América Latina y el Caribe en la era global

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América Latina y el Caribe en la era global

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El mundo de hoy está marcado por lo que se conoce como el proceso de globalización, es decir, la creciente gravitación de los procesos económicos, sociales y culturales de carácter mundial sobre aquellos de carácter nacional o regional. Aunque no se trata de un fenómeno nuevo, puesto que sus raíces históricas son profundas, los drásticos cambios en los espacios y tiempos generados por la revolución de la información y las comunicaciones le han dado nueva amplitud y velocidad, con lo cual ha sufrido una transformación cualitativa. Sin duda, la globalización brinda oportunidades para el desarrollo. Además, todos hemos entendido que, lógicamente, las estrategias nacionales deben hoy diseñarse en función de las posibilidades que ofrece y los requisitos que exige una mayor incorporación a la economía mundial. Pero, al mismo tiempo, este proceso plantea riesgos originados en nuevas fuentes de inestabilidad tanto comercial como, especialmente, financiera, riesgos de exclusión para aquellos países que no están bien preparados para las fuertes demandas de competitividad propias del mundo contemporáneo, y riesgos de acentuación de la heterogeneidad estructural, entre empresas, sectores sociales y regiones dentro de los países que se integran, de manera segmentada, a la economía mundial. Muchos de estos riesgos obedecen al carácter sesgado e incompleto de la agenda internacional que acompaña al proceso de globalización. Las carencias de la agenda internacional reflejan, a su vez, un problema aún más inquietante: la ausencia de una verdadera internacionalización de la política que es, sin duda, la principal paradoja que caracteriza al proceso de globalización. El contraste entre problemas globales y procesos políticos exclusivamente nacionales se ha venido traduciendo en un déficit de gobernabilidad global, que acrecienta las tensiones entre las oportunidades y los riesgos que conlleva la globalización. El hecho de que el espacio político continúe siendo esencialmente nacional tiene, por otra parte, implicaciones profundas para el ordenamiento internacional. En particular, implica que el fomento de la democracia como valor universal sólo adquiere sentido si se permite que los procesos nacionales de representación y participación determinen las estrategias de desarrollo económico y social, y ejerzan una mediación eficaz entre los sectores diferencialmente afectados por el proceso de globalización. La dimensión global de estos temas, desde la perspectiva de América Latina y el Caribe, ha sido tratada en el libro de la CEPAL: Globalización y desarrollo (CEPAL, 2003b);. En este libro, complementario del anterior, se analiza más detenidamente el desempeño de América Latina y el Caribe durante la fase actual del proceso de globalización, en que los países de la región adoptaron con entusiasmo, es decir con sentido de pertenencia, los programas de liberalización económica y los instrumentaron de manera más amplia y profunda que cualquier otra región del mundo. El balance del período muestra evidentes avances, pero también estancamientos y retrocesos, que se detallan en el libro. La mayor frustración ha sido la sostenida divergencia en términos de producto por habitante entre la región y el mundo desarrollado desde 1973. Al cabo de la década perdida de 1980, el ingreso masivo de capitales externos en los primeros años noventa permitió recuperar el crecimiento, aunque a tasas sensiblemente menores que las del período 1950-1980. Además, esta insuficiente recuperación se interrumpió en tres ocasiones en menos de un decenio. Desde 1998, el producto por habitante se redujo en el conjunto de la región y en la mitad de los países que la integran y, asimismo, perdieron dinamismo las economías con mayor crecimiento en los años noventa. De tal manera, entre 1998 y 2002 la región agregó una nueva media década perdida a su magro desempeño económico del cuarto de siglo previo y continuó aumentando la brecha de producto por habitante con el mundo desarrollado Por consiguiente, los países de América Latina y el Caribe enfrentan enormes desafíos, que demandan acciones coordinadas en los planos nacional, regional e internacional. Las propuestas incluidas en este libro, que buscan aportar a dicha tarea, se integran en una agenda positiva para la construcción de un nuevo orden económico. Esto recoge una lección esencial de la historia: ante procesos de raíces tan profundas como es la globalización, no caben las actitudes que lo ignoran o que, únicamente, lo resisten. Las alternativas deseables son el desarrollo de una globalización más sólida y la mejor inserción de los países en dicho proceso. José Antonio Ocampo, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas, para Asuntos Económicos y Sociales

