AÑo XXV,No65, SANTIAGO DE CHILE JUNIO, 1997 Portada: Oswaldo Guayasam'n "Madre y niño" (detalle) Gentileza de la Fundación Guayasam'n LCIDEMIG. 177 JUNIO,1997 CENTRO LATINOAMERICANO DE DEMOGRAF~A Director: Daniel S. Blanchard NOTAS La Revista D POBLACIÓN es una publicación del Centro Latinoamericano de i Demografía (CELADE). cuyo propósito principal es la difusión de investigaciones y estudios de población sobre América Latina, aun cuando recibe con particular interés artículos de especialistas de fuera de la región y, en algunos casos. contribuciones que se refieren a otras regiones del mundo. Se publica dos veces al año (junio y diciembre), con una orientación interdisciplinaria. por lo que acoge tanto artículos sobre demografía propiamente tal, como otros que aborden las relaciones entre las tendencias demográficas y los fenómenos económicos. sociales y biológicos. Director de la Revista: Daniel S. Blanchard Comité editorial: Rolando Sánchez Susana Schkolnik Jorge Bravo Coordinador técnico: Juan Enrique Pemjean Secretaria: María Teresa Donoso Redacción y administración: Casilla 9 1, Santiago, Chile. Internet: jbravo@eclac.cl Precio del ejemplar: US$ 12 Suscripción anual: US$20 Las opiniones expresadas en esta revista son responsabilidad de los autores, sin que el Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) sea necesariamente partícipe de ellas. SUMARIO En los 40 años del CELADE Carnre1z A. Miró . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 CELADE: cuarenta años de actividades Daniel C. Blancllnrd . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Dinámica sociodemográfica de las metrópolis latinoamericanas durante la segunda mitad del siglo XX Miguel Villa !/ Jorge Rodríguez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 17 ¿Producen resultados las políticas de integración, asimilación o multiculturalismo? W. R. Blih~zirzg . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 1 1 La migración laboral entre México y los Estados Unidos: algunas innovaciones teóricas y metodológicas y resultados de investigaciones Jorge A. Biistanzaizte . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 127 Redistribución espacial de la población: características y tendencias del caso brasileño Rosana Baefzilzger . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 145 Redistribución espacial de la población de Chile Jorge Martíizrz Pizarro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 203 EN LOS 40 AÑOS DEL CELADE La conmemoración del cuadrágesimo aniversario del Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) es ocasión propicia para formular unas muy breves reflexiones sobre los comienzos de la institución, los presupuestos que orientaron sus primeros pasos, su evolución en el tiempo y, muy sucintamente, las que pueden considerarse sus principales contribuciones. Hay lugar, claro, para reflexionar también acerca de su futuro, lo que sin duda pueden hacer con mayor propiedad los profesionales Iioy vinculados al CELADE, los egresados recientes del Centro y los funcionarios públicos cuyos departamentos son beneficiarios de sus actividades. Estimo también que es de rigor rendir un tributo de reconocimiento al dr. Marcelino Pascua y a sus colaboradores de entonces, los profesores León Tabah y Juan Carlos Elizaga y a la asistente administrativa, sra. Sylvia Kracht. Ellos tuvieron la responsabilidad de tramitar con el gobierno chileno el cumplimiento del Convenio firmado con las Naciones Unidas para poner en marcha el Centro, hacer que se le dotara de locnl y de facilidades para recibir a los primeros estudiantes. Igualmente, definieron el contenido de los programas iniciales de enseñanza. En 1958, año en que me hice cargo de la Dirección, encontré que el CELADE era concebido, por los círculos de Naciones Unidas responsables, como un centro que debía capacitar anualmente a un reducido número de estudiantes (entre 4 y 5). Se esperaba que el Centro tuviera un componente de investigación, aunque no se asignaban fondos para ello. Asegurar la existencia del CELADE a lo largo de los años implicó siempre librar lo que bien puede designarse como "batallas" por superar limitaciones administrativas y financieras. Una de las primeras fue, precisamente, lograr que se aceptara aumentar el número anual de posibles becarios latinoamericanos. Parecía un verdadero contrasentido que, ante necesidades de capacitación tan amplias en la región, el número de estudiantes fuese igual al de profesores (ya para entonces se habían incorporado al personal docente dos profesores más), lo que implicaba un elevado costo por estudiante. Superadas las restricciones iniciales, el CELADE pudo incorporar, en promedio, a unos diez estudiantes por año. Otra medida inicial fue el establecimiento de rigurosas exigencias para evaluar el desempeño de los estudiantes, las que tenían estrecha concordancia con el objetivo de impartir conocimientos en demografía a nivel universitario a funcioriarios públicos o profesores universitarios para que, a su regreso, estuviesen en condiciones de aplicar esos conocimientos. Este enfoque se consolidó aún más con la creación del Curso Avanzado, al que accedían, en un segundo año, aquellos estudiantes que terminaban con alto rendimiento el Básico. Un grupo reducido de los que aprobaban con mérito el Curso Avanzado continuaban por un tercer año en lo que se designó como el Curso de Especialización. Antes de completarse el tercer año de operación del Curso Básico, el CELADE inició sus actividades de investigación, que en una primera etapa se concentraron en la recopilación, análisis e interpretación de datos sobre algunas variables demográficas básicas, con énfasis en la migración interna y la fecundidad. Posteriormente, el programa de investigación se amplió a prácticamente todos los campos en los que la población fue identificada como factor importante. Muy pronto, el CELADE tomó conciencia de la necesidad de que los países latinoamericanos produjeran y analizaran los datos de población necesarios para conocer a cabalidad su situación demográfica y su probable evolución futura, con el propósito de relacionarla a otros aspectos de la realidad socioeconómica. Para ello se hacía indispensable brindar una asistencia técnica continuada a los países de la región, haciéndoles posible organizar núcleos de profesionales que definieran y llevaran adelante las investigaciones pertinentes. Quedaron así establecidas las tres funciones básicas que el CELADE ha desarrollado a lo largo de sus 40 años de existencia: capacitación, investigación y asistencia técnica. Estas actividades se desarrollaron desde la Sede en Santiago de Chile y la Subsede en San José de Costa Rica, cuyo primer Director fue, por cierto, Ferdinand Rath. Estas funciones se complementaron con un activo programa de publicaciones, en el que destacan el Boletín Demográfico, iniciativa que en su momento alentó el profesor Jorge L. Somoza y Notas de Población, que el tesón del profesor Valdecir Lopes puso en marcha. Una característica fundamental del CELADE ha sido su capacidad de irse adaptando a los distintos cambios que se fueron dando con el correr de los años. Entre ellos pueden destacarse: El experimentado en el contenido y la definición de la propia disciplina de la demografía que, desde una concepción restringida de análisis cuantitativo de las variables demográficas básicas (fecundidad, nupcialidad, mortalidad y migración) y sus interrelaciones, se amplió para considerar la relación de esas variables y su dinámica con otras, principalmente aquellas de los ámbitos económico, social, político y ambiental, es decir, lo que algunos autores han calificado como estudios de población. La transformación de su programa de capacitación en un curso de posgrado. En una primera instancia en uno de Estudios Sociales de Población y luego en uno de Población y Desarrollo, respondiendo precisamente a las demandas de sus principales usuarios que, sin desconocer la importancia del análisis demográfico básico, necesitaban estudios que enmarcaran el tema poblacional en el contexto de la sociedad en sus diversos aspectos y de profesionales que pudieran abocarse a esta tarea. La modificación de su estructura institucional, hecho que le permitió convertirse en el órgano de la CEPAL encargado de los asuntos de capacitación, investigación y asistencia técnica en el ámbito de población; conjuntamente con el Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES) y la Secretaría Ejecutiva, brinda atención a los países de América Latina y el Caribe en la esfera de las responsabilidades asignadas a la CEPAL. Esta incorporación directa del CELADE a la CEPAL hizo crecer de manera importante la atención que este organismo presta a los temas de población, promoviendo, además, una activa colaboración entre el personal de ambas instituciones, particularmente en la preparación de publicaciones de la CEPAL que tratan aspectos poblacionales y en la organización de reuniones técnicas que abordan estos aspectos. Igualmente, se estimuló una mayor cooperación con otras instancias regionales, como es el caso del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), y se mantuvo vigente la prestación de asistencia técnica a los países. El CELADE ha recibido el respaldo de los sucesivos Secretarios Ejecutivos de la CEPAL, desde Raúl Prebisch hasta Enrique Iglesias y Gert Rosenthal, el apoyo de muchos de los gobiernos de la región y de fuera de ella, el de algunas Fundaciones, principalmente norteamericanas y, sobretodo, el de las Naciones Unidas, particularmente el Fondo de Población. Esto, junto con la dedicación de su personal y la mística con que muchos de los egresados de la institución han ejercido sus funciones, permitieron que el CELADE contribuyera de manera muy significativa a cambiar radicalmente el panorama existente en la región en la segunda mitad de la década de 1950, especialmente en lo que se refiere a la información básica sobre población; la disponibilidad de resultados de investigaciones y estudios poblacionales, generalmente recogidos en publicaciones; la existencia de organismos nacionales responsables por la realización de esos estudios e investigaciones, con frecuencia utilizados en la toma de decisiones relacionadas con variables demográficas; la disponibilidad, prácticamente en todos los países de la región, de núcleos de profesionales con formación en demografía y estudios de población. En algunos países han contribuido a la constitución de asociaciones de demógrafos, muy activas en la realización de reuniones profesionales y en la publicación de revistas periódicas. Dos transformaciones ocurridas en la región también tienen relación con el trabajo realizado por el CELADE a lo largo de su existencia: Por una parte, se ha pasado de una ausencia casi total de facilidades nacionales para la capacitación de personal al establecimiento y desarrollo de numerosos programas académicos en ciencias de la población, generalmente a nivel universitario de posgrado. En segundo lugar, la transición demográfica -a la cual se fueron sumando en distintas etapas a partir de la década de 1960 prácticamente todos los países latinoamericanos- ha cambiado de manera significativa el panorama demográfico de la región y su futuro. Evidentemente, esa profunda transhrmación se produce por una conjugación de factores, entre los cuales no puede desconocerse el mejor y más amplio conocimiento en los países de su situación demográfica y la probable evolución de la misma, propiciados en gran medida por las investigaciones realizadas por el CELADE y por los demógrafos que en él se capacitaron. Finalmente, desearía expresar que la pobreza, el desempleo y las crecientes desigualdades sociales que caracterizan a grandes sectores de una población cuya estructura demográfica se modifica más o menos rápidamente constituyen el reto que en el siglo XXI deberán enfrentar -en América Latina y el Caribe- los estudiosos de los llamados problemas de población. CELADE: CUARENTA AÑOS DE ACTIVIDADES El Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) celebra este año el cuadragésimo aniversario de su creación por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, respondiendo a una recomendación formulada por los gobiernos de América Latina. En 1957 había pocos demógrafos latinoamericanos, el conocimiento sobre los niveles, tendericias y dinámica de la población de los países era escaso y la información disponible en la mayoría de ellos era poco confiable. Cuarenta años más tarde la situación ha cambiado significativamente, ya que el CELADE ha realizado actividades conjuntas con los gobiernos y otras instituciones a fin de dotar a la región de información detallada, confiable y fácilmerite accesible sobre la distribución y las características de la población. Carmen Miró, directora del Centro durante sus primeros dieciocho afios de existencia, definió la orientación y la estructura necesarias para enfrentar los desafíos del período inicial. Con gran esfuerzo de la institución se incorporaron expertos de alto nivel como profesores visitantes, con la finalidad de crear un equipo de trabajo compuesto por profesionales latinoamericanos con conocimiento de la región y de sus características distintivas. Carmen Miró supo infundir al personal una dedicación y un sentido de responsabilidad que muchas veces se definió como "la mística del CELADE" y que impulsó al Centro a cumplir sus funciones con éxito. En sus comienzos el CELADE recibió apoyo de donantes de los países desarrollados, lo que le permitió crecer a partir de un equipo reducido hasta llegar a conformar un centro de doscientas personas en 1976, que contaba además con una subsede en Costa Rica y una representación en el Caribe. Desde entonces, y en cumplimiento de los objetivos del Centro -que apuntan al desarrollo de la capacidad interna de los países y la cooperación horizontal en el campo de la población-, las prioridades se han modificado y el personal del CELADE se ha ido reduciendo. En la actualidad está integrado por un núcleo de profesionales cuya labor se complementa con la participación de consultores y expertos en diversos temas. Gradualmente, el CELADE se ha integrado al sistema de la CEPAL, participando en actividades conjuntas e involucrándose más directamente en labores vinculadas con población y desarrollo. Aunque fue concebido como un centro de capacitación, a los pocos años se reconoció en el CELADE la necesidad de integrar otras actividades relacionadas con el estudio de la población. En efecto, para asegurar una retroalimentación permanente, tanto en el ámbito teórico y metodológico como en las aplicaciones concretas, el Centro comenzó a dedicarse también a la investigación aplicada, al procesamiento electrónico de información y a la prestación de asistencia técnica a los países de la región. Así es como los problemas de población detectados en los países en misiones de asistencia técnica se convirtieron en proyectos de investigación, lo que permitió adaptar y desarrollar técnicas y metodologías que, a su vez, eran retransmitidas a los países a través de la capacitación y la asistencia técnica. Desde que el Centro inició sus actividades, y debido a su estrecha relación con los organismos nacionales que se desempeñan en el campo de los estudios de población, un aspecto importante de este proceso de integración fue la incorporación a dichas instituciones de los profesionales ya capacitados, a fin de buscar soluciones prácticas que respondan a la problemática de cada país. Centrándose en las funciones citadas y reorientando sus programas en función de las necesidades de los países y las prioridades de los donantes, el CELADE ha capacitado, desde su creación, a más de tres mil profesionales mediante sus diferentes programas de estudio. Estos incluyeron los cursos básicos y avanzados de demografía, los cursos breves, intensivos y especializados dictados en los países y los programas de posgrado -consistentes en una maestría en demografía- y, posteriormente, el primer curso en español del Programa Global de Formación en Población y Desarrollo del Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP, 1991-1995). El CELADE también ha contribuido, desde sus inicios, a profundizar el conocimiento y la comprensión de la situación demográfica de los países, colaborando con instituciones nacionales en la recolección de da12 tos, y mediante el mejoramiento de los cuestionarios censales y la introducción de nuevas preguntas que permiten recabar información en forma indirecta. Con esos mismos propósitos se han realizado encuestas demográficas, destinadas a reunir información para análisis y proyecciones de población, aplicando metodologías adaptadas a las condiciones concretas de los países de América Latina. Los datos y las proyecciones de los países de la región se publican, desde 1968, en el Boletín Demográfico. Para contribuir a las actividades de capacitación, investigación y asistencia técnica, el CELADE mantiene una biblioteca especializada sobre temas demográficos y un banco de datos de muestras censales compiladas desde los años sesenta. En 1976, el Centro creó el Sistema de Documentación sobre Población en América Latina (DOCPAL), con el propósito de difundir la documentación sobre población y desarrollo en América Latina producida en la misma región o fuera de ella. Inicialmente, este objetivo se logró mediante la publicación de la revista Resúmenes sobre Población en América Latina. La base de datos se actualiza anualmente y se publica en CD-ROM; además se da a conocer a través de Internet (www) en colaboración con la Red de Información sobre Población (POPIN). Cuando en los años sesenta y setenta se hizo evidente la necesidad de información más específica y análisis más concretos de las variables demográficas, el CELADE decidió ampliar su campo de acción. Como complemento de las actividades de recopilación, evaluación de datos y elaboración de estimaciones demográficas, inició el análisis de diferenciales socioeconómicos de fecundidad, mortalidad y migraciones, en el marco de una serie de estudios multinacionales en los que participaron demógrafos de la región. Muchos países tomaron parte también en las primeras encuestas sobre fecundidad en las zonas urbanas y rurales (PECFAL), precursoras de los estudios nacionales de la Encuesta Mundial de Fecundidad (EMF), realizados en los años setenta y principios de los ochenta. Para la ejecución de estas encuestas, el CELADE proporcionó asistencia técnica para el trabajo de campo y para los análisis a nivel nacional. Como parte de su función de difusión de conocimientos sobre población, el CELADE publica desde 1973 la revista Notas de Población, en la que se dan a conocer resultados de investigaciones, estudios sobre población y artículos sobre diversos temas escritos por especialistas de América Latina y el Caribe y de fuera de la región. Ha publicado, asimismo, más de tres mil quinientos libros, monografías y artículos de amplia difusión. PROCESAMIENTO DE DATOS A principio de los años setenta, al comprobar las dificultades que enfrentaban los países para procesar los censos y otras fuentes de datos demográficos, el CELADE se vio impulsado a desarrollar una capacidad propia para el manejo computarizado de la información y a promover programas de procesamiento de datos de encuestas y censos. Posteriormente, y en vista de la falta de programas adecuados para la evaluación de consistencia, edición y corrección de los datos, se procedió a desarrollar el programa CONCOR, ampliamente utilizado en los censos nacionales y en las encuestas mundiales de fecundidad. Con el surgimiento de las microcomputadoras, a mediados de los años ochenta, también se crearon programas para hacer estimaciones y proyecciones demográficas, como el Paquete de Análisis Demográfico por Microcomputador (PANDEM), los programas de Proyecciones Demográficas (PRODEM) y Procedimiento del Hijo Previo para la Estimación de la Mortalidad Infantil (PREVIO) y se hizo la adaptación para microcomputador del Modelo de Planificación a Largo Plazo (LRPM/PC) que ha demostrado ser muy útil para la proyección de subpoblaciones y de demanda de servicios. Todos estos programas han recibido amplia difusión. A fin de llegar a un número cada vez mayor de usuarios que demandaba información sectorial (educación, salud, vivienda y otros) y previendo los paradigmas del desarrollo de la actual década -en los que se hace hincapié en la descentralización y focalización de las actividades de desarrollo-, el CELADE creó, a mediados de los años ochenta, el programa Recuperación de Datos para Áreas Pequeñas por Microcomputador (REDATAM), que facilita un acceso rápido a los datos censales a niveles desagregados. La segunda versión, Redatam-Plus, ha tenido una amplia difusión en toda la región y en otras partes del mundo en tanto que la tercera, winR+ (Redatam-Plus para Windows), permite acceder a numerosas fuentes de información y realizar análisis espaciales, mediante sistemas de información geográfica (SIG). Se han programado aplicaciones combinadas de winR+ y SIG para facilitar el procesamiento de información y la adopción de decisiones a nivel sectorial. PRIORIDADES SUSTANTIVAS Durante los últimos diez años, bajo la dirección de Reynaldo Bajraj, el CELADE reforzó su capacidad para contribuir a la integración de los conocimientos y datos demográficos en una amplia gama de programas de desarrollo nacionales, sectoriales y locales. A fines de los años ochenta, el CELADE se integró a la propuesta de política de la CEPAL conocida como Transformación Productiva con Equidad. En este enfoque conceptual, la CEPAL establece una relación entre el progreso económico sustentable y el desarrollo social, destacando aspectos tales como los cambios en educación, salud y otras áreas sociales, la desarticulación del círculo vicioso de la pobreza, y la descentralización y el fortalecimiento de los gobiernos locales, todos estos aspectos \linculados -ya sea como causa o consecuencia- a la dinámica de la población. En el marco de esta relación, el CELADE publicó el libro Población, Equidad y Transformación Productiva, donde se identifican los principales aspectos poblacionales de los procesos de desarrollo. El CELADE participó, además, en actividades relacionadas con las conferencias intergubernamentales sobre población celebradas en 1974 y 1984 y desempeñó un papel destacado, junto con el FNUAP, en los preparativos regionales de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo (1994). En este último,caso, se trabajó en conjunto con los países de la región en la formulación del Consenso Latinoamericano y del Caribe sobre Población y Desarrollo y del Plan de Acción Regional Latinoamericano y del Caribe sobre Población y Desarrollo. Adeinás, el Centro colabora con varios países y organismos en algunas de las 'ireas consideradas en el Plan de Acción Regional, como pobreza, migraciones internacionales, urbanización, salud reproductiva y envejecimiento. El CELADE también otorga gran importancia a la creación y aplicación de las tecnologías más avanzadas en materia de procesamiento y difusión de información sobre población en el marco de diversos proyectos. En particular, cabe destacar la colaboración con el Banco Iiiteramericaiio de Desarrollo (BID) en la ejecución de estudios de viabilidad ~ectori~iles y locales y en proyectos de inversión social. EL FUTURO Al cumplir estos 40 años, el CELADE cor~templa satisfacción la tarea, con iniciada en 1957, de promover la utilización de los datos y conocimientos demográficos en los países de la región, y espera seguir desempeñando un papel dinámico en los años venideros. En el futuro, el Centro se propone prestar especial atención a las actividades básicas en el campo de la demografía y a la asistencia a los países en la próxima ronda de censos. Otro de sus propósitos es seguir desarrollando nuevos programas de computación para el procesamiento de datos y ponerlos a disposición de los usuarios. También se interesa en ampliar su apoyo a los gobiernos miembros para contribuir a una comprensión más acabada del fenómeno cada vez más generalizado de las inigraciones internacionales. Teniendo en cuenta el progresivo envejecimiento de la población en América Latina y el Caribe, el CELADE prestará especial atención a las consecuencias de este fenómeno sobre los fondos de pensiones y los seguros de salud, temas que se analizarán en reuniones que proyecta organizar en los próximos meses. Por último, y en el marco del vigésimo séptimo período de se- siones de la CEPAL, en mayo de 1998 se celebrará en Aruba una reunión del Comité Especial sobre Población y Desarrollo, que constituirá la actividad regional preparatoria más importante de la evaluación quinquenal de la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo. Como la mayor parte de las actividades del CELADE se ha financiado con recursos extrapresupuestarios, la presente nota quedaría incompleta si no expresáramos nuestro reconocimiento a los países y organismos donantes que han realizado aportes financieros al Centro. Por ese motivo, vaya nuestro sincero agradecimiento al Fondo de Población de las Naciones Unidas (FNUAP), a la Agencia Canadiense de Desarrollo Internacional (ACDI)y al Banco Interamericano de Desarrollo (BID), así como a todas aquellas instituciones que han contribuido a nuestra labor en todos estos años. DINÁMICA SOCIODEMOGRÁFICA DE LAS METRÓPOLISLATINOAMERICANAS DURANTE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX Miguel Villa Jorge Rodríguez Centro Lati~zonnlericaizode Deniografin (CELADE), Cliile RESUMEN Alrededor de 1995, un 30% de los habitantes de América Latina residía en 42 ciudades de más de un millón de habitantes. Se ofrece una interpretación de la dinámica de esta aguda concentración de la población de la región, rasgo distintivo de su proceso de urbanización. Un prirner examen de la evolución de tales ciudades permite sugerir que la retracción de la fecundidad y la reducción del aporte migratorio han tendido a refrenar su secular impulso concentrador. La exploración de estos comportamientos se extiende a las mayores de esas ciudades -las metrópolis-, en procura de identificar los determinantes contextuales de sus tendencias demográficas. Después de revisar las características territoriales de las metrópolis se analizan sus estructuras internas en términos de la heterogeneidad de los patrones de crecimiento de la población y de las desigualdades sociodemográficas. Se finaliza con algunas consideraciones sobre la evolución futura de las metrópolis de la región. -- ~ - Los autores hacen llegar sus agradecimientos a las estudiantes de la carrera de Geografía de la Universidad Católica d e Chile, señoritas Solange Fuster y Cinthia Carvajal, que colaboraron en la preparación de este documento durante su práctica profesional en el CELADE. SOCIO-DEMOGRAPHIC DYNAMICS OF LATIN AMERICAN METROPOLISES DURING THE SECOND HALF OF TWENTIETH CENTURY SUMMARY Nearly 30 per cent of the Latin American population lived in 42 cities of over 1 million inhabitants in 1995. An interpretation of this acute demographic concentration -a feature of the region's urbanization process- is presented. A survey of the evolution of these cities during the last half century suggests that fertility decline and decreased net migration have accounted for a gradual lowering of the secular concentration drive. A deeper analysis of these trends, centered on eight metropolises -the largest cities- is carried out in order to identify relevant contextual contributory factors. Lastly, taking into account their spatial characteristics, the interna1 heterogenity of growth patterns of these metropolises, as well as come socio-demographic inequities, are discussed. (METROPOLIS) (URBANIZATION) (POPULATION DYNAMICS) (POPULATION GROWTH) (URBAN CONCENTRATION) NOTA INTRODUCTORIA Dentro del conjunto de profundas transformaciones que ha experimentado América Latina durante la segunda mitad del siglo XX destaca el proceso de urbanización que, con distintos ritmos, se manifiesta en todas las sociedades nacionales de la región. Además del aumento del número de localidades urbanas, ese proceso ha involucrado una sostenida expansión de las ciudades grandes, en las que se asienta una parte significativa de la población total. Después de mencionar algunos rasgos de la urbanización, este artículo se adentra en la inspección de las fuentes de crecimiento de las urbes que en 1995 contaban con más de un millón de habitantes. A continuación se concentra en aquellas ciudades que, en virtud de su gran talla demográfica y de la multiplicidad de funciones que cumplen, integran la categoría de las metrópolis. Con relación a éstas se examinan las expresiones de la dinámica sociodemográfica dentro de sus estructuras internas y se ponen de relieve tanto sus diferencias como los factores que se encuentran detrás de tales expresiones. Finalmente, se procura discernir el curso que seguiría en el futuro la población de esas metrópolis, teniendo en cuenta las tendencias de cambio económico y social de los países en que se emplazan. Cabe señalar un par de observaciones acerca de los criterios operativos usados en el artículo. La primera concierne al concepto de metrópoli. La bibliografía especializada muestra que aún sigue abierta la discusión sobre este concepto y, en general, respecto del proceso de metropolización (Gilbert, 1996; Aylwin, 1991).De ello se infiere que la identificación de metrópolis en los sistemas urbanos nacionales está sujeta a controversia -como también lo está su delimitación territorial; sin embargo, es posible encontrar algunos puntos de concordancia. Así, existe consenso en que un atributo distintivo de toda metrópoli es la concentración de gran cantidad de población en un segmento reducido del territorio nacional -donde también se localiza una proporción elevada de las actividades económicas, sociales y políticas del respectivo país- (Gilbert, 1996; Hardoy, 1991; CEPAL, 1989). Se deduce, entonces, la necesidad de establecer un umbral de tamaño demográfico, lo que supone una complicación adicional, pues son muchos los límites posibles. Además, una identificación basada únicamente en un indicador numérico sería incompleta: si bien una concen- tración de población es una condición necesaria del fenómeno metropolitano, es ciertamente insuficiente para dar cuenta de otras dimensiones que le son inherentes. No obstante estas restricciones, tal criterio puede ser una aproximación razonable si el propósito es examinar el significado sociodemográfico de la metropolización. Por tanto, en procura de obviar prolongadas -y quizás poco promisorias- especulaciones, en este artículo se opta por asignar el vocablo metrópoli a los aglomerados urbanos que en 1995 contaban con más de cuatro millones de habitantes.' Para la delimitación espacial de las metrópolis se usa la definición oficial incluida en el último censo de cada país que, en la mayoría de los casos, se ha respetado cabalmente; más allá de sus debilidades, estas definiciones tienen la virtud de reflejar el resultado de las evaluaciones realizadas dentro de cada contexto nacional. Una segunda observación se refiere a los datos utilizados. Si bien los problemas que afectan a la información son mencionados a lo largo del análisis, existen dificultades en cuanto al grado de comparabilidad de las cifras. Salvo expresa indicación en contrario, los datos sobre población urbana proceden de fuentes censales que, por lo común, responden a criterios variables entre países y a través del tiempo en un mismo país. Pese a esta limitación, el concepto de población urbana adoptado oficialmente, como ocurre también con el de área metropolitana, es aquel que los gobiernos normalmente usan como referencia para la adopción de decisiones, especialmente en lo que atañe a la elaboración de muchas de sus políticas. 1. CIUDADES GRANDES: UNA VISIÓN GENERAL DE SU DEMOGRAFÍA 1. Urbanización y concentración demográfica. A lo largo del siglo XX la población de América Latina se ha multiplicado aceleradamente; la disminución secular de la mortalidad y la persistencia de elevados niveles reproductivos abrieron espacios para una expansión histórica que sólo ha cejado en su vigor durante las últimas décadas del siglo. Simultáneamente con esta transición demográfica y - e n más de un sentido- en estrecha asociación con ella, se fue generalizando un rápido proceso de urbanización. Nutrido por el rápido incremento demográfico y los desplazamientos originados en el medio rural, este proceso ha configurado una fuerte 1 Dada esta condición, siete casos aparecen nítidamente identificados en América Latina: Buenos Aires, Bogotá, Ciudad d e México, Lima, Río d e Janeiro, Santiago de Chile y Sáo Paulo. En adición, se estimó conveniente incorporar a Caracas que, sin haber alcanzado el tamaño demográfico escogido, reúne un vasto abanico de funciones sociopolíticas, económicas y administrativas que ejercen una enorme gravitación en el desarrollo d e Venezuela. modificación de los perfiles distributivos de la población en el espacio de la región.2 Si bien la intensidad de la urbanización ha comenzado a amainar, su ímpetu ha sido suficiente como para situar a América Latina entre las regiones más urbanizadas del mundo (Lattes, 1995; Villa, 1995; CELADE/BID, 1996).Unos setenta años atrás, en torno a 1925, sólo un cuarto de la población latinoamericana residía en localidades urbanas, proporción ubicada a mitad de camino entre las detentadas por Europa y América del en Norte (5O0lO), el extremo superior, y por África y Asia (menos del lO'X,), en el otro. Se estima que en 1995 alrededor de las tres cuartas partes de la población regional se avecindaban en el medio urbano, proporción mucho más próxima a la alcanzada por Europa y América del Norte (75"/0)y bastante lejana de la calculada para África y Asia (35%).De acuerdo con las proyecciones, en las próximas décadas el grado de urbanización de América Latina se acercará todavía más al de Europa y América del Norte (United Nations, 1997).3 Si las localidades urbanas, casi por definición, presuponen agrupamientos humanos que se disponen de un modo discreto a lo largo y ancho del territorio, en América Latina -tal vez en un grado mayor que en otras de las regiones mundiales- el proceso de urbanización se distingue por niveles elevados de concentración de la población en ciudades de gran tamaño (de más de un millón de pobladores) y en metrópolis (de más de cuatro millones). Aunque este fenómeno no es nuevo en la historia de la región, su escala se fue acrecentando a medida que se afianzaba el predominio urbano del poblamiento durante la segunda mitad de este siglo. Este sesgo concentrador se ha vinculado a la prevalencia de un inodelo de desarrollo que confiere a las ciudades mayores -y, en especial, a la ciudad capital de cada país- una calidad hegemónica como centros políticos, económicos, socioculturales y administrativos (Jordán, 1997; Gilbert, 1996; Lungo, 1996 CELADE, 1994; Hardoy, 1991; CEPAL, 1989; Villa, 1980).Dado que esas ciudades agrupan una proporción elevada de los recursos humanos de la región, y que en ellas se desarrollan modalidades de interacción socioeconómica proclives a la conformación de pautas y tendencias demográficas específicas, el estudio de la dinámica de su población cobra especial importancia.Vor cierto, esta dinámica ha tenido -y, presumiblemente, seguirá teniendo- profundas y diversas repercusiones sobre el futuro de América Latina y el Caribe. Por cierto, durante la segunda mitad del siglo XX se han registrado otros cambios importantes d e la distribución espacial d e la población latinoamericana, como aquellos que han implicado una ampliación de los horizontes de ocupación del territorio (CELADE/BID, 1996; CELADE, 1993a; Chackiel y Villa, 1992; CELADE, 1988). . En 1995, con un 73.4% de su población en localidades urbanas, América Latina era 3 la región más urbanizada del mundo en desarrollo; en América del Sur esa cifra he elevaba al 77.4% (United Nations, 1997). 2 Cuadro 1 N N AMÉRICALATINA: CONCENTRACIÓN LA POBLACIÓNEN CIUDADES DE GRAN TAMANO DE 1950,1960,1970,1980 Y 1995 Ciudades d e 1 millón o más d e habitantes en Ciudades d e 4 millones o más habitantes en 1950 Número de ciudades Población (en miles de uersonas) ~o;centaje d e la oblación total orcentaje d e la población urbana F 1960 1970 1980 1995 1950 1960 1970 1980 1995 7 12 18 24 42 1 4 4 5 7 16 833 32 894 56 504 5 042 21 814 32 588 10.6 15.7 20.6 24.4 30.2 3.2 10.4 11.9 14.2 15.6 25.4 31.7 35.8 37.4 41.0 7.6 21.0 20.6 21.7 21.1 85 241 141 261 7 ciudades con 1 millón o más en 1950 49 947 72 715 42 ciudades que tenían 1 millón o más en 1995 1950 Número d e ciudades Población (en miles de personas) Porcentaje de la oblaci6n total kmentaje de la población urbana Tasa media anual de creciiiiiento (por cien) 1960 1970 1980 1995 1950 1960 1970 1980 1995 7 7 7 7 7 42 42 42 42 42 16 833 26 416 38 340 27 432 45 522 70 419 10.6 12.6 14.0 14.9 13.6 17.2 21.7 25.6 28. 30.2 25.4 25.4 24.3 22.8 18.5 41.3 43.8 44.6 44.1 41.0 4.5 3.7 3.0 51 885 63 515 1.3 Fuente: C.ilculos propios coii b,ist' rii Uiiittd N'itions, 1997 y CELADE, lYC)h 5.1 3.1 100 384 141 261 3.5 2.1 La comparación de algunos indicadores elementales permite resaltar la trascendencia que, durante la segunda mitad del siglo XX, ha adquirido la concentración demográfica en las ciudades de más de un millón de habitantes. Entre 1950 y 1995, el número de tales ciudades se multiplicó por seis -las 7 iniciales se convirtieron en 42- y su población lo hizo por más de ocho -de 17 millones se incrementó a 141 millones. A raíz de esta evolución, la proporción de la población total de la región que reside en esas ciudades grandes se elevó del 1l0L1 al 30°k, y su participación dentro de la población urbana regional aumentó del 25"/0 al 41(%(cuadro 1).Otra imagen de esta concentración en ascenso se deriva de la presencia cada vez más destacada de las metrópolis de más de cuatro millones de habitantes; en tanto que 1950 sólo Buenos Aires se empinaba por sobre esa cifra -reuniendo al 3% de la población total de América Latina y al 8'21 de la urbana-, en 1995 se contaban siete, que agrupaban 73 millones de personas - c i f r a que, dentro del conjunto regional, representa el 16'14 de la 1O ' población total y el 2Y de la urbana. Aun cuando los antecedentes comentados enfatizan la naturaleza concentrada de la urbanización de América Latina, el examen de la evolución acaecida entre 1950 y 1995 muestra que el impulso concentrador ha venido conteniéndose con el transcurso del tiempo. Si bien la población del conjunto de las siete ciudades que contaban con más de un millón de habitantes en 1950 virtualmente se cuadruplicó en 1995, su tasa de crecimiento ha descendido de modo gradual y en el intervalo que va de 1980 a 1995 fue inferior a la correspondiente a la población total de la región. Como resultado, el porcentaje de esa población que residía en esas siete ciudades disminuyó a contar de la década de 1980. Dado que el ritmo de crecimiento de la población urbana de América Latina ha superado al de esas 7 ciudades -especialmente después de 1970-, la proporción de los habitantes urbanos de la región que se avecinda en aquellas ciudades lia venido declinando desde 1960. Este comportamiento, que parece desmentir que la concentración de la población urbana haya sido un fenómeno ascendente, se vincula con la trayectoria de los procesos de transición demográfica en la región. Aparentemente, estos procesos se evidenciaron en las ciudades grandes antes de generalizarse en los respectivos países. Además, la mayoría de las 7 ciudades que en 1950 tenían más de un millón de habitantes estaba en naciones altamente urbanizadas, que fueron las primeras en experimentar los cambios inherentes a la transición demográfiEn términos cuantitativ«s, los residentes en ciudades con más d e un millón de habitantes -que totalizan 141 millones en 1995- son más numerosos que los radicados en el conjunto d e las áreas rurales d e la región -123 millones. En términos cualitativos, los comportamientos sociodemográficos d e los habitantes d e esas ciudades grandes -expuestos a la observación permanente d e sus connacionales a través d e los medios de comunicación d e masas- suelen ser considerados como portadores d e pautas "modernas" d e conducta. 4 ca; bajo estas circunstancias, es probable que en esos contextos haya tendido a aminorarse el efecto absoluto de la transferencia de población desde el medio rural.5 Aunque de manera menos ostensible, la evolución de las 42 ciudades que en 1995 excedían el millón de habitantes también sugiere que la tendencia concentradora de la urbanización regional se ha ido desacelerando. Un primer indicio en tal sentido es provisto por el descenso, desde 1950, de la tasa media anual de crecimiento de aquel conjunto, que en la década de 1980 fue equivalente a un 50% del que exhibía veinte años antes. Si bien el proceso de transición demográfica es responsable de buena parte de esta disminución, el hecho más significativo es que si en los años cincuenta la tasa de crecimiento de estas 42 ciudades virtualmente duplicaba el indicador pertinente de la población total de la región, en el decenio de 1980 ambos parámetros han asumido valores similares. Por ende, la mayor parte del aumento en el porcentaje de la población total de América Latina que habita en estas ciudades -y que aumentó de 17% en 1950 a 30% en 1995- tuvo lugar antes de la década de 1970. También desde esta última década ha declinado la proporción de la población urbana regional que se avecinda en las ciudades que han devenido grandes -superando el millón de habitantes. De este hecho se infiere que, no obstante haber continuado aumentando su número, durante los años recientes las ciudades grandes han crecido, en promedio, a un ritmo inferior que el del resto de los sistemas urbanos nacionales.6 2. Dinámica demográfica de las ciudades grandes. Hasta hace unos años, el estudio de la dinámica demográfica de las ciudades grandes de Ainérica Latina dejaba la imagen de un "panorama desorganizado y disperso" (Lattes, 1984). Paulatinamente, tal imagen se ha ido superando merced a la recolección más sistemática de información y al desarrollo de investigaciones que han abarcado diversos temas de importancia.7 La revisión de j Según un análisis d e la situación demográfica imperante en 1990, cuatro de los seis países a los que pertenecen estas siete ciudades que ya excedían el millbn de habitantes en 1950 pueden considerarse como de "transicibn demográfica avanzada" (Argentina, Chile, Cuba y Uruguay); los dos restantes se caracterizan por encontrarse "en plena transición" (CEPAL/CELADE, 1993). 6 Una inferencia similar -sólo que afectada por las oscilaciones propias de una categoría d e tamaño abierta en su base- podría obtenerse del examen d e la e\.olución de las metrópolis (ciudades de más de cuatro millones de habitantes). 7 A1 respecto, cabe mencionar los aportes proporcionados por la serie de estudios d e la World Fertility Survey (WFS), realizados en la dtcada d e 1970 en \varios países d e la región, cuyos resultados se refieren a los conjuntos nacionales y a las principales ciudades (United Nations, 1987). Más recientemente, a contar cle mediados d e los años ochenta, se han desarrollado las investigaciones de la Demographic and Health Survey (DHS) en diversos países y grandes ciudades de América Latina. Figura 1 AMÉRICA LATINA: CIUDADES DE MÁS DE UN MILLON DE HABITANTES, 1995 Océano Atlántico Océano Pacífico > a 4 millones de habitantes estos antecedentes permite señalar la persistencia de tendencias seculares -algunas de las cuales habían sido analizadas sin profundizar en su interpretación- a la vez que el surgimiento de otras nuevas que aíin no han sido adecuadamente especificadas. Desde luego, el conocimiento de estas tendencias es importante, tanto para comprender sus efectos sobre la evolución actual y futura de la urbanización como para considerarlas en la formulación y ejecución de políticas sociales y de ordenamiento urbano, cuya puesta en práctica demanda una definición territorial y social precisa de poblaciones objetivo. A continuación se pasará revista a algunas manifestaciones de las variables demográficas y a los aspectos de crecimiento y estructura de la población en las ciudades grandes de la región. 2.1. Fecllndidnd. Todo pareciera indicar que las ciudades mayores de cada país antecedieron al resto de las poblaciones nacionales en el proceso de transición hacia ritmos reproductivos menos intensos (Guzmán y Rodríguez, 1992). Por lo menos desde la década de 1960, las tasas globales de fecundidad (TGF) en esas urbes han sido más bajas que las observadas, en promedio, en sus respectivos países; aunque la diferencia se ha ido atenuando con el tiempo, todavía sigue presentándose (cuadro 2). Los fundamentos de esta asociación negativa no estriban en el mero tamaño de la ciudad, como lo ponen en evidencia los estudios que han encontrado niveles de fecundidad inferiores en ciudades de rango demográfico medio -pero con estructuras productivas y sociales "modernas"- que en urbes mayores de los mismos países; asimismo, en ciudades de porte demográfico similar situadas en distintos países -y, por ende, insertas en distintos contextos socioeconómicos y culturales- se observan intensidades reproductivas muy disímiles (CELADE, 1988; Rocen y Simmons, 1967). Por tanto, la explicación de esa asociación se ubicaría en las especificidades económicas, sociales y culturales de las ciudades, que operarían como factores coadyuvantes de un menor tamaño de familia. Estas mismas condiciones darían lugar a una prevalencia más alta de prácticas anticonceptivas en las ciudades grandes, donde los efectos de la nupcialidad y la lactancia serían menores y, a veces, ambiguos.8 Los datos proporcionados por las series de encuestas WFS y DHS indican que también las pautas de fecundidad deseada son inferiores en las ciudades grandes que en los respectivos países. Además, esas cifras guardan un grado de semejanza entre las ciudades que es claramente mayor que las correspondientes a las TGF observadas: en casi todas las ciudades grandes incluidas en los estudios el número ideal de hijos se ubica entre dos y tres. Tal hallazgo daría pábulo a la hipótesis según la cual las difePor ejemplo, la menor duración del amamantamiento en las ciudades grandes que en el resto d e los respectivos países ocasiona que la lactancia, a través de la amenorrea postparto, no sea un factor explicativo de la más baja fecundidad en aquellas ciudades. 8 rencias de la fecundidad resultarían más de la confrontación entre "costos y beneficios" del uso de anticonceptivos que de lógicas reproductivas inherentes a las localizaciones socioespaciales.Aquellos "costos" -económicos, culturales y psicosociales- de la anticoncepción serían menores en las ciudades grandes, donde se generaría un "clima" sociocultural proclive a un tamaño familiar más reducido; esta condición, aunada a un acceso más fluido a los servicios básicos de salud, haría menos onerosa la búsqueda intencionada del tamaño deseado de la descendencia. Análogamente, en esas urbes se tornarían más cercanos y reales los "beneficios" deparados por una menor fecundidad, por cuanto en ellas se conformarían contextos de mayor movilidad social, con presencia de altas tasas de participación laboral femenina fuera de los hogares, donde la educación de los hijos asumiría gran importancia'. Sin embargo, las discrepancias que se aprecian entre los ideales reproductivos y las TGF alcanzadas revelan la presencia de factores de desigualdad social y económica en materia de anticoncepción. Del mismo modo, es claro que los valores medios reportados dejan tras de sí una heterogeneidad de patrones reproductivos, que obedecen a las persistentes diferencias entre los distintos estratos socioeconómicos que residen en las ciudades grandes. Se ha detectado, además, que en la mayoría de las principales ciudades de la región la fecundidad continuó descendiendo durante la década de 1980. Esto no implica desconocer que en algunas de ellas -donde la reducción secular de la fecundidad, por períodos bastante intensa, se inició hace más de treinta años (Buenos Aires y Montevideo)-, se observe una tendencia hacia la estabilización de las TGF entre los años setenta y ochenta. A su vez, otras urbes, donde las TGF se ubicaban por debajo de 3 al inicio del decenio de 1980, han presentado oscilaciones en los ritmos reproductivos y, a veces, ligeros incrementos (Santa Fé de Bogotá en los años noventa). Finalmente, cabe destacar que, con excepción de La Habana, las TGF de las ciudades grandes -aunque relativamente reducidasaún se sitúan por encima del nivel de reemplazo de la población. 2.2. Mortalidad. Aun cuando la información sobre mortalidad en las ciudades grandes no es cabal -ni totalmente confiable-, los indicios disponibles permiten suponer que los valores de esperanza de vida al nacer exceden los promedios nacionales (Bidegaín, 1989; CONAPO, 1988; IBGE, 1990; INE, 1987). Los antecedentes acerca de mortalidad infantil derivados de los estudios WFS y DHS muestran que, en general, su incidencia es inferior en las urbes que en el resto de los respectivos países (cuadro 2). Entre los numerosos factores que contribuyen a esta menor mortalidad en las ciudades grandes destacan: más amplia cobertura de los programas de atención maternoinfantil, nutrición, inmunización y salud general; exis9 Una reciente revisión de los enfoques teóricos sobre la fecundidad ha sido hecha por Van d e Kaa (1996). h , w 3.9 (92/95) 4.0 (86) - 4.8 (94) 3.9 (92) 2.5 (93) 2.2 (93) 2.1 (93) 2.5 (92) 2.3 (92) 2.5 (95) 2.5 (95) 3.1 (92) 2.7 (93) 1.5(95) 1.4 (95) 3.6 (92) 2.9 (92) 3.0 (92) 3.8 (94) 2.7 (94) 5.1 (92/95) 2.8 (92) 3.1 (80) 2.7 (80) 5.2 (85) 3.8 (85) 3.5 (86) 2.6 (86) 3.1 (86) 2.6 (90) 2.3 (90) 2.9 (89) 2.4 (89) 3.4 (90) 3.0 (90) 1.8(89) 1.6 (89) 4.3 (84) 3.2 (84) 3.4 (84) 4.9 (84) 3.3 (84) 5.6 (86) Tasa global de fecundidad 1970-79 1980-90 1990-95 Argentina 3.1 (72) Buenos Aires 2.7 (72) Bolivia 6.4 (72) La Paz 4.5 (72) Brasil 4.5 (70) Sao Paulo 3.6 (70) Río d e Janeiro Chile 3.3 (72) Santiago 2.7 (72) Colombia 4.5 (75) Bogotá 2.9 (75) Costa Rica 3.8 (75) San José 3.0 (75) Cuba 3.5(72) La Habana 3.0 (72) Ecuador 6.9 (72) Guayaquil 4.5 (72) Quito 4.4 (72) El Salvador 6.1 (73) San Salvador 4.2 (73) Guatemala 6.9 (72) Ciudad de Guatemala 4.1 (72) Países y ciudades Número medio de hijos deseados WFS DHS Prevalencia del uso de anticonceptivos modernos b WFS DHS 52 (88) 43 (91) (continúa) Tasa d e mortalidad infantil (por mil) 1970-79 1980-90 1990-95 Cuadro 2 AMÉRICALATINA: TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD, NÚMERO DE HIJOS DESEAWS, PREVALENCIA DE A N T I C O N C E P C I ~ N ~ Y TASA DE MORTALIDAD INFANTIL EN PAISES Y CIUDADES DE GRAN TAMANO SELECCIONADAS, 1970-1979 y 1980-1990 - 3.6 (90) 2.5 (90) - 2.8 (95) 2.3 (95) 4.5 (90/95) 2.9 (90/95) 3.4 (92) 2.1 (92) 3.5 (86/96) 2.5 (86í96) - 4.8 (92/95) 3.0 (92/95) 4.8 (90) 3.5 (90) 4.6 (91) 3.2 (91) 3.4 (62) 4.5 3.9 4.2 3.9 5.1 4.1 3.8 3.5 4.6 4.3 3.2 3.1 3.5 3.1 4.2 (77) 3.5 (77) 2.5 2.4 3.2 (96) 3.0 (96) 3.0 2.5 3.3 (94/95) 2.9 (94/95) Número medio d e hijos deseados WFS DHS 23.0 46.0 46.0 60.0 24.0 52.0 11.0 49.0 26.0 42.0 83.6 82.2 49 (76) 60 (76) 5.0 26.0 - - 45 (75) 56 (84) 32 (84) 22 (89) 17 (88) 35 (87) 28 (87) 76(83) 34 (83) 44 (88) 36 (88) 24 (87) 100 (86) 102 (86) 58 (85) 50 (85) 50(91) 23 (91) 49 (92) 45 (92) 19 (94) 21 (93) 25 (90) 22 (90) - 19 (93) 23 (93) - 87 (90) 85 (90) 50 (89) 38 (89) 60 (87) 51 (87) Tasa de mortalidad infantil (por mil) 1970-79 1980-90 1990-95 13.2 (94/95) 134 (75) 19.0 (94/95) 194 (75) 114 (69) 81 (69) 45 (93) 58 (93) 43.8 71 (73) 55.6 40 (72) 38 (72) 44.2 84 (76) 53.8 64 (76) 41.3 103(74) 50.8 61 (74) 59.2 99 (72) 60.9 90 (72) 47 (75) 42 (75) 81 (60) Prevalencia del uso d e anticonceptivos modernos h WFS DHS " c1 Fuente: CELADE en base a fuentes iiacionales; serie d e encuestas DHS; CEE, 1991; Cliackiel, 1981; Uiiited Natioris, 1987; INDEC, 1993 (Anuario Estadístico Estadístico 1992 y Ceiiso 1992); ONE -Cuba (Anunrio d e la República Argeiitina. 1993); INE -Bolivia (Anuario Estadístico, 1995); INE -Cliile (A~iuario Estadístico 1995); DHS -Colombia, 1995; MINSALPU d e Uruguay -FNUAP -OPS -CELADE, 1994. Ld prevalericia clel LISO clr diiticoiiceptivos se irfirre a las rriujrres eritiP 15 y 49 'iños uiiidds al momento d e 1'1 riic.~iest,i, coi>la t>xcepciciiicit. Bolivia clur considera a las mujeres entre 15 y 49 'iiios alguna vez ~ ~ ~ i i d a s . N Incluye métoclos moder~ios t r a d i ~ i o n ~ ~ l e s . y a Correspolide '3 la C'ipit'il Ft~deral. 2.4(85) 2.3 (85) 4.9 (76) 3.3 (76) - 3.6 (86) 3.0 (86) 2.9 (89) 2.2 (89) 4.7 (89) 3.5 (89) 5.3 (85) 3.4 (85) 6.3 (86) 4.6 (86) 5.9 (81) 3.7 (81) Tasa global de fecundidad 1970-79 1980-90 1990-95 Haití 5.5 (76) P. Príncipe 4.0 (76) Honduras 7.1 (71) Tegucigalpa 4.3 (71) Nicaragua Managua México 6.2 (75) C. de México 4.8 (75) Panamá 4.5 (74) C. de Panamá 3.5 (74) Paraguay 5.0 (78) Asuncicín 3.2 (78) Perú 5.6 (76) Lima 3.9 (76) R. Dominicana5.7 (74) Sto Domingo 4.2 (74) Uruguay Montevideo Venezuela 6.5 (62) Caracas 5.2 (62) Países y ciudades (conclusicín cuadro 2) tencia de infraestructuras de saneamiento básico más completas; niveles más altos de educación de las madres y condiciones materiales de vida superiores a las de las demás localidades pobladas. Sin perjuicio de lo señalado, la información desagregada según grupos sociales y localización dentro del espacio urbano permite advertir significativas diferencias de la mortalidad infantil. Así, por ejemplo, en Santiago de Chile, entre 1985 y 1990, las áreas con mayor incidencia de pobreza exhibían tasas de mortalidad infantil que duplicaban las registradas en las zonas en que residían los estratos de ingresos más elevados (Rodríguez, 1992). En la misma ciudad, el segmento de la población que tenía necesidades básicas insatisfechas presentaba una mortalidad infantil un tercio mayor que la del resto de la población (Martínez, 1997). Un estudio similar realizado en Siio Paulo en torno a 1990 indicaba un contraste de tres a uno (Camargo, 1992). 2.3. Migr~zciólz:Diversas investigaciones han recalcado la cuantía e intensidad de los flujos migratorios dirigidos hacia las ciudades grandes de la región, en especial entre las décadas de 1940 y 1970. En el caso de los principales países destinatarios de la migración extracontinental, esas corrientes encontraban precedentes que se remontaban a fines del siglo XIX y siguieron vigentes hasta la década de 1950. Por lo común, sin embargo, esos flujos migratorios se han originado dentro de los mismos países. Se ha estimado, por ejemplo, que durante las décadas de 1960 y 1970 la contribución conjunta de la migración interna neta y de la anexión de espacios circundantes habría representado alrededor de la mitad del aumento demográfico en varias ciudades, como S5o Paulo, Belo Horizonte y Santa Fé de Bogotá. Si a ese aporte directo se añade el derivado del aumento natural de esa transferencia -debida a migración y anexión- el efecto total resultaría superior al 50% del crecimiento de la población de varias urbes (Naciones Unidas, 1983). No obstante, desde fines de los años setenta se ha registrado una progresiva disminución de las tasas de inmigración en las ciudades grandes de América Latina. Los resultados de la ronda de censos de 1990 permiten sugerir que, además de confirmarse esta declinación, se habría elevado la cuantía y la intensidad de la emigración desde varias de las ciudades de mayor tamaño. Ambas tendencias habrían conducido a una fuerte reducción del aporte de la migración neta al aumento de la población. Como éste es un fenómeno recientemente visible, la investigación acerca de la emigración desde las ciudades latinoamericanas es un tema que aún requiere ser desarrollado. Más aun, contraponiéndose a las indicaciones arrojadas por el censo de 1991, las cifras del conteo de población de 1995 en México indican que entre 1990 y 1995 Ciudad de México recuperó parte de su dinamismo demográfico (INEGI, 1997).10 lo Según este conteo, la tasa de crecimiento medio anual de Ciudad de México en el quinquenio 1990-1995 alcanzó a 1.7%;en cambio, la tasa correspondiente al período intercensal 1980-1990se reducía a sólo 0.9%. 