Espacios de convergencia y de cooperación regional: Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe
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Espacios de convergencia y de cooperación regional: Cumbre de la Unidad de América Latina y el Caribe
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En comparación con el período 2003-2007, que fue el más favorable de la economía mundial y regional en 40 años, el futuro presenta mayores desafíos. A principios de la próxima década, tanto la economía como el comercio internacional serán menos dinámicos, habrá mayores tensiones competitivas y presiones proteccionistas, así como más dificultades de acceso al financiamiento. El contexto global posterior a la crisis estará marcado por la desaceleración del crecimiento, las elevadas tasas de desempleo en las economías industrializadas y la necesidad de restaurar la sostenibilidad de las cuentas públicas. La segunda década del presente siglo reflejará el creciente peso de las economías emergentes, encabezadas por China, junto con la India y otras economías asiáticas, además del Brasil. Se acentuará el desplazamiento del dinamismo económico y comercial hacia el Pacífico y las economías emergentes, lo que pone de relieve la importancia del comercio Sur-Sur. La fragilidad del escenario macroeconómico internacional y el rezago de la institucionalidad global ante los nuevos desafíos erosionan la pertinencia de la institucionalidad multilateral, algo que tiene preocupantes implicancias para los países en desarrollo, sin que se observen alternativas eficaces que permitan abordar los nuevos retos de este siglo. La Ronda de Doha de negociaciones comerciales cumplirá pronto una década y su compromiso con el desarrollo aún está lejos de concretarse. Tras la celebración del decimoquinto período de sesiones de la Conferencia de las Partes en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 15) quedaron más incertidumbres que certezas. Las reuniones del Grupo de los Veinte (G-20) tampoco permiten ser demasiado optimistas respecto de las nuevas regulaciones financieras ni de la reforma del sistema financiero internacional. En este escenario, un mayor esfuerzo de cooperación regional y una colaboración más estrecha dentro de las subregiones y entre ellas no será solamente un importante objetivo político, sino que puede constituirse en una exigencia económica para insertarse de mejor forma en el escenario global, cada vez más estructurado en torno a cadenas de valor regionales y subregionales. De este modo, las medidas adoptadas en materia de infraestructura, energía, conectividad y facilitación del comercio y del transporte, por ejemplo, se convertirán en factores fundamentales de la competitividad y el crecimiento. Dadas las debilidades de la demanda de productos de la región por parte de la mayoría de sus principales socios, el comercio intrarregional está llamado a desempeñar un papel esencial en la recuperación de la demanda de estos productos. Sin embargo, hasta ahora esto no ha ocurrido, lo que se debe, en parte, a la aparición de diversas medidas restrictivas, pero fundamentalmente a la persistencia de serios déficits en la infraestructura y la conectividad, así como a la disparidad de las normas relativas al flujo de bienes, servicios, inversiones y personas. Por lo pronto, un comercio intrarregional más abierto, en que se respeten los compromisos de liberalización, no solo contribuiría a compensar, al menos parcialmente, la menor demanda extrarregional sino que también estimularía el crecimiento de las pymes, algo positivo si se considera que estas tienen una apreciable participación en el comercio intrarregional y que las exportaciones tienen un mayor valor agregado y hacen un uso más intensivo de mano de obra. En este sentido, hay que impedir que la integración regional sufra las secuelas de una crisis internacional que la región no ha generado. Con ese objetivo, y luego de examinar las principales características del escenario posterior a la crisis y las exigencias de mayor cooperación regional que ellas plantean, se esboza un conjunto de propuestas orientadas a fortalecerla. Estas propuestas no dependen de acuerdos de liberación comercial, de modo que las distintas visiones existentes en la región sobre el comercio y desarrollo no deberían ser obstáculo para avanzar en la superación de estos desafíos urgentes de competitividad.