbono en sus economías y pone de manifiesto la vulnerabilidad y escasa capacidad de ajuste de los países frente a un horizonte de altos precios del petróleo, el gas natural y el carbón. El escenario ambiental que pareciera estar surgiendo en respuesta al alza del precio internacional de los hidrocarburos en la región no es el ideal, ya que el crecimiento tendencial de las emisiones se ve limitado por un entorno recesivo y de posible aumento de la pobreza. Lo deseable sería lograr la reducción de las emisiones con el aumento sostenido de la eficiencia en el uso de la energía y la incorporación progresiva de fuentes no fósiles en la matriz energética regional, en un contexto de pujanza económica y reducción de la pobreza.Este documento se ha elaborado con contribuciones de la Embajada de Francia en Chile y de la Sociedad Alemana de Cooperación Técnica (GTZ).
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