30 Un rasgo distintivo de las corrientes migratorias hacia las urbes estriba en su carácter diversificado. Aunque en su mayoría se componen de adultos jóvenes que inician su inserción en la vida laboral, estos poseen atributos disímiles en cuanto a sus grados de calificación y a su condición socioeconómica. En cuanto a la procedencia, se ha observado que el tipo de flujo preponderante varía según el grado de urbanización del país, advirtiéndose que cuanto más elevado es éste tanto mayor es la importancia 1996; Ebanks, 1991; Lattes, de las corrientes de origen urbano (HÁBITAT, 1984). Otro rasgo persistente de los flujos migratorios hacia las ciudades grandes corresponde a un claro predominio femenino, especificidad de género que hasta hace poco otorgaba singularidad a América Latina entre las regiones en desarrollo (de Oliveira y Roberts, 1989).Además, la movilidad territorial de la población que involucra a estas ciudades excede la tradicional definición de migración como cambio de residencia con un carácter relativamente permanente; son frecuentes, aunque poco estudiados, los movimientos temporarios, estacionales, itinerantes o cíclicos, que no implican una mudanza de la residencia, sino la conformación de espacios de vida que poseen un alto rango territorial (Lattes, 1996; Picouet, 1992).Otro fenómeno que amerita un mayor esfuerzo de investigación es el de la movilidad de la población dentro de las ciudades grandes, cuya frecuencia parece haber incrementado en los últimos anos. Este tipo de movimientos configura pautas yariables de distribución de los habitantes, a la vez que contribuye a acentuar la diferenciación sociodemográfica, económica y cultural de los espacios intraurbanos. En algunas ciudades, esta diferenciación se convierte en una clara segmentación socioespacial, de tal manera que las clases sociales no sólo se distinguen por su estatus social e inserción productiva sino también por su lugar de residencia; en situaciones extremas, se llega al establecimiento de virtuales fronteras internas en la ciudad, lo que consolida los mecanismos de cierre y ausencia de interacción entre estratos sociales. 2.4. Crecililieizto de la yoblaciólz. Históricamente, las ciudades grandes de la región incrementaron sus residentes según un ritmo mayor que la población total y urbana de los respectivos países, contribuyendo a que una creciente proporción de los habitantes de cada nación residiese en ellas (cuadro 3). Dado que, desde largo tiempo -tal vez desde antes de la década de 1950- los niveles de la fecundidad en esas ciudades eran inferiores a los del resto de los sistemas urbanos y del medio rural, sus tasas de crecimiento totales se veían impulsadas por índices más bajos de mortalidad y por los aportes de la migración neta. Ahora bien, como la menor incidencia de la mortalidad no parece haber sido suficiente para asegurar ritmos de crecimiento vegetativo mayores que en el resto urbano, todo parece indicar que las tasas de incremento total de las ciudades grandes se explicaban fundamentalmente por la contribución migratoria. Tal aseveración, que pudo tener validez general todavía en los años sesenta o setenta, se ha hecho cada vez menos común. Con la gradual disminución de la intensidad de la inmigración, que se hizo ostensible a contar de la década de 1970, el crecimiento natural se ha convertido en la fuente predominante del crecimiento de la población en la mayoría de las ciudades grandes de la región; la reducción de la inmigración ha ocasionado que disminuya el peso demográfico de varias urbes dentro de la población urbana total en varios países. Otra característica de los patrones de crecimiento demográfico en la mayoría de las ciudades grandes de América Latina corresponde al agudo contraste que se manifiesta entre las diversas unidades espaciales que componen sus estructuras internas. Mientras los centros históricos han perdido vigor -experimentando una erosión del número absoluto de sus habitantes-, otras de los extrarradios se han expandido de modo vertiginoso (HÁBITAT, 1996; Gilbert, 1996; Rodríguez y Villa, 1996). Este comportamiento -acentuado desde los años setenta- se encuentra relacionado con cambios en el uso del suelo urbano: en los centros antiguos se han ido reemplazando las funciones residenciales por otras de tipo comercial y financiero, lo que ha motivado la expulsión de grandes grupos de personas hacia zonas ubicadas en la periferia de reciente "urbanización", donde el costo de la vivienda tiende a ser menor. También se constata la conformación de ciclos de obsolescencia en algunas otras áreas de residencia, que han perdido habitantes jóvenes a medida que éstos constituyen nuevas familias de tipo nuclear. Por cierto, los efectos socioeconómicos y demográficos de estos ciclos son de gran importancia y deben analizarse con mayor detalle. 2.5. Estrzictzrra seglírz sexo y edad. Muchas ciudades grandes de América Latina comparten algunos atributos de la estructura según sexo y edad de sus poblaciones. De modo virtualmente sistemático, presentan índices de masculinidad inferiores a los promedios nacionales, lo cual se asocia directamente a los efectos de una inmigración predominantemente femenina (Szasz, 1992; Recchini de Lattes, 1989; de Oliveira y García, 1984; Elton, 1979). Esta situación no parece haber sido afectada aún por la disminución de la migración. Otra condición, bastante común en las ciudades grandes, es la existencia de pirámides de edades con bases menos extendidas que las observadas en el resto de las poblaciones nacionales. Desde luego, este rasgo se debe a la presencia de menores proporciones de niños (hasta de diez años) y a porcentajes superiores de personas en edades activas (15-64 años), lo que se vincula con el comportamiento de la fecundidad y la migración. También es frecuente, aunque menos generalizada, la mayor representación de integrantes de la tercera edad; dentro de este conjunto, y por efecto de las diferencias de mortalidad según género, se registran una clara prevalencia las mujeres y altos índices de viudez femenina. Estas especificidades de las pirámides de población en las ciudades grandes -originadas por menores tasas de fecundidad y mortalidad y por la selectividad migratoria- implican requerimientos sociales y económicos peculiares, diferentes de los perceptibles en el resto de las poblaciones nacionales. La particular distribución según sexo y edad que se advierte en muchas de las ciudades grandes latinoamericanas involucra un alto potencial de crecimiento natural, pues la elevada proporción de mujeres en edad fértil tendería a generar una natalidad mayor que la esperable a la luz de los indicadores de fecundidad. En lo que atañe a mortalidad, el efecto de aquellas estructuras parece ser más bien secundario, porque la proporción de personas de tercera edad -a las que se asocian los riesgos más altos de letalidad- es aún reducida. No obstante, el envejecimiento de la población es un proceso en plena marcha en las ciudades más grandes de aquellos países que iniciaron más temprano la transición demográfica; así, en Argentina y Uruguay, la persistencia histórica de bajos niveles de fecundidad históricos -aunados a los efectos de una inmigración internacional vigente hasta la década de 1950- dieron lugar a estructuras demográficas más envejecidas que en el resto de las ciudades grandes de la región.1' Además, a raíz de los flujos de movilidad intraurbana y de los ciclos de obsolescencia ya aludidos, la estructura por edad de la población de algunas áreas se ha envejecido con singular rapidez; como consecuencia de la mortalidad diferencial según género, en esas áreas envejecidas predominan las mujeres solas (básicamente viudas).12 11 Por ejemplo, el 16O/0 de la población del Gran Buenos Aires tenía 60 años o más de edad en 1991. 12 A diferencia de otras situaciones, en estas áreas la prevalencia d e hogares encabezados por mujeres rara vez se asocia con condiciones d e pobreza, pues tales áreas suelen corresponder a los sitios en que residen personas d e estratos medios y altos. + W Argentina (pob. total) Argentina (pob. urbana) Buenos Aires C6rdoba Rosario Bolivia (pob. total) Bolivia (pob. urbana) La Paz Brasil (pob. total) Brasil ( ob urbana) szo Paui;, Río de Janeiro Belo Horizonte Porto Alegre Recife Salvador Brasilia Fortaleza Curitiba Goiania Campinas Manaus Santos BelPm Países y ciudades Población (en miles) Tasa media anual d e crecimiento demográfico Porcentaje d e la población total (continúa) Porcentaje d e la población urbana 1950 1970 1995 Cuadro 3 AMÉRICALATINA:CIUDADES DE 1 MILLÓNO MÁS DE HABITANTES E N 1995: P O B L A C I ~ N ESTIMADA, TASA MEDIA ANUAL DE CRECIMIENTO Y PORCENTAJE DE LA POBLACION TOTAL Y URBANA DE CADA PAIS (1950,1970 y 1995)a Vi Chile (pob. total) Chile (pob. urbana) Santiago Colombia (pob. total) Colombia (pob. urbana) Bogotá Medellín Cali Barranquilla Cuba (pob. total) Cuba ( ob urbana) La &bina Ecuador (pob. total) Ecuador (pob. urbana) Guayaquil Quito El Salvador El Salvador San Salvador Guatemala Guatemala Ciudad de Guatemala Haití (pob. total) Haití (pob. urbana) Puerto Príncipe México (pob. rural) México (pob. urbana) Países y ciudades (continuación cuadro 3) 10 964 8 314 2 221 11 460 6 751 1831 1298 5 662 2 551 1214 10 621 4 129 2 205 7 124 2 264 1 461 91 145 66 Y31 8 520 5 129 1745 5 970 2 360 712 501 3 598 1418 523 5 246 1864 660 4 520 893 461 50 596 29 863 35 814 26 009 6 075 3291 1870 1 138 21 360 12 218 2 371 1006 847 622 1 946 1 4 431 676 341 270 269 5 850 2 889 1 147 3 387 957 254 206 1 951 712 162 2 969 876 428 3 261 397 144 27 737 11 832 14210 11 922 4 891 1995 9496 7144 2 836 1970 6082 3553 1 332 1950 Población (en miles) 3.0 4.6 1.6 4.1 5.8 2.8 3.8 2.2 3.1 3.4 5.9 2.8 4.5 5.2 4.4 1.9 2.9 2.1 2.9 5.1 6.3 5.4 5.7 4.2 2.2 3.5 3.8 2.4 3.2 1.8 3.7 4.6 2.8 3.2 4.8 1.8 2.3 3.4 2.6 4.2 3.8 3.8 2.1 3.0 3.8 4.7 3.2 2.4 1O . 1.9 1. O 1.6 2.0 2.2 2.6 3.9 1.7 3.9 5.1 2.8 3.4 3.6 2.4 2.8 4.5 2.7 4.3 4.4 4.1 2.4 3.9 4.9 5.0 4.3 3.2 1.4 2.3 1.5 1.9 2.7 2.9 1950-70 1970-951950-95 Tasa media anual d e crecimiento demográfico 42.7 12.2 4.4 29.5 8.3 36.5 8.3 28.3 7.5 6.1 49.4 19.6 37.1 5.7 2.9 2.3 2.3 58.4 21.9 1950 59.0 19.8 10.2 35.5 14.5 39.4 14.5 39.5 11.9 8.4 60.2 20.5 57.2 11.1 4.7 4.0 2.9 75.2 29.9 1970 73.4 31.8 20.5 38.9 21.4 45.1 21.4 58.9 16.0 11.3 75.8 20.3 72.6 17.0 9.2. 5.2 3.2 83.9 34.4 1995 Porcentaje de la población total 36.3 48.9 26.5 21.5 39.7 15.3 7.7 6.1 6.1 37.5 1950 51.6 35.4 30.2 21.2 34.0 19.4 8.2 6.9 5.1 39.7 1970 (continúa) 64.5 53.4 27.1 19.2 26.7 23.4 12.7 7.2 4.4 41.0 1995 Porcentaje de la población urbana 16561 3430 2 994 1 722 4 123 2 563 1124 4 828 2 531 1081 23532 16676 6666 7 823 4 843 3 166 1 289 3186 2 876 1325 21 844 18 750 3 007 1 603 1 462 1995 5.7 6.4 6.5 56 3.1 4.6 6.2 2.3 2.6 3.5 2.7 5.1 5.5 3.2 5.8 6.7 5.2 1.1 1.4 0.1 3.7 5.8 5.6 4.9 6.4 2.4 3.3 3.5 3.9 2.8 3.9 4.4 2.9 4.3 3.5 2.3 3.2 3.3 2.3 4.0 5.3 6.5 0.5 0.9 0.5 2.8 3.6 1.5 3.3 5.3 3.9 4.7 4.9 4.7 2.9 4.2 5.2 2.6 3.5 3.5 2.5 4.0 4.3 2.7 4.8 5.9 5.9 0.8 1.1 0.3 3.2 4.6 3.3 4.0 5.8 17.9 3.0 2.4 1.3 47.0 18.4 37.1 19.2 57.4 22.2 40.3 19.0 5.7 82.1 41.7 71.6 19.2 6.5 3.6 10.4 1.5 1.2 0.8 35.0 10.0 34.5 15.0 35.5 12.7 23.8 9.3 3.8 78.0 50.9 46.8 13.3 5.1 2.1 85.8 13.8 7.3 6.7 90.3 41.6 61.9 40.5 16.5 70.9 28.3 52.4 22.4 62.2 27.3 18.2 3.8 3.3 1.9 Tasa media anual d e Porcentaje de la población total crecimiento demográfico 1950-70 1970-951950-95 1950 1970 1995 L'is citrciscciirespoi1dt~ii t~sti~ii~icioiit~s t,iiito, difi~reii 1'1s dt, origt,ii cciis,il qlit-s i prt.~t~iit~iii .icit~l,iiilt,. ,i y, por ~ltl inds Fuente: U i i i t t d Natioiih, 1497. ,I 9 061 1506 1 238 656 2 054 966 378 2 350 871 452 13193 7574 2925 4 423 1 781 839 253 2808 2 306 1170 10 721 7 673 2 054 697 390 Población (en miles) 1950 1970 Ciudad de Mtxico 2 885 Guadalajara 416 Monterrey 335 Puebla 212 Nicaragua (pob. total) 1 098 Nicaragua (pob. urbana) 384 Managua 110 Paraguay (pob. total) 1 488 Paraguay (pob. urbana) 514 Asunci6n 110 Perú (pob. total) 7632 Perú (pob. urbana) 2711 Lima 973 R. Dominicana (pob. total) 2 353 R. Dominicana (pob. urbana) 559 Santo Domingo 219 Stgo. de los Caballeros 89 2239 Uruguay (pob. total) Uruguay (pob. urbana) 1 746 Montevideo 1140 Venezuela (pob. total) 5 094 Venezuela (pob. urbana) 2 385 Caracas 676 Maracaibo 260 Valencia 108 Países y ciudades $ (conclusión cuadro 3) 28.3 10.9 4.5 65.3 39.2 15.9 35.9 43.4 28.6 24.4 3.5 2.8 1.8 26.8 9.1 5.1 50.7 47.1 14.2 38.7 51.9 39.1 30.4 5.0 4.1 2.2 16.0 8.5 7.8 46.1 65.4 26.6 40.0 42.7 43.9 24.7 5.1 4.5 2.6 Porcentaje d e la población urbana 1950 1970 1995 11. METRÓPOLIS:POBLACIÓNY TENDENCIAS SOCIALES, ECONÓMICAS Y POL~TICAS 1. Metropolización y realismos mágicos y empíricos. A menudo se singulariza el proceso de urbanización de América Latina por su propensión metropolitana; es decir, se supone que ese proceso coincide con una elevada concentración tanto de población como de funciones socioeconómicas y administrativas en unas pocas ciudades de gran tamaño -muchas coincidentes con las capitales nacionales- que devinieron metrópolis durante el siglo XX. Contribuye a este supuesto el hecho que cuatro de las quince urbes más pobladas del mundo en 1995 se localizaran en América Latina (S50 Paulo, Ciudad de México, Buenos Aires y Río de Janeiro) y que en 1950 sólo una de ellas (Buenos Aires) perteneciera a tal lista. Resiilta aun más llamativa esta participación regional en el elenco metropolitano del mundo si se considera que en 1995 la población latinoamericana representaba apenas el 8% del total del planeta (United Nations, 1995a y 1997).De estos hechos se ha desprendido la imagen según la cual los cambios en la distribución espacial de la población -en favor de un incesante y generalizado nucleamiento metropolitano- se habrían producido de una manera homogénea en toda América Latina, por lo que la región presentaría un carácter excepcional en el contexto mundial. Tal imagen merece algunos reparos. En efecto, tanto de las cifras censales como de las estimaciones de las Naciones Unidas se deduce que el proceso de urbanización de la región ha presentado diferencias entre los países (United Nations, 1997; CELADE, 1995). De este modo, en Argentina, Chile y Uruguay ya se registraba un predominio urbano en la década de 1930, mientras que en el resto de los casos nacionales esa condición se ha alcanzado en el curso de la segunda mitad del siglo. El grado de urbanización alcanzado hacia 1995 por los países en los que se localizan las metrópolis analizadas en este artículo va desde valores cercanos a 90'%1 en Venezuela y Argentina hasta 70% en Perú y Colombia (CELADE, 1996). Además, los sistemas urbanos nacionales difieren enormemente: una elevada proporción de la población nacional se ha asentado desde hace largo tiempo en las ciudades capitales de Argentina, Perú y Chile -Buenos Aires, Lima y Santiago de Chile, respectivamente; por el contrario, en Brasil, Colombia y Venezuela esa "capitalidad" es menos marcada, pues una fracción importante de la población se distribuye entre ciudades de diferentes magnitudes. En una situación intermedia se ubica México, cuyos elevados índices de concentración demográfica en la capital son contrapesados por el papel que juegan otras ciudades de gran tamaño demográfico y socioeconómico. En definitiva, la información disponible permite concluir que el proceso de urbanización de América Latina, en cuanto atañe a sus expresiones metropolitanas, no ha sido sustancialmente distinto al detectado en otras regiones mundiales. La presencia de grandes aglomerados urbanos, Figura 2 AMÉRICA LATINA: CRECIMIENTO DE LAS METROPOLIS, 1950-1990 Figura 3 METRÓPOLISLATINOAMERICANAS: TASAS DE CRECIMIENTO DEMOGRAFICO, 1950-1995 (por cien) (por cien) 8/8 - Bogotá - Lima - B. Aires - Caracas + S. Paulo - * C. de México Santiago + R. de Janeiro concentradores de funciones socioeconómicas y político administrativas, de veloz crecimiento y con altos índices de primacía, no es exclusiva de América Latina.13 En diferentes países y regiones del mundo se constata la existencia de metrópolis que son centros políticos y económicos de sus países, se expanden aceleradamente, albergan varios millones de habitantes y concentran una fracción importante (15% o más) de la población total.14 Lo que sí puede inferirse del examen de los últimos datos disponibles para los países de América Latina es que en esta región es mayor la frecuencia relativa de urbes que concentran más del 25"/0 de la población total de los respectivos países. 1 El índice d e primacía usado en este artículo se refiere a la relación por cociente ; ' que se establece entre la magnitud demográfica de la ciudad con mayor número de habitantes y las tres siguientes en cuantía de residentes. 1-1 Entre otros casos, pueden mencionarse: El Cairo (Egipto); Bagdad (Iraq); Tokio (Japón). Para más detalles puede revisarse United Nations, 1997; un examen detenido sobre este fenómeno ha sido hecho por Gilbert (1993). Por lo demás, "en relación con su nivel de desarrollo, los países asiáticos tienen una mayor proporci6n de su población urbana en megaciudades (de más de diez millones d e habitantes) que cualquier otra región mundial" ("The Asian Development Bank on Asia's Megacities", Population and Development Review, vol. 23, N02, junio, 1997, p. 453). rp O Cuadro 5 4 122 Y78 5 230 605 9 766 090 10 928 549 2 641 844 2 989 601 14 050 382 15 047 685 4 608 O10 6 321 173 8 772 265 9 600 52% 3 937 277 4 734 327 12 588 725 15 199 4 2 3 7.2 2.7 6.6 4.9 5.0 4.2 4.0 6.2 5.9 2.1 4.5 5.2 5.3 3.5 3.2 5.3 3.0 1.6 2.0 4.2 3.7 2.4 2.6 4.4 3.0 1.1 1.4 0.7 2.6 0.8 1.8 1.7 4.9 1.9 3.7 3.8 4.3 2.7h 2.9 4.3h Tasa de Tasa de Tasa de Tasa de Tasa de crecimiento crecimiento crecimiento crecimiento crecimiento 1950-1960 1960-1970 1970-19813 1980-19913 1950-1990 Fuente: C ~ i ~ i d4 o C'eiiiiih N,icio~i,ilt-\ i ( l'obl,~ciciii ry ~ ,' Cilr,i\ pic~liiiiin,ii?~\ 14.8 34.9 18.2 O 21 . 27.1 7.4 34.8 10.6 Bogotá Buenos Aires Caracas Ciudad d e México Lima Rio d e Janeiro Santiago cle Chilc S20 Paulo 14.0 35.8 20.3 18.7 24.4 7.4 32.3 8.7 5.4 29.7 13.6 13.1 10.4 6.1 25.4 4.9 MetrOpolis 9.6 33.7 17.9 15.7 18.6 6.9 28.9 (7.8 Porcentaje dentro d e la población total (circa (circa (circa (circa (circa 1950) 1960) 1970) 1980) 1990) - - Porcentaje dentro de la población urbana (circa (circa (circa (circa (circa 1950) 1960) 1970) 1980) 1990) - METRÓPOLIS DE AMÉRICA LATINA: EVOLUCIÓN DEL,PORCENTAJE Q U E REPRESENTAN DENTRO DE LA POBLACIÓN TOTAL Y URBANA DE LOS PAISES RESPECTIVOS (circa 1950-circa 1990) '+ Calcul'ida para los periodos intercesales y expresada por cien. Cifras preliminares. Fuente: Tablas del Aiiexo. 2 892 668 8 352 918 2 174 759 9 014 163 3 302 523 6 891 486 2 871 060 8 118 765 647 429 4 725 539 683 659 3 364 823 645 172 3 171 772 1 509 169 2 563 847 Bogotá Buenos Aires Caracas Ciudad d e México Lima Río d e Janeiro Santiago Sáo Paulo 1 682 667 6 739 045 1 346 708 5 480 548 1 845 910 4 844 096 2 133 252 4 790 869 Poblacióii Población Población Poblacióii Población censal censal censal censal censal (circa 1950) (circa 1960) (circa 1970) (circa 1980) (circa 1990) Metrópolis Cuadro 4 METROPÓLIS DE AMÉRICA LATINA: EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓN Y TASA DE CRECIMIENTOd (circa 1950 - circa 1990) Figura 1 METRÓPOLIS LATINOAMERICANAS: EVOLUCIÓN DE SU PESO DENTRO DE LA POBLACION NACIONAL Y URBANA, 1950-1990 50 Porcentaje de la población nacional Bogotá 50 1 B. Aires Caracas C. México Lima R. Janeiro Santiago 1 o 1 9 5 0 0 1 9 6 0 ~ 1 9 7 0 m 1 9 8 0 m 1990 ( Porcentaje de la población urbana S Paulo I 2. Crecimiento de la población metropolitana. Las cifras censales indican que, a principios de la década de 1990, por lo menos tres metrópolis de la región excedían de 10 millones de habitantes. En conjunto, los residentes de las ocho metrópolis consideradas en este artículo aumentaron de unos 16 millones a principios de los años cincuenta a cerca de 70 millones en torno a 1990 (cuadro 4). La magnitud del crecimiento registrado durante estas cuatro décadas puede apreciarse más claramente si se tiene en cuenta, por ejemplo, que el ritmo medio anual de crecimiento de Sao Paulo y Ciudad de México fue equivalente a unas 300 mil personas. En algunos casos, la expansión de los habitantes metropolitanos llegó a representar más del 40% del crecimiento de la población nacional. Por cierto, la magnitud absoluta del aumento no se mantuvo constante a lo largo de todo ese tiempo, y así lo revelan los montos sustancialmente menores que se observan en el último intervalo intercensal. De hecho, todas las metrópolis alcanzaron su mayor aumento demográfico absoluto anual en períodos que antecedieron a los de mayor crecimiento absoluto de la población nacional; tal anticipación trasunta los efectos de procesos de transición demográfica y de movilidad espacial diferenciados en el tiempo (Villa, 1992). Otro elemento que refleja la heterogeneidad de historias de crecimiento demográfico observadas en la región, es que el ordenamiento de las metrópolis según el número de habitantes no se ha mantenido constante durante la segunda mitad del siglo XX. Mientras en 1950 Buenos Aires ocupaba un claro primer lugar, en 1990 -incluso en 1980- era relegada al tercero; tal cambio se debió a que la tasa media anual de crecimiento de aquella ciudad durante los cuarenta años de referencia fue alrededor de la mitad de la detentada por Sao Paulo y Ciudad de México. De modo análogo, como resultado de sus mayores ritmos de incremento, Santa Fé de Bogotá y Lima desplazaron de su sitio original a Santiago de Chile. Los distingas entre las tasas de crecimiento demográfico entre las metrópolis se dan, incluso, dentro de un misino país, hecho ilustrado por la evoliición de Sáo Paulo y Río de Janeiro. Aunque en 1990 la fracción de la respectiva población nacioiial que residía en las ocho metrópolis superó la observada en 1950, en el último intervalo intercensal ocurrió una disminución en cinco casos (cuadro 5). De este modo, la secular tendencia hacia un incremento de la concentración de la población nacional en las ciudades mayores -que se suponía atributo inherente al proceso de metropolización de América Latina- ha sufrido, cuando menos, una interrupción en varios países.1~ Argentina En y Venezuela ese punto de inflexión parece haber sido alcanzado en 1970, pues a contar de esa fecha se verifica un gradual descenso de la gravitación demográfica de las nietrópolis dentro de los conj~~ntos demográficos nacionales. E 1 Brasil, por su parte, mientras la población de Río de Janei1 ro ha mostrado un comportamiento similar al de los casos anteriores, tal declinación se observa sólo en la década de 1980 en S3o Paulo. Algo similar puede indicarse respecto de Ciudad de México. Las tres metrópolis restantes han continuado acrecentando su figuración dentro de las respectivas poblaciones nacionales; sin embargo, en todas ellas se advierte que el ímpetu concentrador se ha atenuado en los últimos años, condición más claramente perceptible en Santiago de Chile que en Santa Fé de Bogotá y Lima. Si bien estos comportamientos ya eran conocidos desde mediados de los aiíos ochenta, aún no han sido totalmente asimilados por la opinión pública ni por las autoridades políticas (PREALC, 1990; Lattes, 1990; Portes, 1989). Todavía es común que se sostenga que las metrópolis crecen más rápidamente que el resto de la población nacional. No obstante, los datos disponibles indican que el ritmo de crecimiento de varias de las me15 Esta tendencia era t a n sostenida q u e e n todas las proyecciones demográficas d e las áreas inetropolitanas realizadas e n la década d e 1970 se s u p u s o la persistencia del a u m e n t o d e la concentración ( d e Mattos, 1979). trópolis de la región ha sido, por lo menos desde 1980, similar o inferior al del resto de la población nacional. Sobre la base de estos antecedentes, varios especialistas en temas urbanos y regionales sostienen que América Latina está experimentando una "inversión de la polarización", en el sentido que Richardson otorga al concepto (Gilbert, 1996 y 1993; PREALC, 1990).16Tal fenómeno se verificaría en casos como los de Argentina, Brasil y Venezuela, y se insinuaría e11 los otros considerados en este artículo. Sin embargo, esta interpretación ha sido objeto de controversia, pues otros autores argumentan acerca de un cambio en la escala territorial de la concentración; esto es, la pérdida de importancia demográfica de las metrópolis -que se supone indicativa de una inversión de la polarización- se debería a un incremento del peso relativo de regiones de mayor amplitud conformadas en tomo a los grandes núcleos metropolitanos (de Mattos, 1992a). En rigor, los datos demográficos presentados, amén de insuficientes para demostrar un decrecimiento de la concentración metropolitana en un sentido amplio -que abarca dimensiones económicas, sociales y políticas-, todavía no parecen configurar un cambio sostenido y generalizado de un rasgo presente por largo tiempo en la región. Por lo demás, la tendencia a revertir, moderar o estabilizar la concentración de la población nacional en las metrópolis 110 debe oscurecer el hecho de que su incidencia es aún muy alta en casos como los de Santiago de Chile, Buenos Aires y Lima.17 Tampoco puede hacerse caso omiso de la expansión anual absoluta de la población metropolitana, que sigue siendo significativa; así, por ejemplo, no obstante el fuerte descenso de las tasas de crecimiento demográfico en Buenos Aires y Ciudad de México, durante los años ochenta sus incrementos absolutos medios anuales ascendieron a 110 mil y 125 mil personas, respectivamente. Por cierto, la declinación del peso demográfico de las metrópolis dentro de los sistemas urbanos nacionales ha presentado modalidades distintas. En Argentina y Brasil la tasa de crecimiento del resto de los centros urbanos -de tipo no metropolitano- ha sido sistemáticamente ma16 Este concepto alude a una situación en que las ciudades de rango intermedio crecen más rápido que las de gran magnitud (Gilbert, 1993). El concepto se deriva de una constatación empírica registrada en varios países desarrollados; sin embargo, incluso en esos países -tras producirse lo que algunos autores calificaron como una "desurbanización"- tal inversión se habría atenuado e incluso revertido en años recientes, por lo menos en lo que respecta a la relevancia socioeconómica de las grandes ciudades (Balbo, 1997; HABITAT, 1996; Hall, 1996). 17 Aunque la sola exposición d e las cifras d e concentración demográfica en estas metrópolis no permite extraer una conclusión respecto d e los beneficios o inconvenientes implícitos, en general las percepciones gubernamentales sobre la materia son críticas. Se afirma que tal concentración atenta contra las políticas destinadas a promover la diversificación económica y la descentralizacibn administrativa que se están llevado a cabo en la mayoría de los países d e la regi6n (CEPAL/CELADE, 1994; Cojo, 1993). Cuadro 6 METRÓPOLIS DE AMÉRICA LATINA: ÍNDICES DE PRIMACIA~ (circa 1950-circa 1990) Países y metrópolis Índice d e primacía y poblaciones (circa 1950) Índice d e Índice d e primacía y primacía y poblaciones poblaciones (circa 1960) (circa 1970) Argentina (Buenos Aires) 4.1 Buenos Aires 4 725 539 Rosario 503 711 Córdoba 373 314 4.0 6 739 045 674 549 592 861 4.0 8 352 918 813 068 792 925 273 220 Brasil (Río o S5o Pau1o)b 0.9 Río d e Janeiro 3 171 772 Sáo Paulo 2 563 847 Recife 660 569 Porto Alegre 468 642 404 129 0.7 4 844 096 4 790 869 1 082 504 887 269 485 939 0.8 6 891 486 8 118 765 1 650 336 Mendoza La Plata Belo Horizonte Colombia (Bogotá) Bogotá Medellín Barranquilla Cali Chile (Santiago) Santiago Valparaíso Concepción La Serena Antofagasta - 0.8 1 682 667 948 025 543 440 633 485 1501 629 0.9 2 892 668 1 475 740 789 430 1 002 169 225 479 200 679 371 270 429 333 - 0.7 647 429 397 738 305 296 245 568 2.4 1 509 169 348 022 211 305 66 362 - índice d e Índice d e primacía y primacía y poblaciones poblaciones (circa 1980) (circa 1990) 3.8 957 181 983 257 605 623 3.6 10 928 549 1 095 906 1 197 926 773 559 0.9 8 772 265 12 588 725 0.9' 9 734 327 15 199 423 2 148079 2 460 012 0.9 4 122 978 1 963 873 1 122 735 1 367 452 3 015 960 3 416 905 1.0 5 230 605 2 264 267 1 310 419 1 696 734 720 579 599238 1 198 978 810 413 9 766 090 México 3.3 (Ciudad de México) Ciudad de México 3 364 823 Guadalajara 440 528 Monterrey 375 040 Puebla de Zaragoza 234 603 Perú (Lima) 3.5 Lima 645 172 Arequipa 102 657 Cusco 42 644 Trujillo 36 958 Chiclayo Venezuela (Caracas) Caracas Maracaibo Barquisimeto Valencia Maracay 1.3 683 659 270 087 125 893 110 828 - Fuente: Censos Nacionales de Población y Proyecto DEPUALC. El índice de primacía se refiere a la relación por cociente entre la población cie la ciuciad mayor y la de las tres ciudades que le siguen en magnitud demográfica. h Hasta 1960 el índice fue calculado considerando en el numerador a la población de Río de Janeiro; en las fechas restantes el numerador correspondió a la población de SZo Paulo. Cifras preliminares. METR~POLIS LATINOAMERICANAS: INDICES DE PRIMACÍA, 1950-1990 índice de primacía de la ciudad mas poblada 6 ( -Argentina / 6 - Brasil + Colombia * Chile 1 yor que la de Buenos Aires y Río de Janeiro, respectivamente, por lo menos desde el decenio de 1950; por tanto, la participación de ambas metrópolis dentro de la población urbana de los países ha venido disminuyendo desde aquel entonces. A su vez, Caracas, Ciudad de México, S50 Paulo, Santa Fé de Bogotá y Santiago de Chile presentaron, en las primeras décadas del período analizado, un crecimiento más intenso que la población urbana de sus países, por lo que elevaron su representación dentro de ésta. En los dos últimos períodos intercensales, sin embargo, las tres primeras metrópolis -Caracas, Ciudad de México y S50 Paulo- han tendido a reducir su participación dentro de la población urbana de los países; las dos siguientes -Santa Fé de Bogotá y Santiago de Chile- han mantenido relativamente estable esa proporción desde los años setenta. Por último, hasta el censo de 1993, Lima parecía ser la metrópoli que más resistencia mostraba a bajar su peso dentro de la población urbana nacional; no obstante, las cifras de este censo indican que en los años ochenta y principios de los noventa aquella proporción tendió a disminuir. Otro modo de considerar el tema de la concentración consiste en inspeccionar qué ha sucedido en el extremo superior de la jerarquía de ciudades (cuadro 6). Históricamente, los índices de primacía de las principales ciudades de América Latina se han ubicado entre los más altos del mundo (Gilbert, 1996; Alberts y Villa, 1980). Un hecho destacable es que en todos los sistemas urbanos analizados, con excepción del brasilefio, la ciudad primada ha sido, desde la independencia, la capital de la nación; por lo demás, la singularidad de Brasil no ha sido absoluta, pues Río de Janeiro fue la capital y mayor metrópoli nacional hasta inicios de la década de 1960. Esta constatación es una muestra de la persistencia de una gestión centralizada de las relaciones económicas, sociales y políticas que se han estado reproduciendo por largo tiempo. Sin embargo, si se observa la evolución de los índices de primacía de las metrópolis durante la segunda mitad del siglo XX, se aprecia -salvo en los casos de Santa Fé de Bogotá y Santiago de Chile- una tendencia proclive a una relativa estabilización o al descenso. El que la mayoría de los índices de primacía haya dejado de crecer puede interpretarse conio un indicio de cambios en la distribución de la población dentro los sistemas urbanos de los países. En tal sentido, el descenso de esos índices en Argentina, México y Venezuela permitiría sugerir que se ha producido un fortalecimiento demográfico de las urbes que siguen en tamaño de población a las metrópolis. A su vez, la mantención de los índices dentro de contextos en los que la concentración de la población urbana en las metrópolis ha venido declinando, como es el caso de Brasil, involucraría una desconcentración demográfica relativa en favor de centros urbanos de rango intermedio y menor. No obstante, los índices de primacía de varias metrópolis nacionales siguen siendo altos (incluso en tres países exceden de dos); lo que sí puede destacarse es que en la década de 1980 sólo se aprecia un ligero aumento de tal indicador respecto de dos de las metrópolis consideradas (Santa Fé de Bogotá y Santiago de Chile). 3. Fuentes del crecimiento demográfico de las metrópolis. La informa- ción reunida permite confirmar que en las metrópolis de la región se han registrado niveles de fecundidad menores que en las respectivas poblaciones nacionales. Ahora bien, si en el pasado cercano se advertía un paisaje de situaciones variopintas, los datos más recientes de las TGF indican una creciente homogeneidad de los valores tanto entre las diversas metrópolis como entre éstas y las poblaciones de los países respectivos. También en los últimos años, se observa que en algunas metrópolis se ha producido una estabilización -e incluso una leve alza- de la fecundidad; en otras, en cambio, la disminución de la TGF ha seguido su curso, si bien con una tónica más pausada (cuadro 7). De lo anterior se colige que si la magnitud absoluta de las diferencias entre las TGF de las metrópolis y de los países se ha reducido, el factor interviniente fue el de una progresiva generalización de la transición de la fecundidad hacia intensidades menores. Si la brecha entre ambas series de valores también se ha venido cerrando en términos relativos, ello se debe a que el ritmo de descenso de la fecundidad observado en varias metrópolis desde mediados de los años setenta se ha hecho más moderado; en cambio, tal declinación se ha agudizado en el resto de los países. Como fruto de estos cambios, en algunos países de la región las TGF han alcanzado valores menores en ciudades intermedias que en las metrópolis, como lo ilustra el caso de Colombia cuando se comparan las cifras de Santa Fé de Bogotá con las de Medellín y Cali (DHS, 1991 y 1995; Cámara de Con-iercio de Bogotá, s/f.). Aunque hasta hace un par de décadas era claro que la transición de la fecundidad en los planos nacional y metropolitano iba aparejada, la comparación entre los indicadores derivados de los datos censales de las rondas de 1980 y 1990 con los que se deducen de las últimas encuestas de la serie DHS ponen en tela de juicio tal relación. En efecto, las metrópolis de países con transición demográfica avanzada (Buenos Aires y Santiago de Chile, por ejemplo) registran niveles de fecundidad mayores o similares que las metrópolis de países con una transición de más reciente data (Lima y Río de Janeiro). Como en el caso de la fecundidad, en las metrópolis también se han registrado niveles de mortalidad inferiores a los promedios nacionales pertinentes (cuadro 8). Esta diferencia se manifiesta con mayor claridad en los indicadores de mortalidad infantil y de expectativa de vida al nacimiento, pues la tasa bruta de mortalidad es sensible al carácter más envejecido de la estructura por edad que distingue a las metrópolis -como lo ponen en evidencia los casos de Buenos Aires y Santiago de Chile. Si bien durante la segunda mitad del siglo XX la incidencia de la mortalidad ha descendido de modo significativo en la totalidad de los países de la región, aún persisten importantes disparidades entre ellos. Estas disparidades se observan también en los indicadores de las respectivas metrópolis; así, por ejemplo, en torno a 1990 la tasa de mortalidad infantil en Lima más que duplicaba el valor que alcanzaba en Santiago de Chile. Otro hecho notorio es que la diferencia de los niveles de la mortalidad entre los planos metropolitano y nacional ha tenido un curso distinto en los diversos países: mientras en Chile y Argentina se ha estrechado, en Brasil y Perú se ha ensanchado; esta divergencia pudiera constituir una expresión de la trayectoria de la heterogeneidad interregional en el estilo de desarrollo de cada nación. Aún así, la disminución de la mortalidad infantil en los años ochenta ha sido tan generalizada que, dentro de cada país, no hay diferencias sustanciales entre las metrópolis y las principales ciudades que les siguen. Respecto de la migración, diversas investigaciones han recalcado la cuantía e intensidad de las corrientes dirigidas hacia las metrópolis latinoainericanas, en especial entre las décadas de 1940 y 1970 (CEPAL/CELADE, 1993b; Alberts, 1977; Herrera y Pecht, 1976). En algunos casos && 00 6.2 (75) 4.8 (75) 5.3 (76) 3.4 (76) 4.9(76) 3.3 (76) 6.8 (62) 5.7 (62) Colombia Bogotá México 6.8 (62) Ciudad d e México 5.8 (62) Perú Lima Venezuela Caracas 3.3 (72) 2.7 (72) 3.6(90) 2.5 (90) 3.5 (95) 2.5 (95) 3.6 (86) 3.0 (86) 2.5 (95) 2.5 (95) 2.6 (92) 2.3 (92) 2.5 (93) 2.2 (93) 2.1 (93) 3.1(80) 2.7(80) 3.4(62) 3.4 (62) 3.4 (62) 2.8 (62) 2.7 (62) 4.2(77) 3.5(77) 3.8 (77) 3.5 (77) 4.5 (76) 3.9 (76) 4.1 (76) 3.5 (76) - - Número medio d e hijos deseado - 2.5 (92) 2.4 (92) 3.0 (87) 2.5 (87) 2.5 (95) 2.3 (95) 2.3 (93) 2.2 (93) 2.1 (93) 42 (62) 25 (62) 27 (62) 32 (62) 62 (62) n 59 (95) 65 (95) 70 (93) 72 (93) 76 (93) 49 (76) 60 (76) - - 44 (92) 45 (92) 23 (75) 46 (75) 11 (76) 49 (76) 44 (86) 56 (86) 30 (75) 57 (75) - - Prevalencia del uso d e anticonceptivos modernosa b Fuente: CELADE, 1993b; Rodriguez, 1993; United N'itions, 1993c y 1987; CELADE y CFSC, 1972, Series de encuestas DHS y WFS. L,i previ~leiiciii uso de aiiticonceptivos sta refiere a las mujeres eiitre 15 y 49 años uiiidas al momeiito d e la encuesta. drl h Iiiclii~t. rnctodos nioderiios y tr,aclicioiiLilt~s. 6.5(62) 5.2 (62) 4.4 (75) 2.8 (75) 5.3 (62) 4.2 (60) Chile Santiago - 4.5 (70) 3.6 (70) 6.2 (62) 5.0 (62) 3.6 (62) Brasil Sáci Paulo Río de Janeiro 3.1(72) 2.7(72) 3.1(62) 2.1(62) Argentina BuenosAires Países v Tasa global de fecundidad Cuadro 7 METRÓPOLIS AMÉRICALATINA Y PAISES DONDE SE LOCALIZAN: TASA GLOBAL DE FECUNDIDAD, NÚMERO DE HIJOS DE DESEADOS Y PREVALENCIA DEL USO DE ANTICONCEPTIVOS MODERNOS (1950-1970,1970-1979 y 1980-1990) a iP 11 (55) 9 (55) - 12 (60) 10 (60) 12 (55) 6 (55) 13 (55) 11 (55) 25 (50) 13 (50) 13 (55) 7 (55) Brasil Sáo Paulo Río de Janeiro Chile Santiago Colombia Bogotá México C. de México Perú Lima Venezuela Caracas 6 (75) 18 (62) - 8 (75) 7 (75) 8 (75) 8 (75) 6 (75) 8 (79) 7 (79) - 9 (75) 4.5 (94) 6.6 (94) - 6 (87) 5 (87) 5.4 (92) 5.5 (92) 8.0 (93) 9.4 (93)b 60 (62) 57 (60) 51 (52) 48 (40) 66 (60) 68 (60) 67 (75) 63 (75) 67 (75) 62 (79) 64 (79) - 68 (75) 71 (90) 72 (90) 68 (85) 69 (85) 64 (85) 68 (85) 69.1 (81) 72.1 (81)a Esperanza d e vida al nacer (entre uaréntesis año de la cifra) 80.5 (60) 97 (60) 115 (60) 140 (50) 115(50) 58 (60) 30 (60)a 45 (75) 50 (79) 43 (79) 80 (70) 49 (70) 75 (79) 55(79) 58 (78) - 45 (75) 25 (90) 22 (90) 31 (95) 26 (95) 14 (92) 12 (92) 48 (91) 42(91) 33 (91) 22 (93) 17 (93)a Mortalidad infantil (por mil) (entre paréntesis año de la cifra) Fuente: C'ímara de Comercio de Bogotá, s/f; CELADE, 199313; Rodriguez, 1993; CEPAL/CELADE, 1993; Unitecl Natioiis, 1993~; Series d e eiicuestas WFS y DHS, Recchiiii d e Lcittes,1971; INDEC, 1993. Capital Federal. h Capital Ftxder,il y Proviiicin de Bueiios Aires. 13 (60) 11 (60)a Tasa bruta d e mortalidad (por mil) (entre paréntesis año de la cifra) Argentina Buenos Aires Países y metrópolis METR~POLIS AMÉIUCALATINA Y PAÍSES DONDE SE LOCALIZAN: TASA BRUTA DE MORTALIDAD, ESPERANZA DE VIDA DE AL NACER Y MORTALIDAD INFANTIL (1950-1970,1970-1979 y 1980-1990) Cuadro 8 -como los de Buenos Aires, Sáo Paulo y Caracas-, estos flujos han tenido una importante componente internacional. Por lo común, sin embargo, los flujos migratorios han procedido de los mismos países a los que pertenecen las metrópolis. Entre 1950 y 1960 el aporte directo de la migración neta representó más del 60% de la tasa de crecimiento total en Caracas y Santa Fé de Bogotá; en las demás metrópolis esa contribución osciló en torno al 50"/0.Aunque entre 1960 y 1970 la intensidad de la inmigración a las metrópolis disminuyó en la mayoría de los casos, su expresión en términos absolutos fue aun mayor que la registrada en la década precedente; de este modo, la contribución inmediata de la migración neta excedió el 50% de la tasa de crecimiento de S50 Paulo y Santa Fé de Bogotá, y se acercó al 40% en las restantes metrópolis (Herrera y Pecht, 1976). El descenso en la intensidad de la inmigración se acentuó aun más en los años setenta y, en particular, en los ochenta, como se deduce de los resultados de la ronda de censos de 1990. Dado que los mismos datos indican un aumento en la cuantía y la intensidad de la emigración desde las metrópolis, la magnitud absoluta del saldo neto se habría reducido fuertemente. Así, en el caso de Buenos Aires se estima que la migración neta de todo el intervalo que va de 1980 a 1991 habría sido equivalente a 430 mil personas, menos de un tercio del monto calculado para el período 1950-1960 (1.3 millones) (Vapñarsky, 1994). En Santiago de Chile, estimaciones indirectas señalan que la tasa de migración neta anual habría descendido desde alrededor de 10 por mil entre 1977 y 1982 a 2 por mil entre 1987 y 1992 (Rodríguez, 1993).Más aun, los antecedentes censales muestran que entre 1985 y 1990 Ciudad de México registró un balance migratorio negativo de 300 mil personas (CONAPO, 1992)1s Como en el caso del conjunto de las ciudades grandes, la inmigración a las metrópolis se distingue por su carácter diversificado, tanto en términos de los atributos sociodemográficos como de los rasgos socioeconómicos de las personas que integran estas corrientes. Por cierto, existen también algunos aspectos comunes. La mayoría de los inmigrante5 son adultos jóvenes que inician su inserción en la vida laboral; otra proporción importante corresponde a jóvenes que se trasladan para proseguir sus estudios. Además, las metrópolis de América Latina se caracterizan por atraer migrantes mujeres, lo que se asocia con una fuerte demanda de mano de obra en los sectores de servicios -instituciones y personales, incluidos los domésticos-, comercio y entidades de intermediación financiera (Singelmam, 1993; Szazs, 1992; Recchini de Lattes, 1991; Elton, 1979; Alberts 1977). En cuanto a la procedencia, se ha observado que, por lo co18 Según recientes publicaciones, el Área Metropolitana de Sáo Paulo también se habría convertido en una zona de emigración neta durante los años ochenta (United Nations, 1993c; Ackel y otros, 1992). Este antecedente debe ser considerado con cautela porque se refiere a una definición del Área Metropolitana distinta de la oficial (que es la utilizada en este artículo). mún, los flujos preponderantes se originan en otros centros urbanos (CEPAL/CELADE, 1993; Ebanks, 1991; Lattes, 1990). 4. Estructura según edad y sexo. Las metrópolis de América Latina comparten varios rasgos de sus estructuras demográficas. De un modo virtualmente sistemático -y como reflejo de una inmigración en la que históricamente han predominado las mujeres-, presenta11 índices de masculinidad inferiores a los promedios nacionales; por ejemplo, alrededor de 1990, los índices observados en Buenos Aires, Santiago de Chile y Santa Fé de Bogotá oscilaban entre 90 y 92, en tanto que entre las poblaciones nacionales las cifras eran claramente superiores. Este predominio femenino en las metrópolis se hace patente desde edades adultas jóvenes y, por cierto, se acentúa en los grupos de 60 y más años; por ende, esta composición de la población metropolitana da lugar a especificidades de género que difieren de las observables en el resto de los conjuntos nacionales. En lo que concierne a la estructura según edad, tal vez el mayor cambio acaecido en las metrópolis durante la segunda mitad del siglo XX -y especialmente en los tres últimos decenios- sea el ensancliamiento progresivo de la población en edades laborales (20-60 años); este fenómeno es un fruto combinado de los efectos de la transición demográfica y de la prevalencia de adultos jóvenes en los flujos de inmigración. De modo complementario, se aprecia que las bases de las pirámides de las poblaciones metropolitanas -desde largo tiempo más angostas que las de las poblaciones nacionales- han experimentado una notoria retracción. Dado el carácter relativamente reciente de los procesos de transición demográfica, el envejecimiento de la población es un proceso que ha venido avanzando con ritmo pausado en la mayoría de las metrópolis. Sin embargo, Buenos Aires representa una excepción. Según los datos del censo de 1991, un 15.1% de la población de esta metrópoli tenía 60 o más años de edad y tan sólo el 25% era menor de 15 años.'Y Esta relativamente elevada proporción de población de edades mayores es el resultado de una transición muy temprana, pues los niveles reproductivos ya habían descendido considerablemente en los años cincuenta. Por cierto, esta situación también refleja los efectos del envejecimiento de las cohortes migratorias externas que se registraron hasta los años cincuenta. Un caso diferente es el de Ciudad de México, donde la dinámica demográfica imperante hasta los años sesenta se tradujo en un rejuvenecimiento de la población; en 1970 el 41.S0%de la población era menor de 15 años y sólo un 3.5% tenía 65 años o más. El descenso de la fecundidad que se evidenció a contar de los años setenta ocasionó una fuerte disminución de la representación de los menores de 15 años, que se redujeron 19 En la Capital Federal, que constituye el núcleo central de la aglomeración bonacl rense, el porcentaje d e población con 60 años o más de edad alcanzaba al 22'10 en 1991. al 33.4% de la población en 1990, en tanto que las personas de 15 a 64 años se incrementaron al 62.8% del total. Una evolución similar se ha advertido en el caso de Santa Fé de Bogotá, donde también ocurrió una drástica reducción de la fecundidad en un corto período.20 Santiago de Chile parece configurar un caso que se sitúa en medio de los casos de Buenos Aires y Ciudad de México. Además de la reducción de la ponderación relativa de los menores de 15 años y del ensanchamiento de las edades intermedias, en Santiago se ha verificado un aumento relativamente importante de la participación que cabe a la población de la tercera edad. Se calcula que el porcentaje de población menor de 15 años disminuyó de 36.3% en 1960 a 30% en 1982 y a 28% en 1992; por su parte, los mayores de 64 años aumentaron de 4.1% en 1960 a 5.6':1, en 1982 y a 6.5% en 1992. Los antecedentes relativos a Lima, Caracas y, probablemente a 550 Paulo, indican que la evolución experimentada habría sido semejante a la constatada en Ciudad de México y Santa Fé de Bogotá: disminución de la base de la pirámide, ensanchamiento de las edades intermedias y muy ligero incremento de la representación de la tercera edad. También es probable que los cambios ocurridos en Río de Janeiro f ~ ~ e s e n similares a los descritos respecto de Santiago de Chile. 5. Determinantes de las tendencias demográficas metropolitanas. Se dispone de una relativa abundancia de investigaciones acerca de los factores que estimulan una menor fecundidad en las metrópolis (United Nations, 1987 y 1984). Dentro del complejo de relaciones que componen el marco socioproductivo metropolitano se establecen parámetros específicos de reproducción social que ponen en movimiento una serie de cainbios favorables a una reducción de los ritmos de reproducción biológica. Al amparo de esas condiciones contextuales tienden a disminuir los beneficios directos que deparan los hijos y a aumentar sus costos económicos. Asimismo, se gesta una apertura de los horizontes de movilidad social, cuya materialización se potencia con la postergación de la maternidad o paternidad. Estas mismas circunstancias facilitan que las decisiones sobre la fecundidad adquieran el carácter de una elección voluntaria racional. De igual modo, las posibilidades concretas de participación laboral y la mayor diversidad de pautas de interacción contribuyen a elevar el estatus de la mujer, abriéndole perspectivas distintas a la sola maternidad o a su condición de esposa y ama de casa. Sin embargo, desde el clásico estudio de Rosen y Simmons (1967) quedó en claro que la magnitud demográfica de la urbe no es el factor determinante para la generación de las condiciones antes mencionadas, ya que serían las características de las relaciones En 1973 la población de Bogotá presentaba una estructura juvenil, pues el 45')" d e los habitantes tenía menos de 15 años y sólo un 2.6% superaba los 64 año5. En 1985, un tercio d e los habitantes d e la metrópoli era menor d e 15 años y el 3.2% tenía 65 años y más (Cámara de Comercio de Bogotá, s / o . 20 Figura 6 CIUDAD DE MÉXICO Y BUENOS AIRES: EVOLUCIÓN DE LA ESTRUCTURA SEGUN EDAD Y SEXO DE LA P O B L A C I ~ N , 1950-1990 CIUDAD DE MEXICO: ESTRUCTURA SEGUN SEXO Y EDAD, 1950 REPRESENTACION PlRAMlDAL CIUDAD DE MEXICO: ESTRUCTURA SEGUN SEXOY EDAD, 1990 REPRESENTACION PlRAMlDAL 70 anos y mas 70 anos y mas 60-69 60-69 50 59 50-59 4049 40-49 30-39 30 39 20-29 20-29 10-19 10-19 0-9 0-9 1412108 6 4 2 O 2 4 6 8101214 1 14 1210 8 6 l H O M B R E S DMUJERES 4 2 O 2 4 6 8 1012 14 l H O M B R E S O MUJERES BUENOS AIRES: ESTRUCTURA SEGUN SEXOY EDAD, 1950 REPRESENTACION PlRAMlDAL BUENOS AIRES: ESTRUCTURA SEGUN SEXOY EDAD, 1990 REPRESENTACION PlRAMlDAL 70 anos y mas 70 anos y mas 60-69 60-69 50-59 50-59 40-49 40 49 30-39 30 39 20-29 20-29 10 19 10.19 O9 09 141210 8 6 4 2 O 2 4 l H O M B R E S O MUJERES 6 8 101214 141210 8 6 -HOMBRES 4 2 O 2 4 6 8 101214 OMUJERES socioeconómicasy culturales prevalecientes las que jugarían un papel clave en la determinacióri de las decisiones sobre fecundidad dentro de las parejas. Aun cuando las observaciones anteriores quedan en evidencia cuando se constata que las ciudades de mayor tamaño no siempre son las que presentan menores niveles de fecundidad, el análisis de la estructura productiva y del tejido de relaciones socioculturales de cada metrópoli desborda ampliamente los objetivos de este artículo. No obstante, los argumentos teóricos que adjudican a los valores socioculturales transmitidos de manera masiva un papel fundamental en las conductas reproductivas aparecen reforzados por las evidencias empíricas; así, en algunas metrópolis que registran rezagos en sus índices de modernización socioeconómica se aprecian niveles de fecundidad sorprendentemente bajos, por ejemplo, Lima en 1991-1992, según datos de la DHS respectiva.21 Por lo 21 Aunque no puede descartarse que las cifras, de tipo transversal, estén influenciadas por coyunturas de depresión económica y, por tanto, no serían proyectables hacia el futuro. demás, esos argumentos encuentran sustento en los resultados de \,arios estudios que han encontrado un alto grado de homogeneidad en las preferencias reproductivas -o ideales de fecundidad- entre las poblaciones de diversos aglomerados metropolitanos, sin que las importantes diferencias socioeconómicas entre ellos se hiciesen sentir como factores de discriminación en aquel plano.22 Dentro de los determinantes inmediatos de la fecundidad, un factor básico de su descenso ha sido la ampliación del uso de métodos anticonceptivo~ modernos. En aquellas metrópolis que cuentan con información adecuada sobre la proporción de usuarias de anticonceptivos, se observa que entre 1950 y 1990 la prevalencia de uso de anticonceptivos modernos más que se duplicó. Asimismo, las diferencias en el uso de anticonceptivos modernos entre las metrópolis y el promedio nacional contribuyen a entender la menor fecundidad en las primeras. Las cifras de prevalencia de uso de anticonceptivos modernos permiten comprender, también, cómo fue posible que ya a inicios de la década de 1960 en Buenos Aires la fecundidad llegase cerca del nivel de reemplazo; en efecto, el porcentaje de mujeres unidas y en edad fértil usuarias de anticonceptivos modernos era tan alto como el existente durante los años ochenta en Río de Janeiro, Santa Fé de Bogotá y Ciudad de México. Sobre otras variables intermedias de la fecundidad -patrones de nupcialidad, lactancia y aborto- los datos disponibles son escasos y su examen no muestra efectos relevantes so~ bre su descenso (Berquó y otros, 1985, para el caso de s a Paulo). Que el nivel de la mortalidad, total e infantil, sea inferior en las metrópolis que en el conjunto de las poblaciones nacionales no es extrario, pues las condiciones materiales de vida en aquellas urbes normalmente superan a los promedios nacionales y sus índices de atención de la salud se encuentran entre los mejores del cada país. En Santa Fé de Bogotá, por ejemplo, a mediados de los años noventa la atención médica cubría el 94% de los partos y el 96% de los nacimientos ocurría en centros de salud; los promedios nacionales, en cambio, se reducían al 74% y 77%, respectivamente (DHS, 1995). Análogamente, alrededor de 1980 la región metropolitana de Caracas contaba con un profesional médico por cada 600 habitantes; en tanto, a escala del país, la relación era de uno por cada mil habitantes. En Lima, un 77% de los nacimientos ocurridos entre 1986 y 1991 fueron objeto de atención prenatal por personal médico; el promedio en el conjunto de Perú fue de sólo un 43% (DHS, 1991-1992). 