La dualidad del tipo de cambio en la economía cubana de los noventa
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La dualidad del tipo de cambio en la economía cubana de los noventa
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En los años noventa se ha agudizado en la economía cubana la brecha entre el sector socialista tradicional regido por el peso y el sector internacionalizado, dolarizado y orientado al mercado. Esta división obedece, entre otras circunstancias, a la expansión del turismo y de las empresas extranjeras y mixtas; la contracción de la economía socialista y la pérdida de confianza en ella; el debilitamiento del peso por la acelerada inflación debida a las emisiones monetarias para financiar el déficit fiscal, y la sobrevaluación del tipo de cambio. La coexistencia de dos monedas y la bifurcación estructural se han reflejado en la distribución del ingreso y han influido en el comportamiento económico de la población. Los cubanos que tienen acceso a dólares en el sector internacionalizado ganan más que el resto de la población, por la diferencia entre el tipo de cambio paralelo y el oficial (comercial);. Así, quienes desempeñan funciones sociales valiosas en el sector socialista de la economía reciben una menguada remuneración, mientras aquéllos integrados al sector internacionalizado tienen ingresos relativamente adecuados. Esto hace que los cubanos procuren conseguir dólares por medios legales, semilegales o ilegales. Esta situación ha hecho resurgir problemas sociales que casi habían desaparecido a comienzos de los años sesenta. Ultimamente se ha logrado reducir el tipo de cambio paralelo y atenuar la bifurcación, gracias a ciertos cambios institucionales y la adopción de algunas políticas, sobre todo las de carácter fiscal que comenzaron a aplicarse en 1994. Se ha podido disminuir el déficit, desacelerar la emisión monetaria y controlar la inflación del peso, lo que incrementó la demanda de esa moneda. Pero habrá que seguir profundizando este proceso de cambios para reunificar la economía, mediante medidas de política cambiaria, la mayor liberalización de la pequeña y mediana empresa y la desregulación de los precios. Esto último obligará también a reestructurar el sistema de seguridad social.