La agenda social latinoamericana del año 2000

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La agenda social latinoamericana del año 2000

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Terminada la década de los noventa, el bajo crecimiento económico, su vulnerabilidad ante la inestabilidad financiera internacional y los escasos avances en materia de equidad, obligan a reflexionar respecto de la agenda social futura. En ella seguirá teniendo un papel importante la lucha por la superación de la pobreza y la indigencia, condicionada en buena parte por la capacidad de la transformación económica y su dinamismo para crear puestos de trabajo en gran cantidad y de mayor calidad en términos de productividad e ingresos. A la vez, por la pesada herencia de rezagos sociales, es imprescindible que los programas sociales hagan uso eficiente de sus recursos, y para precaverse ante posibles crisis, hay que implementar redes de protección para los períodos recesivos. Dichos programas deberán asignar gran importancia a la creación de capital humano, cuidando de mejorar la mala distribución actual de la educación entre estratos sociales que constituye uno de los símbolos de los rezagos sociales latinoamericanos. Pero la educación por sí sola no basta para superar la falta de equidad, mejorar la distribución del ingreso y generar una movilidad social que permita que los hijos superen las oportunidades de bienestar material y de status social alcanzados por sus padres. La transformación económica debiera aprovechar los mayores niveles educativos creando más puestos de trabajo de mayor productividad, para lo cual hay que elevar los actuales coeficientes de inversión y la captación y difusión del progreso técnico. Una mejor combinación de trabajo, capital y progreso técnico sentará las bases de sociedades más inclusivas e igualitarias.

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Resumen
Terminada la década de los noventa, el bajo crecimiento económico, su vulnerabilidad ante la inestabilidad financiera internacional y los escasos avances en materia de equidad, obligan a reflexionar respecto de la agenda social futura. En ella seguirá teniendo un papel importante la lucha por la superación de la pobreza y la indigencia, condicionada en buena parte por la capacidad de la transformación económica y su dinamismo para crear puestos de trabajo en gran cantidad y de mayor calidad en términos de productividad e ingresos. A la vez, por la pesada herencia de rezagos sociales, es imprescindible que los programas sociales hagan uso eficiente de sus recursos, y para precaverse ante posibles crisis, hay que implementar redes de protección para los períodos recesivos. Dichos programas deberán asignar gran importancia a la creación de capital humano, cuidando de mejorar la mala distribución actual de la educación entre estratos sociales que constituye uno de los símbolos de los rezagos sociales latinoamericanos. Pero la educación por sí sola no basta para superar la falta de equidad, mejorar la distribución del ingreso y generar una movilidad social que permita que los hijos superen las oportunidades de bienestar material y de status social alcanzados por sus padres. La transformación económica debiera aprovechar los mayores niveles educativos creando más puestos de trabajo de mayor productividad, para lo cual hay que elevar los actuales coeficientes de inversión y la captación y difusión del progreso técnico. Una mejor combinación de trabajo, capital y progreso técnico sentará las bases de sociedades más inclusivas e igualitarias.
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