22 De modo análogo, el lento descenso e incluso el aumento de la fecundidad que se ha observado durante los últimos 30 años en Buenos Aires, Río de Janeiro y Cantiago de Chile es un fenómeno cuyo estudio podría arrojar luces sobre la incidencia de factores de tipo sociocultural. Tal fenómeno no parece haber encontrado una explicación suficiente cuando se le ha examinado sólo desde el ángulo de los factores de orden socioeconómico. Por tanto, la disponibilidad y el acceso a servicios institucionales de salud constituyen un atributo metropolitano, tal vez posibilitado por las propias condiciones de escala de aquellos asentamientos. De este modo, las campañas de tipo preventivo sobre riesgos a la salud, como las orientadas a promover la educación para protegerla, suelen verse facilitadas -y potenciadas- en un medio en el que se concentran los efectivos humanos. Algo similar puede decirse en relación con las dotaciones de infraestructura de saneamiento básico; en efecto, el tendido de redes de suministro de agua potable y de recolección de aguas servidas involucra costos unitarios que tienden a hacerse menores con el incremento de la escala del asentamiento. Todos estos factores inciden en una situación más favorable al control de la morbilidad y de los vectores que en el resto de los territorios. Con relación a la migración, los estudios han destacado los vínculos entre los traslados masivos de población y las estrategias de desarrollo. Desde el siglo pasado, por lo menos, el centralismo político y adrninistrativo tan característico de las sociedades nacionales de América Latina dio lugar a que las capitales de los países adquiriesen una nítida preerninencia demográfica y socioeconómica. Como esta tendencia centralista inL.0lucró una persistente demanda por mano de obra, tanto para la atención de las funciones de rango directivo y decisorio como para la provisión de servicios personales, las capitales se convirtieron en centros de atracción de población. El fortalecimiento de las estructuras de los gobiernos centrales y el volcamiento de las economías hacia la exportación contribuyeron a que desde mediados del siglo XIX la metropolización fuese un proceso expansivo en Argentina, Brasil, Chile y Uruguay; en estos países, tal vez en mayor grado que en el resto de la región, la migración de origen interno y externo se orientó preferentemente hacia las ciudades capitales -como también hacia la metrópoli paulista, en Brasil-, donde se extendían de modo incesante tanto los aparatos institucionales concomitantes con las faenas de exportación e importación como la naciente actividad de tipo manufacturero (Villa, 1996, 1992 y 1980; HÁBITAT, 1996; Bahr y Mertins, 1993; Chackiel y Villa, 1992; de Mattos, 1979; Hardoy y Schaedel, 1975; Castells, 1973). Sin embargo, a partir de mediados del decenio de 1940, y en directa relación con la puesta en marcha de la estrategia de sustitución de importaciones, las oleadas de migrantes hacia las metrópolis adquirieron ribetes espectaculares. Se ha sostenido que esta estrategia las estimuló, porque las ciudades, en especial las de mayor tamaño de población, fueron los eslabones espaciales fundamentales de este modelo de desarrollo (CELADE, 1995; CEPAL, 1989; de Oliveira y Roberts, 1989). La expansión de la industria sustitutiva de importaciones requirió de una mano de obra mínimamente calificada y concentrada físicamente. Además, las aglomeraciones urbanas fueron la base del naciente mercado interno necesario para afianzar la industria. Esas mismas aglomeraciones ofrecían una serie de ventajas comparativas y economías de aglomeración para la producción secundaria masiva. A causa de lo anterior, la inversión privada y pública se concentró en las grandes ciudades; esta concentración, aunada a la expansión de la administración pública, contribuyó a aumentar la demanda por empleados en las ciudades, especialmente en las metrópolis. No es extraño, entonces, que estas últimas hayan sido lugares altamente atractivos para los potenciales migrantes. No obstante, radicar la explicación de la migración hacia las metrópolis sólo en lo acaecido en esas mismas ciudades, o incluso en el conjunto del sistema urbano, es insuficiente. Según diversas investigaciones, el escaso dinamismo laboral y la marcada vulnerabilidad económica del sector agropecuario se asociaban con el predominio de unas estructuras productivas dualistas: por una parte, se encontraban los latifundios de propietarios ausentistas que, realizando una explotación de tipo extensivo, generaban un magro producto; por otra, las unidades de tipo familiar campesino que, basándose en el empleo de mano de obra familiar y el uso de suelos de bajo rendimiento, se distinguían por una menguada productividad. Unas y otras condiciones contribuían a reducir las expectativas de las poblaciones rurales y operaban como factores de desarraigo ya desde la década de 1930. A medida que descendía la mortalidad y se aceleraba el incremento demográfico, esas mismas condiciones -especialmente entre los años cuarenta y setenta- provocaron un verdadero éxodo rural (CELADE/BID, 1996; PREALC, 1990; de Oliveira y Roberts, 1989; Castells, 1973).Los emigrantes del campo se dirigieron hacia las ciudades, donde las condiciones de vida y las oportunidades educacionales y laborales para ellos y sus familias eran mejores. En el contexto esbozado, los procesos de cambio socioeconómico desencadenados por la estrategia de sustitución de importaciones -que demandaban insumos para la industria y suministro de alimentos a bajo precio como un medio de abaratar el costo de la mano de obra- y las transformaciones socioculturales asociadas a tal proceso dieron origen a dos respuestas. La primera provino de un sector minoritario de los latifundistas y consistió en una modernización tecnológica, entre cuyos efectos destacó la reducción de la demanda de mano de obra. La segunda correspondió a la virtual desarticulación del sector campesino, que vio mermadas sus posibilidades de sobrevivencia ante el deterioro de sus ingresos. De este modo, las transformaciones sociales, tanto en el plano económico como en el cultural, desembocaron en una intensificación de la corriente migratoria del campo a la ciudad. El masivo traslado de migrantes hacia las grandes ciudades, junto con el aumento del crecimiento demográfico natural producto del descenso de la mortalidad, provocó un fuerte incremento de la población de las metrópolis. Como este ritmo de expansión -además de imponer una importante "presión" sobre la oferta de servicios sociales básicos- dio lugar a que la disponibilidad de mano de obra fuese mayor que la tasa de crea- ción de empleos por parte de los sectores "modernos" de la economía, se acuñó la tesis de una "sobreurbanización" de las sociedades de América Latina. Es decir, se consideraba que el aumento del porcentaje de población residente en zonas urbanas había superado las capacidades del desarrollo socioeconómico de los países; tal situación contrastaba con la acaecida en las naciones del primer mundo, donde la urbanización y el progreso económico habrían sido procesos concomitantes (Gilbert, 1996; CEPAL, 1989). Este fenómeno habría sido especialmente manifiesto en las metrópolis, donde la población se expandía rápidamente mientras los puestos de trabajo lo hacían a un ritmo mucho menor, se abultaba el sector terciario informal, la pobreza aumentaba, crecían los problemas de salud ambiental y se agudizaba el déficit de vivienda y servicios básicos. Bajo las condiciones descritas por los diagnósticos que nutrían la tesis de la sobreurbanización era inexplicable la persistencia de la migración a las metrópolis; sin embargo, como se deduce de los datos arrojados por los censos levantados alrededor de 1970 y 1980, esta corriente se mantuvo. Por ende, se recurrió a diferentes modalidades del modelo de "factores de atracción y de expulsión" y se llegó a la conclusión que, en los primeros años de urbanización sostenida, los factores de atracción en las ciudades -mejores empleos, salarios y condiciones de vida, mayores oportunidades educacionales y de otro tipo- fueron predominantes; posteriormente, habrían prevalecido los factores de expulsión derivados de las precarias condiciones de vida existentes en las zonas campesinas. Más allá de la noción de sobreurbanización, el proceso acaecido en América Latina tiene los rasgos propios de un cambio estructural que se ha desarrollado en un medio caracterizado por históricas desigualdades socioeconómicas. Así, la urbanización y las corrientes migratorias que la han venido alimentando se deben entender como componentes del complejo de modificaciones ocurridas en el seno de sociedades específicas; no cabe interpretar estos componentes a la luz de comparaciones diacrónicas que supondrían la vigencia de un modelo universal -ahistóricode cambio. Por lo mismo -a pesar de los aparentes deterioros que pudieron sufrir las condiciones de vida de la población metropolitana-, la persistencia de las desigualdades socioeconómicas entre el campo y la ciudad, auxiliada por la conformación de una red de contactos urbanos foj a d a por las oleadas de migrantes previos, ha tenido un papel fundamental en el surgimiento y la mantención de las corrientes migratorias de origen rural y destino urbano (CELADE, 1993a; Chackiel y Villa, 1992; Ebanks, 1991; PREALC, 1990). Por cierto, a medida que las áreas rurales han ido perdiendo significación demográfica -básicamente por efecto de la emigración-, las corrientes destinadas a las metrópolis han comenzado a originarse en el resto de los sistemas urbanos; asimismo, el fortalecimiento gradual de otros integrantes de aquellos sistemas urbanos nacionales ha contribuido a la aparición de nuevas opciones de destino para los migrantes. 1970-1979 1980-1985 1985-1989 1990-1995 1970-1979 1980-1985 1985-1989 1990-1993 1980 1986 > . 1994 Índice d e Gini de la distribución del ingreso Fuente: CEPAL, 1997, 1996, 1994, 1993a, 1993b, 1993c, 1993f, 1993g, 1992a, 1991a, 1991b; Webb y Baca de Valdez, 1992; de Couza, 1985; Anuarios Estadísticos Oficiales. Nota: A menos que haya una indicacióri expresa en otro sentido, las estimaciones de pobreza han sido hechas con la metodología de la "línea de pobreza" que utiliza la CEPAL y las cifras se refieren a su prevalencia dentro de la población. En el caso del desempleo, las estimaciones corresponden a los conceptos definidos por cada fuente y pueden, por tanto, no ser directamente comparables entre países. En el caso del índice de Gini, corresponde a la distribución de hogares según ingreso per cápita. Las cifras de pobreza, para 1970 y 1994, se refieren a porcentajes de liogares pobres (sólo urbanos en 1994); las cifras de desempleo corresponden a zonas urbanas. h Los índices de Gini que aparecen bajo la columna de 1986 correspondeii a 1989. Las cifras nacionales de desempleo se obtienen como promedio poiideraclo de las siete áreas metropolitanas principales en 1991 y de las ciiatro áreas metropolita~~as mayores en los aiios restantes. Las cifras de la distribución del ingreso a escala nacional aluden al promedio ponderado de las siete áreas nietropolitaiias principales. Las cifras nacionales de la distribución del ingreso corresponden a zonas urbanas. Argentina Buenos Aires b Brasil SZo Paulo Río d e Janeiro Chile Santia O b ColornEia c Bogotá México d C. d e México Perú Lima Venezuela Caracas Países Pobreza METRÓPOLIS DE AMÉRICA LATINA Y PAÍSES DONDE SE LOCALIZAN: EVOLUCIÓN DE ASPECTOS SELECCIONADOS RELACIONADOS C O N LA CALIDAD DE VIDA (1970-1990) Cuadro 9 Sin perjuicio de retrocesos propios de coyunturas desfavorables -como la representada por la "década perdida" de 1980-, la evoluciór~ de los indicadores sociales en las metrópolis debe examinarse dentro del contexto más amplio de las sociedades a las que pertenecen. En tal sentido, y con todas las limitaciones que se infieren de los montos alcanzados por esos indicadores, sus valores indican que la calidad de vida de la población avecindada en las metrópolis es, sistemáticamente, menos adversa que en los conjuntos nacionales respectivos (cuadro 8). Ahora bien, dado que las metrópolis han adquirido una creciente visibilidad -merced a los mensajes e imágenes difundidos por los medios de cornunicación de masas-, sus problemas son rápidamente conocidos por la población del resto de los países y se convierten en materia de preocupación política prioritaria; así parece haber ocurrido cuando la región experimentó, durante los años ochenta, la peor recesión económica desde los años treinta. Desde luego, los efectos de esa recesión se hicieron sentir con especial intensidad en las metrópolis, pues sus repercusiones se descargaron principalmente sobre los sectores "modernos" de la econoniia, que tienen una mayor representación absoluta y relativa en el medio metropolitano que en el resto de los países. Así, parecería ser que la pérdida de empleos en la industria y en el sector público -amén de una menor inversión en infraestructura básica y servicios-, a raíz de la crisis y de las medidas de ajuste estructural con que se le enfrentó, provocaron una merma del atractivo de las metrópolis. Durante los años ochenta, y como parte del ajuste estructural, se pusieron en práctica decisiones políticas que dieron lugar a un conjunto de transformaciones socioeconómicas destinadas a impulsar un nuevo modelo de desarrollo. Este modelo se basa en el libre juego de las fuerzas del mercado y en una reducción de la acción del Estado en los ámbitos productivos, de promoción social y de fiscalización del sector privado (CELADE, 1995).A corto plazo, estas nuevas orientaciones, si bien han contribuido a reordenar los equilibrios macroeconómicos y a recuperar el crecimiento en varias de las economías de la región, han tenido efectos negativos en las metrópolis; entre estos efectos pueden mencionarse: expansión desenfrenada del parque automotor; reducción de los controles sobre la contaminación industrial; "desregulación" urbana -que, entre otros aspectos, ha resultado en una liberación de suelos urbanos para fines inmobiliarios, con la consecuente expansión espacial de las ciudades y debilitamiento de la red de asistencia social para los grupos de estratos bajos y medios. Si bien todavía resulta prematuro identificar las eventuales consecuencias a largo plazo sobre la distribución espacial de la población y la metropolización que pudiera entrañar este modelo "liberalizador", en muchos casos se ha constatado una dinamización del mercado de trabajo en zonas de producción para la exportación. En efecto, al amparo de condiciones especialmente favorables para el inversionista, se han canalizado grandes flujos de inversión hacia la explotación de recursos primarios de tipo agrícola, pesquero y minero; análogamente, en determinadas localizaciones se ha fomentado la producción manufacturera de tipo maquila y en otras se han desarrollado importantes proyectos turísticos (Daher, 1993; Gilbert, 1993; Soler y Rubio, 1993; de Mattos, 1992 a y 1992 b). Aunque en modo alguno estos procesos han favorecido un "retorno al campo" -pues junto con el aumento de las relaciones salariales han involucrado la radicación urbana de los trabajadores-, parecen estar detrás de la recuperación del crecimiento demográfico y económico en algunas zonas no metropolitanas de los países.23 No obstante lo incierto de su relación directa con el nuevo modelo de conducción económica,' otros fenómenos importantes han adquirido relieve durante la última década. Entre estos fenómenos pueden señalarse dos: la revitalización de varias ciudades intermedias, algunas situadas en el entorno de las metrópolis y otras en las "periferias" nacionales; el auge de zonas donde se localiza la producción primaria para exportación; la disminución del porcentaje del producto generado por las metrópolis, condición que podría estar vinculada con una aparente merma de las condiciones de vida de la población radicada en esas ciudades grandes. Aun así, diversas investigaciones muestran que las metrópolis han mantenido posiciones privilegiadas dentro de sus respectivos países, tanto en lo que se refiere a producción económica como en lo que respecta a índices de bienestar de la población; esto contribuye a entender que la gran mayoría de ellas todavía sean zonas de inmigración neta (Riffo y otros, 1996; UNCRD, 1994; CEPAL, 1991a y 1991b). 6. Metrópolis y territorio. Uno de los temas que provoca mayor inquietud entre los planificadores urbanos -y las autoridades en general- es la expansión física de las metrópolis de América Latina, que algunos caracterizan como "explosiva y descontrolada" y muchos estiman que ha ido más allá de lo razonable. El aumento de la superficie es un proceso complejo, impulsado por diversos factores, entre los que destacan: las modalidades informales -espontáneas o "ilegales"- de ocupación de suelos por los asentarnientos populares, el uso especulativo del suelo por empresas in- 2e pueden citar numerosos ejemplos de esta revitalización demográfica de espacios productivos n o metropolitanoS a lo largo de la región latinoamericana. En ~ h i le, destacan los casos de expansión de la producción minero agrícola en el norte -Copiapó, La Serena, Antofagasta- y centro sur del país -Temuc«. En México, entre 1980 1990, las ciudades que presentan el más rápido crecimiento demográfico se sitúan en la frontera con los Estados Unidos -Tijuana, Ciudad Juarez, Mexicali-, en zonas de alto potencial turístico -Acapulco, Ensenada, Cancún- y en estados con zonas bien dotadas para la agricultura d e exportación -Sinaloa y ~ónora- (Alegría y otros, 1997).En Brasil, entre 1980 y 1991, el ritmo de crecimiento de S5o Paulo y Río d e Janeiro fue superado por seis de las siete áreas metropolitanas restantes del país -Belo Horizonte, Curitiba, Porto Alegre, Belem, Fortaleza y Salvador. y mobiliarias y la propia acción pública destinada a proveer vivienda a los sectores de menores ingresos. En muchos casos, el crecimiento territorial ha sido similar o más rápido que el demográfico (Bahr y Mertins, 1993; CEPAL, 1989); así, por ejemplo, en los casos de Santiago de Chile y Santa Fé de Bogotá se estima que la superficie que cubre la mancha urbana ha tenido, en los últimos 40 años, una expansión mayor que la experimentada por la población (CED, 1990; DANE, 1989; Villamizar y Cardona, 1986).2-1 Más notable aun ha sido el caso de Lima, cuyo ritmo de expansión física ha superado holgadamente su aumento demográfico: entre 1940 y 1993 el número de habitantes se multiplicó por diez y la superficie por treinta (de Llona, 1991). La expansión aludida ha dejado eriales en el interior de la urbe y debilitado la articulación fluida entre sus focos residenciales y los de actividades económicas. Esta situación, unida a las deficiencias estructurales de las metrópolis - c o m o la inadecuada vialidad, la concentración de actividades en unas pocas zonas y la modesta extensión de los servicios básicos-, genera problemas de diverso tipo para sus habitantes: aumento del tiempo gastado en el transporte, escasez de equipamiento urbano, precarización de las condiciones ambientales y de salud. Otros dos problemas graves derivados del crecimiento físico insuficientemente programado de las metrópolis son: el poblamiento progresivo de tierras de alto potencial agrícola ubicadas en sus alrededores y la ocupación de zonas de precarias condiciones de habitabilidad (UNCRD, 1994; Bahr y Mertins, 1993; CEPAL/CELADE, 1993; Ibarra y otros, 1986; Herrera y Pecht, 1976).*5Respecto del primer problema, desde hace bastante tiempo se ha expresado preocupación por las repercusiones de la expansión horizontal de Santa Fé de Bogotá sobre los terrenos agrícolas aledaños -suelos excepcionalmente fértiles de la sabana-, en los que se produce gran parte del trigo; la cebada y la papa de Colombia, y se concentra el cultivo (con rasgos industriales) de las flores de exportación, uno de los rubros económicos más rentables y de mayor crecimiento en el país (Roda, 1992). En el caso de Lima se ha constatado que su gran crecimiento territorial ha implicado la pérdida de tres cuartas partes del área agrícola potencial de la provincia homónima (Muñoz, 1991). En relación con la falta de aptitud de los suelos para la habitabilidad, cabe apuntar que el fenómeno adquiere expresiones severas en las zonas inundables de Buenos Aires y Siio Paulo; no menos graves son los riesgos de áreas expuestas a avalanchas y aluviones tanto en las laderas de los cerros que circundan Caracas y Río de Janeiro como en los faldeos cordilleranos de las zonas oriente de Santiago de Chile y sureste de Santa Fé de Bogotá. Así ocurrió e n Santiago de Chile durante los años ochenta, a raíz de medidas que supeditaron la gestión urbana a las políticas habitacionales y a la construcci6n de viviendas e n la periferia metrolitana (Rodríguez, 1993; CED, 1990). 25 En Caracas, hace tiempo que se señala el agotamiento del espacio urbanizable (Fadda, 1992). 24 Las observaciones anteriores llevan a señalar que las metrópolis son escenarios que evidencian diversas formas de ineficiencia en el uso de los recursos y potenciales deseconomías para los sectores público y privado de la economía (UNCRD, 1994; Bahr y Mertins, 1993; Tulchin, 1993; CED, 1990; PREALC, 1990).No obstante lo dicho respecto de la expansión horizontal de aquellas urbes, varios especialistas enfatizan los efectos potencialmente negativos -tanto en términos de la calidad de vida como de los costos involucrados- de la densificación y de la edificación en altura (Echeñique, 1996). Un hecho que merece destacarse -pues se relaciona tanto con las modalidades de expansión territorial de las metrópolis como con la tendencia a una menor concentración demográfica en ellas- es el fuerte crecimiento de la población y de las actividades productivas en algunas ciudades cercanas. Aunque esas ciudades se ubican fuera del límite oficial de las áreas metropolitanas, están insertas dentro de sus zonas de influencia cotidiana, como lo ponen en evidencia los entrelazamientos establecidos por densos flujos pendulares -relacionados con el trabajo, el estudio o la práctica de gestiones corrientes. Se estima que este fenómeno estaría sentando las bases territoriales de futuras megápolis, que no configurarían conurbaciones físicas sino estructuras espaciales relativamente discontinuas pero funcionalmente interdependientes. La integración socioeconómica de vastos complejos territoriales se consolidaría tanto mediante conexiones expeditas de redes viales y de transporte público como en virtud del aprovechamiento del potencial de imbricación generado por el progreso técnico de las telecomunicacio~~es y la telemática. Aunque se sospechaba que esta "megapolización" se estaba incubando desde hace tiempo, sólo en años recientes ha adquirido una materialización concreta, ejemplificada por los procesos de "desconcentración concentrada" y "dispersión polarizada" en los hiizterlntld de SZo Paulo y Ciudad de México (Baeninger,1996; Sabatini, 1991; Garza, 1978).Estos procesos han dado lugar a la redistribución de población y de las actividades productivas hacia zonas cada vez más distantes de la metrópoli central. Un estudio reciente describe los proyectos de transporte masivo que contribuirían a consolidar la extensión del área de influencia diaria de Ciudad de México hasta un radio de más de 200 kilómetros. Dentro de este territorio quedan insertos el eje que articula San Juan del Río y Querétaro, Pachuca y Ciudad Sahagún, Puebla y Tlaxcala, Cuernavaca y Cuatla, y Toluca (HABITAT, CONAPO, 1992). 1996; Asimismo, se ha advertido la conformación de gigantescos corredores que vertebran Sáo Paulo con otros componentes de la red urbana del estado homónimo, como Campinas, Santos, Sao José dos Campos y Sorocaba. La gran expansión territorial del complejo industrial y de servicios, sumada a la modernización agroindustrial del estado paulista, ha configurado una mancha demográfica y productiva -físicamente discontinua pero integrada por vías de transporte, redes de comunicación y lazos so- cioeconómicos- que se extiende hasta más de 100 kilómetros del centro de Sáo Paulo (Baeninger, 1996; United Nations, 1993c; de Mattos, 1992a; Cano y Pacheco, 1991; Kowarick y Jacobi, 1986). En Argentina, en parte a raíz de medidas en favor de una desconcentración concentrada, se han venido perfilando desde hace bastante tiempo las líneas matrices de un territorio megapolitano en el entorno del Gran Buenos Aires. Este proceso involucra a la ciudad de La Plata y un conjunto de localidades ribereñas del río Paraná, constituyendo un vector urbalio industrial que se prolonga en dirección a Rosario (Pesci e Ibáñez, 1992). Algunas iniciativas dirigidas a inducir una desconcentración concentrada han sido propuestas en relación con Santiago de Chile.?h En algunas metrópolis la posibilidad de cambios en este sentido está muy condicionada por su emplazamiento geográfico. Tanto e11 Lima como e n Santa Fé de Bogotá no hay localidades cercanas con suficiente potencicil para servir como opciones de destino de la población y las actividades productivas que saldrían del área metropolitana respectiva; en Caracas en Río de Janeiro la tendencia predominante ha sido más bien hacia el estancamiento demográfico y económico, entre otras razones por las dificultades físicas que se interponen a la continuación del crecimiento demográfico e industrial en su periferia y por el surgimiento de ciudades dentro del país que les superan en términos de atractivo para la población y las inversiones públicas y privadas. Más allá de las especificidades de cada metrópoli, un papel importante en el impulso de los procesos de desconcentración conceritrada ha correspondido a las decisiones sobre localización industrial.'7 Por ende, la pérdida de importancia relativa de las metrópolis en la generación del producto manufacturero de los países ha corrido a parejas con las ganaiicias que, en este mismo rubro, han obtenido los nacientes espacios megapolitanos. En el campo demográfico no se verifica un cambio de similar magnitud, aunque hay numerosos indicios de un comportamiento eii tal sentido, y así lo apuntan los datos censales de 1990 en Sáo Paulo (Baeriinger, 1996; Santos, 1996). Sin embargo, las nuevas corrientes migratorias Tal es el caso del proyecto d e desarrollo de una macro zona central en Chile, que supone potenciar los vínculos socinesdemográficas y productivas en una zona que se extiende hasta Valparaíso, Viña del Mar, San Felipe, Los Andes y Rancagua (Echeñique, 1993; Sabatini, 1991; Necc)cliea, 1991). 27 La dinámica espacial del sector servicios ha jugado un papel distinto en el f e n í ~ meno d e desconcentración concentrada. En lugar d e constituirse en un agente impulsor del crecimiento de localidades ubicadas fuera de las áreas metropolitanas, ha tendido a desplazar a núcleos situados dentro de aquéllas. Si bien las zonas céntricas siguen contando con una alta proporci6n de la oferta comercial v d e ser\+ ; cios, han surgido distritos comerciales piriféricos, ubicados no lejos de 1s zonas de residencia de la poblaci6n de ingresos elevados y de los grupos medios. 2" Figura 7a ÁREA METROPOLITANA AMPLIADA DEL GRAN BUENOS AIRES San Nicolas de los Arrovos ( 7 Océano Atlantico rJ LEYENDA Gran Buenos Alres peníer~a cercana pertfer~a lelana ÁREA METROPOLITANA AMPLIADA DE CIUDAD DE MÉXICO orientadas hacia localidades cercanas a las metrópolis, impelidas por los flujos de inversión productiva, no han sido suficientes para revertir la tcndencia a la merma de la concentración de la población urbana en el área megapolitana (cuadro 10). Así, el complejo megapolitano paulista -POblación de las mesorregiones de 550 Paulo (incluida la microrregión de Santos), Campinas y Vale do Paraiba ~aulista- disminuye su porcentaje respecto de la población urbana del país entre 1980 y 1991 (de 20.7% a Figura 7c ÁREAMETROPOLITANA AMPLIADA DEL GRAN SAO PAULO 18.7%). De modo similar, el aglomerado megapolitano formado por la Zona Metropolitana de Ciudad de México y las ciudades de Puebla, Tlaxcala, Toluca y Cuernavaca ha visto mermado su peso dentro de la población urbana nacional entre 1970 y 1990 (de 36% en 1970 a 32'% en 1990 (Ruiz, 1993).28 En cambio, Santiago de Chile es uno de los casos más refractarios a perder figuración relativa, incluso dentro del contexto ampliado del espacio megapolitano concebido para el futuro; no obstante la aplicación d e algunas medidas que se proponían inducir la desconcentración -como el traslado del Congreso Nacional a la ciudad de Valparaíso-, la metrópoli ha continuado aumentando su peso demc* gráfico dentro d e la población urbana del país. 28 7. Diferencias intrametropolitanas del crecimiento demográfico. El crecimiento demográfico de los diversos componentes espaciales de las áreas metropolitanas no ha sido homogéneo a lo largo del tiempo. Como promedio, entre 1950 y 1990, las zonas periféricas han tenido tasas de incremento mayores que las unidades administrativas centrales de las mismas. Más aun, la población de varias unidades de la periferia aumentó, en algunos intervalos intercensales de la segunda mitad del siglo XX años de las últimas cuatro décadas, a ritmos superiores al 10% anual; es decir, han debido enfrentar los desafíos que implica albergar una población que se duplica en un plazo inferior a siete años. En cambio, las unidades centrales de la mayoría de las metrópolis, no obstante que aún siguen siendo las de mayor envergadura demográfica -salvo en los casos de Smtiago de Chile y Lima-, han tendido a disminuir su crecimiento demográfico hasta el punto de convertirse en zonas de despoblamiento (véanse las tablas del Anexo).?" Desde antes de 1950 la población de la Capital Federal de Buenos Aires se ha mantenido estable en tomo a tres millones de personas; Santiago de Chile, por lo menos desde 1970, ha sufrido un "despoblamiento del casco antiguo" -integrado por la comuna de Santiago y las aledañas (Rodríguez, 1993; CED, 1990). Desde los años ochenta también se observa una declinación demográfica del área central de Ciudad de México y Lima, mientras que la población del Departamento Libertador de Caracas se estabilizó. A diferencia de los casos anteriores, la población de las unidades centrales de Río de Janeiro y S5o Paulo ha continuado creciendo. Según datos de una encuesta realizada en 1987, en los primeros años de la década de 1980 la zona nuclear de S50 Paulo -dentro del municipio homónimo- habría crecido más rápidamente que el resto del área metropolitana (United Nations, 1993c; Singer y otros, 1993);tal fenómeno se atribuía a la construcción en altura y a la proliferación de corticos -"conventillos", "casas colmena", "corralas" o inquilinatos, que son viviendas grandes localizadas preferentemente en el centro de la urbe, cuyos propietarios las subdividen para alquilarlas por cuartos a familias pobres." Sin embargo, las cifras censales de 1991 muestran una realidad bastante distinta, pues tanto el centro del municipio de S5o Paulo como sus contornos -que forman la zona interior de la metrópoli- perdieron población entre 1980 y 1991 (United Nations, 1993~). análisis más detallado de Río de Janeiro Un permite apreciar que el área nuclear del municipio central también ha experimentado una merma demográfica en los últimos años (Lombardi y Las unidades administrativas centrales de las metrópolis que coinciden con las zonas de implantación originaria corresponden a: Distrito (Capital) Especial d e Canta Fé d e Bogotá; municipios d e Río de Janeiro y Sáo Paulo; Capital Federal de Buenos Aires; Distrito Federal de Ciudad de México; comuna de Santiago; distrito de Lima en la provincia homónima; Departamento Libertador en Caracas. 30 No obstante, las cifras censales indican que el centro histórico del municipio de Sáo Paulo habría perdido cerca d e un 20% d e su magnitud demográfica entre 1960 y 1980 (Kowarick y Jacobi, 1986). 29 Veiga, 1989). Algo similar se podría decir de los distritos céntricos más viejos de Santa Fé de Bogotá (Villamizar y Cardona, 1986). A raíz de estas tendencias de reordenamiento de la estructura urbana, el modelo "clásico" según el cual se produciría un efecto de caída de la densidad demográfica al aumentar la distancia radial respecto del centro ha venido perdiendo vigencia en las metrópolis de la región. LOSfactores demográficos directamente responsables del intenso crecimiento de la población en la periferia y de su merma en las áreas centrales de las metrópolis de América Latina son difíciles de evaluar, pues no siempre se dispone de estimaciones confiables de natalidad, mortalidad y migración para unidades administrativas menores. Aun así, hay indicios para suponer que el principal factor detrás de estas tendencias sería la migración, involucrando tanto la inmigración desde el exterior de las áreas metropolitanas como la movilidad residencial dentro de las mismas (desde las áreas centrales a la periferia). Las estimaciones sobre migración indican que todas las unidades centrales de las áreas metropolitanas serían de emigración neta (Cámara de Comercio de Bogotá, s/f; Rodríguez, 1993; United Nations, 1993c y 1991; CONAPO, 1992; Ibarra y otros, 1986; Recchini de Lattes, 1971).31 Por añadidura, los datos disponibles -no obstante sus limitaciones- señalan que en esas unidades centrales los nacimientos siempre han excedido a las defunciones; por tanto, parece impropio imputar la responsabilidad de la disminución de su población al crecimiento natural. Según estimaciones para el período 1945-1960, la Capital Federal de Buenos Aires habría presentado tasas negativas de migración neta desde antes de iniciarse la segunda mitad del siglo XX. Análogamente, diversos cálculos indirectos han permitido detectar que la comuna central de Santiago de Chile era expulsora ya en los años setenta y que su tasa de migración neta en la década de 1980habría sido de -30 por mil (Rodríguez, 1993). En igual sentido, los resultados del censo de 1990 indican que el Distrito Federal de México -que hasta 1980 tuvo un aumento sostenido de su población- habría perdido unas 700 mil personas de 5 y más años de edad por concepto de migración neta entre 1985 y 1990. También, entre 1980 y 1991, los emigrantes del municipio de Sáo Paulo habrían superado en un millón de personas a los inmigrantes (United Nations, 1993 c). Por cierto, la expulsión de población de las unidades centrales no ha significado una erosión demográfica para el conjunto de las áreas metropolitanas pertinentes, pues parte importante de la emigración de aquellas unidades ha tenido como destino la periferia de las mismas metrópolis. Esto es más una mudanza residencial intraurbana que una migración propiamente tal. El despoblamiento de las áreas centrales es un fenómeno ya experimentado en varias metrópolis de los países desarrollados; en algunas, tal proceso se ha revertid o en los últimos años, como fruto d e políticas públicas d e redensificación y de la aparición d e nuevos estilos de vida (como la ge~itrificntio~i) entre los actores privados (Borgegird y Murdie, 1993; Moreno, 1992). 31 2 982 583 1742 956 4 725 539 415 378 208 459 623 837 5 349 376 2 966 634 3 772 411 6 739 045 665 964 298 852 964 816 7 703 861 1960 " Distrito Federal 3 050 442 Municipios conurbanos 314 381 Area Metropolitana 3 364 823 Periferia cercana e 223 Y33 Periferia lejana f 426 728 Entorno del Area Metropolitana 650 661 Area Metropolitana Ampliada 4 015 484 1947 1980 1991 1970 Años 1980 1991 2 972 453 2 Y22 829 2 960 976 5 380 465 6 843 261 7 967 573 8 352 918 9 766 090 10 928 549 868 503 1 120349 1 379 901 365 581 450 765 516 618 1234 089 1571 114 1896 519 9 587 002 1 337 204 12 825 068 1 1970 Años 4 870 876 6 874 165 8 831 079 8 235 744 609 672 2 139 998 5 219 303 6 811 941 5 480 548 9 014 163 14 050 382 15 047 685 289 998 496 663 788 629 1 471 233 551 024 899 327 1430 949 2 132 209 841 022 1 395 990 2 219 578 3 603 442 6 321 570 10 410 153 16 269 960 18 651 127 1960 Área Metropolitana Ampliada de Ciudad de México Componentes Capital Federal Partidos conurbanos a Gran Buenos Aires (GBA) Periferia cercana h Periferia lejana c Entorno del GBA Área Metropolitana Ampliada 1947 Área Metropolitana Ampliada de Buenos Aires Componentes 76.0 7.8 83.8 5.6 10.6 16.2 100.0 1947 55.7 32.6 88.3 7.8 3.9 11.7 100.0 1947 77.1 9.6 86.7 4.6 8.7 13.3 100.0 1960 38.5 49.0 87.5 8.6 3.9 12.5 100.0 1960 66.0 20.6 86.6 4.8 8.6 13.4 100.0 1970 Años 31.0 56.1 87.1 9.1 3.8 12.9 100.0 1970 Años 44.2 36.5 80.7 7.9 11.4 19.3 100.0 1991 23.1 62.1 85.2 10.8 4.0 14.8 10G.O 1991 (continúa) 54.3 32.1 86.4 4.8 8.8 13.6 100.0 1980 25.8 60.3 86.1 9.9 4.0 13.9 100.0 1980 ÁREAS METROPOLITANAS AMPLIADAS DE BUENOS ALRES, CIUDAD DE MÉXICO Y SAO PAULO: POBLACION Y DISTRIBUCION RELATIVA SEGUN COMPONENTES, CENSOS DE 1950 EN ADELANTE Cuadro 10 2 2120149 443 698 2 563 847 444 744 628006 1 072 750 3 636 597 1947 1970 Años 1980 19919 3709275 5924615 8493226 9480427 1 081 594 2 194 150 4 095 499 5 718 996 4 790 869 8 118 765 12 588 725 15 199 423 678 639 1 033 593 1 567 768 2 021 844 993991 1496078 2654992 3782429 1 672 630 2 529 671 4 222 760 5 804 273 6 463 499 10 648 436 16 811 485 21 003 696 1960 58.3 12.2 70.5 12.2 17.3 29.5 100.0 1947 57.4 16.7 74.1 10.5 15.4 25.9 100.0 1960 55.6 20.6 76.2 9.7 14.0 23.8 100.0 1970 Años 50.5 24.4 74.9 9.3 15.8 25.1 100.0 1980 45.1 27.2 72.4 9.6 18.0 27.6 100.0 1991 f Fuente: Tablas del Anexo. Población total de los 19 partidos de la Provincia de Buenos Aires que circundan la Capital Federal. b Población de 7 partidos de la provincia de Buenos Aires presente en zonas tangentes al Área Metropolitana del Gran Buenos Aires y en 11 ciudades 10 situadas dentro de un radio de 100 kilómetros del centro de la aglomeración que contaban~on mil y más habitantes en 1991. Población de 10 ciudades situadas dentro del radio de 100 a 200 kilómetros del centro del Area Metropolitana del Gran Buenos Aires que en 1991 contaban con 20 mil o más habitantes. d Pob!ación total de los 27 municipios del Estado de México vecinos del Distrito Federal. e Población de las ciudades situadas dentro de un radio de 100 kilómetros del centro de la Ciudad de México y que en 1990 contaban con 20 mil y más habitantes. Población de las ciudades situadas dentro del radio de 100 a 200 kilómetros del centro de la Ciudad de México y que en 1990 contaban con 50 mil o más habitantes. R Datos preliminares. h Población de los 37 municipios que en 1991 integraban las microrregiones de Osasco, Franco da Rocha, Itapecerica da Serra, Mogi das Cruzes y Sáo Paulo (excluido el municipio l~»mónimo). I Población de 19 municipios contiguos a la aglomeración del Gran Sao Paulo. 1 Población de 39 municipios no contiguos a la aglomeración del Gran Sáo Paulo que se sitúan dentro del radio de 200 kilómetros del municipio central de Sáo Paulo. Municipio d e Siio Paulo Munici ios conurbanos h Gran &o Paulo Periferia cercana I Periferia lejana i Entorno del Gran S3o Paulo Area Metrovolitana Amvliada Componentes Área Metropolitana Ampliada de SZo Paulo (conclusión cuadro 10) Respecto de Ciudad de México, se calcula que algo más de la mitad de los migrantes del Distrito Federal se dirigió al vecino estado de México, básicamente hacia los municipios conurbados de la misma metrópoli. Menos preciso es el panorama de lo acaecido en Sáo Paulo, pues aún no se cuenta con los tabulados censales que permitirían detectar si el saldo migratorio positivo que registra la periferia es imputable al intercambio con otras zonas del área metropolitana o con el exterior de la misma. Sin embargo, los indicios disponibles permiten sugerir que también en Sáo Paulo habría ocurrido un flujo desde el centro a la periferia; en efecto, mientras el saldo migratorio negativo del municipio central excedió el millón de personas, el del área metropolitana total fue de sólo 430 mil (United Nations, 1993~). estudio basado en procesamientos especiales de Un los datos del censo de 1992 para la comuna central de Santiago de Chile arrojó, para la población de 5 y más años de edad en el quinquenio 19871992, una tasa media anual de inmigración de 30 por mil y una dc emigración de 90 por mil en sus intercambios demográficos con las restantes 31 comunas del Gran Santiago de Chile (Correa, 1996). Si bien es importante constatar que el despoblamiento de las unidades centrales de las áreas metropolitanas y el crecimiento de sus periferias se vinculan, en gran medida, a la migración, esa simple verificación -a veces restringida al concepto abstracto de migración neta- es insuficiente para diseñar políticas destinadas a incidir, en algún sentido, sobre este fenómeno. Es imprescindible comprender los factores que impulsan esos movimientos de la población, lo que exige prestar atención a los procesos de reestructuración socioeconómica que ocurren dentro de las áreas metropolitanas. Aparentemente, los determinantes de la emigración desde las zonas centrales se vinculan con los costos del suelo, los patrones de lncalización de inversiones públicas y privadas y con factores inherentes a la calidad de vida de la población, entre otros, contaminación, transporte, seguridad ciudadana. Sin embargo, un rápido examen sugiere que si las condiciones de vida en las unidades centrales de las metrópolis pudieran haber decaído en las últimas décadas, las de los barrios periféricos a los que se trasladan muchos emigrantes de aquellas unidades suelen ser aún peores. E n efecto, dadas las modalidades segregativas del uso del espacio residencial, se pueden distinguir los barrios periféricos a los que se dirigen los flujos de los diversos grupos sociales que emigran desde el centro de las áreas metropolitanas. Los de mayores ingresos suelen orientarse hacia suburbios distantes y dotados de una infraestructura física de bueria calidad; en cambio, los estratos pobres se encaminan a barrios que, por lo común, son deficitarios en materia de equipamiento urbano y servicios básicos. Comparadas con estos últimos, las ventajas de las unidades centrales como ámbitos de residencia son manifiestas: las vías y medios de transporte son más abundantes y de mejor calidad, la dotación de infraestructura --escuelas, centros de salud, esparcimiento- es mayor y más diversificada, la cobertura de los servicios básicos (agua potable, alcantarillado, luz eléctrica) es más alta. De la discusión anterior se colige que, salvo por fenómenos de contaminación acústica y atmosférica y por la pérdida del carácter residencial, no es totalmente válido explicar el desplazamiento de población -por lo menos de la de menores ingresos- desde el centro a la periferia metropolitana mediante el argumento ambiguo de una búsqueda de mejores condiciones de vida. Por ende, las razones del traslado masivo de personas desde las unidades centrales de las metrópolis parecerían estribar fundamentalmente en la generalizada transformación del uso del suelo del centro para destinarlo a fines no habitacional -aunque sí de servicios y, en menor medida, industriales. La existencia de otros usos potenciales del mismo terreno eleva sus precios y, por tanto, el acceso a la vivienda se hace más difícil - c u a n d o no imposible- para los estratos de ingresos medios o bajos. Además, la oferta habitacional en las zonas céntricas es restringida y, en buena medida, corresponde a un parque antiguo y relativamente deteriorado. La pérdida del carácter residencial del área central de las áreas metropolitanas no sólo repercute en el precio de los terrenos sino también en el tipo de inversiones que se realizan y en el entorno que se forma: se pierden las áreas verdes, la "vida de barrio" desaparece y escasean algunos servicios necesarios para la subsistencia cotidiana -tales como el comercio al por menor y los jardines infantiles. En este contexto, cuando los residentes jóvenes del área céntrica forman su familia la emigración resulta una decisión razonable.32 Bajo estas condiciones, las probabilidades de éxito de las políticas de repoblamiento de las unidades centrales dependerán tanto de su capacidad para atraer inversiones públicas y privadas hacia la construcción habitacional y el equipamiento pertinente como de su ingenio para restablecer patrones de interacción social propios de un área destinada a la vida residencial. Por cierto, tales acciones parecen altamente convenientes por dos razones: la primera, evitar el crecimiento de zonas periféricas en condiciones de riesgo ambiental y urbanización precaria, que, a la postre, resulta desgastante para el presupuesto de las metrópolis y las condiciones de vida de sus habitantes; la segunda, aprovechar el equipamiento existente en los sectores céntricos (Carrión, 1993; Moreno, 1992). 8. Desigualdades sociodemográficasintrametropolitanas.Las diferencias socioeconómicas entre las unidades administrativas que componen las grandes ciudades se reflejan en los indicadores demográficos y de bienestar social. Estos distingos existen desde largo tiempo en los países y metrópolis de la región. La tasa de mortalidad infantil en el Distrito Federal de La emigración d e los jóvenes desde las unidades céntricas de las metrópolis es puesta d e manifiesto por el envejecimiento de la estructura por edad de la población que permanece en ellas. 3 la Ciudad de México era, en 1950, un 40% menor que en los municipios conurbados más pobres, como Tultitlán y Nezahualcoyotl (Ibarra y otros, 1986). En 1970, las personas de las clases más acomodadas de Sáo Pablo, residentes de barrios exclusivos, vivían 12.3 años más que los individuos más pobres que habitaban en las favelas (Kowarick y Jacobi, 1986). En ese mismo año, sólo el 38% de las viviendas de Pudahuel -vasto sector de Santiago de Chile habitado por grupos pobres- estaban conectadas al ser\icio de alcantarillado, en tanto que los grupos de altos ingresos -residentes de Providencia- disporiían de cobertura uiiiversal. En 1970, la cobertura de la red de agua potable en Río de Janeiro iba desde 93'% de los terrenos en el municipio de Niteroi hasta un 5.4"h en Maricá (IPEA, 1976). En 1978 el ingreso medio de los jefes de hogar en la comuna con población m as aco' modada de Bogotá era diez veces mayor que el de los jefes de hogar de la comuna con población más pobre (Villamizar y Cardona, 1986). Si los antecedentes del pasado son elocuentes al poner de manifiesto la falta de equidad social en las metrópolis de la región, la información referida a los últimos 15 años muestra que las desigualdades intrametropolitanas se agudizaron aun más, probablemente como efecto de la crisis de la década de 1980; así, por ejemplo, la evolución de los índices de Gini apunta hacia una mayor regresividad en la distribución del ingreso (cuadro 8). La ocupación espontánea de terrenos periféricos no urbanizados y la drástica caída de la inversión en infraestructura provocaron que la cobertura del sistema de agua potable en los suburbios pobres de muchas ciudades se redujera entre 1980 y 1990. Un caso extremo de deterioro es el de Chalco, en Ciudad de México, donde en 1980 el 57'2) de las viviendas contaba con agua entubada eri su interior y en 1990 sólo un 14'% disponía de este servicio; en cambio, en el Distrito Federal se mantu\.o la cobertura en torno al 95% (CONAPO, 1992). En Buenos Aires, en 1991 se detectó uri descenso en la provisión de los servicios básicos en áreas habitadas por griipos pobres:,mientras el 95% de la población de la Capital Federal residí; en viviendas conectadas a las redes de agua potable y de alcantarillado, la cifra se reducía a 5% en los partidos del "segundo cordón" del Gran Buenos Aires. Aunque la crisis de los ochenta afectó a todo el conglomerado bonaerense, como se deduce del gran aumento de la incidencia de la pobreza entre 1980 y 1989, sus repercusiones fueron mucho más intensas entre los pobres -pues aumentó la desigualdad en la distribución del ingreso (Albornoz y Petrocolla, 1996); si bien la población de los 19 partidos del área metropolitana aumentó en un 15% entre 1980 y 1990, la que habita en llas miseria" lo hizo en un 50%)(Borthogaray, 1992; Igarzcíbal,1992). A principios del decenio de 1990, las tasas de mortalidad infantil del municipio de Sáo Paulo se reducían a 20 por mil en las áreas en que la pobreza afectaba a menos de 30% de la población y pasaban de 60 por mil en aquellas donde el 50% o más de las personas eran pobres (United NaLas favelas se han hecho frecuentes en la zona sur de s a ~ tions, 1993~). Paulo; esa zona, carente de espacios verdes y con una cobertura de servi"\si- cios básicos inferior al 15% de los hogares, configura un ámbito social muy distinto al del resto del espacio metropolitano (Wehrhahn, 1996; Jacobi, 1994).En Lima, en 1985, todas las viviendas de los distritos acomodados - c o m o Miraflores- estaban conectadas a la red de agua potable, servicio virtualmente inexistente en otros distritos periféricos, como Ancón; en tres de los cuatro distritos del cono sur limeño más del 90% de las personas vivían en "pueblos jóvenes", tipo de asentamiento popular desconocido en Miraflores (Allou, 1989).Una encuesta realizada en Lima indica que, en el quinquenio 1986-1990, la tasa de mortalidad infantil se reducía a 18 por mil nacidos vivos entre las madres con educación superior y se elevaba a 73 por mil entre aquellas con educación básica incompleta o menos. Según las estimaciones deducidas del censo de 1993, en algunos distritos limeños - c o m o Puente Piedra- el 53% de los hogares se encontraban en condición de pobreza, y en otros - c o m o San Isidr* su incidencia afectaba al 2.4% de los hogares (INEI, 1996). La distribución espacial de los estratos sociales en las áreas metropolitanas de América Latina presenta un perfil distinto al de las grandes ciudades de países desarrollados. Si los pobres y marginales de estas últimas -como los Iloiileless- se localizan de preferencia en zonas centrales tugurizadas, la población pobre de las metrópolis de la región se sitúa principalmente en las unidades periféricas, lejos de los centros comerciales y financieros.33Dado el aumento de las desigualdades socioeconómicas intrametropolitanas registrado en la década de 1980 y las características del modelo de desarrollo que se ha venido consolidando -con una orientación de tipo neoliberal en lo económico y con rasgos de exclusión en lo social-, cabe esperar un aumento de la separación física y social entre pobres y ricos. Sin embargo, la segregación espacial según estratos -o polarización territorial de las clases sociales- ha sido un proceso más complejo, como lo reflejan las experiencias de Santa Fé de Bogotá y Santiago de Chile. En Santa Fé de Bogotá se detecta que el patrón de segregación, si bien continuó siendo marcado, se atenuó levemente en los años ochenta (Gilbert, 1996).Este cambio obedeció a tres factores. El primero fue una interrupción de la brecha tradicional entre el norte rico y el sur pobre, producida por algunos grupos de clase media que, debido a la reducción de sus ingresos, se vieron en la necesidad de radicarse en los sectores sur y suroeste de la metrópoli -a lo largo de la autopista del sur-, donde encontraron terrenos y vivienda que estaban al alcance de sus posibilidades económicas. Otro factor fue la gradual expansión de barrios obreros conTambién e n áreas centrales de las metrópolis d e América Latina existen fen6menos d e tugurización, como lo ilustran, e n especial, los casos de Sáo Paulo, Río de Janeiro, Santiago de Chile y Buenos Aires (Pírez y Novaro, 1993; Ribeiro y otros, 1993). En general, se trata de construcciones antiguas d e gran envergadura e n las que se hacinan familias que alquilan piezas (cortigos, cités, inquilinatos, conventillos, casas de vecindad). 33 solidados sobre eriales ubicados en zonas residenciales de grupos de mayor ingreso; este rebalse permitió a los pobres una mayor cercanía y acceso a empleos (o a ingresos esporádicos) en servicios para las clases pudientes. En tercer lugar, la política del Distrito Especial no se orientó a erradicar a los grupos pobres sino más bien a urbanizar las ocupaciones de terrenos anteriores (Portes, 1989).Sin embargo, un estudio reciente señala que el crecimiento acelerado del municipio de Soacha, vecino al Distrito Especial, se originó en flujos masivos de personas de bajos ingresos, lo que implicaría una reproducción espacial ampliada del esquema "clásico" de segregación espacial de los pobres (Roda, 1992). Durante la década de 1980, Santiago de Chile se convirtió en un ejemplo paradigmático de "reingeniería social". Los barrios en que vivían los estratos altos se transformaron en microciudades protegidas y provistas de una vasta infraestructura de servicios, que permiten a sus moradores el desarrollo de sus actividades cotidianas sin que les sea menester trasladarse a otros sectores de la metrópoli; para muchos ni siquiera es necesario salir de esos barrios para ir a trabajar, pues allí se emplazan oficinas, empresas de servicios y centros comerciales, que han generado empleos de alta remuneración. Más recientemente, tal fenómeno se ha extendido a los sectores en que residen los grupos medios en ascenso. Durante el período en que la gestión pública fue controlada por el régimen militar la política urbana se supeditó a la de vivienda; invocando la solución del problema habitacional de los pobres, se expandió -por decreto- la superficie urbanizable. En los terrenos de la periferia así "liberados" se edificaron grandes conjuntos habitacionales de bajo costo, con viviendas de tamaño reducido. A estos conjuntos fueron trasladados, mediante operaciones masivas ("erradicaciones") todos los "focos" de pobreza que existían en las comunas de población acomodada. Los procesos descritos contribuyeron a incrementar la homogeneidad de la estratificación social dentro de las comunas y a que esta última fuese más heterogénea entre ellas. Si bien las "erradicaciones" habrían mejorado las condiciones habitacionales, no ha ocurrido lo mismo con otras esferas de las condiciones de vida de la población desplazada: el traslado forzado la alejó de las fuentes tradicionales de trabajo -como el servicio doméstico- y de zonas de mayor demanda de empleo para ubicarla en sitios con escasa dotación de equiparniento urbano (Morales, 1989; Raczynski, 1988). En definitiva, el modelo de polarización de clases en el espacio metropolitano se exacerbó y ha encontrado mecanismos para su reproducción mediante la utilización de recursos públicos y privados. Respecto de los recursos públicos, las comunas en que residen los estratos de mayores ingresos disponen -a raíz de los mayores impuestos devengados a causa del valor de mercado del patrimonio territorial y automotor- de una base impositiva que les asegura un presupuesto por habitante mucho mayor para las actividades municipales que el de las comunas pobres. En el plano de las decisiones de inversión privadas, buena parte de los recursos destinados a la construcción habitacional y a la prestación de servicios se localiza, por cierto, en las comunas donde la demanda es más solvente. La literatura consigna que en otras metrópolis han ocurrido procesos semejantes a los acaecidos en Santiago de Chile. Se menciona a Río de Janeiro como centro de "cirugías" urbanas, pues las favelas localizadas en terrenos privilegiados del sur de la metrópolis - d o n d e residen los estratos pudientes- fueron removidas y su población trasladada a complejos habitacionales periféricos, agudizando la diferencia entre el centro "moderno de la urbe" y los anillos circundantes marcados por la miseria (Valladares, 1989). Asimismo, la' expansión de los asentamientos precarios no fue homogénea en el municipio de Sáo Paulo: en 1973 las favelas ocupaban el 8% de su área central y el 29% de su zona sur; en 1987, esas proporciones cambiaron a 1% y 48%, respectivamente (Pastemak, 1992).En Buenos Aires, la gestión urbana del período militar (1976-1983)tuvo entre sus objetivos el desalojo de "bolsones de pobreza" incrustados en áreas céntricas; no obstante, los índices de pobreza en esas áreas aumentaron durante la crisis económica a raíz del empobrecimiento generalizado de las capas medias (UNCRD, 1994; Pírez y Novaro, 1993; Brunstein y otros, 1989). A pesar de todas las evidencias sobre el aumento de las desigualdades sociales en las metrópolis de América Latina durante la década de 1980, no sería válido concluir que éstas se hayan agudizado de manera generalizada en todos los planos. Por ejemplo, en Santiago de Chile, al mismo tiempo que la segregación espacial de los grupos pobres ha aumentado, se observa una reducción de las iniquidades, tanto en materia de infraestructura física como en lo que atañe a mortalidad infantil. En Santa Fé de Bogotá, en cambio, se observa el proceso inverso, pues junto a un empeoramiento de la distribución del ingreso se atenuó la polarización espacial de las clases sociales. Por cierto, el que en la mayoría de las metrópolis los asentamientos de extrema pobreza localizados en los barrios ricos hayan sido desalojados mediante diversos expedientes, debiera haber incrementado la segregación espacial de los pobres; sin embargo, se ha observado que la crisis socioeconómica ha hecho que la pobreza y la informalidad sean más visibles en las calles de los barrios acomodados (Ortiz de Zevallos, 1993; Singer y otros, 1993).Asimismo, dentro de este contexto de crisis, el proceso de expansión física de las metrópolis -y la especulación inmobiliaria concomitante- ha provocado que familias de grupos medios hayan ido ocupando unidades administrativas periféricas antes habitadas por población pobre; como resultado, se han establecido nuevos barrios de estratos medios junto a zonas de asentamientos precarios. III.A GUISA DE C O N C L U S I ~ N : TENDENCIAS SOCIODEMOGRÁFICAS LAS METRÓPOLIS DE Y REFLEXIONES SOBRE SUS PERSPECTIVAS FUTURAS Todo parece indicar que las ciudades de más de un millón de residentes en América Latina configuran un escenario peculiar de la demografía regional; con 141 millones de habitantes en 1995, reúnen cerca de un tercio de la población total de la región. Un complejo de factores socioeconómicos y culturales contribuye a entender tanto sus orígenes como núcleos de concentración cuanto su papel precursor, entre otras transformaciones trascendentes, de los procesos de transición demográfica. Junto con la disminución gradual del ritmo de incremento vegetativo, sus tasas de crecimiento totales han sido impulsadas por una migración selectiva; las estructuras por edad resultantes avanzan hacia un paulatino envejecimiento, sin que ello impida la persistencia de altas proporciones de personas en edad de trabajar. Su composición por sexo confiere a estas poblaciones una mayoría femenina y, por ende, una base para la expresión de especificidades de género. En definitiva, las ciudades grandes de la región exhiben altos potenciales de trabajo y reproducción biológica social; en ellas también se ponen en evidencia condiciones que permiten o no la materialización de tales potencialidades. Muchas de estas condiciones no son inherentes al mero tamaño de esas ciudades sino que obedecen a las modalidades del desarrollo socioeconómico que, con todos sus logros, rezagos y limitaciones, han puesto en práctica los países. 