La mirada de Hirschman sobre el desarrollo o el arte de los traspasos y las autosubversiones

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La mirada de Hirschman sobre el desarrollo o el arte de los traspasos y las autosubversiones

Resumen

En este artículo se analiza la obra de Albert Hirschman, a partir de dos conceptos básicos: traspasos y autosubversiones. Hirschman convirtió estos ejercicios en un arte, un alegato que combina curiosidad y humildad intelectual. En un mundo acostumbrado a pensar y pensarse mediante modelos totalizadores, en un continente donde se armaron y desarmaron tantos y tantos modelos ideológicos que pretendieron abrir (o mejor dicho forzar); la realidad concreta de los países, la obra y la actitud intelectual de Hirschman constituyen una saludable y benéfica invitación. Este no es, sin embargo, su único mérito. De Chile a Brasil, de México a Argentina, su pasión por lo posible se contagió a más de uno. Muchos ministros, académicos y operadores de organismos internacionales no dejaron, en los últimos años, de saludar sus contribuciones. Igualmente, muchos de los conceptos desarrollados por Hirschman —su tríptico "salida", "voz" y "lealtad, la noción de "efecto túnel"— y, sobre todo, su propensión posibilista, sus intentos por traspasar y subvertir las teorías (las suyas incluidas);, los paradigmas y los modelos, todos los cubismos y minimalismos mentales que no dejan de nacer y renacer, son saludables fuentes de inspiración e interpretación para repensar la nunca acabada búsqueda del desarrollo. Por último, nociones como las de participación comunitaria o las de capital social, que hoy se hallan en la agenda de las reflexiones, también se dejan apreciar, subvertir y autosubvertir a la luz de la obra de Hirschman.

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Resumen
En este artículo se analiza la obra de Albert Hirschman, a partir de dos conceptos básicos: traspasos y autosubversiones. Hirschman convirtió estos ejercicios en un arte, un alegato que combina curiosidad y humildad intelectual. En un mundo acostumbrado a pensar y pensarse mediante modelos totalizadores, en un continente donde se armaron y desarmaron tantos y tantos modelos ideológicos que pretendieron abrir (o mejor dicho forzar); la realidad concreta de los países, la obra y la actitud intelectual de Hirschman constituyen una saludable y benéfica invitación. Este no es, sin embargo, su único mérito. De Chile a Brasil, de México a Argentina, su pasión por lo posible se contagió a más de uno. Muchos ministros, académicos y operadores de organismos internacionales no dejaron, en los últimos años, de saludar sus contribuciones. Igualmente, muchos de los conceptos desarrollados por Hirschman —su tríptico "salida", "voz" y "lealtad, la noción de "efecto túnel"— y, sobre todo, su propensión posibilista, sus intentos por traspasar y subvertir las teorías (las suyas incluidas);, los paradigmas y los modelos, todos los cubismos y minimalismos mentales que no dejan de nacer y renacer, son saludables fuentes de inspiración e interpretación para repensar la nunca acabada búsqueda del desarrollo. Por último, nociones como las de participación comunitaria o las de capital social, que hoy se hallan en la agenda de las reflexiones, también se dejan apreciar, subvertir y autosubvertir a la luz de la obra de Hirschman.
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