El cluster lácteo en Chile

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El cluster lácteo en Chile

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Resumen El sector lácteo chileno sufrió una fuerte crisis a mitades de los años setenta cuando se eliminaron -por un tiempo- todas las protecciones arancelarias. Sufrió una segunda crisis en 1982 y desde entonces ha conocido un crecimiento continuo, con importantes aumentos de los rendimientos en la producción primaria e importantes aumentos de capacidad y diversificación en la fase de elaboración. Actualmente, se estima que la producción está en manos de alrededor de 48 800 productores, 17 600 de los cuales se encuentran en la X Región (15% del total de productores agropecuarios a nivel nacional y 30% de los productores en la X Región); y se estima que la producción es de alrededor de 2 mil millones de litros anuales de los cuales cerca de 75% se remite a plantas. Según la opinión de muchos, la producción debiera alcanzar el consumo en unos años más. La industria parece haber ya apostado a una estrategia exportadora, presionando los precios hacia la baja, exigiendo mayores niveles de calidad y eliminando los proveedores que les interesan menos (en general los productores más pequeños);. Entre los productores, en cambio, hay vacilaciones en cuanto al rumbo a seguir (características genéticas a reforzar; expandir; tecnificarse más o bajar costos a través de una producción más extensiva; cambiar de rubro); y están frenando las inversiones. Últimamente ha habido varias ventas y remates de lecherías a lo largo del país. A pesar de ello, las mejoras genéticas y de manejo hacen que la producción siga creciendo a un ritmo vigoroso y las entregas a planta aún más. Existen varios gremios de productores, la mayoría con orientación regional y, aunque casi todos tienen publicaciones regulares y algunos hasta emisiones radiales, la percepción es que reciben y transmiten información a sus miembros pero no logran -ni ha sido su propósito- articular sinergías fuertes entre sus miembros. La heterogeneidad en el sector es muy grande y, por ende, también los intereses que las organizaciones representan, lo que les ha impedido tomar una posición única frente a problemas con la industria. Ha habido un proceso de concentración de la producción hacia el sur del país con especialización en productos de larga vida, mientras que los productos frescos son casi todos elaborados en las cercanías de Santiago. También ha habido un fuerte proceso de concentración de la propiedad industrial y las cinco empresas más importantes (dos multinacionales, un consorcio nacional, una empresa mixta multinacional/consorcio nacional y una cooperativa); concentran el 90% de la recepción de la leche de las empresas más grandes. Las empresas medianas han hecho grandes esfuerzos de modernización, pero su futuro es incierto, no necesariamente porque no sean eficientes en la producción o en la gestión, sino porque las 'reglas del juego' de la distribución con pagos a plazo y pago por el espacio, el acceso a crédito a un interés varios puntos porcentuales más caro que las empresas más grandes y la imposibilidad de hacer un despliegue publicitario, los pone en franca desventaja. La entrada al sector de empresas más grandes y con mayores contactos afuera ha desestructurado varios de los eslabones locales y nacionales (tanto en el desarrollo de tecnología como en la fabricación o readecuación de máquinas y herramientas);. Al mismo tiempo, se han estructurado otros eslabones, más bien en el área de servicios. El balance desde un punto de vista de valor agregado regional o nacional, creación de empleos y conocimientos, del desarrollo del 'cluster' a más largo plazo, etc., no está muy claro. Lo que sí esta claro es que con algo más de visión y esfuerzos (a través de la subcontratación y trabajo de desarrollo en conjunto); se podrían crear o fortalecer eslabones que apoyarían el desarrollo regional o nacional en vez de girar la mirada inmediatamente hacia afuera. La poca sofisticación en cuanto a lácteos del consumidor chileno y de los países vecinos hacia donde se exporta le da, en la práctica, un respiro al cluster que la gran industria no parece querer aprovechar, probablemente porque las inversiones hechas en tecnologías 'de punta' desarrolladas para otra realidad requieren -para ser aprovechadas- de calidades de leche que en el país sólo se pueden lograr a corto plazo con un número reducido de productores. Si el precio al productor está en el centro del debate, ni la gran diferencia entre el precio al productor y el precio al consumidor ni las posibles ineficiencias a lo largo de la cadena productiva más allá del productor primario parecen estar en la tabla de discusión. Con la excepción de algunos programas (INDAP, INIA, CORFO, SAG, Ministerio de Obras Públicas, etc.); el Gobierno -con un fuerte marco no intervencionista- ha dejado el sector a su suerte dejando, entre otros, perderse paulatinamente los conocimientos acumulados del Centro de la Leche, no haciendo mucho uso de su peso en las negociaciones tripartitas (industria, productores, Gobierno); en el seno de la Comisión de la Leche para tratar de salvar las inversiones hechas hasta la fecha a través del INDAP, para fomentar un desarrollo más equilibrado en el sur del país y para frenar el aumento de la pobreza rural y la disminución de alternativas productivas en especial para los pequeños productores agropecuarios.