1. Metrópolis: continuidad y cambio; similitudes y diferencias. De modo progresivo, varia5 ciudades grandes de América Latina se han convertido en aglomerados de tamaño metropolitano, con más de cuatro millones de habitantes cada uno. Además de exponentes destacados de un proceso de urbanización que se ha ido haciendo generalizado entre los países de la región, las metrópolis constituyen el ámbito de residencia de una parte significativa de su población total - e n 1995 albergaban alrededor de 75 millones de personas- y en ellas se genera una fracción aun más importante del producto interno de las naciones. Además de su calidad de focos de concentración demográfica y económica, las metrópolis son núcleos centrales de los procesos de gestión sociopolítica de los países y lugares de innovación en los campos de la ciencia, la tecnología y las artes. De este modo, estas metrópolis ofrecen oportunidades mayores que en el resto de los países para el desarrollo de la vida de las personas. Sin embargo, también se ponen de manifiesto problemas de desigualdad social y un conjunto de repercusiones de naturaleza ambiental. Por tanto, el estudio de las modalidades de evolución y funcionamiento de las metrópolis es relevante para detectar áreas de intervención deliberada y también es un motivo útil y válido para reflexionar sobre las perspectivas fu- turas de cambio en un contexto de creciente globalización, proceso en el cual juegan un papel significativo como instancias articuladoras. En este artículo se han explorado algunas dimensiones de la dinámica sociodemográfica de las metrópolis de América Latina en la segunda mitad del siglo XX, período que se inició con la presencia de un solo caso (el de Buenos Aires) y se acerca a su fin con ocho (incluyendo a Caracas, que configura un ejemplo de contraste parcial). Del examen realizado se desprende que las tendencias en operación combinan tensiones de continuidad y cambio; también se aprecia que si bien las metrópolis comparten atributos comunes también existen otros que les diferencian marcadamente. En varios aspectos, a lo largo de la década de 1980 se gestaron o acentuaron alteraciones significativas -tal vez sea prematuro hablar de rupturas- de patrones que se suponían consolidados. Así, por ejemplo, el ritmo de crecimiento demográfico metropolitano -que ya había venido descendiendo desde años previos- alcanzó un nivel ostensiblemente menor que en el pasado, por lo que no sólo siguió declinando el peso relativo de la población de las metrópolis en el conjunto urbano de los países sino que también descendió su grado de concentración de los efectivos urbanos nacionales; esta pérdida de gravitación se expresó en una caída generalizada de los índices de primacía. Además de los efectos de procesos ya avanzados de transición demográfica, estos comportamientos encuentran una explicación inmediata en la pérdida de atracción migratoria de las metrópolis; en todas ellas se verifica una drástica disminución de los saldos migratorios, hasta el punto de asumir valores negativos en algunas. Asimismo, el proceso de redistribución de población desde las áreas centrales hacia las periferias de las áreas metropolitanas se hizo más intenso. En los últimos años han persistido -y en varios casos profundizado- fenómenos antiguos como las grandes desigualdades socioeconómicas, incluyendo el contraste entre pobreza y riqueza y las diferencias en las conductas demográficas. También han continuado los fenómenos de expansión horizontal y los problemas de contaminación, congestión vehicular, precariedad habitacional y déficit de servicios básicos. Varias tendencias sociodemográficas han alcanzado expresiones diferentes entre las metrópolis de la región. De esta manera, si bien la segregación socioespacial - e n desmedro de los estratos pobres- aumentó en la mayoría de ellas, en otras parece haberse atenuado. Asimismo, en algunas metrópolis la fecundidad siguió descendiendo rápidamente y en unas pocas se ha estabilizado en niveles moderadamente bajos -sin excluir leves alzas de la tasa global de fecundidad. No obstante que el descenso de los saldos de migración neta es un rasgo generalizado, todavía se constatan casos excepcionales en que la inmigración sigue siendo intensa y hasta contribuye a que la metrópoli incremente su peso dentro de la población total y la urbana. 2. Apuntes sobre la evolución demográfica futura de las metrópolis. Los antecedentes disponibles hacen presumir que los condicionantes socioeconómicos -y los procesos demográficos- que provocaron la disminución de la tasa de incremento demográfico de las metrópolis no se revertirán a corto o mediano plazo. La combinación de una probable persistencia del ritmo de descenso de la fecundidad, que acrecentará su efecto reductor de la natalidad, y de un menor saldo migratorio contribuirá a que continúe reduciéndose la tasa media anual de crecimiento demográfico en casi todas las metrópolis.'.' También es probable que el incremento vegetatiL7ode la población de las restantes metrópolis tienda a mantenerse y que la reducción del ritmo de crecimiento total se origine, principalmente, de la caída del saldo migratorio neto; esto último parece aplicarse a los casos de Buenos Aires, Santiago y Río de Janeiro. Esta disminución del crecimiento demográfico metropolitano no será un impedimento para que esas ciudades prosigan extendiéndose sobre espacios cada vez más amplios, configurando unidades de gran tamaño físico -amén de demográfico- que son difíciles de gestionar (cuadro 11). Por tanto, seguirá vigente la necesidad de comprometer sustanciales montos de inversión social y de infraestructura aunque sólo sea para evitar el agravamiento de los problemas actuales. Asimismo, proseguirá la presión sobre el mercado laboral, ya que se prevé que -como producto conjunto de la inercia demográfica derivada de una mayor fecundidad en el pasado, de la selectividad migratoria y de un aumento en la participación femenina en el mundo del trabajo- la población económicamente activa crecerá de manera más rápida que la población total. Finalmente, si bien la población objetivo de algunos programas públicos -como los de atención maternoinfantil- tenderá a estabilizarse, la dinámica demográfica futura implicará nuevos desafíos en materia de atención integral para jóvenes, adultos y personas de la tercera edad. En la medida en que se profundicen las políticas oficiales de descentralización y que prosiga aumentando el flujo de inversiones productivas privadas hacia las ciudades de tamaño intermedio, es probable que persista la tendencia descendente de la gravitación de las ciudades grandes dentro de la economía nacional. Bajo tales condiciones, el dinamismo del mercado de trabajo podría hacerse mayor en aquellas ciudades de rango medio, lo que contribuiría a elevar sus ventajas comparativas respecto de las metrópolis y las tornaría más atractivas en materia de migración. Si esas condiciones efectivamente se diesen, el peso relativo de la población El impacto del descenso de la fecundidad sobre la natalidad se hará más palmario que en décadas pasadas, pues las mujeres en edades de mayor potencial reproductivo no seguirán aumentando su representación dentro del conjunto total de la población femenina. Tal situación se explica tanto por el efecto de envejecimiento d e la estructura por edad d e la población residente como por la declinaci6n relativa de la inmigración. 3.' Cuadro 1 1 METRÓPOLISDE AMÉRICALATINA: PROYECCIONES DE POBLACIÓNBAJO DOS ESCENARIOS DE CRECIMIENTO DEMOGRAFICO, ANOS 2000 y 2025 Proyección de las Naciones Unidas Escenario l a Metrópolis Bogotá Buenos Aires Ciudad de México Lima Río d e Janeiro Santiago Sao Paulo 2000 2015 2000 2015 6 284 12 181 16 397 7 495 10 417 5 416 17 940 9 804 14 300 18 701 11 127 12 066 7 142 24 220 6 834 12 431 18 131 b 7 443 10 556 5 261 17 711 8 394 13 856 19 180 h 9 388 11 860 6 066 20 320 4 160 3 223 4 115 4 262 4 008 4 003 5 001 3 467 4 457 4 835 4 467 3 663 Belo Horizonte Ciudad de Guatemala Guadalajara Medellín Porto Alegre Santo Domingo Fuente: Cálculos propios y United Nations, 1997. Supone constante la tasa de crecimiento media anual (r) registrada durante el último período intercensal. b 111cluyea Naucalpán. , i metropolitana dentro de la urbana disminuiría con mayor fuerza de lo que hasta ahora lo ha hecho. Sin embargo, el que estas ciudades de tamaño intermedio constituyan una opción distinta de las metrópolis es un asunto controversial. Si se considera la experiencia de ciudades de rango medio que han crecido rápidamente en América Latina, se advierte que su expansión acelerada -merced a grandes aportes de la migración- tiende a reproducir los efectos perjudiciales para la calidad de vida de la población de los llamados "problemas metropolitanos". Desde luego, la gravedad de estas repercusiones depende tanto de la disponibilidad de recursos para enfrentar las necesidades en expansión como de las capacidades de gestión urbana (UNCRD, 1994).35 Un reciente estudio concluye que en varias ciudades d e rango medio se ha reproducido el crecimiento horizontal exagerado de las metrópolis, lo que implica deseconomías para la población -por ejemplo, en materia d e trasporte intraurbano- y para el gobierno d e la ciudad, por ejemplo, la habilitación d e redes de agua potable y alcantaril!ado. También se ha detectado la presencia de problemas de ocupación informal de terrenos, de contaminación ambiental y d e congestión vehicular. Sin embargo, el estudio también concluye que una ciudad de tamafío intermedio tiene ventajas potenciales para la gestión urbana, derivadas d e su menor tamaño demográfico y d e la probabilidad d e estar regida por un solo mecanismo administrativo; además, si las políticas de descentralización son eficaces -y si se atrae a los inversores privados- este tipo de ciudad se beneficiaría d e una abundancia relativa d e recursos humanos y físicos (Jordán, 1997; CEPAL, 1993e). 35 La evolución de las tendencias hacia la generación de áreas metropolitanas extendidas -megápolis-, ya manifestadas en las ciudades mayores de la región, involucra un rediseño espacial y funcional que pudiera hacerse más frecuente. Tal estructura presupone la conformación de un ámbito territorial intensamente imbricado, compuesto por un conjunto de focos de concentración de población y actividades en torno a la metrópoli central. Su funcionamiento -y sus expectativas de desarrollo- dependen, entre otros factores, de la utilización de tecnologías que reduzcan el efecto de fricción ejercido por la distancia y de modalidades de programación estratégica tanto en el uso del suelo como en la recuperación de inversiones y costos de operación. La viabilidad de tal modelo de megápolis haría que las metrópolis -territorialmente ampliadas- aumenten su probabilidad de mantener (o incluso aumentar) su incidencia relativa dentro de la población y las actividades económicas de los respectivos países. Aun al margen de las dos opciones señaladas -fortalecimiento de las ciudades de tamaño medio y formación de megápolis-, que bien pueden ser complementarias y no alternativas, la anticipación de lo que pudiera ocurrir con el peso de la población de las metrópolis dentro de la nacional es un asunto complejo. Del examen de las tendencias observadas a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, se dedujo que el crecimiento demográfico natural de las metrópolis ha sido sistemáticamente inferior al del resto del país; n l l ~ t a t i sn z i ~ t a l z d i ,esto implica que, por varias décadas, la migración jugó un papel fundamental en la determinación de la tasa de crecimiento total de las metrópolis. Sin embargo, los datos referidos a la década de 1980 indican que en muchos casos el efecto redistribuidor ejercido por la migración comenzó a operar en favor de localidades no metropolitanas, lo que pudiera interpretarse como signo de una eventual desconcentración demográfica de la población nacional. Sin embargo, con la progresiva generalización de los cambios ocasionados por los procesos de transición demográfica, en los años venideros cabría prever un cierre gradual de las brechas de crecimiento natural entre las poblaciones metropolitanas y las de sus respectivos países. Por tanto, la futura reducción del porcentaje de las poblaciones nacionales que se avecinda en las metrópolis dependerá de la consolidación del cambio en la dirección de las corrientes migratorias internas que se detectó en la década de 1980 -implicando que las metrópolis reciben aportes proporcionalmente menores o que se convierten en expulsoras de población. La mantención de los patrones migratorios identificados en la década de 1980 significaría una ruptura de tendencias que han venido desarrollándose desde hace largo tiempo. Por lo mismo, es necesario examinar qué factores pudieran haber estado detrás de ese cambio. Aparentemente, el descenso de los saldos migratorios netos de las metrópolis en aquel decenio se vincula con los efectos de la severa crisis económica sufrida por los países de la región; sus repercusiones, como se indicó, se hicieron sentir con especial fuerza en los sectores "modernos" de la economía, que es- tán 'altamente representados en las metrópolis. En el mismo sentido habrían operado las primeras consecuencias del proceso de ajuste estructural que comprendió una reducción de las funciones del Estado -en tanto productor y empleador-, radicadas también de preferencia en las metrópolis. En alguna medida, la crisis pudo haber nivelado "hacia abajo" las diferencias entre las oportunidades económicas y sociales de las metrópolis y de otras localidades nacionales.36 Una recuperación económica como la que están experimentando algunos países de la región -aunada a políticas destinadas a enfrentar algunos de los problemas más acuciantes que se presentan en las metrópolis- permitiría que las ciudades grandes recuperasen parte del atractivo perdido en los últimos años. Dadas estas circunstancias, la eventual ruptura de la tendencia concentradora de la población pudiese quedar en entredicho. No obstante la seriedad de algunos problemas existentes en las metrópolis -varios de los cuales expresan las limitaciones del grado de desarrollo de los países y de los rezagos históricos de la equidad social-, ni las modalidades de expansión física de las metrópolis ni las condiciones de vida de su población parecen haber desembocado en dilemas irresolubles. Sin duda, el enfrentamiento de esos problemas supone desafíos y sacrificios en materia de recursos y de esfuerzos de gestión, pero la situación imperante parece menos desalentadora que la descrita hace pocos años, cuando la región se debatía en medio de la crisis. Las predicciones catastrofistas en el sentido que las ciudades grandes de América Latina se encaminaban a un escenario "posapocalíptico" han resultado, cuando menos, exageradas (Pírez y Novaro, 1993). Por de pronto, cabe apuntar que las proyecciones demográficas de las metrópolis elaboradas a principios de los años ochenta también incurrieron en la exageración.37 Además, en la mayoría de las metrópolis se advierten signos de mejorías en los indicadores de bienestar de la población, si bien en algunos casos todavía no han sido lo suficientemente importantes como para recuperar los niveles de calidad de vida previos a la crisis (CEPAL, 1993d). Finalmente, en los últimos años se han revitalizado los argumentos que reivindican las ventajas comparativas de las ciudades grandes para la generación de avances los planos del conocimiento científico, la tecnología y el manejo de la información. Estos avances constituyen requisitos básicos para impulsar un sostenido proceso de modernización productiva que descanse en un perfeccionamiento de los recursos humanos y, por esta vía, contribuya a una mayor equidad social y a genuinas prácticas democráticas. Tales factores harían prever nuevos bríos para la actividad económica en las metrópolis de América Latina (Caracavaca y Méndez, No obstante, esas ciudades grandes continuaron presentando mejores condiciones de vida, en la mayoría de sus aspectos, que el promedio nacional. 37 Aun cuando el tamaño que han alcanzado y la continuación de su crecimiento pueden constituir factores de agravamiento de los problemas actuales. 36 1993). También se ha revalorizado la gestión urbana como mecanismo para ordenar las metrópolis, normar sus modalidades de expansión física y mitigar los problemas que las aquejan. La toma de conciencia sobre 1'1 necesidad de un modelo de gestión adaptado a los nuevos desafíos corre a parejas con la convicción de los diversos actores sociales sobre la urgencia de aplicar medidas eficaces, incluso drásticas, con el fin de combatir problemas tales como los vinculados a la contaminación del ambiente, la congestión vehicular y la precaria infraestructura habitacional, sanitaria y vial (UNCRD, 1994; Hardoy, 1993).La búsqueda de mejores formas de gobierno metropolitano implica reconocer que la naturaleza estructural y sistémica de los problemas existentes exige adoptar políticas específicas, que asuman la metrópoli como una unidad compleja; se agotó el tiempo de las acciones parciales y descoordinadas (HÁBITAT, 1996; Ward, 1996; Carrión, 1992; Aylwin, 19911.38 Ante la falta de una autoridad coordinadora, el manejo de los asuntos de la metrópoli queda en manos de los gobiernos de las unidades administrativas menores que la componen y de los gobiernos del área administrativa mayor en que se ubica. Más aun, en la mayoría de las metrópolis de la región, la asignaci6n de recursos y buena parte de la gestión provienen de los gobiernos centrales (nacionales o estatales), que fijan las políticas y distribuyen el presupuesto para los sectores de vivienda, obras públicas, saneamiento básico y transporte. Luego, los asuntos de las metrópolis se diluyen entre múltiples agentes que, por lo común, no se relacionan apropiadamente entre sí. 38 Referencias bibliográficas Ackel, L. y otros (1992), "Diiisáo territorial da cidade e diferentes cenarios populacionais: o caso de S i o Paulo", en Associacao Brasileira de Estudos Populacionais (ABEP) VI1 Encontro Nacional de Estudos Populacionais, Anais 1992, Volumen 3, 231-269. Aguilar, A. (1993), "Las ciudades medias en México. Hacia una diferenciación de sus atributos", Revista Interamericana de Planificación, Volumen XXVI, 101/102, 129-153. Ainstein, L. (1991), "El proceso de formación y administración territorial de Buenos Aires", Ciudad y territorio, 86/87, 73-85. Alberts, J. (1977), Migración hacia áreas metropolitanas de América Latina. Un estudio comparativo, CELADE, Serie E, No. 24. Alberts, J. y M. Villa (1980), Redistribución espacial de la población en América Latina, CELADE, Serie E, No. 28. Aldunate, A. y otros (1987), Evaluación social de las erradicaciones: resultados de una encuesta, FLACSO (Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales), material de discusión. Allou, S. (1989), Lima en cifras, Centro de Investigación, Documeiitación y Asesoría PoblCicional (C1DAP)-Instituto Francés de Estudios Andinos (IFEA). Arriagada, C. (1994), Políticas sectoriales y población: el caso de Ciudad de México, Centro Latiiioamericano de Demografía (CELADE) (mimeo). Aylwiii, A. (1991), "Iriterrogantes y planteamientos sobre un gobierno metropolitano para Santiago de Cliile", EURE, 52/53, 143-156. Baeiiiriger, R. (1996), Redistribui~áo espacial da populaqáo: características e tendencias d o caso brasileiro, Santiago de Cliile, CELADE, LC/DEM/R.250. Baeniriger, R. (1993) "Movimentos migratórios I-ia transicáo demográfica: Evidericias e reflexoes sobre a esperiencia de Sao Paulo, Brasil" en ABEP-CELADE-IUSSP-PROLAPSOMEDE, IV Conferencia Latinoamericana de Población. La Transición Demografica en América Latina y el Caribe, INEGI-IISUNAM, Volumen II,57-77. Bahr, J. y G. Mertins (1993), "Urbanization in Latin America", Applied geography and development, 41, 89-109. Balbo, M. (1997), Ciudades intermedias y gestión urbana en Europa, Santiago de Cl-iile, CEPAL, LC/L.1022. Banco Mundial (1992), Informe sobre el Desarrollo Mundial 1992. Desarrollo y medio ambiente, Oxford. Berquó y otros (1985), Sáo Paulo e sua fecundidade, SEADE (Fundacao Sistema Estadual cle Analise de Dados). Bidegaín, G. (1989), Desigualdad social y esperanza de vida en Venezuela, Instituto de Tnvestigaciones Económicas y Sociales de la Universidad Católica Andrés Bello, Documento d e Trabajo No. 34. Boisier, S. (1993), Post modernismo territorial y globalización: regiones pivotales y regiones virtuales, Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Econcimica y Social (ILPES), Serie Ensayos, No. 29, LC/IP/G.73. (1992), La descentralización: el eslabón perdido de la cadena transformación productiva con equidad, ILPES, LC/IP/G.62-P. Borgegard, L. y R. Murdie (1993), "Socio-demographic impacts of economic restructuring oii Stockholm's inner city" Tijdscl-iiftvoor Econ. en Soc. Geografie, 84 No. 4, 269-280. Borthogaray, J. (1992), Provisión de vivienda e n el área metropolitana de Buenos Aires, CEPAL, LC/L.677. Brahm, L. (1990), "Estructura espacial del desarrollo humano del Gran Santiago", EURE, 52/53, 87-105. Brunstein, F. y otros (1989), "Crisis y conclicioiies de vida en el Gran Buenos Aires", en Lombardi, M. y D. Veiga (editores), Las ciudades en conflicto. Una perspectiva latinoamericana, Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU), 135-174. Brunstein, F. (comp.) (1988), Crisis y servicios públicos: agua y saneamiento en la región metropolitana de Buenos Aires, Centro de Estudios Urbanos y Regionales (CEUR). Buclihofer, E. y A. Aguilar (1991),"La crisis reciente en la economía mexicana. ¿Respiro en el crecimiento de la Ciudad de México?, Revista Interamericana de Planificación, Volumen XXIV, 94,176-207. Calderón, F. y otros (1993), Hacia una perspectiva crítica de la modernidad: las dimensiones culturales de la transformación productiva con equidad, CEPAL, documento de trabajo No. 21. Cámara de Comercio de Bogotá (s/f), Bogotá: Prioridad social. Plan de desarrollo económico y social 1990-1994. Camargo, A. (1992), "A mortalidade infantil en Sao Paulo e a ocorreiicia das cdusas perillatais", en Associa~áo Brasileira de Estudos Populacionais (ABEP),VI11 Encontro nacional de estudos populacionais, ABEP, 333-354. Cano, W. y C. Pacheco (1991), "El proceso de urbanización del Estado de SSo Paulo y sus implicancia~ para la dinámica demográfica regioiial", EURE, 51,43-47. Carrión, F. (coordinador) (1992),Ciudades y políticas urbanas, CODEL. Castells, M. (1989), The information city: information, technology, economic restructuring and the urban-regional process, Basil Blackwell. (1973), "La urbanización dependiente de América Latina", Revista de Planificación, 8, 1-18. CED (Centro de Estudios del Desarrollo) (1990), Santiago, dos ciudades. Análisis de la estructura socio-económica-espacial del Gran Santiago, CED. CPE (Centro de Estudios Públicos) (1993), Desafíos de la descentralización: Propuesta para consolidar la autonomía y el financiamiento local y regional, CEE! CELADE (Centro Latinoamericano de Demografía) (1995),Población, desarrollo y cambios estructurales en América Latina y el Caribe. Experiencia y desafíos de la versión en español del Programa Global de Formación en Población y Desarrollo, Saiitiago de Chile, CEPAL/CELADE, LC/DEM/R.244, Serie B, No 108. (1995a), "América Latina: proyecciones de población urbana-rural", Boletín Demográfico, N" 56, Santiago de Chile. (1994), Grandes ciudades de América Latina: dos capítulos, Santiago de Cliile, CEPAL/CELADE, serie Documentos Docentes, LC/DEM/R.210, Serie B, N09X. (1993a), Población, equidad y transformación productiva, CELADE-CEPALFNUAP, LC/G.1758 (CONF.83/3), LC/DEM/G.131. (1993b), "América Latina. Proyecciones de población. 1950-2025", Boletín Demográfico, No. 51. (1988),Redistribución espacial de la población en América Latina y el Caribe. Una visión sumaria del período 1950-1985, CELADE, mimeo. CELADE/BID (1996), Impacto de las tendencias demográficas sobre los sectores sociales en América Latina (1996),Santiago de Chile, CELADE/BID, LC/DEM/G.l(Il, Serie E, N" 45. CELADE/FNUAP/MINSALPU/OPS (1993),Mujer y fecundidad en Uruguay, Montevidec~, TRILCE. and Family Study Ceiiter Centro Latinoamericano de Demografía (CELADE) y Commu~iity University of Chicago (CFSC) (1972),Fertility and family planning in metropolitan Latin America, University of Chicago. Chackiel, J. y M. Villa (1992), América Latina y el Caribe: Dinámica de la Población y Desarrollo, Documento de referencia DDR/1 para la reunión de expertos gubernamentales sobre Población y Desarrollo en América Latina y el Caribe, Santa Lucía 6-9 de octubre, CELADE. CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (1997),La brecha de la equidad. América ~atina,'elCaribe y la cumbre social, Santiago de Cliile, LC/G 1454 (CONF.86/3) (1997), Panorama social de América Latina. 1996, Saritiago de Chile, LCIG.1946-P. (1996), Alojar el desarrollo: una tarea para los asentamientos humanos, Santiago de Chile, LC/L.906(CONF.85/3) /Rev. 1. (1995), Panorama social de América Latina, 1995, Santiago de Chile, LCIG.1886-P. (1994), Estudio Económico de América Latina y el Caribe, CEPAL, Volumen 11, LC/G.1774/Add.l-P. (1993a), La pobreza en Chile en 1992, CEPAL, LC/R.1351. (1993b)Antecedentes estadísticos de la distribución del ingreso en los años ochenta. Chile y México, CEPAL, LCjG.1772. (1993c), Antecedentes estadísticos de la distribución del ingreso en los años ochenta. Uruguay y Venezuela, CEPAL, LC/G.1782. (1993d), Panorama social de América Latina. Edición 1993, CEPAL, LC/G.1768. (1993e),Ciudades medianas y gestión urbana en América Latina, CEPAL, LC/L.747 (19936. Antecedentes estadísticos de la distribución del ingreso en los años ochenta. Colombia, CEPAL, LC/G.1763. (1993g),Antecedentes estadísticos de la distribución del ingreso en los años ochenta. Argentina, Bolivia y Brasil, CEPAL, LC/G.1760. (1992a), Latin America poverty profiles for the early 1990s, CEPAL, LCIL.716 (Conf.82/6). (1992b), Equidad y transformación productiva: un enfoque integrado, CEPAL, LC/G.1701/Rev.l-P. (1992c), La vivienda y la tierra en las grandes ciudades de América Latina, CEPAL, LC/L.691. (1992d), El manejo del agua en las áreas metropolitanas de América Latina, CEPAL, LC/R.1156. (1991a), Panorama social de América Latina. Edición 1991, CEPAL, LC/G.láRX. (1991b), Magnitud de la pobreza en América Latina en los años ochenta, CEPAL. (1989), La crisis urbana en América Latina y el Caribe. Reflexiones sobre altemativas de solución, CEPAL, LC/G.1571-P. CEPAL/CELADE (1994), Consenso Latinoamericano y del Caribe sobre Población y Desarrollo, Declaración Oficial de la Conferencia Regional Latinoamericana y del Caribe sobre Población y Desarrollo, México, D.F., 29 de abril al 4 de mayo de 1993. (1993), Dinámica de la población de las grandes ciudades en América Latina y el Caribe, CELADE, LC/DEM/R.198, Serie A, No. 282. Clichevsky, N. (1991), "Sobre la planificación urbana posible en los ochenta. El caso del área metropolitana de Buenos Aires", Ciudad y territorio, 86/87, 87-98. CONAPO (Consejo Nacional de Población (1992), La Zona Metropolitana de la Ciudad de México: Problemática actual y perspectivas demográficas y urbanas, CONAPO. (1991), Sistema de ciudades y distribución espacial de la población en México, tomo 1, CONAPO. (1988),Caracteristicas principales de la migración en las grandes ciudades del país, CONAPO. Collet, G. y otros (1992) Gestáo da terra metropolitana na America Latina: O caso de Sáo Paulo, CEPAL, LC/L.683. Coraggio, J. (editor) (1990), La investigación urbana en América Latina: caminos recorridos y por recorrer. Las ideas y su contexto, Volumen 3, CIUDAD. Correa, G. (1996), Redistribución espacial de la población y composición social de la población del Gran Santiago, Santiago de Chile, tesis de grado para optar al título de sociólogo, Universidad Academia de Humanismo Cristiano. Daher, A. (1992), "Ajuste económico y ajuste territorial en Chile", EURE, 54, 5-13. Daher, A. y otros (1990), "Territorios de exportación", EURE, 48,25-36. Davis, K. (director) (1961), Las áreas metropolitanas del mundo, tiniversitv cif California Press. de Llona, M. (1991), "Lima: una experiencia de gestión urbana alternativa", Ciudad y territorio, 86/87,145-163. de Mattos, C. (1992a), El impacto de las políticas de distribución espacial de la población e n el desarrollo o ¿Afecta el desarrollo a la distribución de la población? docunieiito presentado a la Reunió11 de Expertos sobre Distribución d e la Población y Migración, Salita Cruz d e la Sierra, Bolivia, 18-22 de enero, ESD/P/ICPD.lY94/EG.VIíll. (1992b), "Moderiiización neocapitalista y reestructuracióri productiva y territorial en Chile, 1973-90", EURE, 54, 15-30. (1979), "Crecimiento y concentración espacial en América Latina: algunas consecueiicias", EURE, 16, 9-21. de Oliveira, O. y B. Roberts (1989), "Los antecedentes d e la crisis urbana: urbanizaci0n v transformación ocupacional eii América Latina: 1940-1980", en Lombardi, M. y D. Veiga (editores), Las ciudades en conflicto. Una perspectiva latinoamericana, Centro d e Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESti), 23-80. de Oliveira, O. y B. Garcia (1984), "Urb'iiiization, migration and tl-ie growth of large cities: trerids and implications in some developing countries", en Uiiited Nations, Population, Distribution, Migration and Development, U~iited Natioris, 210-246, ST/ESA/SER.A/89. de Souza, C. (1985), Urbanizaqáo brasileira: uma análise dos anos setenta, Fu~idacAo Letulio Vargas. Delgado, J. (1991), "Valle de México: el crecimiento por coiiurbaciones", Revista Interamericana de Planificación, Volumen XXIV, 94, 226-249. DANE (Departamento Administrativo Nacional de Estadistica) (1988), Boletín de estadística. Especial: La pobreza en 13 ciudades colombianas, DANE. (1989), Boletín de estadística. Especial: La vivienda en Colombia 1973-1985. Principales resultados, DANE. Dogari, M. y J. Kasarda (editores) (1988), The Metropolis era, 2 volúmenes, SEGA. Durá~i, (1992), Políticas para la gestión ambientalmente adecuada de los residuos: el H. caso de los residuos sólidos urbanos e industriales en Chile a la luz de la experiencia internacional, CEPAL, documento de trabajo No. 10. Ebanks, E. (1991), Socio-economic determinants of interna1 migration with special reference to Latin America and the Caribbean region, CELADE, Serie A, No. 255. Echenique, M. (1996), "Algunas consideraciones sobre el desarrollo de la infraestructura e11 Chile", Estudios Públicos, No. 62, 5-28. Echenique, M. (1992), "Ideas sobre el futuro de la ciudad de Santiago", Estudios Públicos, No. 48, 5-16. Elizaga, J. (1979), Dinámica y economía de la población, CELADE, Serie E, No. 27. Elizaga, J. y J. Macisco (1975), Migraciones Internas. Teoría, método y factores sociológicos, CELADE, Serie E, No. 19. Elton, Ch. (1979), Migración femenina en América Latina, CELADE, Serie E, No. 26. Fadda, G. (1992), La vivienda en el área metropolitana de Caracas, CEPAL, LC/L.ritiO. FA0 (Food and Agriculture Organization of the United Nations) (1992), Differentials in rural and urban development in selected countries of Latin America, FAO. Garza, G. (1978), "Estructura y dinámica industrial del área urbana de la Ciudad de Méxicci", Demografía y Economía, 35, 139-181. Gatto, F. (1969), "Cambio tecnol6gico neofordista y reorganizacicín productiva. Primeras reflexiones sobre sus implicaciones territoriales", EURE, 47, 7-34. Gastal, A. (1992), "The environment and its effects on health", en Pan American Health Organization (PAHO), International health. A north south debate, PAHO, Human Resource Development Series No. 95, 39-46. Geisse, G. y F. Sabatini (1988),"Latin American cities aiid their poor" en M. Dogan y J. Kasarda (editores), The metropolis era, 322-336. Gilbert, Alan (1996), The Mega-City in Latin America, United Natioiis Uiiiversity Press, Japón. (1993), "Ciudades del tercer mundo: la evolución del sistema nacional de aselitamientos", EURE, 57,41-58. Gilbert, A. y otros (editores) (1982), Urbanization in contemporary Latin America: critica1 approaches to the analysis of urban issues, Johii Wiley. Gilbert, A. y J. Gugler (1981), Cities, poverty, and development. Urbanization in the third world, Oxford. Groos, P. y otros (1988), "Metropolización en América Latina y el Caribe: calidad de vida y pobreza urbana", EURE, 43, 7-51. Gross, P. y A. Rodríguez (1986), "Calidad ambiental urbana: el caso de Santiago de Cliile", en Ibarra, V. y otros (compiladores), La ciudad y el medio ambiente en América Latina, Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de México. Gutman, P. (1993), "La Habana y Seul: ejemplos de metropolización", EURE, 57, 103-115 (1988), "Cambio tecnológico y crecimiento urbano: una agenda para la investigacicíii en América Latina", EURE, 44, 7-15. Guzmán, J. M. y J. Rodríguez (1992), "La fecundidad pre-transicional en América Latina: un capítulo olvidado", Notas de Población, 57, 217-246. HABITAT (1996), An Urbanizing World. Global Report on Human Settlements 1996, A\~»ri, Oxford University Press. Hall, P. (1996), "The global city", en Intemational Social Science Joumal, Inglaterra, Blackwell-UNESCO, páginas 15-23. Hardoy, J. (1993),"El futuro de la ciudad latinoamericana", Medio ambiente y urbanización, 43/44,147-166. (1991), "Antiguas y nuevas capitales nacionales de América Latina", EURE, 52/53, 7-26. (1990), "La investigación urbana en America Latina durante las dos últimas décaclas" en Coraggio J. (editor) La investigación urbana en América Latina. Caminos recorridos y por recorrer, CIUDAD, 9-63. Hardoy, J. y otros (1992),Environmental problems in third world cities, Eartliscan. Hardoy, J. y R. Schaedel (compiladores) (1975), Las ciudades de América Latina y sus áreas de influencia a través de la historia, SIAP. Hatt, P. y A. Reiss (editores) (1961), Cities and society. The revised reader in urban sociology, The Free Press of Glencoe. Hauser, P. y otros (1982), Population and the urban future, State University of New York Press, New York. Herrera, L. y W. Pecht (1976),Crecimiento urbano de América Latina, CELADE-Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Hinner, H. (1991),Problemas ambientales en Santiago de Chile, Informe para Carl Duisberg Arbeitskreis y Rlieinland Pfalz/ Alemania (mimeo). Hogan, D. (1992), "Migratioii dynamics, environmental degradation and healtli iii S 5 o Pnulo" en IUSSP-UIESP-ABEP-FCD-PAA-PROLAP-SOMEDE,El poblamiento de las Américas. Actas, lnternational Union for the Scientific Study of Population (IUSSP), Volumen 2, 279-299. Ibarra, V. y otros (compiladores) (1986) La ciudad y el medio ambiente en América Latina, Centro de Esiudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de Mtxico. Ibarra, V. y otros (1986), "La ciudad y el medio ambiente: el caso de la zona metropolitana de la Ciudad de México", en Ibarra, V. y otros (compiladores), La ciudad y el medio ambiente en América Latina, Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de México, 97-148. IBGE (Fundaqdo Instituto Brasileiro de Geografia e Estatística (1')92),Censo Demográfico de 1991. Análises Preliminares, 2 Volumenes, IBGE. Igarzábal, M. (1992),Administración, control y gestión de la tierra urbana en el área metropolitana de Buenos Aires, CEPAL, LC/L.678. Instituto de Estudios de Administración Local (1976), Problemas de las Áreas Metropolitanas, Instituto de Estudios de Administración Local. Instituto Nacional de Estadística e Informática (1996),Metodología para determinar el ingreso y la proporción de hogares pobres, Lima, INEI-CELADE, LC/DEM/R.254. IPEA (Instituto de Planejamento Econ6mico e Social) (1976),Regiáo Metropolitana do Grans de Rio: S e ~ i c o de Interesse Comum, IPEA. Jacobi, P. (1994), "Households and environment in the city of SZo Paulo; problems, perceptions and solutions, Environment and urbanization, Nottingham, Volumen 6, N o 2, páginas 87-110. Jordán, R. (1997), Las ciudades intermedias. Políticas y lineamientos para la acción, Santiago de Chile, CEPAL, LC/R.1715. Kowarick, L y P. Jacobi (1986), "Crecimiento económico, urbanización y medio ambiente: la calidad de la vida en Sio Paulo, Brasil", en Ibarra, V. y otros (compiladores), La ciudad y el medio ambiente en América Latina, Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de México, 197-228. Labbé, F. y M. Llévenes (1986),"Proceso de erradicación de poblaciones en el Gran Santiago", Estudios Públicos, No. 24,197-242. Lattes, A. (1995), "Urbanización, crecimiento urbano y migraciones en América Latina", Pensamiento Iberoamericano y Notas de Población (edición conjunta), Nos. 28 y 62 (respectivamente), Madrid, Agencia Española de Cooperación Internaciorial. Lattes, A. (1992), Distribución de la población y desarrollo en América Latina, documeiito presentado a la Reunión de Expertos sobre Distribución de la Población y Migración, Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, 18-22 de enero, ESD/P/ICPD.l994/EG.V1/9. (1984), "Algunas dimensiones demográficas de la urbanización reciente v futura de América Latina", en Universidad Nacional Autónoma de México (LrNAbí),El Colegio de México y Programa de Investigaciones Sociales en Población de América Latina (PISPAL), Memorias del Congreso Latinoamericano de Población y Desarrollo, El Colegio de México, Volumen 11. (1990), "La urbanización y el crecimiento urbano en América Latina, desde una perspectiva demográfica", en Coraggio J. (editor),La investigación urbana en América Latina. Caminos recorridos y por recorrer, CIUDAD, 257-315 Legarraga, M. (1993), Desarrollo fmtícola en Chile, documento presentado al Seminario sobre transformación de la producción agrícola en Paraguay, Asunción, 2 al 4 cle noLriembre, LC/R.1312 (Sem. 72/2). León, F. (1991), El empleo temporal en la agricultura chilena, 1976-1990. Síntesis y conclusiones, mimeo. Lombardi, M. y D. Veiga (editores) (1989), Las ciudades en conflicto. Una perspectiva latinoamericana, Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU). Lodder, C. (1976), Distribucáo de renda nas áreas metropolitanas, IPEA. Lungo, M (1996), "The challenges of urban research: A Latin American perspective" en "Cities of the Future: Managing Social Transformations", Intemational Social Science Joumal, Inglaterra, Blackwell-UNESCO,páginas 121-127. Machado, L. (1993), "Processos migratorios e transi~aodemográfica: o caso da metropole paulista", en ABEP-CELADE-IUSSP-PROLAP-SOMEDE, IV Conferencia Latinoamericana de Población. La Transición Demográfica en América Latina y el Caribe, INEGI-IISUNAM, Volumen 1 , 25-39. 1 89 Martínez, J. (1997), La transición demográfica y las diferencias sociales de la fecundidad y la mortalidad infantil en Chile, Santiago de Chile (mimeo). Ministerio de Vivienda y Urbanismo (Chile), Lincoln Institute of Land Policy, Urban Managment Programme (1993), Strategic Urban Managment Program, resumen de ponencias, Santiago, 16 y 17 de junio. Mohaii, R. (1994), Understanding the developing metropolis. Lessons from the City Study of Bogotá and Cali, Colombia, Nueva York, Oxford University Press, World Bank Book. Montenegro, A. (1992), La provisión de vivienda en Bogotá, CEPAL, LC/L.687 Morales, E. (1989), "Crisis urbana en el Cono Sur. Paradigma y enfoques. La ciudad de Santiago de Chile", en Lombardi, M. y D. Veiga (editores), Las ciudades en conflicto. Una perspectiva latinoamericana, Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay, 223-238. Moreno, J. (1992), Recuperación y repoblamiento de las áreas centrales deterioradas de las ciudades. La experiencia internacional, documento presentado a la Reunión Regional de Ministros y Autoridades Máximas del Sector de la Vivienda y Urbanismo de América Latina y el Caribe, CEPAL, LC/R.1124. Morice, A. (1993), "Une légende á revoir: l'ouvrier du bitiment brésilien sans feu ni lieu", Cahiers des Sciences humaines, volumen 29,2/3, 349-371. Muñoz, H. y otros (1977),Migración y desigualdad social en la Ciudad de México, Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Nacional Autónoma de México y Colegio de México. Muñoz, J. (1991), "Estructura urbana metropolitana de Lima", Ciudad y territorio, 86/87, 115-124. Naciones Unidas (1983), "La migración metropolitana y el crecimiento de la población en países en desarrollq seleccionados", Boletín de Población de las Naciones Unidas, 15, 57-70. Necochea A. (1991), "Ideas-fuerza en torno al futuro de la región capital de Chile en una perspectiva de planificación teritorial", EURE, 52/53, 53-73. Negrón, M. y E. Niemtschik (1991), "Caracas: una metrópolis en mutación", Ciudad y territorio, 86/87, 99-106. Negrón, M. (1991), "Realidad múltiple de la gran ciudad. Una visión desde Caracas", Nueva Sociedad, 114, 76-83. Oberai, A. (1989), Problems of urbanization and growth of large cities in developing countries: a conceptual framework for policy analysis, World Employment Programme, WEP 2-21/WP.169. Ortiz, P. (1991), La violencia en las regiones metropolitanas del Brasil, documento preseiitado al seminario Causes and prevention of adult mortality in developing couiitries, Santiago 7-11 de octubre, Intemational Union for the Scientific Study of Population. Ortiz de Zevallos, A. (1993), "Lima, crisis, plan y otros cuentos", Medio ambiente y urbanización, 43/44, 15-22. Ovalles, O. y K. Córdova (1986), "La calidad de vida en el área metropolitana de Caracas, Venezuela", en Ibarra, V. y otros (compiladores), La ciudad y el medio ambiente en América Latina, Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de México, 61-95. Palomino, N. y otros (1992),Pobreza urbana: mortalidad infantil y fecundidad en Lima Metropolitana 1991-1992, trabajo final presentado en el XV Curso regional inteiisivo de análisis demográfico para el desarrollo, impartido por CELADE-Costa Rica. Peliano, A. (cordinadora) (1993), O mapa da Fome 11: Informaqóes sobre a indigencia por municípios da Federaqáo, IPEA, documento de política No. 15. Pesci, R. y A. ibáñez (1992), "Modernización y descent,ralización en las grandes ciudades: reconversión y relocalizacióii industrial en el Area Metropolitana de Buenos Aires", Boletín informativo Techint, 271,3-47. Pinto, M. (1994), Mobilidade populacional e expansáo urbana: O caso da Regiáo Metropolitana de SZo Paulo, Campinas, tesis d e doctorado presentada al Departamento de Ciencias Sociales del Instituto de Filosofía y Ciencias Humanas de la Universidad Estadual de Campinas. Pírez, P. y M. Novaro (1993), "El Gobierno de la ciudad latinoamericana", Medio ambiente y urbanización, 43/44,48-62. Population Crisis Comittee (1991), Condiciones de vida en las 100 áreas metropolitanas más grandes del mundo, Population Crisis Comittee. Portes, A. (1989), "La urbanización de América Latina en los arios de crisis" en Lombardi, M. y D. Veiga (editores), Las ciudades en conflicto. Una perspectiva latinoamericana, Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU), 81-134. Ponte, A. y otros (1992), Aspectos de metropoliza~áo brasileira: comentários sobre os resultados preliminares do censo demográfico de 1991, IBGE/DEPOP/DIEAN/ DEMOG., (mimeo). Prevot-Schapira, M. (1990), "Pauvreté, crise urbaine et émeutes de la faim dans le grand Buenos Aires", Problemes dfAmerique Latine, 95, 51-71. PREALC (1990), Urbanización y sector informal en América Latina, 1960-1980, PREALC. (1987), Pobreza y mercado de trabajo en el Gran Santiago, PREALC, documento de trabajo 299. Raczynski, D. (1988), "Costos y lecciones de las erradicaciones de pobladores", Revista de CIEPLAN, 12,23-28. Rébora, A. (1993), "Los planificadores urbanos ante el cambio", EURE, 57, 31-40. Reboratti, C. (compilador) (1987), Población y ambiente en América Latina, Programa Latinoamericano d e Actividades en Poblaci6n (PROLAP). Reccliini de Lattes, Z. (1991), "Urbanization and demographic ageing: the case of a devrloping country, Argentina", en United Nations, Ageing and Urbanization, United Nations, ST/ESA/SER.R/109. Recchini de Lattes, Z. (1989), "Women in interna1 and international migration, with special referente to Latin America", Population Bulletin of the United Nations, 27,95107. (1971), La población de Buenos Aires. Componentes demográficos del crecimiento entre 1855 y 1960, Centro d e Investigaciones Sociales Instituto Torcuato Di Telb y CELADE. Ribeiro R. y otros (1993), Crise et réproduction sociale des familles dans la métropole de Rio de Janeiro .. 198111990, documento presentado a la sesión 18 del XXII Congreso General d e la Unión Internacional para el Estudio Científico de la Población, Montreal, 24 d e agosto a 1 de setiembre, IBGE. Riffo, L. y otros (1995), "Las tendencias locacionales d e la industria en el marco de los procesos de reestmcturación y globalización en Chile", Estadística y Economía, Santiago de Chile, INE, páginas 103-127. Riveros, F. (1992), "Efectos regionales de las políticas económicas en Chile: 1974-1986", EURE, 54, 31-48. Roda, P. (1992), El suelo urbano en el área metropolitana de Santa Fe de Bogotá, CEPAL, LC/L.679. Rolnik, R. (1989), "El Brasil urbano de los años 80. Un retrato", en Lombardi, M. y D. Veiga (editores), Las ciudades en conflicto. Una perspectiva latinoamericana, Centro de Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU), 175-194. Rodriguez, J. (1994) "Áreas metropolitanas en América Latina: tendencias de la migraci6ii. 1950-1990", en La era urbana, Washington, Banco Mundial-HABITAT, Volumen dos, N" 3. Rodríguez, J. (1993), La población del Gran Santiago: tendencias, perspectivas y consecuencias, CELADE, LC/DEM/R.200, Serie A, No. 283. Rodriguez, J. y M. Villa (1996), "Demographic trends in Latin America's metropolises, 19501990", en Gilbert Alan, The Mega-City in Latin America, United Nations Uriiversitv Press, Jap6n. (1967), "lndustrializati«n, family arid fertility: a structurai psychoioRoseii, B. y A. Simmoi~s gical a~ialvsis the Brazilian case", Demography, Volumeii 8, 1, 49-69. of Rufidn, D. y E. Palma (1993), La descentralización. Problema contemporáneo en América Latina, ILPES, LC/IP/R.131. Ruiz, C. (1993), "El desarrollo del México urbano: cambio de protagonista", Comercio exterior, Volumen 43, 8, 708-716. Sc~batiiii, (1991), "S,intiago: Tendencias y posibilidades de desco~icentracióii la industria F. de en la macro regio11ceiitral", EURE, 52/53, 75-86. Sandbrook, R. (1986), "Crisis urbana en el tercer mundo", en ibarra, V. y otros (compiiddores), La ciudad y el medio ambiente en América Latina, Centro de Estudios Demográficos y de Desarrollo Urbano, El Colegio de México, 15-27. Sarabia, M. (1992), La administración de la tierra en el área metropolitana de Lima, CEPAL, LC/L.682. Sattertliwaite, D. (1993), "Problemas sociales y medioambientales asociados a la urbanizacióii acelerada", EURE, 57, 7-30. Scliteingart, M. (1987), "Mexico City", e11 M. Dogaii y J. Kasarda (editores), The metropolis era, Volumeii 1, 268-293. Sedlacek, G. y otros (1989), Segmenta$áo e mobilidades no mercado de trabalho brasileiro: urna análise da área metropolitana de Sáo Paulo, IPEA, Textos para discussio interna No. 173. Sii~gelmaniin, (1993), "Levels and trends of female interna1 migration in developing couiiJ. tries, 1960-1980", en Departmeiit for Economic aiid Social Informatio~iand Policy Aiialysis of United Nations, Intemal Migration of women in developing countries, United Nations. Siiiger, P. y otros (1993), "San Pablo: crisis y transformación", Medio ambiente y urbanización, 43/44, 23-31. Solo, A. (1993), La singularidad de las políticas de población en América Latina y el Caribe en las postrimerías del siglo XX, CELADE, LC/DEM/R.187, Serie A, No. 280. Soler, F. y Rubio G. (1992), "Efectos espaciales de la actividad fruticola de exportacitiii", EURE, 54, 65-78. Szasz, 1. (1992) Mujeres inmigrantes en el mercado de trabajo de Santiago. El impacto de la reorientación económica, CELADE. Tliomson, 1. (1993) "Como mejorar el transporte de los pobres", Revista de la CEPAL, No. 49, 137-153. Trivelli, P (1991), "Autoritarismo político y liberalismo urbano", Ciudad y territorio, No. 86/87, 17-26. Torrado, S. (1994), Procreación en la Argentina. Hechos e ideas, Argentina, Centro de Estudios de la Mujer, Ediciones de la Flor. Torres, A. y Pinheiro, D. (organizadores) (1990), Seminário: Metropoliza~áo rede urbana, e perspectivas dos anos 90, Instituto de Pesquisa e Planejamento Urbano e Regional (1PPUR)-Uiii\~ersidade Federal d o Rio de Jaiieiro. J. (1993), "Las fuerzas globales y el futuro de la ciudad latinoamericana", Medio amT~ilchi~i, biente y urbanización, 43/44. United Natioiis (1997), World Urbanization Prospects. The 1996 revision. Annex Tables, Department for Ecoiiomic and Social Information and Policy Analysis, Populcition Division (mimeo). (1995), World Urbanization Prospects. The 1994 revision, Departmerit for Ecoiiomic and Social Informatiori and Policy Analysis, Population Division, ST/ESA/ SERA/ 150. (1995), World Population Prospects. The 1994 revision, Departmerit for Economic and Social Information and Policy Analysis, Populatioii Division, ST/ESA/SER.A/ 145. (1993a), World Urbanization Prospects. The 1992 revision, Departmeiit for Ecoiiomic and Social Information and Policy Analysis, ST/ESA/SER.A/lI,ó. (1993b), World Population Prospects. The 1992 revision, Departmeiit tor Ecoiiomic alid Social Information aiid Policy Analvsis, ST/ESA/SER.A/135. (1993c), Population growth and policies in mega-cities. Sáo Paulo, Depdrtment of International Economic aiid Social Affairs, ST/ESA/SER.R/122. (1991) Population growth and policies in mega-cities. Mexico City, Dep'1rtnient ot Iiiternational Economic alid Social Affairs, ST/ESA/SER.R/105. (1987), Fertility behaviour in the context of development: evidence from the World Fertility Survey, United Natioiis, ST/ESA/SER.A/lOO. UNCRD (United Nations Centre for Regional Development (1994), Enhancing the management of metropolitan living environments in Latin America, UNCRD. Uribe-Eclievarría, F. (1989), "Desarrollo regional en los aiios noventa. Teiideiicias y pespectivas en Latinoamerica", EURE, 47. Valladares, L. (1989), "Río d e Janeiro. La visióii d e los estudiosos d e lo urbaiio", eii Lombardi, M. y D. Veiga (editores), Las ciudades en conflicto. Una perspectiva latinoamericana, Centro d e Informaciones y Estudios del Uruguay (CIESU), 195-222. Van d e Kaa, D. J. (1996), "Aiicliored Narratives: Tlie Story and Fiiidiiigs of Half a Century c-if Research into the Determiiiants of Fertility", Population Studies, Voliimeii 50, N' 3, Gran Bretaña, Londoii Scliool »f Economics, págiiias 389-432. Vapiiarsky, C. (1994), "Crecimiento urbaiio diferencial y migraciones eii 1'1 Argentiiw: cambios d e teiideiicias desde 1970", Estudios migratonos latinoamericanos, Buenos Aires, OIM, páginas 225-260. Villa, M. (1996), "Distribución espacial y migración d e la población de América L'itiiia", eti Celton, D. (co«rdinadora), Migración, integración regional y transformación productiva, Universidad Nacional d e Córdoba, páginas 9-87. (1992), "Urbanizacióii y transición demográfica en América Latiiia: una reseña del período 1930-1990", en IUSSP-UIESP-ABEP-FCD-PAA-PROLAP-SOMEDE, El poblamiento de las Américas. Actas, IUSSP, Volumen 2, 339-356. (1980), "Coiisideracio~ies torno al proceso de metropolizaciciii en América Latina", eii Notas de Población, 24, 57-105. Villamizar, R. y R. Cardona (1986), "Bogotá y sus áreas de iiiflueiicia: bases de un ciiagnóstico", en Ibarra, V. y otros (compiladores), La ciudad y el medio ambiente en América Latina, Centro de Ehtudios Demográficos y d e Desarrollo Urbaiici, El Colegic-i d e México, 29-59. Walton, J. (1993), Urban poverty in Latin America, Woodrow Wilson Intern,itiorial Ceiiter for Scholars, working paper N». 202. Ward, P. (1996), "Contemporary issues i ~the goveriime~it i aiid admiiiihtratioii of Latin Americaii mega-cities" en Gilbert, A,, págiiias 53-72. Webb, R. y G. Baca d e Valdez (1992), Perú en números. 1992, Cuanto, L i m ~ . Wehrhalin, R. (1996), "Ecological Problems iii Large Latin American Cities", Applied Geography and Development, Alemania, v»lumen 47, pdginas 48-70. Yero, L. (1993), "Los estudios d e futuro en América Latina", Revista Internacional de Ciencias Sociales, 137, 413-423. Fuentes de datos 1. 2. 3. 4. 5. 6. Tomos d e resultados oficiales de los Censos Nacioiiales d e Población. Serie World Fertility Survey (WFS) de: Colombia (1976); México (1976); Veiiezueld (1977) y Perú (1977-1978). Serie Demographic and Healtli Sunrey de: Bolivia (1989 y 1994);Brasil (1986 y 1996); Colombia (1990 y 1995); Costa Rica (1994); Ecuador (1994); El Salvador (1993); Hotiduras (1991-1992); México (1987); Nicaragua (1992-1993), Perú (1986 v 1991-1992) y República Dominicana (1991). Series d e Anuarios Estadísticos oficiales Series de Estadísticas Vitales oficiales. Base de datos del Proyecto "Distribución Espacial de la Población y Urba~iizacióri en América Latina y el Caribe" (DEPUALC) que incluye un seguimierito cle la población censal entre 1950 y 1990 d e todas las localidades y áreas metropolitanas coii 20 mil y más habitantes enumerados en la ronda censal del decenio de 1990. ANEXO Fechas censales 1. Argentina circa 1950: 10-11-12 mayo d e 1947 para la Zona norte paralelo 42; 19-20-21 abril de 1947 Zona sur paralelo 42. circa 1960: 29 de abril d e 1960. circa 1970: 30 de septiembre de 1970. circa 1980: 22 de octubre de 1980. circa 1990: 15 de mayo de 1991. 