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Resumen
El mundo de hoy está marcado por lo que se conoce como el proceso de globalización, es decir, la creciente gravitación de los procesos económicos, sociales y culturales de carácter mundial sobre aquellos de carácter nacional o regional. Aunque no se trata de un fenómeno nuevo, puesto que sus raíces históricas son profundas, los drásticos cambios en los espacios y tiempos generados por la revolución de la información y las comunicaciones le han dado nueva amplitud y velocidad, con lo cual ha sufrido una transformación cualitativa. Sin duda, la globalización brinda oportunidades para el desarrollo. Además, todos hemos entendido que, lógicamente, las estrategias nacionales deben hoy diseñarse en función de las posibilidades que ofrece y los requisitos que exige una mayor incorporación a la economía mundial. Pero, al mismo tiempo, este proceso plantea riesgos originados en nuevas fuentes de inestabilidad tanto comercial como, especialmente, financiera, riesgos de exclusión para aquellos países que no están bien preparados para las fuertes demandas de competitividad propias del mundo contemporáneo, y riesgos de acentuación de la heterogeneidad estructural, entre empresas, sectores sociales y regiones dentro de los países que se integran, de manera segmentada, a la economía mundial. Muchos de estos riesgos obedecen al carácter sesgado e incompleto de la agenda internacional que acompaña al proceso de globalización. Las carencias de la agenda internacional reflejan, a su vez, un problema aún más inquietante: la ausencia de una verdadera internacionalización de la política que es, sin duda, la principal paradoja que caracteriza al proceso de globalización. El contraste entre problemas globales y procesos políticos exclusivamente nacionales se ha venido traduciendo en un déficit de gobernabilidad global, que acrecienta las tensiones entre las oportunidades y los riesgos que conlleva la globalización. El hecho de que el espacio político continúe siendo esencialmente nacional tiene, por otra parte, implicaciones profundas para el ordenamiento internacional. En particular, implica que el fomento de la democracia como valor universal sólo adquiere sentido si se permite que los procesos nacionales de representación y participación determinen las estrategias de desarrollo económico y social, y ejerzan una mediación eficaz entre los sectores diferencialmente afectados por el proceso de globalización. La dimensión global de estos temas, desde la perspectiva de América Latina y el Caribe, ha sido tratada en el libro de la CEPAL: Globalización y desarrollo (CEPAL, 2003b);. En este libro, complementario del anterior, se analiza más detenidamente el desempeño de América Latina y el Caribe durante la fase actual del proceso de globalización, en que los países de la región adoptaron con entusiasmo, es decir con sentido de pertenencia, los programas de liberalización económica y los instrumentaron de manera más amplia y profunda que cualquier otra región del mundo. El balance del período muestra evidentes avances, pero también estancamientos y retrocesos, que se detallan en el libro. La mayor frustración ha sido la sostenida divergencia en términos de producto por habitante entre la región y el mundo desarrollado desde 1973. Al cabo de la década perdida de 1980, el ingreso masivo de capitales externos en los primeros años noventa permitió recuperar el crecimiento, aunque a tasas sensiblemente menores que las del período 1950-1980. Además, esta insuficiente recuperación se interrumpió en tres ocasiones en menos de un decenio. Desde 1998, el producto por habitante se redujo en el conjunto de la región y en la mitad de los países que la integran y, asimismo, perdieron dinamismo las economías con mayor crecimiento en los años noventa. De tal manera, entre 1998 y 2002 la región agregó una nueva media década perdida a su magro desempeño económico del cuarto de siglo previo y continuó aumentando la brecha de producto por habitante con el mundo desarrollado Por consiguiente, los países de América Latina y el Caribe enfrentan enormes desafíos, que demandan acciones coordinadas en los planos nacional, regional e internacional. Las propuestas incluidas en este libro, que buscan aportar a dicha tarea, se integran en una agenda positiva para la construcción de un nuevo orden económico. Esto recoge una lección esencial de la historia: ante procesos de raíces tan profundas como es la globalización, no caben las actitudes que lo ignoran o que, únicamente, lo resisten. Las alternativas deseables son el desarrollo de una globalización más sólida y la mejor inserción de los países en dicho proceso. José Antonio Ocampo, Secretario General Adjunto de las Naciones Unidas, para Asuntos Económicos y Sociales
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