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Resumen El sector lácteo chileno sufrió una fuerte crisis a mitades de los años setenta cuando se eliminaron -por un tiempo- todas las protecciones arancelarias. Sufrió una segunda crisis en 1982 y desde entonces ha conocido un crecimiento continuo, con importantes aumentos de los rendimientos en la producción primaria e importantes aumentos de capacidad y diversificación en la fase de elaboración. Actualmente, se estima que la producción está en manos de alrededor de 48 800 productores, 17 600 de los cuales se encuentran en la X Región (15% del total de productores agropecuarios a nivel nacional y 30% de los productores en la X Región); y se estima que la producción es de alrededor de 2 mil millones de litros anuales de los cuales cerca de 75% se remite a plantas. Según la opinión de muchos, la producción debiera alcanzar el consumo en unos años más. La industria parece haber ya apostado a una estrategia exportadora, presionando los precios hacia la baja, exigiendo mayores niveles de calidad y eliminando los proveedores que les interesan menos (en general los productores más pequeños);. Entre los productores, en cambio, hay vacilaciones en cuanto al rumbo a seguir (características genéticas a reforzar; expandir; tecnificarse más o bajar costos a través de una producción más extensiva; cambiar de rubro); y están frenando las inversiones. Últimamente ha habido varias ventas y remates de lecherías a lo largo del país. A pesar de ello, las mejoras genéticas y de manejo hacen que la producción siga creciendo a un ritmo vigoroso y las entregas a planta aún más. Existen varios gremios de productores, la mayoría con orientación regional y, aunque casi todos tienen publicaciones regulares y algunos hasta emisiones radiales, la percepción es que reciben y transmiten información a sus miembros pero no logran -ni ha sido su propósito- articular sinergías fuertes entre sus miembros. La heterogeneidad en el sector es muy grande y, por ende, también los intereses que las organizaciones representan, lo que les ha impedido tomar una posición única frente a problemas con la industria. Ha habido un proceso de concentración de la producción hacia el sur del país con especialización en productos de larga vida, mientras que los productos frescos son casi todos elaborados en las cercanías de Santiago. También ha habido un fuerte proceso de concentración de la propiedad industrial y las cinco empresas más importantes (dos multinacionales, un consorcio nacional, una empresa mixta multinacional/consorcio nacional y una cooperativa); concentran el 90% de la recepción de la leche de las empresas más grandes. Las empresas medianas han hecho grandes esfuerzos de modernización, pero su futuro es incierto, no necesariamente porque no sean eficientes en la producción o en la gestión, sino porque las 'reglas del juego' de la distribución con pagos a plazo y pago por el espacio, el acceso a crédito a un interés varios puntos porcentuales más caro que las empresas más grandes y la imposibilidad de hacer un despliegue publicitario, los pone en franca desventaja. La entrada al sector de empresas más grandes y con mayores contactos afuera ha desestructurado varios de los eslabones locales y nacionales (tanto en el desarrollo de tecnología como en la fabricación o readecuación de máquinas y herramientas);. Al mismo tiempo, se han estructurado otros eslabones, más bien en el área de servicios. El balance desde un punto de vista de valor agregado regional o nacional, creación de empleos y conocimientos, del desarrollo del 'cluster' a más largo plazo, etc., no está muy claro. Lo que sí esta claro es que con algo más de visión y esfuerzos (a través de la subcontratación y trabajo de desarrollo en conjunto); se podrían crear o fortalecer eslabones que apoyarían el desarrollo regional o nacional en vez de girar la mirada inmediatamente hacia afuera. La poca sofisticación en cuanto a lácteos del consumidor chileno y de los países vecinos hacia donde se exporta le da, en la práctica, un respiro al cluster que la gran industria no parece querer aprovechar, probablemente porque las inversiones hechas en tecnologías 'de punta' desarrolladas para otra realidad requieren -para ser aprovechadas- de calidades de leche que en el país sólo se pueden lograr a corto plazo con un número reducido de productores. Si el precio al productor está en el centro del debate, ni la gran diferencia entre el precio al productor y el precio al consumidor ni las posibles ineficiencias a lo largo de la cadena productiva más allá del productor primario parecen estar en la tabla de discusión. Con la excepción de algunos programas (INDAP, INIA, CORFO, SAG, Ministerio de Obras Públicas, etc.); el Gobierno -con un fuerte marco no intervencionista- ha dejado el sector a su suerte dejando, entre otros, perderse paulatinamente los conocimientos acumulados del Centro de la Leche, no haciendo mucho uso de su peso en las negociaciones tripartitas (industria, productores, Gobierno); en el seno de la Comisión de la Leche para tratar de salvar las inversiones hechas hasta la fecha a través del INDAP, para fomentar un desarrollo más equilibrado en el sur del país y para frenar el aumento de la pobreza rural y la disminución de alternativas productivas en especial para los pequeños productores agropecuarios.
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