2. Brasil circa 1950: 1 de julio de 1950. circa 1960: 1 cle septiembre de 1940. circa 1970: 1 de septiembre de 1970. circa 1980: 1 de septiembre de 1980. circa 1990: 1 de septiembre de 1991. 3. circa circa circa circa circa Colombia 1950: 9 de mavo de 1951. 1960: 15 de julio de 1964. 1970: 24 de octubre de 1973. 1980: 15 de octubre de 1985. 1990: 24 de octubre de 1993 4. circa circa circa circa circa Chile 1950: 24 de abril d e 1952. 1960: 29 de noviembre cle 1960. 1970: 22 de abril d e 1970. 1980: 21 de abril de 1982. 1990: 21 de abril de 1992. 5. circa circa circa circa circa México 1950: 6 de junio de 1950. 1960: 8 de junio de 1960. 1970: 28 de enero de 1970. 1980: 4 de junio de 1980. 1990: 12-16 de marzo de 1990. 6. circa circa circa circa circa Perú 1940: 9 de junio de 1940. 1960: 2 de julio de 1961. 1970: 4 de julio de 1972. 1980: 12 de julio de 1981. 1990: 11 de julio d e 1993 para la zona urbana; 12-26 de julio para el área rural. 7. circa circa circa circa circa Venezuela 1950: 26 de noviembre de 1950. 1960: 26 de febrero de 1961. 1970: 2 de noviembre de 1971. 1980: 20 d e octubre de 1981. 1990: 21 d e octubre de 1990. Gran Buenos Aires Capital Federal 19 Partidos Conurbanos" Almirante Brown Avellaneda Berazategui Esteban Echeverria Florencio Varel,~ General San Martín General Sarmiento La Matanza Lanús Lomas d e Zamora Merlo Moreno Morón Quilmes San Fernando San Isidro Tigre Tres de Febrero Vicente Lcípez Componente 1947 1960 1970 Año 1980 1.5 (continúa) 6.1 7.3 0.9 6.0 5.5 1.5 3.4 6.6 6.7 4.0 3.2 2.7 2.7 3.4 1Y . -0.02 3.5 5.5 0.5 Tasa d e crecimiento media anual (por cien) 1947 1960 1970 1980 1947 1991 -1960 -1970 -1980 -1991 -1991 ÁREA METROPOLITANA AMPLIADA DEL GRAN BUENOS AIRES: POBLACIÓNY TASA DE CRECIMIENTO SEGUN COMPONENTES. 1947,1960,1970,1980 y 1991 1960 1970 1980 1991 2.7 2.3 -1.6 1.9 4.4 2.5 0.8 2.9 1.9 1.9 5.1 2.0 4.4 3.3 2.7 2.0 2.6 6.6 1.2 0.5 1.3 0.8 1.0 3.0 3.8 2.8 2.6 0.3 2.5 2.2 2.1 2.7 2.3 1.5 1.2 1.8 1.2 0.6 2.0 2.4 4.2 1.6 1.3 2.4 1.7 1.3 1.5 1.2 0.8 1.2 0.9 0.6 1.1 1.2 1.1 1.8 1.9 0.7 1.8 1.2 2.1 2.3 1.9 1.4 2.0 1.7 0.9 1.5 2.0 2.2 3.5 2.0 1.8 2.5 2.0 1947 1960 1970 1980 1947 -1960 -1970 -1980 -1991 -1991 Tasa d e crecimiento media a n u a l ( p o r cien) 208 459 298 852 365 581 450 765 516 618 7 635 10 397 13 503 17 754 20 858 10 194 8 253 16 026 20 259 23 095 16 104 20 689 27 244 29 749 23 366 12 530 22 544 23 660 26 800 30 375 23 386 32 660 37 190 44 579 49 142 14 438 16 003 17 414 19 751 21 120 36 149 53 489 59 020 62 458 70 138 32382 41612 56078 68612 78200 7 771 9 979 14 551 18 507 20 686 25 029 49 082 64 730 98 495 119 302 13 778 17 960 23 365 27 375 33 522 9063 16184 16678 18931 20431 623 837 964 816 1 234 084 1 571 114 1 896 519 5 349 376 7 703 861 9 587 002 11 337 204 12 825 068 1947 Año a Fuente: Censos Nacionales de Poblacion; Proyecto DEPUALC, CELADE Poblacicin total. Ei partido de Berazategui aparece en 1970 y corresponde a una siibclivisió~i de Quilmes. El partido d e Tres d e Febrero formaba parte del del Partido General San M'irtin en 1947. El PL1rtid«Tigre se +nominaba Las Conchas en 1947 y el Partido Lanús se llamaba Cuatro d e Junio en ese aiio. h Población presente en zonas tangentes de seis partidos al Area Metropolitana del Gran Buenos Aires y en las ciudades situadas dentro de un radio de 100 kilcimetros del centro d r la .iglorner,iciciii que contaban con 10 mil y más liabitaiites en 1991. c Poblacitiii dt.1 partido presente t.11 zonas tangentes al Area Metropolitana del Gran Buenos Aires. c i No registraba población en su zona tniigente al Area Metropolitana del Gran Buenos Aires. y La poblacicin cie su zona tangente al Area Metrop~litaii~i Gr'iii Buenos Aires figura dentro del Partido de Pilar en 1947. del Poblaciiiii dc In aglorner,iciciii urbana del Gran La Plata, i~itegrada por uiin pirte d e los partidos de La Plata, Berisso y Ensenada. , Pohlacióii d r las ciudadrs sit~iadas : delitro del radio de 100 a 200 kilcinietros ciel centro del Area Metropolitana clel Gran Buenos Aires que en 1991 coiitabaii con 20 mil o m6s Ii,ibit,iiitrs. " Rt~siilt.ido5 prt~Iiiiiiii,irt~,s. Total área Metropolitana Ampliada Total Entorno G r a n Buenos Aires Localidades d e la periferia lejanal: Arrecifes Baradero Bragado Chacabuco Chivilcoy Dolores Junín Pergamino Salto San Nicolás d e los Arroyos San Pedro Veinticinco d e Mayo Componente (conclusión tabla 1) 1985 1993 5.8 5.9 14.2 8.0 7.3 5.6 4.8 7.6 638 562 1 661 935 2 845 361 3 975 086 4 931 796 2 698 5 655 9 726 24 070 41 632 1 Y43 3 642 13 584 24 404 34 612 4226 11 435 23 997 99 418 222 565 7.6 4.9 11.8 2.8 3.0 6.8 4.4 10.0 2.7 3.0 6.4 6.8 9.3 4.8 4.9 1951 1964 1973 1985 1951 -1964 -1973 -1985 -1993 -1993 5.9 1973 7.3 1964 Tasa de crecimiento media anual (por cien) 647429 1 682 667 2 892 668 4 122 978 5 230 605 1951 Fuente: Censos Nacionales de Poblaci61i y Proyecto DEPUALC. Nota: Se trata d e la población residente d e las cabeceras d e las e~itidades administrativas señaladas. Gran Bogotá Distrito Especial de Bogotá Chia Funza Soacha Entidad administrativa Ano GRAN BOGOTÁ: POBLACIÓNY TASA DE CRECIMIENTO SEGÚN CABECERAS 1951,1964,1973,1985 y 1993 1961 1971 1981 10.2 13.0 - 2.7 9.4 - 1.9 11.7 7.2 8.9 8.3 - 4.5 3.8 9.2 6.6 5.8 22.2 , 5.6 11.8 0.7 -0.8 11.0 11.9 2.0 0.9 5.2 6.1 - - -0.9 4.6 35.2 - 1.4 0.0 2.2 Tasa d e crecimiento media anual (por cien) 1950 1961 1971 1981 1990 -1961 -1971 -1981 -1990 683 659 1 346 708 2 174 759 2 641 844 2 989 601 614 567 1 111 940 1 657 805 1 816 901 1 823 222 4 690 45 565 121 066 203 565 249 115 11 503 21 086 8 940 25 788 64 006 78 528 72 703 66 897 1256 2 935 10 156 30 392 45 799 260 559 1 831 43 419 179 062 30 427 16 930 44412 59 211 63 346 50 792 20 428 77 590 227 727 396 489 8 204 26 591 500 868 1950 Fuente: Censos Nacionales de Población y Proyecto DEPUALC. Gran Caracas Libertador (Departamento) Baruta (Municipio) Carrizal Cecilio Acosta Chacao El Hatillo El Junko (Parr. de Vargas) Guaicaipuro José Manuel Alvarez Leoncio Martínez Los Salias (Municipio) Petare San Antonio Sucre (Municipio) Entidad administrativa Año r 2 Tabla 4 Ciudad d e Méxicoa Distrito Federal Municipios conurbanos Acolman Atenco Atizapán d e Zaragoza Coacalco Chalco Chicoloapan Chimalhuacán Cuautitlán Cuatitlán Izcall Ecatepec Huixquilucan Ixtapaluca Jaltenco La Paz Melchor Ocampo Naucalpan Netzaliualccíyotl Nextlalpan Nicolás Romero Tecamac Teoloyucaii Año 4.2 2.4 8.5 4.1 4.2 14.5 19.0 6.1 10.9 10.8 -0.4 12.3 8.1 7.2 4.8 10.7 4.8 6.1 8.0 5.2 8.2 13.3 5.9 4.9 5.2 4.7 3.6 6.6 13.2 2.6 5.7 3.0 3.9 7.3 1.5 5.4 12.6 3.0 3.5 3.8 6.5 17.8 -14.2 7.3 4.1 17.6 7.6 6.2 3.7 22.4 5.3 15.7 1.8 5.0 5.9 4.7 9.9 1.8 6.4 1.8 -0.9 2.8 10.6 3.2 2.4 2.7 2.9 0.7 -0.7 2.7 2.9 2.6 4.4 4.5 12.8 7.4 13.7 2.1 6.3 4.4 5.2 5.7 10.7 3.0 3.7 0.8 -0.7 3.8 4.9 3.8 3.8 1.7 3.8 0.6 2.5 3.0 7.7 4.6 3.8 5.5 3.4 6.1 7.1 5.9 10.5 -9.6 6.4 4.4 7.2 10.6 7.4 3.2 3.2 4.9 3.6 11.0 4.9 5.7 6.2 6.4 2.8 5.3 5.6 8.7 4.9 4.2 1.3 8.2 -0.4 3.6 6.6 5.0 5.2 3.7 6.6 5.2 4.4 (continúa) 1950 1960 1970 1980 1990 1950 -1960 -1970 -1980 -1990 -1995 -1995 Período intercensal y tasa d e crecimiento (por cien) ÁREAMETROPOLITANA AMPLIADA DE LA CIUDAD DE MÉXICO: EVOLUCIÓN DE LA POBLACIÓNSEGÚN COMPONENTES 1950,1960,1970,1980,1990 y 1995 N 8 Tepotzotlán Texcoco Tlalnepantla Tulte ec ~ultitbn Zumpango Ciudades d e la periferia cercanab Amemeca de Juarez Apan Bernardino de Sahagún Calpulalpan Coyotepec Cuernavaca OJO Agua de Pachuca d e Coto San Martín de Azcatepec San Martín Texmelucán de Labastida San Mateo Atenco Tepeji d e Ocampo Tizayuca Toluca de Lerdoc Tula de Allende Yaultepec de Zaragoza Componente (continuación tabla 4) 1950 1960 1970 1980 Año 1990 1995 2.5 2.7 0.4 3.7 3.6 2.5 1.2 3.4 0.7 6.1 3.0 4.0 3.7 4.3 0.5 4.8 5.6 5.1 5.5 5.3 2.4 4.3 10.3 7.0 7.4 7.1 2.5 4.9 2.6 4.7 4.8 4.9 5.1 3.6 3.2 (continúa) - Período intercensal y tasa d e crecimiento (por cien) 1950 1960 1970 1980 1990 1950 -1960 -1970 -1980 -1990 -1995 -1995 O ci '> S 1950 1960 1970 1980 Año 1990 1995 5.2 5.5 1.2 5.6 5.4 3.4 1.8 3.0 4.6 5.3 5.3 2.6 1.9 2.5 2.3 3.2 3.9 4.6 3.7 1.8 2.6 4.5 4.3 4.4 4.2 6.2 5.4 3.3 3.8 2.4 4.4 4.3 5.2 1.4 4.8 2.6 5.8 8.2 10.0 3.5 3.4 4.0 4.5 15.2 - - - - - - - - - 3.9 4.3 3.7 5.2 5.3 5.0 3.5 3.0 4.0 4.1 6.1 1950 1960 1970 1980 1990 1950 -1960 -1970 -1980 -1990 -1995 -1995 Período intercensal y tasa d e crecimiento (por cien) ' Fuente: Censos Nacionales d e Poblacióii; Conte« d e 1995; Proyecto DEPUALC, CELADE Poblacióri total del Distrito Federal y de los 27 muriicipins coiiurbaiios. t, Poblacióii de las ciudades situadas delitro d e un radio d e 100 kilómetros elel centro d e 1'1 Ciudad dt, Mtxico y que en 1990 contaban coii 20 mil y más habitantes. Poblacicin d e la aglomeracióri urbaiia formada por Las ciudades d e Toluca d e Lerdo, Metepec y San Miguel Zii~acaiitepec. c1 Poblacióii d e las ciudades situadas deiitro del radio d e 100 a 200 kilómetros drl centro d e la Ciudad cle Mt;xico y que eii 1990 coiitab'iii coii 50 mil o más habit,intes. Se incluyó tambit'ii la ci~idad Quert'taro, ul>icaciaa 215 kil d e Piit~bl,i,S'iii Aiidr6s Cliolul,i, Saii Ptdro Cliolul,i, Cu~itlaiiciiigo\i Coronaiigo; incluye tambieii la poblacióii d e las ciuclades Am'izol d e Mota y Villa Viceiite Guerrero, csta úItim,i clrl \.t,ciiio estado d e Tl'ixc,ib. Poblacióii d e h dglomeraciciii urb'i~~a íorm Cifras preliminares. Población total del municipio de Sao Paulo y d e los municipios conurbanos. Estos últimos eran 37 en 1991 y constituían las microrregioties censales d e Osasco, Franco da Roclia, Itapecerica da Serra, Mogi das Cruzes y SS» Paulo. Poblacicin de los 19 municipios contiguos a la aglonieracicin del Gran Sao Paulo. ~1 Creado coi1 el distrito de Campo Limpo, del municipio de Juiidiaí. Creado con el distrito Varzea Paulista, del Municipio de Jundiai. Poblacicin de 35 municipios no coiitiguos 3 1'1 ~~glonieraci61i Gral1 Sáo Pa~ilo se sitú,iii dentro del radio d e 200 kil5metros del municipio central d e ' del que Sao Prlulo. :1 Creado con el distrito de Itupeva, del miiiiicipio de Juiidiaí. '1 Creado con parte del municipio de Vinhedo. Creado cciii parte del municipio de Itdiilia6ni. Fuente: Censos Nacioiiales d e Poblacicin; Contagem, 1996; Proyecto DEPUALC, CELADE. Total Área Metropolitana 3 636 597 6 463 499 10 648 436 16 811 485 21 003 696 22 743 022 Ampliada 2.4 2.1 3.5 3.2 6.6 2.5 7.9 3.6 2.7 5.2 -0.6 4.4 1950 1960 1970 1980 1990 1950 -1960 -1970 -1980 -1990 -1996 -1996 Tasa de crecimiento a n u a l (por cien) 4.4 27640 48 222 21 772 31 018 149 332 175 677 23 074 110 585 11 689 30 775 12 338 26 932 1970 Año 1 072 750 1 672 630 2 529 671 4 222 760 5 804 273 6 172 266 15622 28 901 11 400 15 624 38 520 72 843 5 850 49 502 8 905 9 974 8 525 11 510 Piedade Pindamonhangaba Salto Santa Bárbara d'Oeste S á o José d o s C a m p o s Sorocaba Sumaré Taubaté Tremembé Valinhos Vinhedo Votorantim Total e n t o r n o d e l Area Metropolitana 21728 39 142 15 351 22 524 76 994 136 271 10 488 77 307 8 881 18 266 13 116 17 347 1950 Componente (conclusi6n tabla 8) ¿PRODUCEN RESULTADOS LAS POL~TICAS DE I N T E G R A C I ~ NA S I M I L A C I ~ N , O MULTICULTURALISMO? * ** W . R. Bohning Oficirla lrltcrriaciorlnl dt.1 Trilbajo OIT, Girl~bra, Suizil RESUMEN El trabajo distingue conceptos de "integración" económica situados en el plano macrorregional e internacional y en el nivel micro, en el sentido de una efectiva incorporación de los migrantes a la sociedad de destino. Se discuten las diferentes aproximaciones de política que se han ensayado en países anglosajones y de Europa occidental. Se concluye que, sin negar la importancia del enfoque de política para la integración de los migrantes, importa mucho más el éxito socioeconómico de las poblaciones inmigrant e ~incluyendo una satisfactoria inserción en el mercado laboral. Esta con, clusión se sostiene en un análisis de las tasas de desempleo de diferentes generaciones de inmigrantes, de las modalidades de políticas de integración vigentes y de la cohesión social, expresada a través de un indicador de conflictos étnicos con manifestaciones públicas notorias. Se refuerza la importancia de las políticas orientadas a prevenir la marginalización sncioeconómica de los migrantes. (ASIMILACIÓN DE MIGRANTES) (INTEGRACIÓN) (POLITICA DE INMIGRACIÓN) (MERCADO DEL TRABAJO) (MARGINALIDAD) " Los puntos de vista que se expresan en el presente documento son del autor y n o representan necesariamente los de la OIT. ** Documento preparado para la Conferencia General de Poblacicín de la Uni~ididos, como la religión y el idioma, que distingue a una c¿>munidadde otra y que, sujeta a los caprichos de la innovación y el cambio, se traspasa en forma reconocible de una generación a otra". Lewis, I., 1976, Socinl n~lthiapolog!/in perspectiz~c,Penguin Books, p. 17. ~ Ó ~ tan lejana como el decenio de 1930. En la actualidad son los turcos y los norafricanos los que constituyen el gran problema en tal sentido. La cultura no tiene límites territoriales, como los Estados, ni es necesariamente idéntica para todos los miembros de una sociedad. Varias culturas pueden coexistir dentro del territorio de un Estado, y ese es, por ejemplo, el caso de España e India. La cultura de una nación puede exteriderse a otra, tal como la cultura francesa lo hace en algunas regiones de Suiza y Bélgica. Dentro de una sociedad que comparte una lengua y una religión comunes, es posible que hayan culturas o subculturas bien definidas y caracterizadas por valores no adoptados por todos los miembros de esa sociedad, como la cultura de las pandillas de los jó~~enes contemporáneos, las diferentes culturas tradicionales de la clase trabajadora, el hedonismo, etc. La posible pluralidad de culturas autóctonas debe hacernos ejercer la prudencia al considerar la asimilación de los extranjeros. En lo que respecta al multiculturalismo o la sociedad multiétnica, pueden señalarse dos elementos que constituyen características definitorias: el primero es el respeto por otras culturas o por culturas que vienen de fuera; el segundo es el otorgamiento explícito de ripoyo plíblico 11 politico, es decir,filzatzciero, para el mantenimiento de los idiomas liablados y los valores o religiones profesados por estas otras culturas, por ejemplo, en la educación pública y en las escuelas privadas de índole religiosa. ¿Qué es, entonces, la integración? La integración ha ganado adeptos como concepto, puesto que algunos de los valores de los inmigrantes contemporáneos que difieren marcadamente de aquellos correspondientes a la sociedad anfitriona son mantenidos y defendidos por ellos, y puesto que esos valores han pasado a ocupar un lugar de interés público debido a la categórica importancia numérica de los inmigrantes. La integración ocupa una posición algo incómoda entre la asimilación y el multiculturalismo. Coincide con la asimilación en cuanto a que los extranjeros recién admitidos y asentados (o los grupos minoritarios establecidos) deben gozar, autr la ley !/ en la prnctica, de oportliiziiiades qllrJ srriii colilparables cotz las de los c i ~ i ~ i a d a l que tetzgatl características siiiiilares, como ~os la edad, el sexo, la educación y la capacitación.2 En las sociedades competitivas, la igualdad ante la ley rara vez es suficiente por sí sola para garantizar que la gente con otros orígenes culturales aproveche, en igualdad de condiciones, las oportunidades de la sociedad. Por lo tanto, se debe ayudar o posibilitar el camino a las personas en situación desventajosa para que conipitan en condiciones comparables, lo que se puede obtener de muchas y diversas maneras, según las circunstancias. Los que no hablan bien ( o no lo hablan del todo) el idioma principal de la sociedad deben recibir clases de ese idioma. Los que por su origen cultural o formación carecen de educación o de capacitacicín profesional habrán d e ser ayudados a alcanzar niveles comparables con los de sus pares. Quienes, por decisiones injustificadas (motivadas por prejuicios) de guardianes de rango inferior, sean privados d e acceso a vivienda, a empleos o a capacitación, deben estar en condiciones de exigir igualdad d e oportunidades y trato mediante las leyes contra la discriminación y los mecanismos d e compensación. 2 Las políticas de integración postulan que los extranjeros o las minorías deben estar en condiciones de insertarse y participar en la vida económica, social y política de la sociedad en que viven con las rriisnias reconipensas que los ciudadanos pertenecientes a la cultura predominante. La integración también tiene un elemento en común con el multiculturalismo, a saber, la idea de que a los grupos extranjeros o minoritarios se les debe permitir mantener cierta at~tonorriíaculti~raldesde el punto de vista del lenguaje, los valores y la religión. La integración no ayuda ni pone trabas a la asimilación de las personas que optan por ella. Pero, tampoco llega tan lejos como el multiculturalismo. Si bien acepta y respeta la existencia de otras culturas, no recurre al dinero de los contribuyentes para ayudar a la mantención de esas culturas. Asimilación, integración y multiculturalismo son conceptos nli~ltidinielzsionales. Los efectos de las políticas de asimilación, multiculturalismo e integración se pueden medir, por ejemplo, por medio del éxito económico y social, la participación en el proceso político, los logros en el aprendizaje del idioma o las tasas de matrimonio mixto. El éxito relativo de cada política básica en materia de fomentar sociedades estables se refleja, por ejemplo, en las oportunidades económicas diferenciales, los niveles de ingresos, las tasas de deserción escolar, la movilidad social, las tasas de delincuencia no atribuibles a valores culturales, la ausencia de disturbios o conflictos interétnicos, etc. Una buena forma de comparar los efectos de las políticas es evaluando las medidas de implementación de cada país, desde el punto de vista de sus logros efectivos y de su aporte a los objetivos que sirven de fundamento a las políticas; estos resultados deben luego compararse en el plano de todos los países y, de ese modo, a nivel de todos los tipos de políticas. Aquí corresponde hacer uso de un método fácil y rápido: las comparaciones macrosociológicas o macropolíticas de dos indicadores amplios: el desempleo3 y la cohesión social. Este método permite recoger dos indicadores empíricamente disponibles en todos los países y, por lo tanto, en todos los diferentes regímenes políticos. 111. CATEGORIZACIÓN LOS PAÍSES DE SEGÚN SUS POLÍTICASBÁSICAS Antes de evaluar el éxito relativo de las políticas de los países, deben ser categorizadas de manera apropiada (véase el cuadro 1).El período de referencia utilizado en este caso corresponde a los últimos 25 años. Las políticas multiculturales, tal como han sido definidas en el presente trabajo, vieron la luz a comienzos del decenio de 1970 fuera de Europa (en Canadá, dirigidas a su minoría francófona) y en Suecia (dirigidas a los inmi3 El desempleo en realidad es sustitutivo de los ingresos. Cuadro 1 ORIENTACI~N BÁSICA DE LAS POLITICAS DE LOS PAÍSES, 1970-1995 Políticas d e asimilación Políticas de integración Políticas de multiculturalismo Francia Bé1 ica (desde mediados d e k s años ochenta) Italia Australia (desde comienzos de los años ochenta) Canadá (desde comienzos de los años ochenta) Holanda (desde mediados de los años ochenta) Suecia (desde comienzos de los años setenta) Alemania Suiza Estados Unidos Holanda (hasta mediados de los años ochenta) Reino Unido grantes). Se extendieron a Australia una década más tarde y a los Paises Bajos a mediados de los años ochenta. Las políticas de los Estados Unidos y de los otros países de Europa Occidental no han sufrido cambios en su orientación básica desde comienzos de los años setenta. Si bien una serie continua sería un método menos rudimentario para asignar los países que el uso de categorías que supuestamente se excluyen entre sí, parece innecesario buscar una clasificación de máxima precisión. Se puede discutir, por ejemplo, dónde situar a Bélgica. Los responsables de las políticas de ese país -por cierto, los de la región francófona- aplicaron una política decididamente asimilativa hasta la década de 1960. De ahí en adelante prevaleció la incertidumbre. Puede decirse que desde mediados de los años ochenta el país ha optado por una política de integración. Cada una de las regiones de Siliza, tan diferenciadas culturalmente, aplica políticas que son asimilativas en una situación en que no tienen que habérselas con poblaciones extranjeras numerosas ni con orígenes muy diferentes. Las políticas del Reino Ulzido hacia sus minorías india, paquistaní y antillana podrían caracterizarse como multiculturalismo en la medida en que las políticas de nivel local (en oposición a las de nivel nacional) asignen ingresos tributarios al mantenimiento de las culturas originales de esas minorías. Los resultados que aparecen en la próxima sección son de tal naturaleza que, como se plantea al comienzo, distinguir las políticas según su categoría importa menos que el destino económico de las poblaciones beneficiarias. Tampoco debemos permitir que la terminología política actual nos induzca a error. La asimilación ha pasado de moda en el discurso político. La mayoría de los políticos y los investigadores se refieren ahora en términos vagos a la integración. Sin embargo, ello no ha cambiado las políticas básicas.4 Las políticas de asimilación5 y multiculturalismo dependen en mayor medida de las políticas generales que de una amplia gama de medidas especiales para fomentar el progreso socioeconómico y la estabilidad social. Tienen confianza en que el éxito y la estabilidad ocurrirán espontáneamente. Independientemente de si hay o no políticas activas de promoción, no es el destino de los extranjeros y las minorías constituirse en marginados económicos permanentes o en elementos foráneos que amenazan con destrozar la sociedad. Es, en consecuencia, enteramente legítimo evaluar las políticas de asimilación orientadas hacia la cultura y las políticas multiculturales con respecto a su efecto socioeconómico y su cohesión social. a) Destinos socioeconómicos Se podrían especificar numerosos indicadores para comparar los efectos socioeconómicos de las políticas de asimilación, integración y multiculturalismo en todos los países. Sin embargo, se cuenta con pocos criterios válidos. Hemos elegido el desempleo entre los inmigrantes de primera y segunda generación, dado que es el indicador mayormente disponible en diez de los doce países que pueden escogerse con fines de observación y, además, es un indicador del ingreso. Generalmente se presentan problemas tanto con los datos sobre el desempleo como con los que se refieren específicamente a los inmigrantes de primera y segunda generación, pero es infructuoso buscar la perfección cuando sólo se dispone de datos imperfectos." La dimensión cronológica de los efectos de las políticas es importante. Se dice a veces que en el pasado la asimilación en el sentido del éxito económico ha ocurrido sólo con la tercera generación. Ello parecería poner en duda el método aplicado para comparar los efectos durante los ú1Francia, por ejemplo, ha creado un Alto Consejo de Integracih, y la "integración" está en boca de todos. No obstante, el país pone en práctica una política básicamente asimilativa en todos los sentidos -excepto el nombre- y sigue eximiéndose del acatamiento del artículo 27 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, es decir, el artículo que permite a las minorías gozar de su propia cultura, profesar y practicar su propia religión y usar su propio idioma. 5 Un estudio de la Universidad de Southern California definió la asimilación como "adaptación, integración y progreso a lo largo del tiempo"; véase Migrntiori Neius, febrero de 1996. b En el cuadro 2, la segunda generación (15-24 años) se incluye en la medición de la primera generación (15-64 años). 4 timos 25 años y, con mayor razón, durante períodos de mucha menor duración. No obstante, una política cuyos resultados sólo se esperan para después de unos 50 años no es una política con posibilidades de obtener buenas calificaciones en el umbral del siglo XX, es decir, en una época en que los procesos sociales y económicos se han acelerado considerablemente en comparación con períodos anteriores. Los roces culturales que se manifiestan en la actualidad representan un serio problema en materia de políticas, incluso si alguien afirmase que, debido a la política puesta en práctica, se desvanecerán en 50 años. En el cuadro 2 se resumen las tasas de desempleo sobre la base de datos oficiales. Tanto las propias cifras de desempleo como las cohbrtes de edad representan sólo aproximaciones de la medición que se procura hacer de los resultados de las políticas. Sin embargo, son lo suficientemente próximas a la realidad como para concederles validez. Las variaciones de las condiciones económicas no invalidan el análisis en el sentido de que, si bien bajan o suben las tasas de desempleo de diferentes países en épocas diferentes, bajan o suben tanto para los nacidos en el país como para los inmigrantes, quizás proporcionadamente, quizás no. Hacer un ajuste estadístico para neutralizar la influencia de las condiciones económiccis sería una tarea engorrosa y que, en verdad, no aparece necesaria. Salvo en Australia y Canadá, y en menor medida, en el Reino Unido y los Estados Unidos, Ins tasas cir desenipleo de las prililems gei~erncioi~ri; son hasta el doble o el triple de las de los ciudadanos o de las personas nacidas en el país. El hecho de que en los dos primeros países el desempleo entre las personas nacidas en el extranjero no se diferencie mucho del desempleo entre los nacidos en el país puede deberse a los sistemas de selección que aplican, que favorecen marcadamente la afluencia de trabajadores especializados o altamente calificados, que tienden a verse menos afectados por el desempleo, y a su relativo éxito en cuanto a mantener en un nivel bajo el número de extranjeros no calificados que se encuentran en forma ilegal en el país. El hecho de que el Reino Unido aparezca con tasas de desempleo relativamente bajas en lo que respecta a los e ~ t ~ a n j e rjusos tifica una investigación más a fondo. El cambio en la composición de la inmigración hacia los Estados Unidos, que comenzó en los años setenta y formado por personas con conocimientos especializados y niveles de manejo del inglés relativamente bajos (asiáticos, mexicanos y otros latinos), se refleja en los datos sobre el desempleo en los Estados Unidos extraídos del censo de población. Los iiziiligrniztes dr srgzl~idageiirrncióiz en Europa Occidental son predominantemente personas con pasaportes extranjeros, excluidos aquellos cuyos padres llegaron como ciudadanos del país anfitrión, como es el caso del Reino Unido, o cuando prevalece el principio de jlrs solis, como en Francia. En Bélgica y Alemania, por ejemplo, la prueba para determinar el desempleo diferencial bajo un régimen de asimilación en oposición a uno de integración es imperfecta, puesto que no hay cifras relativas a los ex- Cuadro 2 TASAS DE DESEMPLEO DE LOS EXTRANJEROS EN EUROPA Y DE NACIDOS EN EL EXTRANJERO EN AUSTRALIA, CANADA Y,LOS ESTADOS UNIDOS, , PRIMERA Y SEGUNDA G E N E R A C I ~ NCOMO MULTIPLO DE LAS TASAS DE DESEMPLEO DE LOS NATIVOS DE EUROPA Y DE LOS NACIDOS EN EL EXTERIOR, 1983 Y 1993 Políticas d e integración 1983 1993 Políticas d e asimilación 1983 1993 FRA l a 1.9 2a 1.6 Nac. - 1.9 1.3 1.3* BEL l a 2a 2.0 1.7 2.7 2.0 ALE l a 2a 1.9 1.8 2.6 2.9 HOL l a 2a 2.1 1.8 USAla 2a 1.0 1.0 1.2" RU 1.3 1.1 Políticas d e multiculturalismo 1983 1993 la 2a 2.8 1 .S l.BX* - HOL l a 2a - - 3.1 2.6 1.6 1.5 AUS l a 2a 1.2 1.3 1.2 1.2 CAN l a 2a l.OX SUE l a 1.9 2a 1.4 Nac. - 0.6 0.8 1.1 1 la = 15-64 años, ambos sexos. Fuente: OCDE, cuadro 1.5. 2a = 15-24 años, ambos sexos. Fuente: OCDE, cuadro 1.5. Nac. = Ciudadanos nacionalizados, 15-61 aiíos, ambos sexos = No se aplica o no disponible. * = Datos de 1990. Fuente: Werner, cuadro 7. ** = Datos de 1991. Fuente: Werner, cuadro 7. Fuentes: OCDE, 1995, Trends in international migration: Annual Report 1994, París; Weriier, H., 1994,Integration of foreign workers into the labour rnarket - France, Gerrnaiiy, tlie Netlierlands and Sweden, World Employment Programme Workiiig Paper 74, Ginebra: OIT. t r a n j e r o s que se han n a c i o n a l i z a d o . Se puede r e c u r r i r a e s a s cifras e n l o s c a s o s de F r a n c i a y Suecia, es decir, u n p a í s q u e pone e n práctica u n a política de a s i m i l a c i ó n y o t r o q u e a p l i c a una política de rnulticulturalismo, r e s p e c t i v a m e n t e . L a s cifras, en e l n i v e l d a d o de agregación, n o r e v e l a n dif e r e n c i a s desde e l p u n t o de v i s t a d e l a s políticas de asimilación, i n t e g r a c i ó n o m u l t i c u l t u r a l i s m o que p u d i e r a n fácilmente a t r i b u i r s e a u n r é g i m e n de políticas específico, ni t a m p o c o son i m p o r t a n t e s l a s diferencias e n t r e l o s e x t r a n j e r o s n a c i o n a l i z a d o s y l o s que t i e n e n p a s a p o r t e s extranjeros y c u y a e d a d f l u c t ú a e n t r e l o s 15 y l o s 24 años.7 El e x a m e n d e l d e s e m p l e o p e r m i t e llegar a u n a p r i m e r a conclusión. El éxito socioeconómico -o los problemas que señalan las tasas relativas de desempleo- ocurren independientemente de si un país se atiene a un En Werner, op.cit., véase u n análisis más detallado y conclusiones levemente diferentes, e n que las tasas d e desempleo global s e desglosan según los países d e origen d e los inmigrantes. 7 método de asimilación, de integración o de multiculturalismo. Se debe concluir, por lo tanto, que hay factores sociales y económicos muy fundamentales en juego y que las políticas de asimilación, integración y multiculturalismo tienen en cuenta estos factores en forma in~uficiente.~ Se cuenta con sólidos datos complementarios (en forma de series cronológicas) sobre los ingresos familiares per cápita y la movilidad en Alemania, por ejemplo.9 Una comparación realizada en el período 19841989 de griegos, italianos, españoles, turcos y yugoslavos muestra que los extranjeros perdieron terreno en relación con los alemanes, incluso tratándose de un período de condiciones económicas relativamente favorables (véase el cuadro 3). El examen de los patrones de movilidad permite llegar al mismo resultado. Entre las personas económicamente activas en forma continua (es decir, incluso sin tener en cuenta el desempleo desproporcionado de los extranjeros), el 27% de los extranjeros que ocupaban puestos calificados en 1984 había descendido a empleos no calificados o semicalificados en 1989, en tanto que el 5% había ascendido a puestos de oficina o administrativos, lo que representa un movimiento descendente neto. Ello se compara con una movilidad descendente de 13% entre todos los alemanes y una movilidad ascendente del 13%. Las cifras correspondientes a los inmigrante~ segunda generación fueron casi idénticas a las de la generade ción de sus padres (28% hacia abajo, 7% hacia arriba), en tanto que las correspondientes a los alemanes jóvenes muestran una movilidad ascendente neta (6% hacia abajo, 14% hacia arriba). Estos datos y otros referentes a la República Federal de Alemania permiten examinar si un sistema de integración impulsado institucionalmente, en el primer sentido de la palabra señalado en la introducción del presente documento, tiene efectos positivos en la integración de los extranjeros en el sentido socioeconómico que se usa en este documento. La respuesta es no. Los beneficios legales otorgados a los ciudadanos de la entonces llamada Comunidad Económica Europea (hoy Unión Europea) en virtud de las disposiciones sobre libertad de movimiento del Tratado de Roma pueden explicar la leve diferencia entre los turcos y otros extranjeros (apreciable tanto en el cuadro 3 como en otros datos). Sin embargo, situar a los ciudadanos de la CEE en exactamente el mismo nivel -en términos oficiales- que a los alemanes no significó una diferencia muy noV n una comparacicín exhaustiva d e investigaciones realizadas en Canadá y los Estados Unidos, Reitz, J.G. y Breton, R. llegan a conclusiones similares en el sentido de que mientras las posturas oficiales de los países en materia de políticas son claramente diferentes, los resultados efectivos para los inmigrantes y las minorías en ambos países son muy semejantes, particularmente en lo que se refiere al empleo y la discriminación. Véase su publicación Tlle illirsioll ofdiffereiicr: Realities ofetllriicit!/ iji Cnilndn arld tlle United Stntes, Toronto, C.D. Howe Institute, 1995. 9 Véase Bohning, op.cit., pp. 1-21. Cuadro 3 INGRESOS FAMILIARES DE LOS ALEMANES Y LOS EXTRANJEROS, E N MARCOS ALEMANES* Alemanes Total Extranjeros Yo Turcos Todos O/o o/ /o 1984 1989 a u m . Tamaño d e la familia 1984 1989 a u m . 1984 1989 a u m . 2.8 3.3 4.1 2.5 3.3 4.3 Ingresos familiares Total Per cápita 2 812 3 235 15.0 1 170 1 489 27.3 2 526 2 977 17.9 998 1 110 11.2 2 417 2 921 20.9 738 843 13.2 Ingreso equivalente 1 313 1 656 26.1 1 131 1264 11.8 970 1097 13.1 * Para calcular los ingresos per cápita se usaron ponderaciones diferentes para los adultos, las personas más jóvenes y las personas mayores. Los ingresos per cápita no se han calculado mediante la división de los ingresos totales por el tamaño de la familia. En lugar de ello, se computa cada promedio familiar y el total se agrega para las tres poblacioiies especificadas eii el cuadro 3. Fuente: Seifert, W., 1994, "Beruflicl-ie und ¿jkonomische Mobilitat auslandischer Arbeitnel-imer - La~igssclinittanalysen dem Sozio-~konomischen mit Panel", en Die Iiitryrfltioii n~~sliii~disclier Arbeitneliiiier in den Arbeitsiimrkt, Beitrage zur Arbeitsmarkt- und Berufsforscl-iuiig, 178, Nüriiberg, p. 41; también e11 Bohning, op. cit., p. 8. table en cuanto a sus ingresos, características de movilidad, situación en el mercado laboral, etc., en comparación con los turcos o los yugoslavos, que eran tratados de manera menos favorable. Otros factores determinantes de los resultados del mercado laboral parecerían ser más importantes. Ello significa, además, que la mayor distancia cultural que podría tentarnos a atribuir a los turcos, en comparación, por ejemplo, con el de los españoles frente a los alemanes, cumple un papel relativamente de menor importancia. El contraste entre los extranjeros y los alemanes parece ser más marcado que los contrastes entre las diferentes nacionalidades de los extranjeros. b) L cohesión social a La estabilidad de un grupo colectivo, como lo es un país, es algo más difícil de definir y medir que el progreso económico de cada uno de sus grupos constitutivos. Se piensa que la cohesión debe reflejarse, por ejemplo, en la ausencia duradera de partidos xenófobos o de iniciativas políticas racistas; en la ausencia de tensiones a nivel cultural, económico y político y en un insignificante nivel de discriminación, racismo u otras actitudes similares. Los partidos xenófobos, como el Frente Nacional de Le Pen en Francia, han venido ganando importancia en países europeos, aunque algu~ios sólo en forma temporal. La propuesta 187 (Propositioti 187) de California de noviembre de 1994 es una manifestación semejante de discordia social. Este tipo de indicadores no suele estar enraizado en un solo problema; son escasas las ocasiones en que los partidos atraen apoyo electoral ventilando un solo asunto controvertido, y es difícil determinar cuánta influencia tiene cada uno de los otros factores no relacionados con la política de inmigración. Los legados históricos, como el antisemitismo o la esclavitud de los negros en los Estados Unidos, son difíciles de deterininar internacionalmente. Por consiguiente, se dejará de lado este tipo de indicador. Las estadísticas delictuales, en la medida en que revelan un descontento étnico impreciso pero real y una marginación social o económica, parecieran constituir otro indicador posible. Se las pone en duda, sin embargo, por la xenofobia o el racismo que impregnan los sistemas de justicia penal. Es casi imposible hacer un ajuste estadístico con respecto al racismo diferencial. La capacidad de comparación de las estadísticas de todos los países es, en consecuencia, difícil de asegurar y por ello tampoco se usarán estadísticas delictuales en este trabajo. Hemos optado por la expresión más pronunciada de inestabilidad: los iniportantes elzfrelztaniielztos éttzicos de doniitzio piíblico eiz los que pnrticipan nzhs bien grz~pos iiizos pocos zizdiz~id~ios. enfrentamientos indivique Los duales y los actos delictuales son generalizados y frecuentes. Pueden deberse a que no gustan las políticas de inmigración, al racismo personal, a la envidia social o a razones idiosincráticas. Las estadísticas sobre actos individuales de violencia racista son difíciles de precisar en la medida que necesita la investigación que se realiza en el presente documento.'" Los enfrentamientos étnicos de índole colectiva apuntan a una falla de las políticas de inmigración, puesto que dichos sucesos no se relacionan con una persona como tal sino que con personas como representantes de un grupo social o políticamente definido, y constituyen un problema social que ejerce gran presión sobre la agenda política y exigen una respuesta social y la adopción de medidas oficiales. Los enfrentamientos de este tipo pueden originarse en la población anfitriona y tener como su objetivo a inmigrantes recién llegados. También es posible que se originen entre poblaciones inmigrantes recientes y tengan como objetivo a la sociedad anfitriona. Cuando los enfrentamientos se originan en la población anfitriona, la' falla de las políticas de inmigración radica en la renuencia de parte de la población a aceptar la propia política de asimilación, integración o multiculturalismo. Cuando el conflicto surge desde 10 Véase Bjorgo, T. y White, B. (eds.), 1993, Racist violence in Europe, Basingstoke and New York, Macmillan and St. Martin's Press. 123 dentro de la población inmigrante, la falla de las políticas radica en que esa población percibe el no cumplimiento de las metas prometidas por tales políticas de inmigración, en especial las que dicen relación con la igualdad de oportunidades y de trato en los terrenos social, económico o cultural. ¿Ha habido enfrentamientos étnicos notables en virtud de cualquiera de los tres regímenes de políticas en los últimos años? En el cuadro 4 se reseñan, lo más brevemente posible, algunos sucesos relevantes sobre los que se informó ampliamente. En lo que respecta a los Estados Unidos, se incluyen los diversos y graves disturbios raciales que ocurrieron entre negros e inmigrantes cuba-nos en Miami a fines de la década de 1980 y entre negros y coreanos en Los Angeles en 1992. Cabe señalar que en los Estados Unidos los negros forman parte de la sociedad anfitriona desde hace casi tanto tiempo como los blancos. La suya fue una reacción contra una competencia, que ellos no deseaban, de inmigrantes recién llegados. En el cuadro 4 se insinúan dos patrones. El primero, que ni las políticas de asimilación ni las de integración han logrado asegurar la cohesión social en todos los países. Sólo las políticas multiculturales tienen una trayectoria nítida en este sentido" en Europa y en los países tradicionales de inmigración. El segundo, que los enfrentamientos que aparecen en la lista -desde disturbios en que participó la policía (Francia, Reino Unido) hasta ataques a las viviendas de los extranjeros o a los vendedores callejeros de raza negra (Alemania, Italia)- tienen la misma causa fundamental, la inseguridad económica, y que afectan tanto a los inmigrantes como a los nacidos en el país. Los disturbios de Lyon, Francia, y los del Reino Unido, si bien pueden haber sido desencadenados por incidentes que implicaron a personas y a la policía (y que no eran algo fuera de lo común), se han transformado en acontecimientos masivos que han desembocado en incendios de automóviles y edificios, porque los inmigrantes de segunda generación se sintieron marginados socialmente y pasados a llevar económicamente. Del mismo modo, los jóvenes alemanes se tornaron abiertamente racistas en las regiones del antiguo régimen comunista y en la República Federal, donde habían vivido en forma muy pacífica con los "Gastarbeiter" (trabajadores huéspedes) durante casi 45 años, pues la reunificación del país los situó en un limbo económico y los enfrentó a una mayor competencia por los empleos de nivel más bajo. La inseguridad personal los hizo susceptibles a las ideologías racistas, lo que constituye un fracaso evidente de las políticas, sobre todo, y muy categóricamente, en el contexto histórico alemán. Desde el punto de vista de los "enfrentamientos de grupos" según se los define en este documento. Ha habido docenas, de hecho centenas, de actos individuales de violencia racista (bombardeos, incendios intencionales, tiroteos, etc.) tanto en Holanda como en Suecia; véase Bj¿jrgoy Witte, op. cit. LUGAR Y ANO DE ENFRENTAMIENTOS IMPORTANTES Y AMPLIAMENTE INFORMADOS E N QUE PARTICIPARON POBLACIONES DE INMIGRANTES RECIENTES, POR REGIMEN DE POLITICAS Políticas d e integración Anf. Inm. Políticas d e asimilación Anf. Inm. FRA Marsella Lyon 1973 1990 ALE Hoyers werda 1992 Rostock 1992 Solingen 1993 - AUS Florencia 1990 HOL Rotterdam 1972 RU CAN - HOL - BEL ITA USA Miami fines años 80 Los Angeles 1992 Anf. Iiim. Políticas d e multiculturalismo Anf. Inm. - Brixton SUE 1981 Birmingham 1985 Bradford 1995 = Enfrentamiento originado por población anfitriona Enfrentamiento originado por población inmigrante = Inexistencia de enfrentamiento interétnico importante relacionado coi1 la poblacicín inmigrante. = La afirmación en cuanto a que el éxito socioeconómico es iliás importante en nuestra época que la postura básica de un país en materia de políticas es respaldada en parte, y aunque sea sólo en parte, por los datos relativos a los enfrentamientos étnicos. Los datos que no respaldan esta tesis corresponden a los dos países que ponen en práctica políticas multiculturales (Holanda y Suecia), donde no han ocurrido -¿todavía?enfrentamiento~ étnicos. V. CONCLUSIONES Es importante para los inmigrantes y las minorías étnicas que un país aplique una política de asimilación, de integración o de multiculturalismo, especialmente cuando el extranjero o las minorías provienen de una cultura que es muy diferente de la cultura de la sociedad anfitriona. Los datos presentados en el presente documento hacen posible concluir que el éxito socioeconómico de los inmigrantes o de las poblaciones minoritarias es aún más importante que la orientación básica del país en materia de políticas. Sin políticas sociales y económicas que den buenos resultados no habrá política de inmigración que funcione satisfactoriamente, independientemente de si se basa en conceptos de asimilación, de integración o de multiculturalismo. Se deduce de ello que los países con i) extranjeros en su territorio que son residentes de largo plazo, ii) inmigrantes que están llegando o, iiii minorías establecidas, harían bien, hoy en día, en centrarse preferentemente en cómo prevenir la marginación o la exclusión que en conceptos de política inmigratoria que están culturalmente orientados y que descuidan el destino socioeconómico de las poblaciones de las cuales son guardianes. Las tendencias que han surgido en los últimos tiempos refuerzan esta conclusión. Dos factores gemelos, la propensión a los conocimientos especializados del cambio tecnológico y la intensificación de la universalización, reducen los empleos de nivel más bajo -en que por regla general y en forma muy marcada estaban excesivamente representados los inmigrante~ Europa Occidental. Al parecer, el futuro les depara un desemen pleo en gran escala. La creciente competencia de los trabajadores franceses, alemanes, etc. hará su situación aún más difícil. Deben abordarse con urgencia y en forma vigorosa las tensiones económicas y sociales resultantes, si se quiere evitar el origen y estallido de grandes conflagraciones, independientemente de si el marco general de políticas es de asimilación, integración o multiculturalismo. LA M I G R A C I ~ N LABORALENTRE MÉXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS: INNOVACIONES T E ~ R I C A S Y METODOLÓGICASY RESULTADOS DE INVESTIGACIONES* Jorge A. Bustamante El Colegio dr la Froiltern iVortc,, M~;sico 1 U~?ií~rrsidnd Notre D ~ I I I E E~ IILI. 1 iir L ., RESUMEN Se realiza una exposición crítica de las diferentes visiones que existen sobre la migración entre México y los Estados Unidos en ambos lados de la frontera. La investigación realizada pretende ayudar a los esfuerzos de desmitificación de las concepciones negativas y reduccionistas del fenómeno migratorio, sin lo cual será muy difícil lograr aproximaciones de política compartidas y de mutuo beneficio para los dos países. Se muestra la naturaleza circular de gran parte de los flujos migratorios y se discuten los factores de oferta y de demanda de este mercado de trabajo internacional, así como el importante papel que juega la asimetría de poder entre los demandantes y oferentes de trabajo. Se enfatiza la necesidad de desarrollar esfuerzos bilaterales de investigación y propuestas de política e11 esta área. (MIGRACIÓN LABORAL) (MIGRACIÓN FRONTERIZA) ( M I G R A C I ~ NINTERNACIONAL) ( M I G R A C I ~ NCIRCULAR) * Documento preparado para la Conferencia General de Poblacicín de la L'nitin In- ternacional para el Estudio Científico de la Población (UIECP),Beijirig, China, 11 a 17 de octubre de 1997. MEXICO-UNITED STATES LABOR MIGRATION: SOME THEORETICAL AND METHODOLOGICAL INNOVATIONS AND RESEARCH FINDINGS SUMMARY A critica1 exposition of the different views regarding migration between Mexico and the United States that exist on both sides of the border is presented. The research reported aims to help in demythifying negative and reductionist conceptions of the migratory phenemonen, without which it will be very difficult to attain shared policy approaches of mutual benefit for the two countries involved. The circular nature of a large part of migratory flows are shown, and supply and demand factors are discussed in conjunction with the role played by the asymetry of power between those who supply and those who demand labor. The need to develop bilateral research and policy analysis efforts is emphasized. (LABOUR MIGRATION) (INTERNATIONAL MIGRATION) (FRONTIER MIGRATION) (CIRCULAR MIGRATION) Las migraciones entre México y los Estados Unidos de América tienen su principal asociación en la vecindad geográfica de los dos países. Hubo una época en que la preocupación por los inmigrantes indocumentados tenía su centro en Ciudad de México, a causa del creciente número de ciudadanos estadounidenses que cruzaban la frontera con México, carente de vigilancia, para ingresar -sin la autorización del gobierno mexicano- a los Estados de Texas, California, Colorado y Nuevo México. Ese flujo ilegal fue uno de los motivos de la guerra entre ambos países, en la que México perdió territorios que representaban la mitad de su extensión. Aún no se había secado la tinta del tratado Guadalupe-Hidalgo (1848)cuando comenzaron a incrementarse las migraciones en sentido opuesto. En las primeras décadas del siglo XX, el Congreso de los Estados Unidos financió la labor de agresivos agentes que se dedicaban a contratar ingentes cantidades de trabajadores mexicanos para que emigraran a los Estados Unidos. Con ello se buscaba la expansión económica del sudoeste estadounidense. Los ya citados agentes contrataban mano de obra mexicana y actuaban incesantemente en los Estados de Guanajuato, Jalisco y Michoacán en procura de atraer a los trabajadores mexicanos para desempeñarse en faenas tales como la extensión de los ferrocarriles, la explotación de las minas y la apertura de nuevas tierras a la agricultura en los Estados de California, Nuevo México, Colorado y Texas. Estas actividades de contratación -financiadas por el Congreso de los Estados Unidos- dieron origen a redes de trabajadores migrantes mexicanos que explican, incluso en la actualidad, el predominio de un pequeño número de entidades federativas mexicanas como lugares de origen de la casi totalidad de inmigrantes involucrados en la continua demanda de mano de obra mexicana en los Estados Unidos, y que dan pie a la existencia de un mercado laboral internacional de facto entre ambos países. Este mercado laboral no es reconocido como tal en los dos países. La migración internacional desde México hacia los Estados Unidos tiene distintas versiones según el lado de la frontera desde el cual se observa y evalúa el fenómeno. Es difícil desmitificar la migración entre ambas naciones, y explicar lo que representa para cada una de ellas, especialmente en el caso de la migración indocumentada. A causa de las visiones contrapuestas que impregnan los valores y las percepciones de las personas en ambos países, se piensa que es indispensable hacer esfuerzos para lograr la desmitificación del fenómeno, si es que ambos países realmente intentan alcanzar la integración económica planteada en el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, México y los Estados Unidos (TLCNA o NAFTA). El punto de vista predominante en México es que la migración hacia los Estados Unidos corresponde básicamente a un fenómeno económico, a un problema laboral, del cual este último país obtiene los b&neficios, puesto que los migrantes mexicanos asumen aquellas tareas que los trabajadores locales no están dispuestos a realizar. De ello cabría establecer que los migrantes desempeñan una actividad que es tan legítima como las utilidades que consiguen sus empleadores estadounidenses. En contraste, el punto de vista predominante en los Estados Unidos es que esos mismos inmigrantes son en su mayoría delincuentes que transportan drogas desde México o individuos que ingresan al país para mantenerse recurriendo a los programas de asistencia pública, o para ocupar puestos que legítimamente corresponden a los ciudadanos estadouriidenses. Se tiene la percepción de que los trabajadores nacionales se ven empujados a un desempleo forzado por el flujo de trabajadores mexicanos que vienen a robarles sus puestos de trabajo. En México, estas mismas personas son llamadas "trabajadores migrantes" y tienen una imagen tan favorable que sus familiares se muestran abiertamente orgullosos de sus logros. En los Estados Unidos, en cambio, son calificados de "extranjeros ilegales" y su imagen es sumamente negativa, casi como la de una plaga del exterior que invade el país y que convierte a sus ciudadanos en víctimas. Dado que ambos puntos de vista son radicalmente opuestos, el fenómeno migratorio evoca también percepciones opuestas en cuanto a la forma en que el conjunto de problemas de migración se interpone en la relación entre los dos países. La visión que México tiene de los problemas asociados con los trabajadores migrantes abarca aspectos como la violación de sus derechos, tanto humanos como laborales; siendo así, el gobierno procura alcanzar un acuerdo bilateral que permita eliminar los abusos. El punto de vista de los Estados Unidos, en cambio, es que el problema principal relacionado con los "extranjeros ilegales" es su violación de la ley de inmigración del país, por lo que el gobierno busca una solución en la forma de una ley contra la delincuencia, que forme parte de su legislación interna. Es prácticamente imposible que los dos planteamientos, ambos sustentados por las respectivas sociedades civiles, sean correctos. Uno de ellos no corresponde a la realidad de la migración. El otro punto de vista tiene más de mito que de verdad, y es muy posible que ninguno de ellos recoja toda la gama de casos, lo que hace imperativo un proceso de desmitificación del fenómeno de la migración como condición necesaria para que ambos países se aproximen en el contexto de las relaciones bilaterales ' y hallen la forma de actuar conjuntamente para abordar los efectos de este problema común. Esa desmitificación debe comenzar con una investigación científica que contribuya a la elaboración de un diagnóstico de los costos y beneficios que causa -a ambos países- la migración de mano de obra desde México a los Estados Unidos. El resultado de este diagnóstico debiera contribuir a una toma de conciencia acerca de la realidad de la migración y también a estimular un consenso en cuanto a la necesidad de eliminar la migración indocumentada mediante un proceso de negociaciones bilaterales que deberían resultar en acuerdos conjuntos oficiales sobre la migración laboral. Para que el proceso de desmitificación tenga éxito en ambos países, son de esencial importancia los esfuerzos de instituciones de investigación de reputación tanto en México como en los Estados Unidos, y cuyo peso en el ámbito científico internacional contribuya a dar crédito a sus concl~siones, aun cuando ellas discreparan de las posiciones que predominan en el gobierno y la sociedad civil de las dos naciones. En este documento se pretende crear en los círculos científicos de México y los Estados Unidos la convicción de que una gestión bilateral desmitificadora del problema de los inmigrantes indocumentados que pasan de México a los Estados Unidos es una medida inicial y necesaria, y que ésta puede marcar el inicio de un proceso de racionalización que elimine la migración como obstáculo en sus relaciones. La complejidad de la tarea que supone abordar y resolver el problema de la migración en un contexto de relaciones bilaterales es tan enorme como la brecha que hay entre las características reales de la migración y las percibidas en forma generalizada. DEFINICIÓNDE LA MIGRACIÓN INDOCUMENTADA DESDE MÉXICO La migración indocumentada desde México hacia los Estados Unidos es percibida como un proceso de interacción social entre nacionales de ambos países, ya sea cuando se desplazan a través de la frontera o cuando trabajan en un país distinto al de su origen. El significado básico de estas interacciones corresponde a un mercado en que la demanda de mano de obra desde los Estados Unidos es tan real como la oferta desde México. Ll Los elementos básicos de esta definición son los siguientes conceptos: a) procesos de interacción social a través de fronteras internacionales, y b) la asimetría del poder. Estos dos conceptos pueden ser aplicados desde un extremo al otro del continuo que va desde el nivel micro al nivel macro del análisis, es de- cir, del nivel micro de la interacción social entre un trabajador migrante y su empleador hasta el nivel macro de la interacción entre las economías nacionales o los gobiernos o las culturas, siempre que sean pertinentes para dar forma a las condiciones del mercado laboral internacional en que se encuentra inserto el trabajador migrante indocumentado. Estos conceptos básicos permiten que el análisis aborde aspectos diferentes de las características de la interacción social del inmigrante indocumentado, como: n) la situación geográfica de los actores o factores a cada lado de la frontera, b) la situación estructural de los actores o factores relacionados con el mercado laboral internacional entre los dos países, C) la identificación de los procesos externos de interacción que caracterizan tanto a la demanda como a la oferta en el país respectivo, donde interactúan el mercado laboral interno con esos perfiles externos. Esta caracterización de los inmigrantes mexicanos indocumentados no es compartida por los gobiernos ni tampoco por la mayoría de la población