El papel de la familia en la protección social en América Latina

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El papel de la familia en la protección social en América Latina

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La familia ha sufrido profundas transformaciones en las últimas décadas. Entre ellas: se han diversificado las formas familiares, se ha transformado el modelo de hombre proveedor-mujer cuidadora, se ha desarrollado una tendencia creciente a las familias con jefatura femenina y se ha reducido el tamaño promedio de las familias. Sin embargo, la familia se mantiene como un pilar clave en el régimen de bienestar. El régimen tiene una orientación "familista" que no libera a la mujer de las responsabilidades familiares y en el sistema de protección social persiste el modelo tradicional de hombre proveedor-mujer cuidadora. Por su parte, ante las insuficiencias del sistema de protección social las familias juegan roles claves en la producción y reproducción del bienestar. En respuesta a situaciones adversas las familias movilizan sus activos. En las familias más pobres se moviliza el trabajo -de la mujer, de los hijos o bien se opta por la inmigración- que es comúnmente considerado su más importante activo. Además, en la década del noventa ha aumentado la demanda social sobre la familia. Procesos de distinto tipo -como el envejecimiento de la población, la permanencia de los hijos en la familia de origen y la fecundidad adolescente - han tenido impacto sobre las estructuras familiares, generando nuevas responsabilidades en la protección de sus miembros. Todo lo cual muestra la "sobrecarga" de funciones que la familia se ha visto llamada a asumir producto, en buena medida, de las insuficiencias del sistema de protección social. Pero indica también que se requieren nuevas opciones de política hacia la familia que superen los modelos de familia que han existido tradicionalmente en América Latina, se adecuen a las nuevas estructuras y dinámicas familiares y, además, se enmarquen en una orientación amistosa con la familia ("family-friendly"); y con la mujer. El presente trabajo concluye relevando dos áreas que son claves en una agenda de políticas para la familia: aquellas relacionadas con la organización del trabajo y la denominada economía del cuidado.

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Resumen
La familia ha sufrido profundas transformaciones en las últimas décadas. Entre ellas: se han diversificado las formas familiares, se ha transformado el modelo de hombre proveedor-mujer cuidadora, se ha desarrollado una tendencia creciente a las familias con jefatura femenina y se ha reducido el tamaño promedio de las familias. Sin embargo, la familia se mantiene como un pilar clave en el régimen de bienestar. El régimen tiene una orientación "familista" que no libera a la mujer de las responsabilidades familiares y en el sistema de protección social persiste el modelo tradicional de hombre proveedor-mujer cuidadora. Por su parte, ante las insuficiencias del sistema de protección social las familias juegan roles claves en la producción y reproducción del bienestar. En respuesta a situaciones adversas las familias movilizan sus activos. En las familias más pobres se moviliza el trabajo -de la mujer, de los hijos o bien se opta por la inmigración- que es comúnmente considerado su más importante activo. Además, en la década del noventa ha aumentado la demanda social sobre la familia. Procesos de distinto tipo -como el envejecimiento de la población, la permanencia de los hijos en la familia de origen y la fecundidad adolescente - han tenido impacto sobre las estructuras familiares, generando nuevas responsabilidades en la protección de sus miembros. Todo lo cual muestra la "sobrecarga" de funciones que la familia se ha visto llamada a asumir producto, en buena medida, de las insuficiencias del sistema de protección social. Pero indica también que se requieren nuevas opciones de política hacia la familia que superen los modelos de familia que han existido tradicionalmente en América Latina, se adecuen a las nuevas estructuras y dinámicas familiares y, además, se enmarquen en una orientación amistosa con la familia ("family-friendly"); y con la mujer. El presente trabajo concluye relevando dos áreas que son claves en una agenda de políticas para la familia: aquellas relacionadas con la organización del trabajo y la denominada economía del cuidado.
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