de los dos países. En los Estados Unidos la presencia esos indocumentados se considera preponderantemente una calamidad exógena y un fenómeno de índole delictual y, por lo tanto, un problema de orden legal que exige una solución de tipo policial. En el caso de México, esa misma gente -que hace esas mismas cosas- (inmigrantes mexicanos en los Estados Unidos) son percibidos como personas que van al país vecino en busca de trabajo, a ganarse la vida en labores que los ciudadanos estadounidenses no están dispuestos a hacer. En pocas palabras, se piensa que los inmigrantes indocumentados hacen algo que tiene la misma legitimidad que los beneficios recibidos por quienes los contratan en los Estados Unidos. El marcado contraste entre las percepciones y puntos de vista sustentados en México y los Estados Unidos con respecto a la migración indocumentada entre ambos países no obedece a una falta de información adecuada sino más bien al contraste entre los intereses nacionales respectivos, en este caso asociados con la asimetría de poder que caracteriza las relaciones entre México y los Estados Unidos. LA M I G R A C I ~ N CIRCULAR ENTRE MÉXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS Es bien sabido que gran parte de los trabajadores que componen los flujos inmigratorios hacia los Estados Unidos vuelven a su país de origen. En el caso de la migración desde México -que ha persistido por más de cien años- no sólo ha existido un flujo de retorno sino que además incluye a la mayoría de los trabajadores migrantes, que vuelven a su país luego de una "carrera" migratoria que implica alternar estadías entre las zonas que los acogen y sus comunidades originales. Esa "carrera" migratoria puede continuar varios años, pero es muy habitual que termine con el regreso definitivo de un trabajador ya envejecido. Naturalmente, no es así en todos los casos, pues una proporción cada vez mayor decide quedarse en los Estados Unidos. Es posible que tanto la decisión de quedarse como la de regresar estén mediatizadas por la intensidad de la interacción entre la localidad de origen y la receptora y parece depender del número de familiares que ese inmigrante tiene en los Estados Unidos. Es decir, mientras menos familiares tenga un trabajador allí, mayor es la probabilidad de que vuelva definitivamente a su patria natal. Datos provenientes de dos fuentes independientes (La Encuesta Nacional de Migración Fronteriza a los Estados Unidos-EMIF y el Proyecto Cañón Zapata, que se analizarán posteriormente) respaldan estas hipótesis y muestran un proceso de migración circular desde México hacia los Estados Unidos que está claramente relacionado con su proximidad geográfica. Se entiende por migración circular el proceso de alternancia de estadías en México (su residencia familiar) y en los Estados Unidos (su lugar de trabajo), por más de seis meses, hasta que la edad, el éxito o el fracaso le lleven a establecer permanentemente la residencia de su familia en alguno de esos dos lugares. El concepto de migración circular tiene implicaciones metodológicas y teóricas. En el primer caso, al menos por dos razones: a) las estadías en los Estados Unidos podrían ser cada vez más largas, las visitas a México cada vez más cortas y las primeras convertirse en permanentes como resultado de la reunificación familiar, con el consecuente aumento del volumen del flujo migratorio, dando la impresión de un incremento de la inmigración a los Estados Unidos, cuando de hecho lo que se ve es un aumento de la intensidad del movimiento circular, incluidos los ciudadanos mexicanos que podrían haberse trasladado en forma permanente a los Estados Unidos. Por otra parte, b) si se la mide como corresponde, la migración circular podría transformarse en un indicador de la intensidad de las interacciones entre las "condiciones estructurales" y los "factores" ubicados a ambos lados de la frontera, que están vinculados con el fenómeno de la migración internacional entre los dos países. En el segundo caso, el concepto tiene implicaciones teóricas al menos por dos razones: a) la definición de un trabajador migrante no debe ya depender de su ubicación geográfica sino más bien de su participación en un mercado laboral internacional. Las definiciones tradicionales de un inmigrante incluyen la condición de cruzar una frontera geográfica por un período determinado. El concepto de migración circular debe hacerse funcional a partir del supuesto teórico de que un trabajador migrante es una persona que ya no es un residente permanente de su lugar de origen debido a una decisión que entraña ingresar a un mercado laboral internacional respondiendo a una demanda de mano de obra en otro país. Ello significa que un trabajador migrante adquiere la calidad de tal desde el momento en que abandona su hogar con la intención de buscar empleo en otro país. La otra razón es que b) como consecuencia + w iP 1.6 1.3 1.1 1 .o 0.8 4.6 MICHOACÁN JALICCO EE.UU. D.F. OAXACA GUANAJATO SINALOA GUERRERO PUEBLA MORELOS MÉXICO ZACATECAS NAYARIT SONORA COLIMA HIDALGO B. CALIFORNIA QUERÉTARO VERACRUZ OTROS SINALOA JALICCO MICHOACÁN SONORA EE.UU. GUANAJATO NAYARIT D.F. OAXACA ZACATECAS GUERRERO MÉXICO VERACRUZ CHIHUAHUA PUEBLA B. CALIFORNIA CHIAPAS HIDALGO DURANGO OTROS MEXICALI 13.3 9.1 8.8 8.3 7.2 7.0 5.0 4.1 3.9 3.0 2.5 2.5 2.2 2.1 2.0 1.8 1.8 1.6 1.5 12.7 CHIHUAHUA 33.0 DURANGO 17.0 COAHUILA 15.1 ZACATECAS 10.6 D.F. 5.2 GUANAJATO 2.9 AGUAS CALIENTES 2.0 MÉXICO 1.4 JALISCO 1.4 PUEBLA 1.2 EE.UU. 1.2 MICHOACÁN 1.1 0.8 VERACRUZ SAN LUIS P., 0.8 NUEVO LEON 0.7 HIDALGO 0.7 SONORA 0.7 SINALOA 0.7 QUERÉTARO 0.6 OTROS 2.7 17.5 NUEVO LEÓN GUANAJATO 16.6 SAN LUIS P. 11.3 COAHUILA 9.6 D.F. 9.1 ZACATECAS 5.1 MEXICO 5.0 VERACRUZ 3.1 MICHOACAN 2.8 JALISCO 2.7 QUERÉTARO 2.5 CENTRO AMÉRICA 2.1 TAMAULIPAS 2.0 DURANGO 1.6 GUERRERO 1.4 HlDALGO 1. O PUEBLA 1. O CHIHUAHUA 1.0 AGUAS CALIENTES 0.9 OTROS 3.9 '%, 7.8 6.5 6.3 4.9 4.0 2.4 1.7 1.6 1.4 1.3 0.6 0.6 0.6 0.6 0.5 0.5 2.8 37.1 9.5 SAN LUIS P. JALISCO VERACRUZ MICHOACÁN CENTRO AMERICA D.F. GUERRERO GUANAJATO HIDALGO QUERETARO ZACATECA5 OAXACA AGUAS CALIENTES CHIAPAS T LAXCALA PUEBLA OTROS TAMAULIPAS NUEVO LEON MATAMOROS Fuente: Proyecto CaRóii Zapata. Eiicuesta continua del flujo d e migrantes mexica~ios indocumentados al cruzar la frontera mexicano-estadouriide~ises por las ciudades de Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros, basada en cuestionarios individuales a d m i ~ ~ i s t r ~ ia una muestra aleatoria dos los días viernes, sábado y domingo de cada semana desde septiembre de 1987 a junio de. 1996. "!o TIJUANA DISTRIBUCIÓNPOR LUGAR DE-ORIGEN DE LOS TRABAJADORES MIGRANTES INDOCUMENTADOS SEGUN CIUDAD DE CRUCE DE LA FRONTERA Cuadro 1 de lo expuesto, una estimación del número de trabajadores migrantes internacionales debe comenzar cuando se incorporan al ciclo migratorio, independientemente de si esa persona ha cruzado o no una frontera internacional. El ciclo migratorio incluye el espacio geográfico entre la última residencia permanente y el lugar del destino migratorio, que puede ir desde el destino inicialmente propuesto hasta el que efectivamente llega. La selección que el analista haga del tipo de destino migratorio dependerá del alcance del análisis. En nuestro caso, la implicación importante es "que en la enumeracih de los trabajadores migrantes internacionales debe incluirse a todas las personas que están en el ciclo migratorio internacional, hayan o no dejado su país de origen o alcanzado el país de destino. El cuadro 1 muestra las entidades.federativas mexicanas con la proporción más alta de trabajadores migrantes indocumentados, según lo determinaron nuestros entrevistadores en los últimos cinco años. Es digno de mención el surgimiento de los Estados Unidos como "lugar de residencia" en la lista de quienes cruzaron por las ciudades de Tijuana, donde representaban el 7,1% del total, por Mexicali (2,2'%>) Ciuy dad Juárez (1,6%). Se incluyó a los Estados Unidos en el cuadro 1 ya que la pregunta se refería al "estado de residencia" del inmigrante. Hubo personas entrevistadas que indicaron que ya no vivían en México y tenían residencia permanente en los Estados Unidos, lo que sugiere una situación paradójica cuando un inmigrante indocumentado declara no tener un lugar de residencia en su país de origen, y refuerza la necesidad del concepto de "migración circular", donde el supuesto es que, para conocer los costos y beneficios reales de la migración internacional para los países de origen y de destino, debe conocerse el número de personas que se hallan en el "ciclo migratorio". La aplicación funcional de este concepto ayudará a una mejor comprensión de las relaciones entre los costos y beneficios de la migración internacional en lo que respecta a los dos países, pues se tendrá en cuenta dónde y cuándo se sufragan los costos para la reposición de la fuerza laboral migratoria. En otras palabras, y en el contexto teórico de la migración circular internacional, se podría decir: a) que existe circularidad entre una economía de origen y una economía de destino que interactúan por medio de la migración; I?) si se entiende a1 trabajador migrante como "capital humano"' que debe reponerse, su reposición implica un costo para la economía de origen y un beneficio neto para la economía de destino, donde tal capital humano genera riqueza; por lo tanto, c ) la economía de origen subvenciona a la de destino, y dicha subvención es igual al ahorro que la economía receptora logra cuando aprovecha el capital humano por el que no pagó los costos de reposición. 1 Este concepto se usa según lo entiende G. S. Becker, Human Capital: a Theoretical and Empirical Analysis. New York, National Bureau of Economic Research, 1975. . FLUJOS MIGRATORIOS La índole circular de la migración internacional entre México y los Estados Unidos puede medirse óptimamente cuando es posible identificar los flujos migratorios en términos espaciales, temporales y numéricos. El hecho de que la mayoría de los migrantes indocumentados cruzan en algún punto de la frontera norte de México, donde pueden ser entrevistados, ha permitido que el Proyecto Cañón Zapata2 identifique orígenes y destinos de los flujos principales. Las mediciones de tales flujos han sido el medio más seguro concebido hasta la fecha para calcular las variaciones del volumen de migración indocumentada, puesto que otros intentos de medición se han visto obstaculizados por la condición de indocumentado, que obliga a estas personas a ocultar tal situación. Las mediciones de los flujos migratorios son aún más valiosas cuando es posible determinar las características socioeconómicas de los trabajadores migrantes que los componen. Sin embargo, esta técnica no ha permitido determinar el número de inmigrantes indocumentados que hay en los Estados Unidos. Durante el desarrollo del Proyecto Cañón Zapata ha sido posible ilustrar la importancia de centrarse en los flujos como el elemento esencial para el análisis de la migración internacional en estudio. En el mapa 1 se presentan algunos resultados empíricos de dos proyectos de investigación independientes. Uno es el ya mencionado Proyecto Cañón Zapata y el otro corresponde a la Encuesta Nacional de Migración Fronteriza a los Estados Unidos (EMIF).3En contraste con el Pro2 Este proyecto consiste básicamente en una técnica encuestadora en que las entrevistas personales se vienen realizando sistemáticamente en los principales puntos d e cruce d e la frontera entre México y los Estados Unidos (las ciudades de Tijuana, Mexicali, Ciudad Juárez, Nuevo Laredo y Matamoros) a una muestra de personas elegidas al azar, los viernes, sábados y domingos d e cada semana, desde septiembre d e 1987 hasta la fecha. Este proyecto ha producido la única base cronológica sobre los flujos d e migración indocumentada desde México, aparte de las estadísticas sobre aprehensiones elaboradas por el Servicio de Inmigración y Naturalizaci6n d e los Estados Unidos. Algunos resultados anteriores de este proyecto aparecen en las siguientes publicaciones del autor d e este documento: "Undocumented immigration: research findings and policy options," en R. Roett, Mrxico aiid tlic Uilited States, Marzngilzg tlze Relatiotz, Boulder, Colorado, Westview Press. 1988; "Measuring the states: origins, consequences and policy options", San Diego-La Jolla: Center for US-Mexican Studies-Zapata Canyon Project, en F. Bean et al., eds., Uiidociirlicrited Migratiotz to tlze Uilited States, Washington, D.C.: The Rand Corporation and the Urban Institute Press, 1990. 3 Este proyecto d e investigación se presentó originalmente a un concurso d e proyectos de investigación que financia el Banco Mundial bajo condiciones d e competencia, organizado por la Secretaría del Trabajo y Previsión Social y el Consejo Nacional d e Población d e México. Los mapas se han obtenido d e datos que corresponden al primer año de esta encuesta, 1993-1994. DESTINO EN LOS ESTADOS UNIDOS DEL FLUJO DE TRABAJADORES MIGRANTES QUE DECLARAN RESIDENCIA PERMANENTE EN CUALQUIERA DE LAS SIGUIENTES ENTIDADES FEDERATIVAS: VERACRUZ, TABASCO, CHIAPAS, CAMPECHE, YUCATAN Y QUINTANA ROO California 32,2O/0 Entre 1 y 3,5% Menos de 1% Estados de origen Número total de casos = 107 313 Número de casos del área sombreada = 2 641 Fuente: Proyecto Cañón Zapata. Colegio de la Frontera Norte (COLEF), Tijuaiia, México. Desde septiembre d e 1987 a junio de 1996. 137 yecto Cañón Zapata, la EMIF mide los flujos migratorios en ambos sentidos. Su metodología se deriva del concepto teórico.de "migración circular" y se basa en una adaptación de lo que los estadísticos de la biología llaman "muestreo de poblaciones móviles". Esta técnica de muestreo se usa para estimar el número de especies migratorias, desde ballenas a delfines, salmones, aves migratorias o glóbulos de la sangre. Como en el caso de algunas especies migratorias, la índole circular del fenómeno migratorio entre países implica, en un marco teórico, dimensiones de tiempo y espacio. De la conceptualización de estas dimensiones se avanzó al aspecto funcional, necesario para crear la muestra de flujos migratorios continuos. En su formulación y administración actuó un equipo de científicos del Colegio de la Frontera Norte (COLEF), encabezados por el autor, mediante la EMIF. La definición empírica de "espacio" a través del cual ocurre la "migración circular" está asociada con el concepto de "rutas migratorias". Son como ríos con corrientes en ambos sentidos y que conectan los lugares de origen con los de destino de una migración circular. En el caso de la observación de flujos migratorios, después de haberse establecido empíricamente la ruta de estos ríos virtuales, se definió el lugar de la observación empírica de la unidad más pequeña de espacio muestral, como si se recurriera a la parte más angosta del río para tener una mejor visión de lo que pasa a través de la corriente. Con ese fin, buscamos las secciones más angostas de estos "ríos" en terminales de autobuses, aeropuertos, estaciones de ferrocarril y lugares de inspección de aduana y de inmigración a lo largo de las autopistas. Estos lugares corresponden a todos los puntos de ingreso o salida entre México y los Estados Unidos. La idoneidad de este procedimiento se realza aún más al identificar en forma sistemática "puertas" (u otros espacios más reducidos) en los aeropuertos o terminales de autobuses, por los cuales fluyen estos "ríos migratorios". Por ejemplo, una vez que se identifica una terminal de autobuses como la unidad de muestreo más angosta, se realiza un conteo sistemático de todas las personas que pasa* a través de esta "puerta" por unidad de tiempo. El período de mayor extensión de tiempo que se utiliza es de tres meses. Durante este lapso, se realiza un censo completo de las personas que cruzan, con el fin de tomar unidades muestrales de los períodos más reducidos de tiempo, que luego se seleccionan al azar según las técnicas de muestreo convencionales para elaborar muestreos por fases sucesivas. En los gráficos siguientes se presentan algunos resultados de la encuesta EMIF. En el gráfico 1 aparecen los resultados correspondientes a un mismo período (14 de marzo a 13 de junio) de dos años consecutivos (1994 y 1995) de flujos de mano de obra migratoria entre las dos naciones. Los trimestres del gráfico corresponden a aquellos períodos anuales en que los flujos migratorios sur-norte han tendido a aumentar con el paso de los años. Los números absolutos que aparecen en la parte superior de las barras son estimaciones estadísticas Gráfico 1 CAMBIOS EN EL VOLUMEN Y DIRECCIÓN DE LOS FLUJOS DE TRABAJADORES MEXICANOS ENTRE MEXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS, SEGUNDO TRIMESTRE. SUBMUESTRAS (14 DE MARZO A 13 DE JUNIO DE 1994 Y 14 DE MARZO A 13 DE JUNIO DE 1995) Fluio (cifras absolutas) Expulsados por el Servicio d e Inmigracion de los EE UU Desde Mexico hacia los EE UU Residencia permanente en los EE UU de regreso a Mexico Residencia permanente en Mexico de regreso a los E E UU Fuente: Encuesta del EMIF. Colegio d e la Frontera Norte, para CONAPO y STPS. 1994-1995 derivadas de los resultados obtenidos de la "expansión de la muestra", basados en el "marco de muestras de la población móvil" elaborado para los flujos migratorios en ambas direcciones, de acuerdo a la recopilación hecha en la frontera. En el gráfico 2 se muestran algunas características socioeconómicas de los trabajadores migrantes mexicanos, derivadas de un modelo de análisis multifactorial de los flujos migratorios hacia el norte y hacia el sur, que han sido ordenados según la importancia de su ponderación o en la probabilidad de que se dirijan a los Estados Unidos o regresen a México. Es decir, a) en la comparación global de la dirección de los flujos migratorios durante el período del 14 de marzo al 13 de junio de 1995, se determinó que el porcentaje de trabajadores migrantes que iban a los Estados Unidos era superior al de los que regresaban a México, lo que queda demostrado en el eje horizontal del gráfico por el punto de inflexión del modelo con referencia a un punto indexado de cada 100 personas que se desplazaban hacia los Estados Unidos entrevistadas en un punto de cruce de la frontera mexicana; b) entre quienes se dirigían a los Estados Unidos, el factor de mayor ponderación en los modelos estadísticos fue el cruce a través de la ciudad de Tijuana (sin una inspección gubernamental). Esta conclusión confirma la dimensión espacial del proceso circular de migración asociado con la dinámica de un mercado laboral internacional en que la atracción de California se ha documentado extensamente (véase el mapa 1 y el cuadro 2); C) el predominio de los flujos migratorios estacionales durante el segundo trimestre (abril-mayo-junio)en cuanto a la ponderación de la varianza de los flujos migratorios, observándose nuevamente una tendencia que corresponde al momento u ocasión de la demanda de mano de obra desde los Estados Unidosi especialmente Califomia, donde los trabajadores migrantes mexicanos constituyen más del 90% de la fuerza laboral contratada para la producción agrícola del Estado, equivalente a la tercera parte de la producción agrícola de todo el país; d ) la creciente importancia que la demanda de mano de obra del sector industrial estadounidense tiene en la ponderación del factor que determina los flujos migratorios desde México, especialmente si se la compara con las labores agrícolas (véase el gráfico 2), está impulsando levemente el regreso de los trabajadores migrantes desde México; e) las cohortes de edad más productiva en un mercado laboral tan internacionalizado y el sexo masculino aparecen en la lista de factores asociados con su presencia en la frontera rumbo a los Estados Unidos. 4 En el gráfico 3 aparecen algunas tendencias de la demanda anual en los Estados Unidos de mano de obra de inmigrantes mexicanos indocumentados, por sector de la economía del país y luego por ciudad de ingreso a los Estados Unidos. Tijuana es la ciudad fronteriza mexicana prcíxima a San Diego, por donde se produce un poco más del 50% del total de cruces fronterizos de inmigrantes indocumentados. Obsérvese que la fuente de los datos de este gráfico es independiente de la fuente de los datos del gráfico 1. Gráfico 2 MIGRACI~N CIRCULAR DE MANO DE OBRAENTRE MÉXICO Y LOS ESTADOS UNIDOS SEGÚN LA DIRECCIÓN DEL FLUJO Y LAS PONDERACIONES DE LOS FACTORES DE ATRACCIÓN (DEMANDA) DE M A N O DE OBRA DE LOS ESTADOS UNIDOS Y DE LOS FACTORES DE ATRACCIÓN DE LA MIGRACIÓN DE RETORNO HACIA MEXICO, 1995 Hacia los EE.UU. Punto de . - - -. inflexión medio Hacia MBxico Hacia Calil I I tnm Industrta Cohorte de edad 1 Trlm Sexo 22034 Sexo mas Agrcult Trimestre 1995 12-19 34+ Empleados Hacia y conserles Texas Sector de demanda de mano de obra en los EE.UU. Sexo lem Lugar de cruce fronterizo Fuente: Encuesta del EMIF. Colegio de la Frontera Norte, para CONAPO y STPS. 1994-1995. Cuadro 2 REGIONES DE ORIGEN DE LOS INMIGRANTES INDOCUMENTADOS, POR CIUDAD DE CRUCE FRONTERIZO. 1995 Región (%) Norte Centro Norte Centro Oeste Golfo Sur Resto Total Tijuana Mexicali Ciudad Juárez Nuevo Laredo Matamoros 0.8 4.0 42.9 0.4 6.0 42.8 3.0 3.7 28.2 3.8 5.3 56.1 39.1 10.2 7.2 0.3 0.0 43.4 2.6 17.0 26.2 6.8 1.O 46.5 0.0 0.8 25.0 38.8 0.0 35.4 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 Fuente: Proyecto Cañón Zapata. Encuesta continua del flujo de inrnigrantes mexicanos iridocurnentados mientras cruzan a los Estados Uriidos. Colegio de la Frontera Norte. Desde 1988 hasta diciembre de 1995. Norte = Chihuahua, Durango; Centro Norte = Aguascalientes, S.L. Potosi, Zacatecas; Centro Oeste = Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Guerrero, Colima, Nayarit; = Tamaulipas, Veracruz, Tabasco, Campeche, Yucatán; Golfo Sur = Oaxaca, Chiapas, Quintana Roo. CAMBIOS EN EL VOLUMEN DEL FLUJO DE INMIGRANTES MEXICANOS INDOCUMENTADOS DESDE EL ESTADO DE TALISCO AL ESTADO DE CALIFORNIA & Costo medio El costo d e la migracihn consiste en todo l o que el trabajador migrante debe pagar desde que abandona su hogar hasta que recibe su primer sueldo en los Estado5 Unidos. Índice d e volumen del flujo migratorio representa cambios en términos d e porcentajes respecto de semestres de 1988. El gráfico 2 debe interpretarse como una visión virtual de los factores de demanda y oferta de mano de obra en los Estados Unidos y e11 México, respectivamente, como dos lados de un mercado laboral internacional de facto. En el lado derecho del gráfico aparecen las características socioeconómicas asociadas con los factores de atracción para que los trabajadores regresen a México, según los tiempos de las encuestas EMIF (1995). Los datos del presente documento apoyan el concepto de que el desplazamiento de trabajadores documentados e indocumentados desde México hacia los Estados Unidos es un proceso circular de migración puesto en marcha por las "fuerzas" de la oferta y la demanda de un mercado laboral internacional de facto. Es un "mercado" imperfecto, tal como fue Gráfico 4 CAMBIOS EN EL NÚMERO DE TRABAJADORES MIGRANTES INDOCUMENTADQS EN LOS ESTADOS UNIDOS, POR SECTORES DE LA ECONOMIA DEL PAIS, INGRESADOS POR TIJUANA, 1988-1996 Numero de inmigrantes 70 60 - 50 I 40- d 30- -0- Servicios 2010; Ir I Fuente: Proyecto Cañóii Zapata. Colegio de la Froiitera Norte. Eiicuesta contiiiu'1 de lo. trabajadores migra~itesindocumentados que cruzan Iiacia los Estaclos Uiiido\. Desde septiembre de 1987 a la actualidad. conceptualizado p o r Max Weber" d o n d e los salarios y las condiciones d e trabajo s o n m á s el resultado d e u n a asimetría d e p o d e r entre los protagonistas principales d e u n a relación laboral q u e el resultado d e la interacción clásica entre la oferta y la d e m a n d a . El m o d o e n q u e s e desarrolla la asimetría d e p o d e r entre los protagonistas principales d e dicha relación social y económica tiene q u e ver con valores e ideologías q u e pertenecen Wolfgang J. Mommsen, M n s W~lber ~ r dit. dt~irtscliePolitik 1890-1920, pp 23-51, cii i tado por Dirk Kasler en M n s Wt7bt.r: Ari Iiitroiliictiori to lzis LifL. arid Work (Chicago: University of Chicago Press, 1988). En esta cita, Mommsen se refiere a los detallados estudios que hizo Weber sobre la agricultura en la región del río Elba, en 10s que analizó -en más de doce publicaciones aparecidas entre 1892 y 1894 (aún no se han traducida del alemán)- las condiciones de los obreros agrícolas, incluidos los trabajadores migrantes polacos. Muchas de las ideas de Weber especialmente pertinentes para los sociólogos laborales aparecen en esta serie d e obras, encargadas por la Verein für Sozialpolitik en 1890 para que las dirigiera Weber, junto a Thiel, Conrad y Sering. Mis conocimientos d e este aspecto de la teoría social y económica, en que Weber elabora muy cabalmente su concepción sociológica de un mercado laboral, provinieron de la lectura del libro de Dirk Kasler, citado anteriomente, y la obra posterior de Wolfgang J. Mommsen, Tlie Politicnl niid Socinl T l i t ~ o y o f M n s Wcber (Chicago: University of Chicago Press, 1989). 5 a una dimensión diferente de la realidad migratoria acerca de la cual se han presentado algunos datos en el presente documento. Por consiguiente, la conclusión que se puede sacar de estos datos es todavía incompleta, a pesar de la producción de estimaciones directas de la migración de trabajadores documentados e indocumentados desde México, que logró por primera vez el COLEE Bibliografía Becker, G.S. (1975),Hlltiinn Cnpitnl: A Tlieoreticnl nil~i Eriipiricnl Atinlysis. New York, Natioiial Bureau of Econornic Research. Kasler, Dirk (1988), Mnx Weber: A n lntrodr~ctionto liis Life nnd Work. Chicago, University of Chicago Press Mornrnsen, Wolfgang (1989),Tlie Politicnl ntid Socinl Tlieory of Mnx Webei. Chicago, University of Chicago Press. REDISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LA POBLACIÓN: CARACTERÍSTICASY TENDENCIAS DEL CASO BRASILEÑO* Rosana Baeninger Nlícleo de Estildios de Poblaciólz ( N E P O ) Uniz~ersidadEstadl~alde Canipilzas ( U N I C A M P ) Bmsil RESUMEN Se describen los procesos de redistribución espacial de la población en Brasil, cuya dinámica es consecuencia de la urbanización y de los movimientos migratorios. Las bajas tasas de crecimiento de la población, especialmente en las áreas metropolitanas, constituyen un signo de una nueva configuración y reorganización de la población en el espacio, demostrando el vigor de las ciudades medias y pequeñas en contextos regionales específicos. Las nuevas formas de desplazamiento de la población señalan las siguientes tendencias en el proceso de redistribución espacial de la población: declinación de los flujos migratorios de larga distancia; intensificación de la migración de retorno; consolidación de la migración intrametropolitana, principalmente desde los núcleos de la periferia y entre periferias; aumento de los movimientos migratorios de corta distancia, especialmente intra e interregionales; predominio de los movimientos de origen y destino urbanos; aumento de los movimientos pendulares de la población. Si bien estos procesos se han desarrollado de diferente manera en las diversas regiones de Brasil, en el Estado de Sao Paulo son más evidentes, manifestando claramente el nuevo escenario de la urbanización, cuya principal característica es la dispersión polarizada de la migración, la población y las actividades económicas. (REDISTRIBUCIÓN E L POBLACIÓN) D A (MIGRACIÓNINTERNA) (METRÓPOLIS) (CIUDADESMEDIANAS) (LOCALIZACIÓN INDUSTRIAL) * Una primera versión d e este documento fue elaborada para el Programa Global d e Formación en Población y Desarrollo del Centro Latinoamericano d e Demografía (CELADE) en diciembre d e 1994. SPATIAL POPULATION DISTRIBUTION IN BRAZIL: CHARACTERISTICS AND TRENDS SUMMARY An analysis of the processes of spatial population redistribution in Brazil is presented, whose dynamics is a consequence of urbanization and migratory movements. Low population growth rates in Brazilian metropolitan areas are a sign of a new territorial configuration and reorganization of the population and of the strength of small and medium size cities in specific regional contexts. The emergence of new forms of population movements signals the following trends in the process of population redistribution: the decline of long distance migratory flows; the intensification of return migration; the consolidation of intra-metropolitan inigration, especially from the urban nucleus to the periphery and between peripheries; the increase of short distance migratory movements, mainly intra and inter-regional, and the predominance of urban-urban movements. Although these processes have been unfolding in different ways in the diverse regions of Brazil, in the State of Sao Paulo these phenomena are more evident, expressing more clearly the new urbanization scenario, whose main characteristic is related to the polarized dispersion of migration, population and economic activities. (RESETTLEMENT POLICY) (INTERNAL MIGRATION) (METROPOLIS) (MIDDLE-SIZED TOWNS) (LOCATION OF INDUSTRY) La emergencia del proceso de reestructuració~i productiva en el ámbito internacional producido a fines de este siglo ha contribuido -en el plano nacional, regional y local- a la configuración de espacios urbanos seleccionados, que han presentado transformaciones significativas -en términos económicos, políticos y sociales- en su esfuerzo de inserción en esa dinámica global. Fueron modificados las formas y los procesos urbanos hasta entonces vigentes en las ciudades; se intensificó la velocidad de las transformaciones tecnológicas; las ciudades pequeñas y medianas pasaron a constituir una parte importante del dinamismo regional y cambiaron la dirección y el sentido de los flujos migratorios. Este nuevo escenario crea nuevos contornos a las ciudades, y la comprensión de los fenómenos locales implica el entendimiento de los fenómenos regionales, metropolitanos e incluso del ámbito mundial. La readecuación de las funciones urbanas de las ciudades, en términos de actividades económicas y de redistribución espacial de la población, constituye un elemento fundamental en el fortalecimiento de las economías regionales y en la búsqueda de rasgos propios y actuales. En el caso brasileño, y específicamente en el Estado de Siio Paulo, los impactos tea rritoriales del proceso de desconcentración económica y demogr'f'ica -iniciado en la década de 1970- tuvieron un mayor impulso en ese nuevo panorama, consolidando la presencia de regiones fuertes y el desarrollo de polos regionales. Esta nueva territorialidad representa importantes transformaciones demográficas. La primera está vinculada a la desaparición del concepto tradicional de área rural; hoy lo "rural" significa y forma parte de una extensión de la dinámica urbana, con su producción y cultivos volcados, incluso, hacia el mercado internacional. Por otro lado, el predominio de población urbana ha generado nuevas demandas sociales, lo que se refleja en la "homogeneización" de determinados indicadores demográficos, como grado de urbanización, tasas brutas de mortalidad, tasas de fecundidad, y en nuevas formas de redistribución espacial de la población, destacándose la importancia de sus desplazamientos intraurbanos y la redefinición de los roles de las áreas metropolitanas. Hasta los años setenta, el proceso de urbanización y de redistribución espacial de la población brasileña estuvo condicionado prácticamente a sólo una vertiente: el crecimiento acelerado y progresivo de las grandes ciudades y de las metrópolis. En los resultados del censo de 1991, sin embargo, se puede observar que dichas áreas presentaron una reducción significativa en su ritmo de crecimiento demográfico y señalan la aparición de otras áreas receptoras de migrantes. El interior del Estado de Sáo Paulo registró un saldo migratorio más elevado que la región metropolitana, la que llegó a presentar un saldo negativo. En ese contexto, las diversas dinámicas urbano-regionales presentes en el interior han desempeñado un rol relevante en el proceso de redistribución espacial de la población y de regionalización,donde la movilidad intraurbana ha garantizado la expansión y la consolidación de aquellas áreas. Este trabajo tiene por objetivo señalar las especificidades recientes del proceso de redistribución espacial de la población brasileña, destacando particularmente el caso de SSo Paulo, donde los procesos de movilidad intraurbana se configuran más nítidamente. Se busca mostrar las nuevas interrelaciones entre los espacios urbanos y las formas emergentes de los movimientos migratorios y, de esa forma, contribuir a la formulación de políticas y a la planificación regional y a estimular la elaboración de análisis comparativos. I. EL PERIODO DE CONCENTRACI~N URBANA EN BRASIL: 1940-1980 La intensidad y la forma en que se dieron los procesos de urbanización y la redistribución espacial de la población brasileña han acentuado, a lo largo de cuarenta años, la dinámica concentradora de determinadas áreas. La dinámica de las ciudades y la urbanización han experimentado modificaciones con el transcurso del tiempo, siguiendo las transformaciones de la sociedad en su conjunto. En el período colonial, las ciudades surgían como punto de salida de productos de exportación y como lugares de entrada de las mercaderías provenientes de Portugal. A fines del siglo XIX, las ciudades pasaron a desempeñar un papel fundamental tanto para el almacenamiento como para el transporte, comercio y exportación de café (Oliveira, 1985).La consolidación del complejo cafetalero y su consiguiente legado (vías férreas, sistema bancario, núcleos urbanos, etc.) permitieron el surgimiento de una incipiente economía industrial y de una importante red urbana a partir del decenio de 1920 (Cano, 1977).Hasta los años treinta, período en que concluye la etapa de desarrollo primario exportador del Brasil, la aparición de las ciudades y la estructura territorial estuvieron dirigidas hacia los intereses comerciales vinculados a los ciclos productivos de monocultivos de azúcar, algodón y café. 148 A partir de entonces, la incipiente economía industrial dio lugar a nuevos modelos de urbanización, productos de la integración económica, el intercambio entre las regiones y el desarrollo del mercado nacional. Los planes de desarrollo industrial exigieron la unificación del mercado y su articulación. En ese contexto, se crearon y ampliaron las vías de transporte para la interconexión de los mercados regionales, propiciando la significativa expansión de la red urbana en todo el país (Faria, 1983). El proceso de localización y concentración industrial tendió a radicarse en los centros urbanos con alguna densidad demográfica y con facilidades administrativas vinculadas a la exportación. Con la consolidación del mercado nacional, las industrias se instalaron, predominantemente, en la Región Sudeste, especialmente en Sao Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte. Los cambios ocurridos en la estructura productiva nacional posteriormente a 1960, implicaron - c o n mayor acento en Sao Paulopor una parte, la subordinación de la agricultura a la industria y, por otra, un desarrollo más acentuado del sector secundario; la industria pesada se convirtió en un parque productor diversificado, donde los rubros tradicionales perdieron peso relativo (Cano, 1988). En tal contexto, ya se hizo visible la intensificación del proceso de urbanización en el país. Desde los años del decenio de 1940 se ha venido observando en Brasil un aumento significativo de la población urbana. En 1940, 12.8 millones de personas residían en el medio urbano, mientras que la población rural representaba un 69% del total nacional; en 1991, más de 110 millones de habitantes residían en áreas urbanas (cuadro 1).Según el último censo, sólo un 24.5% de la población nacional vivía en áreas rurales (cerca de 36 millones de personas). Las proyecciones de población señalan que hacia fines del presente siglo el 80% estará residiendo en áreas urbanas, lo que representará más de 136 millones de habitantes. Hasta los años setenta, los fenómenos de urbanización y de redistribución espacial de la población, marcados por intensos flujos migratorios, tenían su centro en el crecimiento progresivo de las grandes ciudades. Esa afluencia creciente hacia el medio urbano, especialmente en la década de los años setenta, hizo que dicho período fuera marcado por la "explosión del crecimiento urbano". Corresponde destacar que ese panorama concentrador de redistribución interna de la población se fue configurando a lo largo de casi medio siglo, demostrando la rapidez de las transformaciones urbanas en Brasil. En un intento de homogeneizar la redistribución demográfica en el espacio brasileño, se adoptaron soluciones como la expansión de fronteras agrícolas en Paraná, a mediados de la década de los años treinta, en el tramo central-Mato Grosso do Su1-pasando por Goiás hasta Maranhao- en 1940, y en la Amazonia, a partir de 1970. Sin embargo, el agotamiento de esas áreas ya era un hecho comprobado en los años sesenta en las fronteras de Paraná y del Centro Oeste y a comienzos de los años ochenta en la Amazonia. Dado que esos frentes de expansión respondieron a políticas explícitas de redistribución de la población, gran parte de la población rural que se había instalado anteriormente en ellos se desplazó hacia los grandes centros urbanos del Sudeste brasileño. Asimismo, el proceso de transformación agrícola provocó una fuerte concentración de la tierra, con la consiguiente expulsión de un enorme contingente del campo hacia la ciudad. Se estima que entre 1960 y 1980 cerca de 30 millones de personas dejaron el área rural rumbo a las áreas urbanas (Martine y Camargo, 1984). Por otro lado, el proceso de urbanización en Brasil generó una importante red urbana, a diferencia de otros países latinoamericanos que se caracterizan por una primacía urbana (Faria, 1983; Villa y Rodríguez, 1994). El dinamismo y la complejidad de ese proceso se vieron expresados por la multiplicación del número de ciudades en el país. Entre 1950 y 1980 se pasó de 1 889 ciudades a 3 991. Sin embargo, en 1980 la gran mayoría de las ciudades eran pequeñas (con menos de 20 mil habitantes) y correspondían al 87.6% del total de las ciudades brasileñas y concentraban sólo al 22% de la población. En contrapartida, en las 13 ciudades brasileñas con más de 500 mil habitantes residía el 31% de la población nacional. En 1980, las ciudades medianas y grandes (95 localidades) albergaban, en conjunto, aproximadamente al 54% de la población residente en ciudades del país. De hecho, el enorme vaciamiento que se venía produciendo en el campo a partir de los años cincuenta llevó al aceleramiento del proceso de urbanización; la tasa de crecimiento de la población urbana pasó del 3.8% en el período 1940-1950 al 5.32% entre 1950 y 1960. El impacto del desplazamiento de la población rural hacia el medio urbano se hizo sentir de manera más acentuada en los años cincuenta, ya que la base demográfica no era tan extensa; a medida que esa base se fue ampliando, su impacto fue disminuyendo y presentó tasas más bajas de crecimiento urbano: 5.15"/0 en el período 1960-1970; 4.44 entre 1970 y 1980 y 2.96% en el período 1980-1991. En el cuadro 1 se observa también que el ritmo de crecimiento de la población brasileña en su conjunto ha venido perdiendo intensidad a partir de los años sesenta, producto de la acentuada caída de la fecundidad. De una tasa de crecimiento de 3.05%en el período 1950-1960 se pasó a una de 2.48% en los años setenta, hasta llegar a 1.93% en el período 1980-1991. En el período 1991-1996, la tasa de crecimiento de la población brasileña llegó a 1.3%, cifra que se esperaba sólo con el cambio de siglo. Aunque tanto la tasa anual de crecimiento de la población brasileña como la tasa de crecimiento urbano hayan registrado descensos durante el período en estudio, el acelerado proceso de urbanización puede ser comprobado a través del aumento de la participación de la población urbana en el total: 45% en 1960,56%en 1970,67% en 1980 y 75% en 1991. Ese incremento de la población urbana fue, básicamente, consecuencia de tres factores: el propio crecimiento vegetativo de las áreas urbanas, la migración con destino urbano y la expansión del perímetro urbano de muchas BRASIL: POBLACIÓN TOTAL, URBANA Y RURAL. 1940-1991 Año Población (en miles) Total Urbana Rural Tasas de crecimiento ("41) Total Urbana Rural Fuente: IBGE, Cei~sos Demográficos de 1940 a 1991 localidades antiguamente consideradas rurales. En contrapartida, la población rural ha venido presentando una participación cada vez menor en el conjunto de la población brasileña; el decenio de 1950 marcó, como se ha mencionado, un cambio expresivo en la distribución poblacional del país: la tasa de crecimiento de la población rural pasó de 1.54'%entre 1950 y 1960 a 0.60% en el período 1960-1970, alcanzando tasas negativas (en torno a -0.60%) en los años setenta y ochenta. En 1980, incluso, la yoblación rural brasileña registró, por primera vez en este siglo, una disminución en números absolutos. El avance del proceso de urbanización en el país, sin embargo, no llegó a todas las regiones de forma homogénea, de modo que los contrastes socioeconómicos prevalecientes en el territorio nacional se reflejaron en la urbanización. En 1960, por ejemplo, cuando el promedio nacional indicaba que un 45% de su población vivía en áreas urbanas, únicamente la Región Sudeste registraba un porcentaje de población urbana superior al 50%, mientras que en el Nordeste esa participación alcanzaba sólo a 34'%,. La acentuada urbanización en marcha ayudó a que, a partir de 1980, más de la mitad de la población de todas las grandes regiones estuviera residiendo en áreas urbanas (cuadro 2). En cuanto a la población rural, la Región Norte fue la única en presentar, en el período 1970-1980, una tasa significativa de crecimiento (3.35%), atribuible a su situación de frontera amazónica. El Nordeste rural creció a una tasa más baja (0.52%).Las demás regiones siguieron la tendencia nacional; todas presentaron tasas negativas para sus contingentes rurales; destaca el caso de la región Sur con una tasa de -2.5%, reflejo del agotamiento de la frontera agrícola de Paraná. El Sudeste, especialmente S5o Paulo, ya había experimentado una reducción absoluta de su población rural en 1970. En el período 1980-1991, con excepción de la Región Norte, todas las demás registraron tasas negativas de crecimiento rural. GRANDES REGIONES D BRASIL: GRADO D URBANIZACIÓN E E Y TASAS D CRECIMIENTO D L POBLACIÓN E E A RURAL. 1950-1991 Indicadores Brasil Grado de urbanización (%) 1950 1960 1970 1980 1991 36.2 44.9 55.9 67.6 75.5 Norte Grandes regiones Nordeste Sudeste Sur 31.5 37.4 42.6 50.3 59.0 Tasas de crecimiento población rural (%) 1940-1950 1950-1960 1960-1970 1970-1980 1980-1991 1.58 1.54 0.60 -0.62 -0.66 1.80 2.37 2.11 3.35 2.04 C. Oeste 26.4 33.9 41.8 50.5 60.6 47.5 57.0 72.7 82.8 88.0 29.5 37.1 44.3 62.4 74.1 24.4 34.2 50.7 70.8 81.3 1.84 1.O2 1.10 0.52 -0.28 0.64 1.O6 -1.88 -1.99 -1.52 2.97 2.90 2.20 -2.48 -2.01 2.98 3.89 3.14 -1.24 -1.05 Fuente: IBGE, Censos Demográficos de 1940 a 1991. El rápido crecimiento de las áreas urbanas venía indicando que, hasta los años setenta, el campo no sólo crecía menos que la ciudad sino que además comenzaba a experimentar un proceso de pérdida de población. Ese fenómeno era indicativo de los cambios (o ausencia de ellos) en la estructura productiva rural y urbana, donde cabe citar la estructura de la propiedad agraria. El proceso de modernización agrícola, intensificado a partir de la mitad de la década de 1960, provocó una fuerte concentración de tierra que, aliada al agotamiento de las fronteras agrícolas, condujo "a la población migrante a dirigirse hacia las ciudades, y ciudades cada vez más grandes" (Martine, 1987:29). Para tener una idea de la magnitud de los flujos migratorios, corresponde indicar que entre 1960 y 1970 casi 1.5 millones de personas habían emigrado del Nordeste y que en 1970-1980 este volumen se elevó a 2.9 millones. El panorama de los desplazamientos ocurridos en la década de los setenta apuntaba, entonces, hacia el aumento de los Estados expulsores de población y la disminución de los receptores, resultando en un incremento demográfico elevado para el sudeste -particularmente Sáo Paulo (Martine y Carvalho, 1990). Así, el proceso de urbanización en Brasil se vio marcado por enormes desplazamientos, de corta y larga distancia, de campesinos hacia la ciudad, generando una primacía urbana en aglomeraciones de mayor tamaño; la población residente en las nueve regiones metropolitanas representaba un 30% de la población nacional en 1980 y su crecimiento, en conjunto, fue responsable de más del 40% del crecimiento total del país. Entre 1940 y 1980 las principales tendencias de la urbanización y de la redistribución espacial de la población brasileña se dirigían, por lo tanto, hacia la multiplicación del número de ciudades, hacia la creciente concentración de la población en localidades urbanas de gran tama- ño, principalmente en áreas metropolitanas y hacia la concentración económica y demográfica en la Región Sudeste, especialmente Sáo Paulo y Río de Janeiro. 11. DECENIO DE 1980: INFLEXIÓN DEL MODELO CONCENTRADOR Como ya se ha señalado, hasta los años setenta el proceso de urbanización y de redistribución espacial de la población brasileña estuvo nutrido por tres vertientes: el progresivo vaciamiento del campo y el consecuente crecimiento urbano, notoriamente de los centros regionales; los desplazamientos poblacionales con destino a las fronteras agrícolas, y el continuo e intenso fenómeno de la metropolización. Algunas de esas tendencias ya estaban en transformación en el período 1970-1980, especialmente los desplazamientos con destino a las fronteras agrícolas y los grandes mo~rimientos poblacionales del campo hacia las ciudades, independientemente de su tamaño, y se inició la intensificación del movimiento urbanourbano, con nuevas modalidades de desplazamientos poblacionales (pendular, de retorno, intrametropolitanc?, etc.). La reorganización de la población en el espacio se modificó con tanta fuerza que dichos movimientos pasaron a tener sólo una dirección: los grandes centros urbanos. Los resultados del Censo Demográfico de 1991 permitieron observar, sin embargo, que el cambio en el patrón de urbanización brasileño comenzó justamente con el menor crecimiento de aquellas áreas y con enormes transformaciones en el proceso de redistribución espacial de la población. 11.1. Crecimiento de la población en Brasil y en las grandes regiones La década de los ochenta estuvo marcada por la disminución del ritmo de crecimiento de la población brasileña y por sus formas de distribución espacial. De modo general, se observó una caída en la tasa de crecimiento poblacional en todas las regiones brasileñas (cuadro 3), debido principalmente al descenso de la fecundidad que -aunque diferencialmente- ya se venía manifestando en el conjunto del país desde 1970; en el caso de la Región Sudeste, era atribuible a los menores volúmenes migratorio5 interestaduales que en los años ochenta se dirigieron a ella y al enorme volumen emigratorio con destino a los Estados del Nordeste y Minas Gerais. La tasa de crecimiento de la población nacional pasó del 2.46% en el período 1970-1980 al 1.93% entre 1980-1991, siendo notoria la continuidad de tasas negativas para la población rural (-0.62% en 1970-1980 y -0.66% en 1980-1991).En contrapartida, la tasa de crecimiento de la población urbana, a pesar de la desaceleración en su ritmo de crecimiento en los años ochenta, continuó siendo elevada: 4.44% en 1970-1980 y 2.97% en 1980-1991. GRANDES REGIONES DE BRASIL. POBLACIÓNTOTAL, URBANA Y RURAL, TASAS DE CRECIMIENTO Y DISTRIBUCIÓN RELATIVA ("A,). 1970.1980 Y 1991 Brasil Norte Población 1970 Total 93139037 4 121966 Urbana 52 087 092 1 754 553 Rural 41051945 2367413 1980 Total 119002706 6623397 Urbana 80436409 3 332429 Rural 38566297 3290968 1991 Total 146825475 10030556 Urbana 110 990 990 5 922 574 Rural 35 834 485 4 107 982 Tasas d e crecimiento (%) 1970-1980 4.86 Total 2.48 Urbana 4.44 6.62 Rural -0.61 3.35 1980-1991 Total 1.93 3.85 Urbana 2.97 5.37 Rural -0.66 2.04 Distribuci6n relativa (%) 1970 100.00 4.43 1980 100.00 5.57 1991 100.00 6.83 Regiones Nordeste Sudeste Sur Centro Oeste 28111927 39853498 16496493 11 752 916 28 965 601 7 304 586 16359011 10887897 9 191907 34812356 51734 125 19031162 17566842 42840081 11877739 17245514 8894044 7153423 42497540 62740401 22129377 25 776 279 55 225 983 16 403 032 16 721 261 7 514 418 5 726 345 2.16 4.10 0.52 2.64 3.99 -1.99 1.44 4.98 -2.48 1.83 3.54 -0.28 1.77 2.34 -1.52 1.38 2.98 -2.01 30.18 29.25 28.94 42.79 43.47 42.73 17.71 15.99 15.08 Fuente: IBGE, Censos Demográficos de 1970, 1980 y 1991. Nota: Se corisideró la actual división político administrativa del país. La Región Norte se destacó, en el período 1980-1991,por presentar la tasa más elevada de crecimiento de la población (3.85%), demostrando la importancia que tuvo la frontera agrícola en los años ochenta como canalizadora de importantes flujos migratorios hacia las áreas rurales, particularmente hacia los Estados de Rondonia y Pará. La tasa de crecimiento de la población rural de la Región Norte fue la única positiva en el período 1980-1991 (2.04%),mientras que su tasa de crecimiento de población urbana también superó la de las demás regiones (5.37%), significando que el 59% de la población de esa región estuviera residiendo en 1991 en áreas urbanas. Esa región también ganó peso relativo en la distribución de su población en el total del país y respondía por el 4.43% de la población nacional en 1970, el 5.57% en 1980 y el 6.53% en 1991. Sin duda, ese enorme crecimiento de la Región Norte estuvo condicionado por los flujos migratorios que la eligieron como destino entre fi154 nes de 1970 y 1986. No obstante, como señala Martine (1994), "a partir de 1986, la atracción migratoria de la frontera agrícola se enfrió, o prácticamente cesó. Coincidieron para ello el fin del Polo Noroeste y de otros subsidios para la agricultura en la Amazonia; las dificultades del desarrollo económico de la región y la ausencia de soluciones tecnológicas para la agricultura; los cambios en las políticas de precio mínimo y de transportes realizados con la intención de fortalecer los mecanismos de 'mercado'; el costo de los subsidios para la industrialización en la Zona Franca de Manaus; la protesta nacional e internacional contra las políticas públicas que favorecían la tala amazónica y otros factores relacionados (...). En la región amazónica, la ocupación de la frontera ya no es la clásica (se asiste a un mayor incremento de la población urbana); las migraciones ya no son predominantemente personas con orlgen y destino rural (...). La rápida extensión de la explotación clandestina de minerales, el crecimiento de las actividades madereras, del comercio, de los servicios, y hasta del narcotráfico fueron todos factores que multiplicaron las condiciones de habitabilidad de las localidades de la región" (pp. 13 y 14). En ese sentido, el autor concluye que, realmente, la magnitud del crecimiento demográfico constatado para la década de 1980 refleja una realidad ya sobrepasada y que, en términos prospectivos, difícilmente ese crecimiento demográfico se mantendrá en la Región. En el período 1980-1991, las regiones Nordeste y Centro Oeste registraron tasas de crecimiento demográfico (1.83% y 3.01%, respectivamente) superiores a las de las regiones Sudeste (1.77"%)y Sur (1.38%1). el caso En del Nordeste, el reciente dinamismo vinculado al Polo Petroquímico de Camaqari, a las actividades turísticas y a la producción de frutas para exportación (Bacelar, 1993) ampliaron y diversificaron la estructura económica nordestina, contribuyendo tanto a la absorción de una población potencialmente migrante como a incentivar flujos de retorno, venidos principalmente del Sudeste, en especial de Sao Paulo y Río de Janeiro, donde la crisis económica de los años ochenta fue más acentuada. Es importante destacar que el decenio de 1980 marcó la reducción en números absolutos de la población rural nordestina (de 17.2 millones a 16.7millones), registrándose una tasa de crecimiento de la población rural que baja de 0.52% en los años setenta a -0.28% entre 1980-1991.A pesar de que aún concentra a casi la mitad de la población rural de Brasil, la Región Nordeste ha experimentado significativas transformaciones económicas, sociales y demográficas en la última década, reflejadas en su tasa de crecimiento urbano (3.55%), que superó el promedio nacional (2.97%).El grado de urbanización del Nordeste, que era de 42% en 1970, pasó a 50.5% en 1980 y llegó al 60.6% en 1991. En el caso de la Región Centro Oeste, el elevado crecimiento poblacional observado en el período 1980-1991 estuvo condicionado por su condición de frontera agrícola, pero muestra una nueva dinamización de las actividades agropecuarias enfocadas hacia el complejo granos/carne. 155 En ese contexto, el sector terciario y la actividad industrial de la Región están fuertemente unidos al dinamismo agropecuario, con reflejos importantes en su configuración urbana regional; en 1991 el Centro Oeste llega a registrar al 81% de su población residiendo en localidades urbanas. De hecho, la tasa de crecimiento de su población urbana ha sido bastante elevada en las dos últimas décadas, para situarse muy por sobre el promedio nacional; en los años setenta esa tasa había llegado al 7.63'%, y en el período 1980-1991 al 4.31%, inferior sólo a la tasa de la Región Norte. La participación relativa de la población del Centro Oeste en el total de la población de Brasil también aumentó en las últimas décadas, y pasó de 4.9% en 1970 a 6.4% en 1991. Martine (1994) ha podido constatar en la Región dos modelos diferenciados de crecimiento económico-demográfico, donde, por un lado, el Estado de Mato Grosso se ha venido destacando por la expansión del cultivo de coja y sus efectos multiplicadores en las áreas urbanas y, por otro, hay Estados que ya no manifiestan el dinamismo de las áreas de frontera (Goiás y Mato Grosso do Sul) o de "nueva capital" (Brasilia). La población urbana del Sudeste, a pesar de la disminución en su ritmo de crecimiento, llegó a registrar una tasa de 2.34% y su población rural siguió registrando una caída absoluta, de 8.8 millones en 1980 a 7.5 millones en 1991, demostrando que su crecimiento se centró en localidades urbanas; en 1991, el 88% de la población del Sudeste habitaba en ellas. A pesar de haber registrado una tasa de crecimiento inferior a algunas de las regiones brasileñas, en 1991 el Sudeste aún concentraba al 42.7% de la población total del país. La Región Sur presentó, entre 1980 y 1991, la tasa más baja de crecimiento demográfico (1.38%),lo que refleja, en gran medida, su tasa negativa de crecimiento de la población rural (-2.0%); esto debe atribuirse al gran éxodo rural de Paraná, que se inició en los años setenta y continuó en los ochenta. El crecimiento de las áreas urbanas del Sur (crecimiento de la población de 3% y grado de urbanización de 74%) garantizó el incremento de la Región, poniendo de manifiesto los efectos del desempeño de la industria en la última década, especialmente la catarinense y la paranaense (Bandeira, 1994). En el decenio de 1980 Brasil registró ritmos diferenciados de crecimiento de sus poblaciones regionales y el crecimiento de las áreas urbanas desempeñó un rol fundamental en el proceso de urbanización y de redistribución espacial de la población en el ámbito nacional. Entre las tasas más bajas de crecimiento poblacional destaca la de la Región Sudeste que, abarcando tres importantes áreas metropolitanas (S50 Paulo, Río de Janeiro y Belo Horizonte), mostró una tasa inferior al promedio nacional (1.77% y 1.93%, respectivamente). De hecho, las áreas metropolitanas fueron justamente las que en el Censo de 1991 presentaron los resultados más sorprendentes, señalando el cambio del patrón urbano que tendía a la concentración progresiva de la población en las grandes ciudades. 156 11.2. Crecimiento poblacional metropolitano A pesar de que las regiones metropolitanas se han venido configurando como receptoras de grandes contingentes poblacionales desde hace varias décadas, en el período 1970-1980 ya se podía comprobar un decrecimiento en el ritmo de crecimiento de la población residente en esas áreas: la tasa promedio de crecimiento poblacional metropolitano pasó de 4.7% en 1960-1970 a 3.8% en 1970-1980.Asimismo, el volumen migratorio con destino a esas metrópolis justificaba caracterizar un modelo creciente de concentración demográfica. En los años ochenta, sin embargo, la tasa de crecimiento de la población metropolitana nacional presentó una reducción considerable (1.99%). Aunque el Censo de 1991 haya registrado 42 millones de personas viviendo en las nueve áreas metropolitanas, la proporción de su población residente se mantuvo estable, y representaba un 29% del total de la población brasileña en 1980 y 1991 (cuadro 4). El incremento absoluto de la población metropolitana nacional se redujo de 10.6millones a 8.3 millones, lo que significó una disminución considerable de ese incremento en el crecimiento absoluto de la población brasileña. En el período 1970-1980, el aumento poblacional de las áreas metropolitanas fue responsable del 41.3% del incremento absoluto del país; en el período 1980-1991, la participación del crecimiento absoluto de las áreas llegó al 30.0% del incremento total. Así, el 70% del incremento debe atribuirse al crecimiento de municipios no metropolitanos, hecho que viene a mostrar el nuevo rostro de la redistribución espacial en Brasil. Incluso, algunas informaciones referentes al crecimiento metropolitano señalan un proceso de desconcentración poblacional, que parte de las principales áreas metropolitanas, en especial de la Región Metropolitana de Sáo Paulo; de hecho, el crecimiento poblacional de esta región había sido responsable del 17.2% del incremento total brasileño en los años setenta, participación que baja al 10.3% en el período 1980-1991. Esa desconcentración es más notoria en los Estados de Río de Janeiro y Sáo Paulo, que muestra, incluso, una disminución de la participación relativa de la población de las respectivas regiones metropolitanas en el total de cada Estado y mayores tasas de crecimiento en el interior de los respectivos Estados. En el caso del Estado de Sáo Paulo, se observa que en 1980 el 50.3% de su población residía en municipios metropolitanos, proporción que descendió al 48.9% en 1991; el Gran Río respondía por el 77.8% de la población del Estado, pasando luego a 76.6%. La Región Metropolitana de Belém también perdió peso relativo en el total del Estado de Pará (de 29.4% a 26.9%) y su tasa de crecimiento es superior en el interior que en el Área Metropolitana (3.8% y 2.6%, respectivamente, en el período 1980-1991). Sin embargo, las tasas de crecimiento de todas las regiones metropolitanas registraron ritmos decrecientes (cuadro 5). Las regiones metropoli- Cuadro 4 BRASIL: REGIONES METROPOLITANAS. POBLACION TOTAL E INCREMENTO ABSOLUTO. 1970-1991 Regiones metropolitanas Incremento abs vas características, novas indagasoes. 1 1 Encontro Nacional da AssociacZo Nacio1 nal em Planejamento Urbano y regional, Aguas de SZo Pedro. 21 Véase Faria, V. (1983). Desenvolvimento, Urbanizas50 e Mudancas na Estrutura d o Emprego: a experiencia brasileira dos últimos trinta anos. Sociedade e Política n o Brasil Pós-64. SZo Paulo, Editora Brasiliense. 20 las nuevas formas de estructuración del espacio urbano, caracterizadas por el creciente proceso de conurbación territorial, favorecieron la aparición de importantes áreas metropolitanas en el interior - c o m o Campinas y Santos, marcadas ambas por una trayectoria histórica de fuerte urbanización y concentración económica y poblacional- y la formación de aglomeraciones urbanas no metropolitanas; la concentración poblacional en ciudades que se hacían cada vez más grandes llevó, hasta el decenio de 1970, a que los especialistas construyesen un escenario urbano nacional pensando en patrones concentradores en aumento; sin embargo, en el caso del Estado de Sáo Paulo, el papel de las pequeñas aglomeraciones urbanas (ciudades con menos de 20 mil habitantes) y de las ciudades de tamaño intermedio y mediano como áreas para la instalación industrial, para la producción de insumos industriales y agrícolas e incluso como áreas para radicación de población ya estaba indicando una nueva dinámica urbano-regional; en ese contexto, las tasas de crecimiento de las regiones más prósperas del interior pasaron a registrar valores superiores al constatado ya en los años setenta en la Región Metropolitana de Sáo Paulo. Estos son los principales aspectos que marcaron la configuración de una nueva realidad socioeconómica y demográfica en el interior de S5o Paulo, donde el tema de la regionalización se hizo más evidente en función de las diferentes economías regionales. En ese sentido, y desde el punto de vista poblacional, la regionalización reflejaba en gran medida el dinamismo industrial o agroindustrial de las regiones y su capacidad de absorción de importantes contingentes migratorios interestaduales e intraestaduales. Es decir, la dinámica económica de las áreas favorecía la concentración de flujos migratorios en las regiones beneficiadas por el proceso de interiorización de la industria. En los años ochenta, especialmente a partir de 1985 y comienzos de los noventa, este proceso de desconcentración industrial perdió dinamismo económico a causa del "agotamiento de los ciclos de inversiones de los años setenta que hizo que la economía del interior paulista tendiera a presentar un comportamiento similar al de la metrópoli" (Cano et al., 1994:5).A pesar de la continuidad del proceso de interiorización, los autores señalan que este se produjo a un ritmo menos intenso, dada la pérdida de dinamismo de la industria en su conjunto. De cualquier forma, la Región Metropolitana de Si50 Paulo siguió compartiendo su dinamismo económico y poblacional con las regiones del interior, aunque siga destacando como el principal centro financiero y de servicios especializados del país. En realidad, el delineamiento del nuevo modelo de urbanización en el Estado (decenio de 1970), que se consolidaría en la década siguiente, aseguró a las diversas dinámicas urbano-regionales un papel relevante en el proceso de redistribución espacial de la población y de regionalización. En ese sentido, el actual proceso de urbanización muestra también una cierta homogeneización de tendencias y de espacios (aunque fragmentados) que solamente pueden ser entendidos si se consideran los procesos recientes de desconcentración poblacional metropolitana, de polarización y de movilidad intraurbana regional de la población. Las regiones del interior que en el decenio de 1970 habían presentado los mayores saldos migratorios mantuvieron esa característica en los años ochenta, aunque mostrando menores volúmenes (regiones de Sao José dos Campos, Campinas, Sorocaba, Santos, Jundiaí, Ribeiráo Preto y Araraquara); incluso así, en el período 1980-1991 se manifiesta una cierta homogeneización de los volúmenes de saldos migratorios. Muchas regiones que en el decenio de 1970 registraban saldos negativos elevados mostraron un descenso (regiones de Cruzeiro, Guaratinguetá, Avaré, Jales, Femandópolis y demás regiones del oeste); otras elevaron ligeramente sus saldos positivos (Piracicaba, Rio Claro, Sáo Carlos, etc.). Hubo algunas que pasaron de saldos negativos en los años setenta a positivos en el decenio de 1980 (Barretos, Araqatuba, Botucatu y Assis); finalmente, varias regiones pasaron de saldos positivos a negativos (Registro, Itapeva y Catanduva), y solamente la región de Tupá presentó un alza en su saldo negativo (cuadro 14). Esa redistribución de la migración en el Estado, unida al descenso de la fecundidad, señaló una de las características más relevantes en el Censo de 1991: el menor ritmo de crecimiento de sus aglomeraciones urbanas y la recuperación demográfica de los municipios situados en el entorno de las sedes regionales. En el caso de las más grandes aglomeraciones urbanas del Estado de Sáo Paulo -Región Metropolitana de Sáo Paulo, Región de Campinas y Región de Santos- ese fenómeno ya era bastante notorio en los años setenta, indicando, particularmente en las dos áreas del interior, que la redistribución intrarregional de sus poblaciones y sus procesos migratorios ya presentaban indicios de la formación de áreas metropolitanas, donde destacan el significativo crecimiento poblacional de los municipios del entomo y los complejos procesos de integración socioeconómica de dichas regiones. En el caso de la región de Campinas, cuya sede todavía muestra una tasa elevada de crecimiento poblacional en los años setenta, la tasa promedio de los municipios del entorno presentó un valor superior: 5.86% en el período 1970-1980, y 6.53% entre 1980 y 1991. En la Región Metropolitana de Sáo Paulo y la de la Región de Santos, ya en los años setenta sus respectivos núcleos presentaban señales de una reducción más acentuada en el ritmo de crecimiento (3.67% y 1.89%, respectivamente) y, en contrapartida, tasas elevadas en sus entomos; la tasa promedio de crecimiento registrada en los municipios del entomo de la Región Metropolitana de Sáo Paulo fue de un 6.34% y llegó al 5.87% en la de Santos. Esas tres importantes aglomeraciones urbanas del Estado son llamadas áreas metropolitanas, aunque oficialmente sólo SZo Paulo y Santos ya estén institucionalizadas en tal sentido. En los años ochenta, a pesar de la disminución en el ritmo de crecimiento poblacional de las mayores aglomeraciones, el entorno sigue presentando tasas más elevadas. Es decir, hubo continuidad en el proceso de "periferización" de la población (entendido no sólo como expulsión de la población del núcleo hacia la periferia sino también como una diversificación de los movimientos intraurbanos); sin embargo, tal continuidad se dio a un nivel inferior y menos intenso que el de los años setenta. En el caso de la Región de Campinas, es probable que ello se deba a una menor afluencia de migrantes intraestaduales e interestaduales, y en el caso de la Región Metropolitana de Sáo Paulo tanto a la reducción de los movimientos migratorios interestaduales como al nuevo carácter de la movilidad intraurbana regional, que posiblemente incluye no sólo al desplazamiento poblacional del núcleo hacia la periferia sino también una intensificación de movimientos periferia/periferia. En ese contexto, los desplazamientos -principalmente los pendulares- han variado de dirección y de sentido, llevando a nuevas modalidades intraurbanas. Es importante destacar que el reciente proceso de redistribución espacial de la población paulista está íntimamente relacionado con la tendencia nacional de inflexión de los movimientos migratorios, donde la Región Metropolitana de Sáo Paulo ha venido perdiendo su rol de gran polo de atracción migratoria, tanto en el ámbito de los movimientos interestaduales como intraestaduales. De hecho, en el período 1981-1991 se puede observar que la migración de habitantes de las principales regiones del interior cuya dirección era distinta a los municipios de nacimiento fue bastante importante, particularmente la originaria de la Región Metropolitana de Sáo Paulo (cuadros 15 y 16). En el decenio de 1980, la Región Metropolitana de Sáo Paulo continuó canalizando los flujos migratorios originados en otros Estados, mientras que en el contexto intraestadual intensificó su capacidad de "pérdida" poblacional en dirección al interior. Entre las principales regiones del interior paulista se destaca la de Campinas, que recibió un volumen migratorio superior a 500 mil personas, el 70% de las cuales correspondía a migrantes del propio Estado. Constituyendo el principal polo de atracción poblacional del interior, la Región de Carnpinas se transformó en el principal eje de desconcentración económico y poblacional; de los 655 mil migrantes que en el período 1981-1991 dejaron la Región Metropolitana de Sáo Paulo y se dirigieron al interior, el 38.7% se dirigió a Campinas, mostrando la importancia de los polos regionales en el proceso de desconcentración poblacional en el Estado. Asimismo, más de 80 mil personas salieron del área metropolitana para retomar a sus municipios de nacimiento en el interior de Sáo Paulo. 1V3.2. Aglomeraciones regionales y nzoziilidad intralrrbaiza Es lícito decir que los años ochenta se vieron marcados por la dispersión de la migración en el interior de Sáo Paulo, hecho asociado al reciente Cuadro 14 POBLACI~N TOTAL, TASAS DE CRECIMIENTO Y SALDOS MIGRATORIOS AGLOMERACIONES REGIONALES DEL ESTADO DE SAO PAULO, 1970-1991 Regiones RM !%o Paulo sede otros municipios RM Santos sede otros municipios RM Campinas sede otros municipios RG S.J. Campos sede otros municipios RG Sorocaba sede otros municipios RG Rib. Preto sede otros municipios RG Bauru sede otros municipios RG S.J.R. Preto sede otros municipios RG Araqatuba sede otros municipios RG Pres. Prudente sede otros municipios Interior Estado de %o Paulo Población 1991 Tasa crecimiento 1980-1991 15 416 416 9 626 894 5 789 522 1 219 488 428 512 790 976 2 030 722 846 434 1 184 288 709 874 442 009 267 865 976 543 378 366 598 177 896 949 463 122 433 827 464 332 260 767 203 565 528 822 283 345 245 477 442 622 159 499 283 123 495 834 165 420 330 414 16 130 057 31 546 473 1.86 1.15 3.20 2.19 0.25 3 45 3.39 2.22 4.33 3.48 3.99 2.71 3.30 3.12 3.41 2.86 3.46 2.25 2.23 3.09 1.24 2.52 3.77 1.27 1.70 1.93 1.58 1.57 1.74 1.48 2.38 2.12 Saldos migratorios 1970-1980 1980-1991 2 295 757 -274 632 1 143 946 755 965 1 151 811 471 492 155 770 52 232 8 665 -45 701 147 105 17 929 443 821 287 379 188 596 30 825 255 225 56 554 124 678 76 892 83 824 59 480 40 854 17 412 117 846 119 149 54 136 40 921 78 228 63 710 85 767 79 131 61 951 44 855 23 816 34 276 28 295 21 620 28 803 35 427 -508 -13 807 11 119 51 298 41 523 55 162 -30 404 -3 864 -38 881 1 609 -322 4 508 -38 559 -2 899 -87 890 -14 294 5 598 -3 368 -10 926 -82 292 787 416 861 356 3 083 173 586 664 Fuente: IBGE, Censo Demográfico de 1991; Fundación SEADE (1993). Nota: Regiones Metropolitanas (RM) y Regiones de Gobierno proceso de urbanización y de redistribución espacial de la población y a la consolidación y surgimiento de los polos regionales. En realidad, la expansión del área de influencia urbana de determinado polo favorecía movimientos migratorios más circunscritos al dinamismo de las regiones, con predominio de los movimientos intrarregionales e interregionales cercanos. Se trata de movimientos de corta distancia, que llevan a la diversificación de los desplazamientos poblacionales. De hecho, más del 70% del 188 Cuadro 15 MOVIMIENTO INMIGRATORIO D NO NATURALES E D LOS MUNICIPIOS D DESTINO EN LAS PRINCIPALES E E REGIONES DEL ESTADO D SAO PAULO, 1981-1991 E Regiones R.M. Sáo Paulo (%) R.M. Santos R. M. Campinas R SZo J. dos Campos G R Sorocaba G ("10) R Ribeiráo Preto G ("10) R Bauru G R Sáo J. Rio Preto G (x) R Aralatuba G (%) R Pres. Prudente G ("/.) ., Movimientos inmigratorios Total InterIntraestadual estadual Total Interregional Intraregional 378 905 15.14 117 347 41.11 254 033 48.55 69 026 49.36 122 841 57.56 77137 49.30 849 796 33.96 82 121 28.78 107 269 20.50 14 721 10.53 34 493 16.16 28964 18.51 71 146 56.58 44 166 54.74 34 820 33.95 35 772 28.45 22 580 27.98 36 165 35.26 2 502 225 1 273 524 1 228 701 50.90 49.10 100.00 285 413 85 945 199 468 30.11 69.89 100.00 523 249 161 947 361 302 69.05 100.00 30.95 83 747 139 843 56 096 59.89 100.00 40.11 213 431 56 097 157334 26.28 73.72 100.00 156444 50343 106101 100.00 32.18 67.82 125 734 100.00 80 689 100.00 102 570 100.00 18 816 14.97 13 943 17.28 31 585 30.79 106 918 85.04 66 746 82.72 70 985 69.21 Fuente: Fundación IBGE, Censo Demográfico de 1991; Tabulaciones Especiales, NEPO/ UNICAME 1996. movimiento migratorio de las principales ciudades interiores correspondió a la migración entre las regiones del propio Estado (cuadro 15). De ese modo, mientras los movimientos migratorios de los años setenta estuvieron mucho más concentrados y relacionados a la dinámica de la desconcentración -dinámica basada en el desarrollo, expansión e interiorización de la industria-, la nueva configuración espacial de la migración y de la urbanización apunta ahora hacia nuevas interrelaciones entre los sistemas urbanos, la jerarquía urbana, la red de ciudades, las ciudades y su entorno y los fenómenos sociales, que, como afirman Villa y Rodríguez (1994), "llevará a considerar este cambio más como movilidad espacial intraurbana que como migración propiamente tal" (p. 41). En ese sentido, Gottdinier (1993) señala que "en lugar de la forma compacta de ciudad que otrora representaba un proceso histórico en forma- Cuadro 16 MOVIMIENTOS MIGRATORIOS INTERREGIONALES SEGÚN LUGAR D E ÚLTIMA RESIDENCIA EN AGLOMERACIONES REGIONALES DEL INTERIOR DEL ESTADO D SAO PAULO. 1981-1991 E -- Regiones Inmigración Inmigracicín Participaci6n relativa migración interrecon ori en RMs~ RMSP (YO) gional" No natural Retorno No natural Retorno No natural Retorno R Campinas 254 033 M R Santos M 117347 R Sáo José G dos Campos 69 026 R Sorocaba G 122 841 R Ribeiráo Preto 77 137 G R Bauru G 56 469 R Sáo José G 71 146 Rio Preto RGAraqatuba 44 166 R Presidente G 34 820 Prudente Otras regiones 578 664 Total 1 4 2 5 649 9 177 5 686 100 953 74 766 2 925 3 048 39.74 63.71 31.87 23.61 3 705 7 123 7 561 6 326 6 877 33 400 52 479 27 080 17 247 21 784 1 493 2 984 2 810 2 197 2 733 48.39 42.72 35.11 30.54 30.62 40.30 41.89 37.16 34.73 39.74 7296 6 711 13485 14 731 2 852 3 279 30.53 42.31 39.09 48.86 83 943 300 002 42 653 51.84 50.81 144 405 655 927 66 974 46.01 46.38 Fuente: Fundación IBGE, Censo Demográfico de UNICAMP, 1997 * excluye la migración intrarregional. 1991; Tabulaciones Especiales NEPO/ ción, existe ahora una población metropolitana distribuida y organizada en áreas regionales en permanente expansión, que son amorfas en la forma; macizas en el objetivo y jerárquicas en su escala de organización social" (p. 14). En tal contexto, las nuevas formas de distribución de la población están asociadas al crecimiento interregional -en cuanto dimensión territorial del proceso de urbanización- y a la expresión local de los procesos sociales, donde, no obstante, fenómenos similares a los metropolitanos han ocurrido en otro espacio, en otro tiempo y a otra escala. Esos fenómenos ya no son visibles, especialmente en los polos regionales y sus respectivas áreas de influencia, indicando una recomposición de la "dispersión polarizada" del proceso de urbanización y de redistribución de la población. Ese nuevo perfil de la urbanización entrega nuevos contornos a las dinámicas de las ciudades, cuya integración depende más de las demandas provenientes de las especificidades urbano-regionales que de su tamaño poblacional. Así, en las nuevas formas de la urbanización polarizada, la gran ciudad (o la ciudad sede) tiene que ser entendida tomando en cuenta los nexos que establece con las ciudades del entorno, abarcando a veces otras regiones, que se traducen en aglomeraciones regionales, ya que los complejos urbanos sobrepasan las ciudades y se conectan de manera integral. Dentro de esa nueva configuración regional, la movilidad intraurbana constituye uno de los principales elementos de la formación y consolidación de dichos espacios urbanos. El surgimiento de los polos regionales en los años setenta se debió, básicamente, a los incentivos gubernamentales diseñados para tales efectos y dirigidos a la industria o la agroindustria; generando un espectacular dinamismo económico a partir del municipio sede, llegó a ciudades vecinas y ocasionó la formación de un importante aglomerado de ciudades. En los años ochenta, el poder de atracción ejercido por la industria parece haber disminuido notoriamente a causa de la pérdida de SU dinamismo. Sin embargo, el nuevo nivel alcanzado por el proceso de urbanización en las áreas, con la diversificación de actividades y del consumo urbano, contribuyó a la continuidad del dinamismo de las regiones; como afirma Ebanks (1994:133) "los altos niveles de urbanización son resultado de procesos complejos. Estos niveles, a su vez, se han convertido, en muchos aspectos, en fuerzas impulsoras de cambio". Ese proceso contribuyó a un redireccionamiento de los flujos migratorios y los polos regionales presentaron, en la última década, los mayores saldos migratorios; además, la movilidad intraurbana garantizó la retención de población regional. Así, puede decirse que los años ochenta marcaron la consolidación de los polos regionales en el interior, tanto por la diversidad de sus economías como por su inserción en el proceso de urbanización paulista. La información sobre migración intrarregional expresa ese fenómeno (cuadro 17) e indica la elevada movilidad intraurbana de la población, incluso en regiones más distantes del principal eje económico del Estado (Sao Paulo-Campinas-Ribeirao Preto), y esos son los casos de las regiones de Araqatuba y Presidente Prudente, donde los desplazamientos internos llegaron a ser responsables del 33.8% y del 50.9%, respectivamente, de la migración intraestadual de esas áreas. La caracterización de esas aglomeraciones regionales según la situación de su sede con relación a los procesos internos de redistribución espacial de la población permite comprender mejor el rol que desempeñan en el proceso de urbanización y de desconcentración de la población en Sáo Paulo. Es decir, además de los movimientos migratorios interregionales, la intensa movilidad intraurbana constituye una de las especificidades del proceso de reorganización de la población en el espacio urbano regional, con la presencia de subcentros regionales, y por lo tanto, con una diferenciación cada vez más compleja del espacio urbano dentro de las propias regiones. Las aglomeraciones urbanas pueden ser clasificadas, según los procesos de redistribución interna de sus poblaciones, de la siguiente manera: aglomeraciones regionales aumentadas, aglomeraciones regionales consolidadas, aglomeraciones regionales en proceso de consolidación, Cuadro 17 MOVIMIENTO INMIGRATORIO INTRAESTADUAL (NO NATURALES DE LOS MUNICIPIOS DE-DESTINO) EN LAS PRINCIPALES REGIONES DEL ESTADO DE SAO PAULO, 1981-1991 Regiones Total R.M. Sáo Paulo ("/o) R.M. Santos ("/.) R. M. Campinas ("/o) RG Sáo J. dos Campos ("/.) RG Sorocaba ("/.) RG Ribeiráo Preto ("/o) RG Bauru (x) RG Sáo J. Rio Preto ("/o) RG Ara~atuba ("/o) RG Pres. Prudente ("/o) 1 228 701 100.00 199 468 100.00 361 302 100.00 83 747 100.00 157 334 100.00 106 101 100.00 75 460 100.00 106 918 100.00 66 746 100.00 70 985 100.00 Movimientos inmi ratorios intraestaduafes Interregional Intrarregional 77 137 72.70 56 469 74.83 71 146 66.54 44 166 66.17 34 820 49.05 28 964 27.30 18 991 25.17 35 772 33.46 22 580 33.83 36 165 50.95 Fuente: Fundación IBGE, Censo Demográfico de 1991; Tabulaciones Especiales, NEPO/ UNICAMP. 1996. aglomeraciones regionales emergentes y aglomeraciones regionales potenciales22. Las aglonieraciones regionales alrnlefztadns s e caracterizan p o r l a pérdid a n e t a poblacional d e l municipio s e d e hacia s u s municipios vecinos, especialmente hacia los d e n o m i n a d o s "municipios dormitorios". El crecim i e n t o d e los municipios d e l entorno s e produjo a partir d e l núcleo regional, q u e d e s e m p e ñ a b a el p a p e l d e p u e r t a d e e n t r a d a p a r a significativos contingentes poblacionales, d e t e r m i n a n d o nítidos vectores d e expansión y d e crecimiento d e la población. E n ese sentido, el fortalecimiento d e la A partir del análisis d e los flujos migratorios intrarregionales, usando tabulaciones especiales del Censo d e 1980, particularmente de los intercambios netos de población entre los municipios de cada región, juntamente con estudios elaborados con base en las visitas de terreno a las áreas (con entrevistas a agentes institucionales y migrantes locales) y, finalmente, con los resultados del Censo d e 1991, fue posible obtener una primera aproximación de la movilidad intraurbana de la población en los diversos espacios regionales. '2 movilidad intraurbana fue decisivo en la configuración de dichas áreas, señalando el surgimiento y la intensificación de nuevas modalidades de desplazamientos poblacionales en el espacio, especialmente los movimientos pendulares. La RM de Sáo Paulo y la Región de Santos ejemplifican esas aglomeraciones23. Las aglonzeraciones consolidndas constituyen áreas tradicionalmente destacadas en el contexto del Estado, con trayectorias históricas marcadas por la concentración de actividades económicas y de población en las ciudades sedes y por la capacidad de inserción en todas las etapas del desarrollo económico nacional y estadual (Campinas, Sáo José dos Campos, Sorocaba y Ribeiráo Preto). Tales áreas se diferencian de las aglomeraciones aumentadas, ya que el entorno de esas regiones presenta capacidad de atracción y absorción de migrantes interestaduales e intraestaduales sin que éstos hayan necesariamente pasado por el núcleo. Sin embargo, en estas aglomeraciones ya se empieza a observar la salida de población del núcleo hacia la periferia (aunque sin una significativa pérdida neta de población). En esas aglomeraciones, la etapa actual del proceso de urbanización y de redistribución espacial de la población se diferencia bastante de las demás regiones del interior; la distribución de la migración parece ser menos concentrada y se aprecian tasas de crecimiento y saldos migratorio~ menores en los núcleos. De este modo, el centro regional comparte con su entorno el crecimiento poblacional urbano, contribuyendo a la formación de subcentros regionales (como Americana en la RG de Campinas, y Sertgozmho en la RG de Ribeiráo Preto), los cuales, a su vez, también crean sus propias periferias urbanas. Esas aglomeraciones se ubican geográficamente cercanas a la Región Metropolitana de Sáo Paulo (excepto Ribeiráo Preto), canalizando importantes flujos migratorios originados en ella y beneficiándose de forma más directa de la desconcentración de las actividades industriales en el Estado. En realidad, esas áreas ya presentan características urbanas bastante similares a las de la metrópoli paulista, en donde, pese a la magnitud de los procesos, se verifica el crecimiento poblacional más acelerado de la periferia, con el surgimiento de un elevado número de "ciudades dormitorios". Esas áreas podrían también ser denominadas como aglomeraciones estaduales, dada la importancia que representan en términos económicos y poblacionales en el ámbito del Estado de Sao Paulo. Las aglomeraciones regionales e n proceso de coizsoliclnción componen las regiones de Bauru y Sáo José do Rio Preto; en el contexto intrarregional, estas áreas están en una etapa anterior de su proceso de distribución espacial de la población. Ambas surgieron en los años setenta como polos *3 Para el caso d e la Región Metropolitana de S i o Paulo, véase Cunha (1991); 86- gus, Montali y Baeninger (1990), entre otros. Para la Región de Santos, véase Baeninger y Souza (1994). económico-poblacionales y manifestaron una reversión de su tendencia negativa de crecimiento migratorio; en realidad, la polarización en esas áreas es bastante reciente. Así, todavía se constata un crecimiento poblacional importante de la sede regional, con movimientos migratorios que parten desde los municipios del entorno hacia el núcleo y que, por lo tanto, presentan mayores saldos migratorios y tasas de crecimiento de mayor envergadura que los municipios vecinos. En ese caso, sin embargo, los municipios del entorno ya empiezan a presentar tasas de crecimiento superiores a las de décadas pasadas, revirtiendo las tendencias anteriores de crecimiento negativo y tendiendo a una homogeneización en sus tasas positivas de crecimiento poblacional; en ese contexto, particularmente, es donde los municipios pequeños pasaron a presentar cierta recuperación demográfica. La reciente dinamización de esas aglomeraciones estuvo enfocada, en un primer momento, hacia la instalación y expansión de la economía agroindustrial, contribuyendo también al crecimiento del sector terciario y de los servicios especializados. Los años ochenta señalaron también el surgimiento de otra aglomeración regional en el Estado: la Región de Aracatuba, ubicada en el oeste paulista y que anteriormente se caracterizaba por la enorme evasión poblacional. Así, la aglonlernción enlergeizte está representada, principalmente, por la recuperación demográfica reciente del centro regional, que pasa de saldos migratorios negativos altos en décadas pasadas a saldos positivos en el decenio de 1980 y que disminuye su ritmo de evasión poblacional de los municipios del entorno, indicando una posible reversión de la tendencia anterior en toda la región. En realidad, la configuración actual de esa área dice íntima relación con el hecho de que, en los años ochenta, a pesar de la menor inversión en el sector industrial, la expansión agroindustrial del interior llegó a esta región; además, el gobierno estadual siguió priorizando la integración de su red vial interna, lo que redunda en beneficio de la RG de Aracatuba con las obras e instalación de la Vía Fluvial Tiet6-Paraná. Finalmente, se puede constatar que la RG de Presidente Prudente, localizada en el extremo oeste del Estado, es una aglonlernción regiolzal poteizcial, donde la reciente introducción de la agroindustria y el incentivo al sector del turismo han introducido nuevos rasgos urbanos a la dinámica regional. Esas aglomeraciones regionales desempeñan un rol fundamental en la redistribución espacial de la población, otorgando nuevas características al proceso de urbanización, con la recuperación poblacional e inversión en la tendencia de los pequeños municipios y con la reducción en el ritmo de crecimiento de las ciudades de mediano y gran tamaño. Se puede decir que la reciente configuración migratoria resultante en el espacio se considera más como el efecto de una redistribución interna de población que como resultado de la asignación de nuevos contingentes migratorio~ interestaduales, como sucedió en la década de los setenta. También es importante destacar que la localización geográfica de las aglomeraciones antes mencionadas ha venido delineando ejes de expansión urbana en el interior, comprobando la consolidación de espacios urbano-regionales cuya proximidad se ha visto extremadamente favorecida por el mejoramiento de las redes viales y de telecomunicaciones24. Los polos regionales de Carnpinas, Ribeiráo Preto y Sáo José do Rio Preto, conjuntamente con sus respectivas áreas de aglomeración, constituyen el eje consolidado y concentran al 38% de la población del interior del Estado. En esas regiones destaca la producción agrícola vinculada a una agroindustria moderna, productora de azúcar y alcohol, carnes, jugo de naranja y subproductos de soja. Asimismo, y sobre todo en Campinas, se encuentran industrias de alta tecnología vinculadas a los sectores básicos de la industria nacional, como la petroquímica, las telecomunicaciones, el papel y la celulosa, etc. En el trascurso de los años ochenta, a ese eje consolidado se vino a sumar un eje emergente, que engloba básicamente los polos recientes (Bauru, Araqatuba y Presidente Prudente), además de Sorocaba. Este eje, en realidad, está conformado por el conjunto de municipios localizados en el área de influencia de la Vía Fluvial Tiete-Paraná, teniendo como punto de partida la región de Campinas y extendiéndose en dirección al oeste del Estado; el 35% de los municipios del interior componen ese vector, que concentra a casi seis millones de habitantes (el 37"h de la población del interior). Por lo tanto, la extensión de esa Vía Fluvial, cuyo gran papel es promover la conexión con los-países miembros del MERCOSUR, representa un impulso dinamizador importante, especialmente para los municipios pequeños (con menos de 20 mil habitantes), que corresponden al 72% del total de las localidades situadas en el área de influencia de la Vía Fluvial en el Estado de Sáo Paulo. De este modo, la consolidación de polos y la configuración de ejes de expansión económico-poblacional, el crecimiento de las ciudadespequeñas en contraposición a las grandes aglomeraciones, las articulaciones del nivel local con el regional y el metropolitano son factores que implican la comprensión de los fenómenos regionales (y su recomposición) para definir sus características propias y actuales. En ese proceso emerge la competitividad entre los espacios urbanos por atraer nuevas inversiones y mano de obra especializada, hecho que viene a caracterizar un interior marcado por rupturas con el patrón estructurador anterior, donde la correlación con tipologías de polarización o de jerarquización de centros urbanos asume nuevas características. Los tradicionales polos urbanos pasan a compartir su hegemonía con antiguas áreas de influencia, dando lugar a un conjunto de aglomeraciones; las áreas polarizadas se amplían Véase Bógus, LM. M. y Baeninger, R. (1995).Redesenhando o Espaco no Interior Paulista: desconcentracáo e expansáo urbana. Revista Sáo Paulo em Perspectiva. Fundacáo SEADE, SZo Paulo (en prensa). 24 y se toman complejas. Empieza a gestarse una articulación entre áreas que buscan acceso a las innovaciones tecnológicas, se consolida una red de intercambios y se establece un modelo de competitividad regional en escala que va desde las actividades locales hasta las metropolitanas. Así, considerando las principales tendencias del cambio tecnológico, Coutinho (1995) señala algunos impactos de la expansión del complejo electrónico sobre los sistemas urbanos25, señalando que "combinada con condiciones favorables de infraestructura (transporte, comunicaciones, universidades y centros de investigación), las tendencias enumeradas constituyen 'nuevas extemalidades' benignas que pueden hacer viable el desarrollo de polos innovadores de industria y servicios en ciudades pequeñas y medianas. Esos nuevos polos (o el rejuvenecimiento de polos antiguos de alta calificación) pueden contribuir a descentralizar la actividad industrial y de servicios, atrayendo obras que normalmente se localizan en ciudades grandes o en áreas metropolitanas" (p. 43). En ese sentido, en Campinas y en Sáo Carlos se están realizando inversiones y esfuerzos para definir sus perfiles como polos de alta tecnología. Por lo tanto, como en un contexto de dispersión y al mismo tiempo de concentración regional predominan los movimientos intraurbanos, los movimientos pendulares (desplazamiento diario entre el municipio de residencia y el municipio de trabajo), en su calidad de movilidad intraurbana, son una dimensión importante en la decisión de cambiar de lugar de residencia, ya que con este movimiento -fruto del proceso de urbanización, especialmente del mejoramiento de las vías de transporte, y de las nuevas formas de redistribución espacial de la población- el cambio de empleo no implica necesariamente un cambio de residencia. En las áreas de mayor concentración poblacional, los movimientos pendulares han demostrado gran intensidad, denotando la creciente necesidad de su incorporación en el análisis y decisiones de la planificación urbana y regional. Los resultados recientes de la Investigación Regional por Muestra Domiciliaria26 realizada en el Estado de Sáo Paulo permiten identificar la elevada proporción de jefes de hogar y de la población que compone la 25 Entre ellos, el funcionamiento coordinado 011-line en el proceso d e producción, el estrechamiento de la distancia física entre los sistemas proveedores de las industrias d e montajes, el refuerzo del papel d e ciertas economías de aglomeración en polos regionales, con la concentración de centros d e investigación y atracción d e mano d e obra calificada, y la creación d e empleos de elevada remuneración, con la sofisticación d e los modelos de consumo. 26 Proyecto: "Migración, Empleo y Proyecciones Demográficas para el Estado de Sáo Paulo: investigación regional por muestra domiciliaria", FAPESP/NEPO/ NESUR-UNICAMP, coordinado por la prof. Neide Patarra. Esta investigación contó con un estudio d e terreno en 12 340 domicilios del Estado d e Sáo Paulo, hecho entre septiembre y diciembre d e 1993, y sus resultados empiezan a ser divulgados. Cuadro 18 PARTICIPACIÓN RELATIVA (%) D LOS JEFESD H,OGAR Y D L E E E A POBLACI~N QUE COMPONE LA MUESTRA, SEGUN LUGAR DE RESIDENCIA ACTUAL Y LUGAR D TRABAJO, REGIÓNMETROPOLITANA E E D D SAO PAULO, REGIÓND CAMPINAS Y REGIÓN E SANTOS, 1993 E Lugar de trabajo Mismo lugar de residencia R de Sáo Paulo M Región de Campinas Región de Santos Diferente lu ar de residencia R de SZo 8aulo M Región de Campinas Región de Santos Jefes de hogar Población de la muestra 75.76 83.85 79.45 79.82 85.53 80.73 24.16 16.15 20.55 20.18 14.47 19.27 Fuente: FAPESP/NEPO/NESUR-UNICAMP, 1993. muestra que en 1993 participaron en esos movimientos en las mayores aglomeraciones regionales (cuadro 18)27. Los resultados para el conjunto del Estado señalan que cerca del 24.3% de los jefes de hogar de la muestra trabajaban en municipios distintos al d e su residencia. En el caso de la Región Metropolitana de 530 Paulo esa proporción era de 24.2%; para la Región de Santos de un 20.6% y en Campinas llegaba al 16%. Esos índices corroboran la caracterización anterior de los procesos internos de redistribución espacial de la población, donde las Regiones de Sáo Paulo y de Santos presentaron un proceso de periferización más intenso. Del total de la población que declaró estar ejerciendo alguna actividad en la fecha del estudio, un 20.2% de los que residían en la Región Metropolitana de Sáo Paulo trabajaba en un municipio distinto al de sil lugar de residencia, porcentaje que llega al 19.3% en la de Santos y al 14.5% en la de Campinas. Así, en los intentos de comprender los procesos de consolidación y surgimiento de las aglomeraciones regionales en el decenio de 1980, posiblemente no sea tan nítida la fuerza dinámica del proceso de interiorización d e la industria, como lo fue en los años setenta. La propia recurrencia de ese proceso crea mecanismos de comunicación y homogeneización de ciertos estilos de vida que hacen más compleja la relación, a veces directa, entre desconcentración industrial y movimientos migratorios, permitiendo que otras dimensiones pasen también a tener importancia en la decisión de migrar. En ese sentido, la regionalización, al reflejar las interrelaciones urbanas y los procesos sociales, pasa también a desempeñar un rol relevante en esa decisión, que puede afectar las corrientes y el voCabe destacar que la información sobre lugar de trabajo actual en el Censo de 1980 no fue incluida en el Censo de 1991 y, por ende, informaciones actualizadas sobre el tema sólo podrán ser obtenidas utilizando resultados provenientes de estudios como el efectuado en esa investigación. 27 lumen de migrantes internos (Ebanks, 1993).Asimismo, los movimientos pendulares de la población refuerzan la homogeneización de las tendencias poblacionales en el espacio, aumentando la gama de opciones en la estructura de preferencias u opciones migratorias. V. CONSIDERACIONES FINALES Las transformaciones que se vienen produciendo en los procesos de urbanización y de redistribución espacial de la población brasileña señalan nuevas características, dimensiones y trayectorias de los desplazamientos poblacionales. El aspecto más significativo parece ser el menor ritmo de crecimiento demográfico de las grandes concentraciones metropolitanas, que resulta en un freno para el "caos urbano" que se preveía. El surgimiento de nuevas regiones capaces de atraer y absorber poblaciones garantizó el comienzo del proceso de desconcentración poblacional. Asimismo, emergen el flujo de retorno, las migraciones urbano-rurales y se intensifican los movimientos migratorios intraurbanos, demostrando la complejidad del proceso de redistribución espacial de la población en Brasil. El menor ritmo de crecimiento poblacional del país en su conjunto comprueba la continuidad de la disminución de la fecundidad. En el ámbito regional se hace cada vez más patente la complejidad de los movimientos migratorios. El gran flujo de emigrantes que salió de la principal metrópoli del país en los años ochenta (y que se mantiene en el decenio de 1990) y la permanente llegada de considerables flujos de nordestinos (aunque en menor volumen) demuestran las particularidades del fenómeno, caracterizando al área con sus intercambios poblacionales relevantes. En el contexto del Estado de S50 Paulo, la configuración de dichas áreas "fuera" de las fronteras metropolitanas (casos de Ribeiráo Preto, Bauru, S50 José do Rio Preto) contribuye a demostrar que las grandes concentraciones urbanas cercanas a la Región Metropolitana de Sáo Paulo (como Campinas, S50 José dos Campos, Santos y Sorocaba) no constituyen la periferia de una macrometrópoli; los incentivos gubernamentales y las fuerzas endógenas de las regiones determinaron, en gran medida, el desempeño económico y poblacional reciente de esas aglomeraciones. Es decir, la configuración de esos espacios comprometió fuerzas tanto políticas como económicas. Cabe destacar que en las ciudades de las aglomeraciones regionales existentes se están iniciando nuevos procesos de transformación, que abarcan desde la metrópoli hasta regiones más lejanas y tienen relación con la expansión de la pobreza urbana, el aumento de la violencia, las actividades informales, el refuerzo de la fragmentación socioespacial y la elitización de barrios, con un aumento de los condominios cerrados en áreas rurales y ubicados en municipios cercanos al centro principal. Ese nuevo modelo urbano pone de relieve temas e interrogantes de extrema significación para los procesos vigentes en Brasil: ¿Cuál es el papel de las nuevas modalidades migratorias en el proceso de redistribución poblacional? ¿Las grandes concentraciones metropolitanas serán cada vez más pobres y serán el lugar donde reside la pobreza? ¿Surgirán otras áreas metropolitanas de ese nuevo modelo urbano -donde el entorno presenta tasas de crecimiento mayores que la capital regionalque reproduzcan el patrón peculiar de las concentraciones metropolitanas? Referencias bibliográficas Araújo, M. F. I., Pacheco, C. A. (1992),A trajetória economica e demográfica da metrópole nas décadas de 70-80, en Sño Pniilo no Liniinr do Séciilo XXI: Cenários rin rirbniiirn~iio pni~lista - A Regiiio AdriiiriistrntBin dn Grande Siio Pnillo, Sáo Paulo, Fundaqao SEADE, v. 6. Associacáo Brasileira de Estudos Populacionais (1987),Fiitiiro do Popiilnfcío Bmcileirn: Projucdes, e Prer~is6es Téciiicns. Baeninger, R. (1992a), O Processo de Urbanizacáo no Brasil: características e tendencias, en Bógus, L. y Wanderley, L. E., A Liitn pela Cidnde em Sño Pniilo, Sáo Paulo, Cortez Editores. (1996), Espnco e Tenipo erii Cnnipinns: niiyrnntes e e expnnsZo do pólo i~zdristricilpniilistn. Colecáo Campiniana, Centro de Memória/UNICAMP. (1997), Movimentos Migratórios no Brasil nos Anos 80: considerac0es preliminares. NEPO/UNICAMP, (mimeo). (1996),Movimentos Migratórios no Contexto Paulista: Tendencias da Década de 80. Annis do X Encontro Nncionnl de Estiidos Poyiilncio~inis.ABEP, Cnsn~nbii. (1996), Redistribili@io espncinl dn Popiilnfño: Cnrncterísticns e Tetidliicins 110 Cnso Bn~sileiro. Documentos Docentes, Centro Latinoamericano de Demografia (CELADE),Santiago de Chile. Bacelar, T. (1993), Er1oliigo e Perspectizlns dns Desiyiinldnries Reyionnis: Regiño Nordeste, Relnttirio de Pesqiiisn, Recife. Bandeira, P. S (1993),A Ezlolr~cño Recente dn Ecoizorriin nn Reyicío Si11. Relntório du Pecqiiisn. Berquó, E., Baeninger, R. y Fonsechi G. (1996),Sitiinciio Detiiogrflficn Brnsileirn. Darlos Deii~o~riíficos, 2 a 5, Campinas. Camarano, A. A. et al. (1989), Século XXI: a quantas andará a populacáo brasileira? Brasilia (mimeo). Cano, W. (1977), Rnízes dn Coricentrnfño [ndiistrinl eni Siio Pniilo. T. A. Queiroz Editores. Cano, W. et al. (1992), O processo de iirbnnizncño pniilistn no período 1970/89. Ceiiririos dn Llrbniziznciio Pniilistn, Sáo Paulo, v. 5. Cano, W. (coord.) (1988), O Processo iie Interioriznfcío riri Indrístrin Pniilistn - 1920/1980. Fuiida<%O SEADE, vol 1/ 2/ 3. Cano, W. et al. (1994), Projeto: A Nozm Renliiinde dn Iridiístrin Pniilistn: sribsídios pnrn 11 politien rfr Conv. FSEADE/FECAMP. desenr~olr~iriierito regionnl do Estnrio de SZo Pnt~lo, Cano, W. y Pacheco, C. A. (1992), Cenários Demográficos para as Décadas de 80 e 90: implicacoes economicas para as projecoes populacionais do Estado de Sáo Paulo, en SZci Pniilo iio Liiiiinr do Séciilo X X I , SPG/SEADE, Sáo Paulo, vol. 4. CELADE (Centro Latinoamericano de Demografía) (1994), Dinámica de la Población de las ric Grandes Ciudades en América Latina y el Caribe, en Grnndes Ciii~iritles Airiérrai Lotina: Dos Cnpitrilos. Documentos Docentes, Serie B, 11. 98, Santiago de Chile. Cunha, J. M. P. (1987), A Migra~áo Regioes Administrativas do Estado de Sio Paulo senas vol. gundo o Censo de 1980, en Rezlistn Brnsileirn de Estildos de Pop~iln~ño, IV/2. Cunha, J. M. P. y Rodrigues, 1. (1990),A Migracáo numa Perspectiva Regional, en Rezlistci Siio Pniilo eiii Persyectizln. Fundacáo SEADE. Cunha, J. M. P. (1994),Mobilidade Populacional e Expansáo Urbana: o caso da Regiáo Metropolitana de Sáo Paulo. Tese de Doutorado, IFCH/UNICAMI? Diniz, C. C. (1994), Poligonized Development in Brazil: Neitl~er Decentralizatioii 11011 Continued Polarization (mimeo). Ebanks E. G. (1993), Deterniinnntes Socioecoiiórrricos de 10 Migrflciór~Iizter~in.CELADE, Santiago de Chile. Elster, J. (1991),Mnrx Hoje. Sáo Paulo, Editora Paz e Terra. Faria, V. (1983), Desenvolvimento, Urbanizaqao e Mudanqas na Estmtura d o Emprego: a experiencia brasileira dos últimos 30 anos, en Sociednde e Política no Brnsil Pós-64. Sáo Paulo, Editora Brasiliense. Fundaqao IBGE (1991), Fluxos migratórios intrametropolitanos, Brasil - 1970/XO. Tr..xto.< /liirfl disciissño, 11.45, Río d e Janeiro. Fundaqao SEADE (1986), Infornie Deiliogr(fico n. 18, Sao Paulo. (1988), Projecóes dn Popiilncño dos Miinicípios e Distritos pertenceirtes f l Rcyiño 11 iic Plr7ri~jnriiento dn SABESP, segrrndo n sitiincño de doriiicílios iirbnnos e riirnis, ntr; o niio 2010. Sáo Paulo. (1993), O N ~ zRetrnto de Sño Pnulo, Si30 Paulo. J ~ Gottiener, M.(1993), A Producáo Social d o Espaqo, Sao Paulo, EDUSP. Martine, G. (1987), Migraqáo e Metropolizaqao, en Reriista S i o Pntilo eiir Pers}?ectiin,Sio Pdulo, Fundaqáo SEADE 1(2)7. (1987), ~ x o d o Rural, Concentraqao Urbana e Fronteira Agrícola, eii O s Iriipnctos Socinis da Modernizngo Agrícoln. Sáo Paulo, Editora Caetés/Hucitec. e Descoi~cei~trn~ño Urbnnn iio Brncil: dcterriri(1992), Processos Receiztes LIP C o ~ ~ c e ~ z t m ~ ñ o Documento d e Trabalho 11, Brasilia, Instituto SPN. rinntes e iiiiplicn~6es, (1994), A Redistribuiqao Espacial da Populaqáo Brasileira Durante a Década de 80". Textos para Discussi3o 329. IPEA, Brasilia. y Camargo, J. L. (1984), Crescimento e Distribuiqáo da Popula~áo Brasileira: teiidt.iicias recentes, en Rezlistn Brnsileirn de Estiidos de Poprilncio, vol. 1, n. 3. y Carvalho, J. A. M. (1989), Cenários Demográficos para o Século 21 e Algumas Implicaqóes Sociais, en Seniinário Brnsil Séctilo XXI, UNICAMP, Campiiias. (1994), A redistribrlicño espncinl dn popiilncrío brnsileirn diirnnte n décndn de 80. IPEA, Texto para Discussao, 11.329, Brasília. (1994), A Ez~oliicñoEspacinl do Popr~lncñoBrnsileirn e slms Irriplicnc6es Regiotinis. Projcto Bnlnnco e Perspectizins do Federnlisiiio Fiscnl no Brnsil, FUNDAP/IESP. Mata, M. (1980), Urbanizaqio e migraqáo internas, en Moura (coord.), Migrilpio Iiitfrriri. Fortaleza: Minter / Banco d o Nordeste d o Brasil. tia Matos, R. E. S. (1994), A Desconcentraqáo Populacional em Minas Gerais e as M u d a n ~ a s Regiáo-Core, en Encontro Nncionnl de Estiidos Poprilacionnis 9, 1994, Aiinis, S i o Paulo: ABEP. Oliveira, M. C. F. A. (1985), Questóes Demográficas no Período Cafeeiro em Sáo Paulo," t.11 Textos N E P O 1. NEPO/UNICAMP, Campinas. Oliveira, O. y García, B. (1984), Urbanization, Migratioii and the Growth of Large Cities. Trends and Implications in some Developing Countries, en Poptrlntio~i,Distrr~~iitloii, Migrntion nnd Derielopriient, Uiiited Nations. Pacheco, C. A., Patarra, N. L., Cunha, J. M. y Baeninger R. (1997), Proleto "Teiirféiicins lin Urbnnizncño e do Cresciniento Popti/ncionnl Brnsileiro: popiilacño etti idniie escolnr: 1991/2000". MEC /FNDE /FECAMP-IE/UNICAMP (relatório síntese). (1997), Estiidos dn Dinnniicn Deniogrlificn Regionnl Receizte - Sño Pniilo (relntório 1). Projeto "Tendencias da Urbanizacao e d o Crescimento Populacional Brasileiro: populacao em idade escolar: 1991/2000" (relatório sintese). Patarra, N. L. y Baeninger, R. (1989), Movimeiitos Migratórios: novas características, iiovas indagaqóes, 111 Encontro da Associn~ñoNncionnl de Planejnniento Urllntio e Rcyioiinl, Águas d e S i o Pedro. Patarra, N. L. et al. (1991), Demografia, en Políticns Socinis no Brnsil: Azlalincño e Propostris ;lrirri os Anos 90. FUNDAR Sáo Paulo. Patarra, N. L. (coord.) (1994), Série Migracáo. TEXTOS NEPO (1-5), NEPO/UNICAMP, Campinas. Rigotti, J. 1. R. (1994), Fluxos migratórios e distribuiqao espacial da populaqáo na Regiio Metropolitana de Belo Horizonte - década de 70. Dissertaqio d e Mestrado. CEDEPLAR/FACE/UFMG, Minas Gerais, 1994. Villa M. (1992), Urbanización y Transición Demográfica en América Latina: una reseiia del período 1930-1990, en El Pol?lnriiientorie 1ns Aliréricns, Anales IUSSP, vo1.2. Villa, M. y Rodriguez, J. (1994), "Dinámica Sociodemográfica de las Metropólis Latinoamericanas", en Grnrides Cilidndes de Arriéricn Lntiiza: Dos Cnpítlilos. Documentos Docentes, Serie B, n.98, CELADE, Santiago de Cliile. Zuiches, J. J. (1980), Residential Preferences in Migration Theory, en Neio Directiori rrr U1.17riri Rlirnl Migrntiori: Tlie Pop~ilntionT~ininroiindin Anlericn. New York, Academic Press. REDISTRIBUCIÓNESPACIAL DE LA POBLACIÓNDE CHILE* Jorge Martínez Pizarro (CELADE), Cllilr RESUMEN Partiendo de la información censal disponible se estudian algunos aspectos destacados de la redistribución espacial de la población chilena durante la segunda mitad del siglo XX. Las unidades de análisis son las 13 regiones que configuran la división geográfico-administrativa mayor del país y los 16 conglomerados urbanos que en 1992 superaban los 100 mil habitantes. Se examinan las tendencias d e la concentración demográfica y de la urbanización, incluyendo algunos alcances sobre el devenir del sistema nacional de ciudades y sobre los patrones de la migración interna entre regiones. Se exponen también algunas conclusiones generales. Entre los principales hallazgos está la continuidad de los patrones en las tendencias de la distribución espacial de la población de Chile, esto es, la concentración regional y urbana de la población y la reducida ocupación de los extremos del país. No obstante, también se advierten indicios de atenuación de las tendencias concentradoras metropolitanas y del ímpetu urbanizador. En el caso de la migración interregional se descubre que la Región Metropolitana sigue siendo la principal zona de atracción de población. (DISTRIBUCIÓNGEOGRÁFICA) (DENSIDAD DE LA POBLACIÓN) (URBANIZACI~N) (CONCENTRACIÓN DE LA POBLACIÓN) (MIGRACIÓNINTERNA) * Este artículo es una versión revisada de la ponencia presentada por el autor al Seminario sobre Distribución y Movilidad Territorial de la Población y Desarrollo Humano, San Carlos de Bariloche, Argentina, mayo de 1994. SPATIAL REDISTRIBUTION OF CHILEAN POPULATION SUMMARY Come important characteristics of the dynamics of the spatial distribution of the Chilean population during the second half of the XXth century are studied. It refers to the 13 geographical and administrative regions and to the main 16 cities that, in 1992, had over 100 thousand inhabitants. Demographic and urbanization trends are examined, and considerations on the future prospects of the national system of cities and the internal migration patterns are included. Among the most important findiiigs are the observed stability of the concentration patterns of the Cliilean population (regional and urban) and the scarce population in thc extreme north and south of the country. However, there are also hints of a slour down of the referred concentration trends. In the case of the inter-regional migration it was found that the Metropolitan Area of Santiago is still the main area of attraction. (GEOGRAPHICAL DISTRIBUTION) (POPULATION DENSITY) (URBANIZATION) (POPULATION CONCENTRATIONS) (INTERNAL MIGRATION) La dimensión espacial constituye un elemento de singular importancia en el análisis de las interrelaciones de la población y el desarrollo. Sin su consideración sería virtualmente imposible trascender el plano de las abstracciones y se incurriría en el riesgo de efectuar interpretaciones car e n t e ~ base real. Así como los procesos involucrados en aquel complede jo de interacciones deben ser entendidos a la luz de las situaciones históricas que les han dado vigencia, es también preciso comprender que su expresión material ocurre en localizaciones concretas. Son estas coordenadas temporales y espaciales las que otorgan significados específicos a aquellos procesos y, por lo mismo, habrán de ser tenidas en cuenta cada vez que se procure comprender sus tendencias o se pretenda adoptar decisiones relativas a su modificación. Así como se reconoce la coexistencia de diversas manifestaciones de la dinámica demográfica en las grandes regiones mundiales también se constatan heterogeneidades notables dentro de los países. Las asimetrías inherentes a los procesos de desarrollo, con sus múltiples componentes económicos, sociales, políticos y culturales, se han reproducido históricamente a través de los espacios nacionales, dando lugar a disímiles contextos en los cuales se inserta la presencia humana y se definen diversos estilos de vinculación con el medio ambiente. Es dentro de estas variadas geografías que se articulan los comportamientos diferenciados en materia de reproducción, mortalidad y movilidad de la población. Estas mismas variaciones repercuten sobre las expectativas del desarrollo, estableciendo ciertas condiciones que necesariamente deben ser conocidas antes de poner en práctica medidas de política. Este trabajo explora los rumbos seguidos por la población en su redistribución a lo largo del territorio de Chile en la segunda mitad del siglo XX. Luego de señalar los persistentes contrastes entre áreas de concentración demográfica y otras débilmente pobladas, ofrece un perfil evolutivo del sistema urbano, destacando las alteraciones que ha tenido la red de asentamientos que lo integran. Aunque la población chilena tiene una larga raigambre urbana, el artículo incursiona en los cambios acaecidos en las zonas rurales y concluye con una presentación de las corrientes migra- Mapa 1 CHILE: REGIONES ADMINISTRATIVAS torias que entrelazan a las diversas regiones. Aun cuando el análisis se concentra en las expresiones territoriales del poblamiento, se deja lugar a algunas reflexiones hipotéticas sobre el devenir socioeconómico de los subespacios identificados. Conviene señalar algunas advertencias que demarcan la validez espaciotemporal del análisis y las observaciones y conclusiones que se han extraído. Las unidades de análisis empleadas son las trece regiones que configuran la división geográfico-administrativa mayor (mapa 1) y los principales conglomerados urbanos de la actualidad. El período al que se refiere la información se circunscribe a la segunda mitad del siglo XX. Por esta razón, la perspectiva que se ha empleado es de largo plazo y, por lo mismo, las hipótesis planteadas a partir de evidencias recientes son necesariamente parciales. En el examen de los datos se advierten dos cuestiones que permean el análisis. Una, de carácter general, es la continuidad de los patrones en las tendencias de la distribución espacial de la población de Chile, en términos de su concentración regional y urbana y de la reducida ocupación de los extremos del país. La segunda, más específica, se refiere a la identificación de síntomas de atenuación de las tendencias concentradoras, en especial las metropolitanas, no sólo por la lógica disminución del ímpetu de la urbanización en un contexto de elevado porcentaje urbano, sino a raíz de la pérdida de dinamismo de las fuerzas que históricamente impulsaron la concentración de la población. Se comienza describiendo sumariamente el estado actual de la población chilena y uno de los rasgos más llamativos de la misma, su repartición territorial. Luego se examina el carácter de continuidad que presentan los patrones de distribución, expresados básicamente por la desigual ocupación del territorio. Posteriormente se procede a enfocar las tendencias de la concentración demográfica y de la urbanización, incluidos algunos alcances sobre el devenir del sistema nacional de ciudades. A continuación se trata el fenómeno de la migración interna y, finalmente, se exponen algunas conclusiones generales. No está de más mencionar que un análisis de cifras provenientes de censos de población es incompleto si no se apoya en algunas referencias que permitan situar el marco de los procesos de que ellas dan cuenta y que, al mismo tiempo, le confieren su propia importancia. En la medida de lo posible, el análisis ha sido apoyado por algunos comentarios respecto de las características de la evolución socioeconómica nacional. En otras ocasiones, se ha tratado de poner en tela de juicio algunas percepciones habituales sobre la distribución espacial de la población chilena, elaboradas a partir de la construcción de una imagen que posiblemente era sostenible en el pasado pero que en la actualidad parece no tener fundamentos. 1. SITUACIÓN DE LA POBLACIÓNCHILENA La población de Chile se caracteriza por sus bajos niveles de fecundidad y mortalidad. El descenso de la fecundidad ha sido rápido, ya que sus inicios se remontan sólo a la década de 1960. En cambio, la mortalidad comenzó a reducirse desde la primera mitad del siglo. Tales tendencias han llevado, consecuentemente, a una declinación en el ritmo de crecimiento demográfico, cuyo valor actual se empina levemente por sobre 1.5%anual y es prácticamente equivalente al crecimiento natural. Eso significa que la migración internacional ha ejercido efectos mínimos sobre la dinámica de la población. Un examen más detenido de estas tendencias permite apreciar que, conjuntamente con el inicio de la transición de la mortalidad en el país, el proceso de urbanización adquirió gran vigor. Si bien tal proceso comenzó en el siglo pasado -lo que es indicio de su relativa antigüedad-, fue impulsado por los múltiples efectos que trajo consigo la estrategia de industrialización sustitutiva asumida por el Estado chileno. Así, el componente más importante de la dinámica demográfica en Chile, la fecundidad, inició su descenso cuando los habitantes urbanos ya eran notoria mayoría y se concentraban en unas pocas ciudades y regiones del territorio. Tan decisiva ha sido la influencia del proceso de urbanización sobre la evolución demográfica que, desde 1950 hasta el presente, el crecimiento urbano representó virtualmente la totalidad del crecimiento absoluto experimentado por la población chilena. Parece indudable que la urbanización, cuyo resultado actual se expresa en un predominio urbano en la totalidad de las divisiones geográficas mayores, ha favorecido la disminución de la fecundidad a través de diversos factores, todavía no suficientemente estudiados. En todo caso, es evidente que esta variable se ha visto influenciada por aspectos consubstanciales a la urbanización, tales como la terciarización de la fuerza de trabajo, la expansión de los estratos medios, el desarrollo de la educación y la explosión de los medios de comunicación, y también por la mayor disponibilidad de métodos anticonceptivos (que, aunque se desconoce la intensidad real de su empleo, permitieron materializar el deseo de alcanzar un tamaño de familia cada vez menor). A la luz de estos comportamientos demográficos del país, la situación de la población chilena podría describirse, de modo muy general, como la de un país que está "al margen" de aquellos donde tales fenómenos significan un alto grado de preocupación. En términos comparativos, los bolsones de alta fecundidad y mortalidad involucran a una fracción relativamente minoritaria de la población y los niveles que estas variables registran en aquellos grupos, denotan, con frecuencia, una situación más favorable que la expresada por otros promedios nacionales. Desde luego, esto no significa desconocer la existencia de importantes brechas relativas en los comportamientos demográficos según estratos sociales, lo que tie- ne una relación directa con la inequidad propia de un país en desarrollo y que, por lo mismo, plantea problemas aún no resueltos; este es el caso, por ejemplo, de la fecundidad adolescente, de la mortalidad entre grupos indígenas, de los cambios epidemiológicos, del acceso a la planificación iamiliar y de la prevalencia del aborto, entre muchos otros. La situación descrita ha llevado a centrar la atención en el gran ámbito de la distribución espacial de los efectivos demográficos, principalmente en cuanto a su concentración urbana y regional. Regularmente, los gobiernos chilenos han expresado su insatisfacción por las pautas de ocupación territorial, a partir de la imagen de un patrón que se considera "indeseable" y "perturbador del desarrollo económico" tanto a escala nacional como regional. No es el propósito de este trabajo discutir la validez de los fundamentos que se han empleado en la argumentación de tal "insatisfacción" ni de las acciones emprendidas al respecto; interesa, en cambio, resaltar el alto grado de inercia subyacente en las tendencias de la distribución espacial de la población chilena y su funcionalidad con los esquemas de desarrollo actualmente vigentes, independientemente de los numerosos problemas que se han ido planteando y de la legítima aspiración de buscar una distribución de la población que facilite las complejas tareas del desarrollo. Atendidas las pequeñas discrepancias en los indicadores de la dinámica demográfica natural entre los subespacios nacionales -eminentemente urbanos-, cobra indudable relevancia la necesidad de examinar la movilidad interna de los habitantes y en particular los movimientos que, desde el punto de vista demográfico, inciden en la redistribución de los efectivos en grandes agregados geográficos. 2. LA OCUPACIÓN DESIGUAL DEL TERRITORIO CHILENO: CONTINUIDAD DE PATRONES En virtud de sus posesiones en la Polinesia (Isla de Pascua) y en el continente antártico y de su enorme extensión latitudinal, que se prolonga por más de 4 mil kilómetros desde norte a sur, el territorio de Chile se caracteriza por su posición tricontinental. A pesar de la importancia potencial que -por consideraciones de ordenamiento y de desarrollo territorialpodrían tener las primeras dos posesiones en el umbral del siglo XXI, se considera que una descripción y un análisis realista de la ocupación del espacio nacional deben remitirse solamente al Chile continental. Los actuales patrones de distribución espacial de la población son, desde luego, una consecuencia de la historia del país. El antecedente más directo de esos patrones se remonta a la ocupación hispánica, asentada desde un principio en la parte más habitable de Chile, la "zona central", específicamente la depresión delimitada por los valles del Aconcagua al norte y del Biobío al sur, y encerrada por dos grandes sistemas orográficos que recorren la mayor parte del territorio, la Cordillera de los Andes 755 999.75 ILm2\ Superficieh 5 932 995 7 374 115 8 884 768 1 329 736 13 348 401 1 Poblacihn total A Fuente: Censos nacionales de pobl'icicín. La división político-administrativa Iia >id» ajustada a la que rige desde 1982 1' No xe incluye rl Territorio Antiirtico Cliileno (1 250 000 km?) Total país 1 Tarapacá 11 Antofagasta 1 1Atacama 1 IV Coquimbo V Valparaíso VI Lib. O'Higgins VI1 Maule VI11 Biobío IX Araucanía X Los Lagos XI Aisén XII Magallanes Metropolitana Regionesa 25.3 19.7 20.3 16.4 Tasa media anual d e crecimiento (por mil) 7.8 9.8 11.8 15.0 17.7 Densidad demográfica (habs por km2) CHILE: SUPERFICIE, POBLACIÓN TOTAL, TASA DE CRECIMIENTO Y DENSIDAD DEMOGRÁFICA, SEGUN REGIONES (1952, 1960,1970,1982 y 1992) Mapa 2 CHILE: DENSIDAD DEMOGRÁFICA POR REGIONES, 1992 ........ REGION DE TARAPACA REGION DE ANTOFAGASTA REGIO DE ATACAMA .......... REGION DE COOUIMBO ........... REGION DE VALPARAISO .......... .......... ........... ........... ............ REGION METROPOLITANA DE SANTIAGO RkGlON DEL LIBERTADOR BERNARDO OHlGGlNS REGION DEL MAULE REGION DEL BIOBIO REGION DE LA ARAUCANA ............. REGION DE LOS LAGOS ............. REGION DE AISEN DEL GENERAL CARLOS IBANEL DEL CAMPO rERRIIORIO ANIARTILO REGION DE MAGALLANESY DE LA AIUTARTICA CHILENA Habs /km2 Q 07 57 m2 15 425 m7 41 860 340 Fuente: Cuadro 1. Mapa base tomado de Ortiz (1983) N N + Cuadro 2 1952 159439 243286 128783 205025 832162 234950 292462 844148 298024 369945 31249 76595 2959069 1970 257846 337050 167282 309149 1093162 375800 409354 1152504 396938 494639 51128 119038 4152230 1982 318925 399515 208960 355284 1248255 445080 500146 1343097 478825 579885 57794 129958 5074681 1992 5028060 6675137 9316120 11140405 107211 203997 85459 160148 673892 190138 227206 648506 231246 272866 19966 60869 2146556 1960 Población urbanab 39.8 64.9 24.7 84.3 51.1 32.8 46.7 32.0 38.5 27.5 36.6 62.5 35.4 42.6 30.0 42.0 18.7 43.4 26.2 22.3 22.4 26.7 27.9 26.9 32.2 47.4 24.3 34.0 27.8 40.1 27.2 21.8 34.2 22.7 39.1 28.0 26.0 23.9 24.2 41.0 36.8 28.2 41406 19819 38672 158939 169211 236796 308960 407406 341921 397160 14585 10285 214713 15859 11222 30776 148843 151044 227841 335836 434832 337708 397815 17804 12489 223986 1960 15542 8620 23833 135190 141826 240436 326668 409197 301875 378656 17609 12848 197331 1970 17298 4652 16125 110807 116915 210872 321233 366384 301294 354060 15233 12876 165867 1982 Población rural 20654 11209 21913 149103 136081 251289 335995 391208 302417 368924 22707 13240 183256 1992 17.9 2359873 2346055 2209631 2013616 2207996 21.3 17.0 22.2 13.9 13.3 16.9 20.0 15.3 18.8 15.9 12.3 8.8 20.1 1952 1960 1970 1982 1952 -1960 -1970 -1982 -1992 Tasa media anual d e crecimiento(por mil) -0.7 -111.7 46.2 -26.6 -7.6 -13.2 4.5 9.7 7.6 -1.4 0.2 23.2 22.6 4.9 -6.3 -2.1 -27.9 -27.1 -10.2 6.7 5.7 -2.9 6.4 -11.9 -5.2 -1.2 3.0 -13.4 -7.7 8.9 -51.4 -32.6 -16.6 -16.1 -10.9 -1.4 -9.2 0.2 -5.6 -12.1 0.2 -14.5 9.2 17.7 87.9 30.7 29.7 15.2 17.5 4.5 6.6 0.4 4.1 39.9 2.8 10.0 1952 1960 1970 1982 -19611 -1970 -1982 -1992 Tasa media anual de crecimiento (por mil) Fuente: Censos nacionales de población. La división político-administrativa ha sido ajustada de acuerdo a la que rige desde 1982. b La población urbana fue definida por los censos anteriores al de 1992 como aquella que residía en localidades que contaban con elementos urbaiiístic»s, un mínimo de 60 viviendas y sobre 300 habitantes. El Censo de 1992 clasifica como urbanas a todas las localidades de más de 2000 habitantes y aquellas con más de 1000 habitantes en la que su población activa se dedica predominantemente a actividades secundarias o terciarias. ITarapacá 61383 1 Antofagasta 165005 1 IiIAtacama 41441 NC~quimbo 103230 V Valparaíso 508276 VIL.O'Higgins 127328 WMaule 172603 WIBiobío 466083 IXAraucanía 182570 XLosLagos 199219 XI Aisén 11677 XU Magaiianes 44921 Metropolitana 1489386 Total país 3573122 Regionesa CHILE: POBLACIÓN URBANA Y RURAL Y TASAS DE CRECIMIENTO SEGÚN REGIONES (1952,1960,1970,1982 y 1992) y la Cordillera de la Costa. En esa depresión y secundariamente en algunas planicies litorales, se originó y articuló el espacio de más intensa ocupación humana. Decir esto es afirmar que la diversidad de ambientes naturales propia de un territorio tan vasto -que, además, encuentra una prolongación en sentido transversal-, aun cuando su ancho máximo no sobrepasa los 500 kilómetros, involucra amplias zonas de difícil acceso y restrictivas en cuanto a su habitabilidad. La localización de asentamientos y sus redes regionales fuera de la zona central se explica, en gran medida, por la búsqueda del aprovechamiento de los recursos naturales y por las acciones del Estado en materia de ampliación de las fronteras internas y colonización de algunas regiones, iniciativas que también han encontrado expresión en experiencias espontáneas. Esta ligera descripción de la geografía de Chile permite sólo una comprensión incompleta de las pautas de la distribución de su población. Desde luego, estos factores conforman únicamente el escenario físico que sirvió a la implantación de los modelos de desarrollo económico asumidos a lo largo de la historia. Estos modelos, y las transformaciones que acarrearon en el plano productivo, han sido los verdaderos motores de la distribución espacial de la población chilena y de su transición desde la dispersión rural a la concentración urbana. Esbozar estas relaciones es una ardua labor, que excede el propósito de este trabajo. Sólo cabe mencionar en esta reseña, a manera de ilustración, que hasta los primeros decenios del siglo XX el desarrollo económico nacional estuvo centrado en la actividad exportadora de materias primas, esencialmente mineras. La explotación del salitre, la plata, el cobre y el hierro motivó la aparición de numerosos enclaves extractivos, puertos de embarque y una incipiente red urbana en el litoral del norte chileno. Por su extrema vulnerabilidad a los vaivenes de los precios internacionales, esta orientación trajo consigo una gran fragilidad en las zonas de explotación, que se expresaría dramáticamente con sucesivas crisis, entre las cuales la de mayor impacto fue la del salitre. Estas crisis conllevaron desplazamientos masivos de población dirigidos, entre otros destinos, a los puertos cercanos, donde la fuerza de trabajo no pudo sostenerse, pues la base económica estaba estructurada en función de los servicios que prestaba a las labores mineras. Tal situación llevó a que la posterior evolución de tales regiones girase en torno a lo que acontecía en sus principales ciudades, dependientes de los avatares de un Ili~zterlandminero virtualmente desarticulado. Dicha condición se refleja todavía en la actividad del cobre, con la distinción de unos pocos núcleos de servicios (véase Bodini, 1985). La estrategia industrializadora -activada directamente bajo la tutela estatal, que canalizó recursos, inversiones y tecnología para su desarrollo- involucró, a través de múltiples mecanismos, el fortalecimiento de los patrones concentradores demográficos en la zona central tradicional. La evolución previa de esos patrones había descansado sobre la actividad agrícola y la expansión de los servicios, las finanzas y el comercio, permi- tiendo el establecimiento de una red urbana relativamente densa, en la que sobresalían, por su tamaño y funciones, Santiago, Valparaíso y Concepción. El proceso de industrialización, por sus requisitos tecnológicos y de disponibilidad de infraestructura de transporte y comunicaciones, llevó necesariamente a su concentración en los principales centros urbanos, hecho que daría cuenta de la escasa atención prestada a la dimensión espacial del desarrollo en las iniciativas emprendidas (véase, por ejemplo, Raczynski, 1979). Durante el régimen militar (1973-1990),esta dimensión siguió reducida a mínimas consideraciones objetivas aunque, paradojalmente, la instauración del modelo económico neoliberal trajo consigo una serie de transformaciones cuyas manifestaciones espaciales aún no se conocen del todo. Estos cambios refieren, entre otros aspectos, al conjunto de adaptaciones de los espacios regionales dominados por actividades orientadas a la exportación, los que se han visto enfrentados a una intensificación de las inversiones productivas, aunadas a una fragilidad ambiental y a la generación de externalidades socialmente negativas para sus habitantes. La percepción tradicional de esta situación de débil ocupación territorial en vastas zonas del país -no obstante haberse ampliado las fronteras internas hacia el sur del Biobío- y el habitual reconocimiento del excesivo centralismo político y la concentración económica que venían acentuándose llevaron a que, hacia fines de la década de 1970, se procediera a una obligada reestructuración político-administrativa, cuyo objetivo era generar nuevas posibilidades de desarrollo en aquellos espacios subnacionales que mostraban un escaso dinamismo económico y demográfico. La progresiva disminución de la injerencia del Estado en materia económica, la implantación del mercado como motor de la economía y la búsqueda del aprovechamiento de las ventajas comparativas naturales de las regiones, continuaron privilegiando las actividades productivas de base urbana; también se ha producido una diversificación de las actividades, con orientación a la exportación de materias primas y productos pesqueros y agrícolas específicos. Al mismo tiempo, se ha configurado una mucho menor capacidad de la industria para generar empleos en el marco de un cierto grado de proliferación de la llamada "economía difusa". La pregunta que cabe formularse es en qué sentido se habrían visto afectadas las tendencias de la redistribución espacial de la población -fundamentalmente en lo que concierne a los movimientos migratorios- ante la reestructuración socioproductiva de muchas regiones a contar del decenio de 1980 y en los restantes años del milenio. 2.1. Densidad de población e n las regiones. Uno de los indicadores más elementales de la heterogénea distribución espacial de la población y de las escasas alteraciones de los patrones que se advierten por lo menos desde mitad de siglo es la densidad de población de los grandes agregados geográficos. Esta medida sintética de la ocupación territorial ha experimenta- do un aumento como producto del crecimiento demográfico (cuadro 1). Una primera observación es que, en el período analizado, la densidad promedio sigue siendo baja si se le compara con la media de América Latina. En 1992, el país tenía apenas un promedio de 18 habitantes por km', contra un valor de 22 de la región en su conjunto. La singularidad del caso surge al comparar la situación de las trece regiones que componen las divisiones político-administrativas mayores. En primer término, más de la mitad de las regiones presenta una densidad por debajo del promedio nacional -algunas apenas la han incrementado-, correspondiendo los más bajos guarismos a las regiones australes (Aisén y Magallanes, cada una con alrededor de un habitante por km'). Le siguen las tres situadas en el norte del país (Tarapacá, Antofagasta y Atacama, con valores similares entre sí e inferiores a seis habitantes por km2). El mapa 2 muestra nítidamente los desiguales patrones de ocupación territorial de la población chilena. En tanto la reducida ocupación de los extremos del territorio se relaciona con sus pequeños tamaños demográficos, su gran extensión y escasas condiciones de habitabilidad -esencialmente en el caso de los enclaves mineros, agrícolas y de las ciudades litorales-, la zona central alberga a la capital chilena, asentada en la región más poblada (Región Metropolitana), que es al mismo tiempo la división de menor superficie', Si bien la ' densidad demográfica aumentó en todas las regiones, esta heterobenea situación no era diferente a mediados de siglo, lo que permite formular una primera hipótesis sobre el devenir de la distribución espacial de la población chilena: la continuidad de estos patrones en el futuro, simplemente en razón de la combinación de los tamaños demográficos y de los atributos geográficos de las unidades territoriales considerad as^. Por lo tanto, los indicios disponibles apuntan a prever que la ocupación territorial seguirá siendo notoriamente disímil. 1 Como expresicín del vigor de la ocupacicín territorial en esta regicín, su densidad equivalía a 14 veces la del país en 1952; tal cociente aument6 a casi 20 veces en 1992. 2 Esto es esencialmente válido para el norte chileno, por sus características d e región hiperárida, con condiciones topográficas y de vegetacicín que imponen ~ s t r i c ciones prácticamente insalvables a los asentamientos humanos (Bodini, 1985). 3. LOS SESGOS CONCENTRADORES DE LA P O B L A C I ~ N Como ya se ha señalado, la distribución de la población chilena está marcada por un sesgo concentrador. Sin embargo, deben distinguirse dos aspectos diferentes pero interrelacionados. Por un lado, la concentración regional, que se arrastra desde los orígenes de la nación y, por otro, la concentración urbana, hecha presente en un período más reciente y breve. Lo que importa destacar es que la "inercia" de estos procesos es compartida.? En efecto, los habitantes de las regiones extremas (Tarapacá en el norte y Magallanes en el sur) siguen siendo porcentualmente poco significativos. A mediados de siglo, ambas regiones contenían menos del 3'%1 del total de efectivos del país y, pese a haber experimentado un ritmo de crecimiento generalmente superior a la media nacional, en el presente no sobrepasan el 4%. En realidad, las tres cuartas partes de los chilenos se localizan actualmente en un 15'/0 del territorio, entre las regiones de Valparaíso y Biobío; en 1952 esa zona reunía algo más de los dos tercios de la población nacional (gráfico 1 y cuadro 1). Estas tendencias concentradoras a largo plazo son visibles en forma más aguda en el examen de las tres regiones más pobladas (Metropolitana, Biobío y Valparaíso), las que aglutinaban al 55% de los chilenos en 1952, en tanto que en 1992 poseían el 63%. El hecho más relevante es que este aumento se ha debido exclusivamente a la expansión relativa de la Región Metropolitana -las otras dos disminuyeron su peso-, que pasó de concentrar a un 29% de la población nacional en 1952 a casi un 40(%en 1992, producto de tasas de crecimiento superiores a las de aquellas y a las del país en conjunto durante ese período. A pesar de la mantención de la tendencia concentradora expansiva que muestra la Región Metropolitana, en el último período intercensal declinó marcadamente su ímpetu concentrador. El sesgo concentrador de la población chilena a nivel de ciudades es la otra expresión notoria de sus patrones de distribución y redistribución espacial, aunque por cierto menos antigua. En 1952, los habitantes que residían en localidades urbanas ya representaban el 60% del total y en la actualidad alcanzan a más del 80%. La peculiaridad de este patrón está en el predominio urbano en todas las regiones, situación que se evidencia a partir de 1982. Caben algunos breves comentarios sobre este patrón. La urbanización chilena es un aspecto de suma relevancia. Comparada con el patrón de concentración regional reviste connotaciones que parecen estar más di- ~ El término inercia alude al mantenimiento de las tendencias concentradoras v permite a la investigación sociodemográfica distinguir la permanencia d e repercusiones mucho tiempo después de que los factores que las originaron alcanzaron plenitud 3 rectamente relacionadas con el desarrollo del país. En este sentido, corresponde reconocer que la concentración de la población en ciudades ha contribuido en grado decisivo a una mayor integración territorial. También debe destacarse que la urbanización -ya no sólo en su acepción demográfica- tuvo una influencia muy fuerte en el desarrollo de las fuerzas productivas y en la elevación de la productividad de la economía, al favorecer la consolidación de un mercado interno capaz de estimular la expansión y diversificación de las actividades económicas, permitiendo una movilidad social ascendente y la gestación de fuerzas sociales de base amplia, entre otros aspectos (Geisse y Valdivia, 1978).La concentración urbana ha hecho más "visible" la pobreza, obligando a que tal problema obtenga priorización en las agendas pública y privada. Incluso con todos los problemas que pudiesen detectarse - e n especial los relacionados con las eventuales deseconomías de las principales ciudades y las marcadas desigualdades sociales prevalecientes en ellas- el escenario urbano en Chile es, en definitiva, el que ha facilitado las reformas políticas y económicas de los últimos decenios, cuya manifiesta estabilidad actual ha puesto de relieve al país en el concierto regional. De modo hipotético, es difícil concebir que la imposición de los esquemas de mercado y privatización de la economía, basados en el aprovechamiento de las ventajas comparativas de las actividades orientadas a la exportación, hubiese podido lograrse con modalidades diferentes a la concentración urbana. Al analizar la distribución de los habitantes urbanos entre las regiones del país, destaca que ellos están más concentrados que la población total, pero configuran una situación que prácticamente se mantiene en todo el período de estudio. En efecto, casi el 70% de los habitantes citadinos reside en las regiones Metropolitana, de Valparaíso y del Biobío, y esa proporción ha permanecido inalterada desde mediados del siglo XX. Corresponde remarcar que tal tendencia se debe exclusivamente a la gravitación de la Región Metropolitana, que pasó de albergar a un 42'% de los residentes urbanos del país en 1952 a un 46% en 1992. Obviamente, este aumento proviene de tasas de crecimiento que han estado siempre por sobre el promedio urbano nacional, aunque han sido superadas por las de algunas otras regiones. Por lo tanto, es dable destacar que se ha asistido a una difusión de la urbanización, lo que viene a explicar el aumento del peso relativo de la población urbana de la Región Metropolitana haya sido menor que el incremento de su participación sobre la población total (gráfico 2 y cuadro 2). El análisis de las tendencias anteriores debe complementarse con una descripción de lo ocurrido con la población rural. Esta casi no ha experimentado variaciones absolutas en su tamaño desde 1952; se mantiene en poco más de 2 millones de personas y en 1992 representa menos de una quinta parte de los habitantes urbanos (cuadro 2). Por lo tanto, el país ha experimentado una "desruralización relativa"; los efectivos rurales perdieron gravitación en el total nacional. En la base de este fenómeno han CHILE: DISTRIBUCIÓN RELATIVA DE LA POBLACIÓN POR REGIONES, 1952,1960,1970,1982 Y 1992 Porcentaje de población TA AN AT CO VA RM OH Regiones Fuente: Cuadro 1 MA BI AR LA Al MAG CHILE: D I S T R I B U C I ~RELATIVA DE LA POBLACIÓNURBANA N POR REGIONES, 1952,1960,1970,1982 Y 1992 TA AN AT CO VA RM OH Regiones Fuente: Cuadro 2 MA BI AR LA Al MAG estado procesos de raigambre histórica, expresados en fenómenos tanto de crisis y estancamiento como de reactivación del agro. Uno de los efectos visibles de esta evolución está en la disminución de la importancia relativa de la fuerza de trabajo empleada en actividades agrícolas (que pasó de representar un 20% del total nacional en 1982 a un 15% en 1992). Este hecho se produce a pesar de la significación que como componente fundamental del auge exportador ha adquirido la actividad frutícola. La reestructuración del agro chileno ocurrida en los últimos años -visible en la expansión de la empresa agrícola y la asalarización y semiasalarización de la fuerza de trabajo- parece haberse traducido espacialmente en un nuevo tipo de interacción entre el campo y las ciudades menores, en la medida en que algunas regiones han presentado una relocalización de la población desde el medio rural hacia pequeños poblados, que constituyen la fuente donde se nutre la demanda de mano de obra de las nuevas unidades de producción (Canales, 1992). El hecho es que el crecimiento de la población rural nacional en los ú1timos cuarenta años ha sido levemente negativo, a excepción de1,últimoperíodo intercensal, en el que, de todas maneras, no aumentó su peso relativo. Lo acontecido entre 1982 y 1992 debe analizarse con cautela por cuanto tiene sus orígenes en un factor extrínseco, como consecuencia de una modificación en el criterio de definición censal de la población rural.4 En este hecho radica la explicación directa de su actual crecimiento positivo en todas las regiones, situación que era excepcional en los años pasados (cuadro 2). Más de la mitad de los habitantes rurales reside en las regiones de O'Higgins, Maule, Araucanía y Los Lagos (gráfico 3), todas ellas situadas en el centro-sur del país, donde se asienta el grueso de la actividad agropecuaria -principalmente frutícola, hortícola y lechera- destinada tanto al mercado interno como al externo, y que concentra la explotación forestal. 4. UNA URBANIZACIÓNEN VÍAS DE AGOTAMIENTO Las tendencias de la urbanización chilena muestran signos de agotamiento que es lógico en un contexto de tan alto grado de concentración; el predominio urbano se alcanzó ya en la década de 1930, como hace muchos años destacó Gutiérrez (1975).Aunque entre 1952 y 1992 el nivel de urbanización aumentó más de 20 puntos, el ritmo de incremento se ha venido haciendo cada vez menor. En rigor, la modificacicín se refiere a la poblacicín urbana. En los censos anteriores al d e 1992 esta fue definida como aquella que residía en localidades que contaban con elementos urbanísticos, un mínimo de 60 viviendas y sobre 300 habitantes. En el censo d e 1992, una localidad es urbana si cuenta con más de dos mil habitantes o si tiene más d e mil habitantes y presenta un predominio de población activa en los sectores secundario o terciario. 4 CHILE: DISTRIBUCIÓNRELATIVA DE LA POBLACIÓNRCRAL POR REGIONES, 1952, 1960, 1970, 1982 Y 1992 20 Porcentaje de población TA AN AT CO VA R M OH Regiones Fuente: Cuadro 2. MA BI AR LA Al MAG Si bien, como se deduce del comportamiento de las tasas correspondientes, en el ámbito nacional el ímpetu de la urbanización ha dismiriuido significativamente, hay regiones donde el porcentaje urbano todavía es inferior al 60(%.En todo caso, casi la mitad de las regiones adininistrativas (las tres del extremo norte, junto con Valparaíso, la Región Metropolitana y Magallanes) muestra un nivel de urbanización que está por sobre el 90'% (gráfico 4 y cuadro 3). En ellas, la fuerza de trabajo presenta una acentuada terciarización, acompañada, en algunos casos, de una significativa participación del sector secundario. El estado actual de la urbanización chilena y los procesos que hist0ricamente la han estimulado hacen que las proyecciones de población supongan que para el año 2000 el porcentaje urbano crecerá sólo levemente, aunque la población urbana seguirá aumentando, fundamentalmente por el balance entre nacimientos y defunciones (CELADE, 1991). El aspecto que más destaca en el análisis de la evolución demográfica de las principales ciudades chilenas es la permanencia constante de la hegemonía de la capital a lo largo del período. Sin embargo, una obser\ración detenida del comportamiento de Santiago y de algunas ciudades Ilet-a a poner de relieve algunos indicios de cambio que merecen un mayor cnmentario y que pueden marcar el futuro inmediato del sistema de ciudades chilenas. En el análisis se ha considerado la evolución de las 16 ciudades que en 1992 tenían más de 100 mil habitantes (véase el mapa 3). Tanto en 1952 como en 1960 sólo tres superaban, con creces, ese umbral (cuadro 4). La gravitación de este conjunto en el total de la población nacional ha experimentado un gran crecimiento: en 1952 agrupaba al 44'% de la población chilena y en 1992 esa cifra subió al 6l%, sugiriendo que la urbanización ha estado signada principalmente por lo sucedido en ese conjunto de ciudades, y así se desprende de la virtual equivalencia de sus ritmos de crecimiento con el del total de la población urbana. Sin embargo, no debe desconocerse que el dinamismo de las otras localidades urbanas fue significativo, puesto que la gravitación de los efectivos de las 16 ciudades principales sobre la población urbana total ha permanecido casi idéntica desde 1952 (en torno al 7Oi%). En general, las 16 ciudades analizadas experimentaron tasas de crecimiento que no difieren mucho entre sí; sin embargo, hay excepciones e incluso se detectan algunas que se han expandido notoriamente. Es el caso de la ciudad de Arica (Región de Tarapacá), cuya inusual tasa de incremento (150 por mil) en el decenio de 1960 estuvo asociada, en gran medida, al impacto de una serie de medidas y franquicias especiales que, tra- CHILE: GRADO DE URBANIZACIÓN POR REGIONES, 1952,1960,1970,1982 Y 1992 Porcentaje de población (por cien) TA AN AT CO VA RM OH Regiones Fuente: Cuadro 3. MA BI AR LA Al MAG N E 59.7 89.3 51.7 39.4 75.0 35.0 35.8 53.4 34.8 33.4 44.5 81.4 87.4 60.2 1 Tarapacá IIAntofagasta 1 1 Atacama 1 IVCoquimbo V Valparaíso VILib.OIHiggins VI1 Maule VI11 Biobío IX Araucanía X Los Lagos XI Aisén XIIMagallanes Metropolitana Total país 87.1 94.8 73.5 51.8 81.7 45.5 40.4 59.9 40.6 40.7 52.9 83.0 90.6 68.2 1960 91.1 96.6 84.4 60.3 85.4 49.4 47.2 67.4 49.7 49.4 64.0 85.6 93.7 75.1 1970 93.7 98.6 91.2 73.6 90.3 64.1 56.0 75.9 56.8 58.3 77.0 90.2 96.2 82.2 1982 93.9 97.3 90.5 70.4 90.2 63.9 59.8 77.4 61.3 61.1 71.8 90.8 96.5 83.5 1992 176.7 90.9 110.9 58.8 46.1 51.2 22.3 30.9 29.0 36.4 39.2 12.8 37.6 40.5 44.2 46.6 70.5 36.3 29.0 16.7 29.7 34.4 38.7 37.5 48.6 21.3 47.4 36.3 31.1 78.6 54.4 50.8 38.8 50.1 29.4 35.2 24.0 29.8 53.1 36.6 42.7 35.5 3.5 -70.9 -8.4 -15.8 -1.9 -0.6 15.5 8.7 18.4 11.8 -27.7 6.0 10.1 8.7 Diferencia d e crecimiento urbano-rural (por mil) 1952 1960 1970 1982 -1960 -1970 -1982 -1992 Fuente: Censos nacionales d e población. La división político-administrativa ha sido ajustada a la que rige desde 1982. h Véase la nota b del cuadro 2. Corresponde a la tasa de crecimiento del porcentaje urbano. 1952 Regionesa Porcentaje urbanob 44.0 7.0 40.9 32.0 9.9 30.6 13.8 13.4 18.0 23.0 20.1 2.3 4.1 14.5 4.8 2.0 14.6 16.0 4.8 8.8 16.7 12.5 21.3 20.6 20.2 3.3 3.7 10.3 2.3 1.8 6.5 16.7 4.6 21.6 14.2 9.9 11.2 13.8 15.5 4.4 2.1 7.5 0.2 -1.4 -0.8 -4.4 -0.2 -0.2 6.5 2.0 7.5 4.7 -7.1 0.6 0.4 1.5 Tasa de urbanizaci6n (por mil)^ 1952 1960 1970 1982 -1960 -1970 -1982 -1992 CHILE: INDICADORES BÁSICOS DE U R B A N I Z A C I ~ N SEGÚN REGIONES (1952,1960,1970,1982 y 1992) Cuadro 3 Mapa 3 CHILE: DIECISÉIS CIUDADES CON MÁS DE CIEN MIL HABITANTES EN 1992 Gran LaSetena Habnantes 109 mtl - 180 mil 210 mil h Fuente: Cuadro 3. - 227 mil 610mtl - 760mil N N o \ 70.9 48.3 41.1 28.0 72.4 43.6 40.2 24.2 42.3 31.8 72.8 54.7 41. Y 34.4 72.2 59.4 42.5 35.5 73.0 60.9 1952 1992 Rangos 1952 -1960 1960 -1970 1970 -1982 Tasa media anual de crecimiento (por mil) 1982 -1992 c1 ~ u é n t eCeiisos iidcio~iales e población. : d Congloiiierado urbaiio clel Graii Saiitiago, forrii,iciopor distritos urbaiioh cle coniuiiah actualmeiite pertenecieiitt.5 a I d Pro\~iiicia Saiitiago y distritos urclr banos d e comunas d e Puente Alto y Saii Berndrilo. 1' Coiiglomrrado urhaiio del Gran V,ilparaíso, formado por clistritos ~irbaiios e comuii'ih d e Valparaíso, Viña del Mar, Quilput' y Villa Alemnii,~. d Coi~glomer,idourbano del Gr'iii Coiice~cidii,f o r ~ n ~ l d o distritos urbaiios cit. comunds cle Coiicepcióii, Talc.aliuaiio y Priico. por '1 Coiiglomer~ido urhaiio del Gran La Sereii'~,forni'ido por clistrito.; urhaiios d e comuii'is de La Sereiia y Coquinibo. Iiicluve la poblacióii del centro miiiero d e Cliiicluic,imata. Calamar Osorno Valdivia Puerto Montt Punta Arenas Total Porcentajes: Pob. urbana Pob. nacional Santiago: Pob. urbana Pob nacional Santiago" Valparaísob Concepciónc Antofagasta La Serenad Temuco Rancagua Arica Talca Ciudades Población CHILE: POBLACIÓN,RANGO, TASA DE CRECIMIENTO Y PORCENTAJESSOBRE LA POBLACIÓNURBANA Y NACIONAL DE LAS CiUDADES CON MÁS DE CIEN MIL HABITANTES EN 1992 (1952,1960,1970,1982 y 1992) Cuadro 4 tando de contrarrestar el estancamiento de una zona frágil por su condición de fronteriza, buscaron favorecer la actividad industrial, comercial y de servicios. En el último período intercensal también se observan otras ciudades que han crecido en forma llamativa -si bien con valores que 110 alcanzan a duplicar el promedio del conjunto-, hecho indudablemente asociado a los movimientos migratorios, principalmente intrarregionales, motivados por el auge de algunas actividades. Es el caso del Gran La Serena (Región de Coquimbo), cuyo dinamismo puede tener origen en su emergente condición de centro de atracción turística y en el efecto multiplicador de esta actividad sobre diversas ramas de servicios. Otro caso sobresaliente es el del puerto de Iquique (Región de Tarapacá), cuya evolución demográfica se debería a la aplicación de medidas especiales de liberación de tributos y al desarrollo de actividades como las de extracción y procesamiento de recursos pesqueros. Por último, la ciudad de Ten~uco (Región de la Araucanía), como producto de la presencia de explotaciories minifundistas y de uria preció11 crónica sobre la tierra, ha mantenido su atracción migratoria para una población que proviene de un entorno rural donde residen pobladores con precarios niveles de vida. La evolución de Santiago es, desde luego, la que obliga a un comentario más detallado. La insatisfacción tradicional de los gobiernos respecto a las pautas concentradoras de población ha tenido como uno de sus fundamentos principales el "excesivo" tamaño de la capital; esto constit~iirín un caso notorio de exacerbación del centralismo político y la concentración económica, situación que habría impedido el desarrollo armóriico del resto de regiones. Si a este argumento se suma la proliferación de problemas de congestión, contaminación, manejo de residuos, ocupación de terrenos agrícolas y, en general, deterioro ambiental -que viene tomarido reciente importancia-, ha constituido un recurso relativamente sencillo la asociación de tales situaciones con la expansión demográfica de la capital. Sin afán de refutar esta afirmación, puede señalarse que una amplia discusióii del tema, desde luego necesaria, conduciría a reconocer otros argurne~itos de mayor peso, e incluso contrapuestos entre sí, que han estado interviniendo en esta realidad. Entonces, resalta la importar-icia de una revisióxi somera del comportamiento de la población de esta ciudad.' Contrariamente a las opiniones que prevalecen en algunos círculos, Santiago ha presentado una posición intermedia en cuanto a su dinamismo demográfico. Su ritmo de crecimiento ha sido superado por el de \,arias ciudades, aunque también excedió el de otras. A lo largo del período en estudio, la capital ha registrado apenas una ligera expansión de su hegemonía demográfica urbana (manteniéndose en poco más del 4O'% de los habitantes urbanos del país), desvirtuando la habitual percepción sobre la - - - Un riguroso y detallado análisis sobre la dinámica demográfica del Gran Santiago y su interrelacibn con los problemas existentes puede encontrarse en Rodríguez (1993). 5 acentuación de su predominancia. Obviamente, el proceso de urbanización ha hecho que su gravitación sobre el total de la población chilena haya aumentado, pero debe señalarse que este incremento ha sido cada vez menos intenso. De esta manera, no parecen tener gran asidero las percepciones que aludían a la preeminencia incontrarrestable de la expansión demográfica de la capital. Otra cosa, ciertamente, es destacar que su gran tamaño sigue expandiéndose y que la relación de éste con el de las ciudades que le siguen continúa siendo elevada. Diferente también es asumir que esta tendencia proseguirá, al menos a largo plazo. Lo que sí se ha advertido claramente en otros países son tendencias desconcentradoras claras, y desde hace unas décadas ha estado disminuyendo el peso relativo de las principales aglomeraciones urbanas sobre la población nacional; así sucede con el Área Metropolitana de Buenos Aires en Argentina (véase, por ejemplo, Bertoncello, 1994) y con las áreas metropolitanas de Ciudad de México y Caracas (véase Villa y Rodríguez, 1994). Corresponde señalar que en la década de 1940 Santiago superó el millón de habitantes, cifra que en 1952 aumenta a 1.5 millones y en 1992 llega a más de 4.7 millones. Tales dimensiones la sitúan actualmente entre las seis metrópolis más pobladas de América Latina, hecho que no puede dejar de mencionarse y que plantea, entre muchos desafíos, la persistencia de ingentes necesidades de inversión social e infraestructura sólo para evitar la profundización de problemas como los mencionados, que no implican un mero incremento de costos sino transformaciones más profundas en materia de infraestructura (Villa y Rodríguez, 1994).Por cierto, aun en el marco de una disminución tanto de su crecimiento como de la expansión de su peso demográfico relativo, la gravedad que están alcanzando algunos de esos problemas y la magnitud de población afectada llevan a centrar las preocupaciones nacionales y desvían la atención de la evolución del resto de las ciudades; además, se comprometen recursos que, de otra forma, hubiesen sido orientados a la atención de diversas necesidades en otras regiones del país.6 La relación entre el tamaño del aglomerado metropolitano y el de las ciudades que le siguen en importancia demográfica expresa con nitidez la hegemonía santiaguina pero, a la vez, da cuenta de algunos síntomas de atenuación de tal expansión en los últimos años. Conviene señalar que las dos ciudades siguientes - e n un ordenamiento que no se ha alterado desEsta conclusión es habitual cuando se alude a la hegemonía d e la ciudad capital. Así, en 1990 Boisier señalaba ante el Parlamento chileno: " ... no es posible canalizar importantes recursos públicos y privados a una región si al mismo tiempo no se colocan en práctica instrumentos administrativos y financieros que desestimulen la permanente inversión en la capital y no es posible frenar el crecimiento de ella si no se ofrecen importantes estímulos para recanalizar los recursos a las regiones prioritarias." Boisier (1990, pág. 18). de el inicio del período de estudio- son el Gran Valparaíso y el Gran Concepción (Región del Biobío), cuyas poblaciones no llegan en la actualidad al millón de habitantes. Dado que sus tasas de crecimiento han sido persistentemente menores a las de la capital, el predominio de la población de Santiago respecto a la de aquellas y a la que habita en la cuarta ciudad (Gran La Serena en 1952 y Antofagasta desde 1960)ha aumentado desde 1952. En efecto, el índice de primacía pasó desde 2.3 veces en esa fecha a casi 3 veces en 1992, aunque desde 1970 se ha mantenido prácticamente invariable.' Finalmente, como indican los datos que aparecen en el cuadro 4, en 1992 el sistema urbano chileno de ciudades con más de 100 mil habitantes estaba compuesto por diez ciudades con menos de 200 mil habitantes -ninguna de ellas alcanzaba los 100 mil moradores en 1952-, a las que deben agregarse otras cinco ciudades con más de 200 mil y menos de 760 mil habitantes -en 1952 sólo dos de ellas superaban los 200 mil habitantes. Este vigoroso proceso expansivo, que forma parte de la difusión de la urbanización, se ve frecuentemente relegado en el análisis de la evolución urbana chilena. Si a esto se agrega la aparición de numerosas localidades menores, como el aumento desde 24 a más de 50 localidades con 20 mil y más habitantes en el mismo período, se advierte que el dinamismo de la red urbana nacional ha sido significativo, lo que debe merecer una mayor atención. Esto es especialmente válido al considerar las modalidades actualmente vigentes de apertura de la economía y aprovechamiento de las ventajas comparativas de los subespacios nacionales, en particular en el nivel local, si se tienen en cuenta la creciente aceptación de la autonomía del desarrollo en el plano regional y los vientos descentralizadores que parecen dominar el comienzo del siglo XXI. 6. LA REDISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE LA POBLACIÓNENTRE LAS REGIONES: LAS TENDENCIAS DE LA MIGRACIÓNINTERNA La movilidad espacial interna, y en particular aquella que implica traslados de residencia habitual entre grandes aglomerados geográficos, ha jugado un papel decisivo en las tendencias de la redistribución espacial de la población en Chile. Tal situación se constata a partir de la información que proporcionan los tres últimos censos de población. Un primer aspecto distintivo de este tipo de movilidad es la estructuración de una mayoría de áreas expulsoras de población, en contraste 7 El índice de primacía de la ciudad de Santiago, si bien es menor al que se aprecia en algunos países d e América Latina, es uno de los que ha aumentado en mayor grado con respecto a la mitad de siglo, por lo que representa una excepcibn a la tendencia hacia la disminución observada desde alrededor d e 1980 (Villa y Rodriguez, 1994). con la mantención de un número reducido de otras que atraen y retienen población. Estos desplazamientos han constituido claras respuestas al devenir socioeconómico de los espacios nacionales y, sobre la base de algunas evidencias, puede decirse que están asociados más al dinamismo productivo que al comportamiento de los mercados de trabajo regionales y la generación de empleo. Un factor que también ha influido en estas tendencias radica en la intervención deliberada del Estado para retener y atraer población mediante una serie de acciones preferenciales que, además, buscan mantener población para fortalecer la soberanía. Por la relevancia que adquirió en el pasado (por lo menos hasta el decenio de 1960), no puede obviarse la contribución histórica y decisiva de la migración rural-urbana al proceso de urbanización y, en particular, al crecimiento de varias ciudades. Como ha sucedido en varios países latinoamericanos, la migración interna desde las áreas rurales hacia las zonas urbanas -si bien es un fenómeno de larga data- fue activada por la emergencia del modelo de sustitución de importaciones. También intervinieron las sucesivas crisis y recuperaciones del sector agrícola, con efectos variables y de mayor o menor prolongación según la especificidad de cada región (por ejemplo, el predominio de una estructura agraria minifundista o los procesos de modernización agrorregional). Merece destacarse el proceso de Reforma Agraria de los años sesenta y principios de los setenta que, entre otros aspectos, buscaba transformar la economía agraria y las modalidades de tenencia de la tierra. Este proceso es asociado con un efecto de retención de población en algunas zonas, mediante factores como la elevación de los niveles de empleo e ingresos (Argüello, 1976; Raczynski, 1979 y 1982). La migración rural-urbana ha perdido importancia y ya no es el tipo más frecuente de movilidad, tanto por la configuración de un escenario eminentemente urbano donde los migrantes que predominan son los que se trasladan de una ciudad a otra -o incluso desde el medio urbano hacia las zonas rurales- como por la aparición de nuevas formas de movilidad que no implican cambios de residencia. Así, destacan aquellas de naturaleza estacional, asociadas a las épocas de cosecha en las actividades frutícolas de exportación y algunos desplazamientos temporales típicos de la pequeña minería. Lo anterior ha contribuido a gestar un panorama de gran diversidad en la movilidad interna, que no se reduce a los grandes agregados geográficos sino que se extiende en forma de circuitos intrarregionales (y, quizás, hasta internacionales). De cualquier forma, se estima que la transferencia neta de población desde las áreas rurales a las urbanas -incluyendo la migración y la reclasificación de localidades- representó, en los decenios de 1950 y 1960,iiienos de un 40% del aumento de las poblaciones urbanas en su conjunto y un 30% en el siguiente decenio; la restante fracción del crecimiento obedeció al incremento natural de la población de las ciudades chilenas (Naciones Unidas, 1981; Villa, 1992).Obviamente, hay algunas ciudades que, por las tasas de crecimiento exhibidas, muestran claramente un gran ímpetu de la migración en algunos períodos; en el caso de Santiago la mayor contribución relativa se detectó en las décadas de 1950 y 1960, cuaridn la transferencia neta representó alrededor de la mitad del incremento demográfico total, disminuyendo considerablemente en los siguientes períodos (Villa y Rodríguez, 1994). La información censal sobre la migración interregional en Chile permite hacer una comparación desde la década de 1960. En primer termino, la proporción de migrantes que trasladaron su residencia habitual de una región a otra llegó al 7% de los chilenos entre 1965 y 1970, disminuvó a un 6'Yo entre 1977 y 1982 (Martinez, 1990) y se elevó al S'%) entre 1987 y 1992. Aun cuando en los dos primeros períodos estos migrantes mostraban un ligero predominio de mujeres -patrón que muestra regularidad en m ~ i chos países de América Latina-, en el último quinquenio se observcí una mayoría masculina. Este cambio marca la pauta de nuevos coniportamientos de este tipo de migración interregional, que deber'iii ser moti\.o de mayor análisis. En cualquier caso, las principales corrientes han estado compuestas invariablemente por mujeres -en su mayorín jóvenes- que se desplazan hacia la Región Metropolitana en busca de empleos, principalmente en servicios del comercio y de la esfera doméstica, lo que senala que las oportunidades laborales son reducidas en sus áreas de origen, sean éstas rurales o urbanas (véase Szasz, 1994). La regularidad de la migración entre regiones en todos los períodos se aprecia en el hecho de que -con algunas excepciones- la casi totalidad de las corrientes de emigrantes ha tenido como destino a la Región Metropolitana, y que la mayoría de los intercambios con esta región se traducen en una ganancia para ella, hecho acentuado en el último quinquenio analizado, cuando todas las regiones experimentaron una pérdida con relación a la Metropolitana (véanse los cuadros S, 6 y 7). Estas tendencias sugieren la existencia de signos directos de las escasas posibilidndes de retención de población que siguen prevaleciendo en varias regionei.. Un patrón migratorio tradicional es el de la emigración desde Atacama (111 Región), cuya corriente más importante se dirige a Coquimbo (IV RegiOn), configurando un fenómeno consolidado que muy posiblemente tiene alguna base en la interrelación entre la pequeña minería y la agricultura campesina. Por otro lado, los intercambios migratorios entre estas dos regiones configuran uno de los patrones más llamati\~os que se establecen entre regiones limítrofes (véanse los mapas 4 y 5). A la luz de los antecedentes expuestos, la atracción de la Región Metropolitana resulta indiscutible, aun cuando la expansihn de su importancia demográfica relativa ha perdido fuerza. El hecho es que su atracción se ha mantenido. En rigor, los balances netos por concepto de intercambios con la totalidad de regiones restantes muestran una cierta estabilidad, ya que la tasa de migración neta ha permanecido idéntica en los dos últimos quinquenios. Sin embargo, entre 1987 y 1992 dicha tasa fue la más alta en el contexto nacional. Como culminación de la tendencia creciente N N w 11 1 IV V VI VI1 VI11 IX Región d e residencia habitual en 1965 -- X 137331 5133 1167 2599 3559 341 634 975 465 1102 3168 195161 3729 7554 2236 293 541 820 357 607 655 2692 114658 7464 1191 186 245 239 425 147 1039 3360 4571 274642 2087 258 385 533 193 268 2060 2008 1375 5748 783061 3347 2358 2603 6314 1975 496 281 234 601 2331 383168 4008 2833 941 921 442 358 169 299 1565 5345 1710 1384 3028 510827 1305 551 307 610 4731 1666 5664 1026760 13084 5515 299 150 77 171 855 895 7575491152 7356 361 309 309 102 218 1685 1095 2786 5587 616449 491 48 34 14 43 331 52 81 296 264 2691 71 101 29 67 2331 70 211 1155 332 4401 6558 7049 3925 9531 35253 26945 28755 43657 29679 24847 153781 217187 130357 309547 841216 419217 555938 1099474 545886 669133 11 Fuente: Censo Nacional d e Población d e 1970. Total 1 1 1 11 1 IV V VI VI1 VI11 IX X XI XII RM Región d e residencia habitual en 1970 1 58 33 12 43 231 73 73 316 254 1191 35733 256 1207 39480 XI RM Total 129 8764 162257 125 6625 221249 39 2934 130887 90 4575 292044 2019 31899 844998 71 13589 409547 155 10311 535666 746 16720 1077975 238 6790516173 1445 8182 639849 125 1147 40859 66313 2831 78168 2942 2573023 2793371 74437 2687390 7743043 XII Cuadro 5 CHILE: POBLACIÓN DE AMBOS SEXOS DE 5 Y MÁS ANOS DE EDAD POR REGIÓN DE RESIDENCIA HABITUAL EN 1965, SEGUN REGION DE RESIDENCIA HABITUAL EN 1970 Mapa 4 Mapa 5 CHILE: PROPORCI~N DE EMIGRANTES ENTRE SOBRE EL REGIONES LIM~TROFES TOTAL RESPECTIVO, 1987-1992 CHILE: PROPORCI~N DE INMIGRANTES ENTRE REGIONES LIMÍTROFESSOBRE EL TOTAL RESPECTIVO, 1987-1992 Fuente: Cuadro 7. Fuente: Cuadro 7. 233 l b O N 227089 304143 IV V VI 172097 379442 1075194 534577 111 VI11 669940 1399109 VI1 641272 IX 790241 X Región d e residencia habitual en 1977 206491 7495 2489 3945 4554 658 908 2318 797 826 3758 273542 4578 5493 2175 476 525 1587 379 506 711 2585149987 4490 936 289 216 526 167 190 1719 5155 7026 348731 2514 632 419 633 306 282 2727 2689 2124 55501015229 3307 2686 7649 1807 3556 339 538 313 575 1907 496568 4098 2859 1078 901 403 489 271 376 1517 3221 620701 7711 1762 2145 848 706 420 564 4773 1752 43951307180 8758 4307 293 253 98 189 944 602 1000 8501 589433 7598 409 405 135 179 1814 697 1161 3300 4905 728002 43 67 1O 47 477 100 182 458 415 2359 340 200 87 197 4607 249 521 2569 1540 9434 9008 10019 4559 9106 33747 26026 33128 53818 29925 30135 11 Fuente: Ceriso Nacional de Población d e 1982. 1 11 111 IV V VI VI1 VI11 IX X XI XII RM Total Regi6n d e residencia habitual en 1982 1 56565 55 54 1O 26 332 91 126 381 359 1896 51149 530 1556 XI 243475 300986 162659 373512 1078439 522026 649088 1349650 619194 754171 57269 116292 3824060 Total 100127 3701025 10050821 RM 93 12846 107 7806 28 2524 42 6027 2711 28072 124 12635 210 10156 948 14618 398 9526 1709 9559 108 1854 90308 5710 3341 3579692 XI 1 Cuadro 6 CHILE:P O B L A C I ~ N AMBOS SEXOSDE 5 Y MÁS ANOS DE EDAD POR REGIÓN DE RESIDENCIA HABITUAL EN 1977, DE SEGUN REGION DE RESIDENCIA HABITUAL EN 1982 297985 366455 IV V 198973 450466 1221894 111 623476 VI VI11 771616 1574310 VI1 708048 IX Región d e residencia habitual en 1987 854650 X 257525 7796 1806 3795 5560 680 826 2349 717 943 6527 320241 5050 8389 3800 906 737 2010 617 751 1990 4577 174018 8056 3128 740 574 1037 413 473 3026 7433 7124 406324 4787 1058 685 1147 413 635 5594 4370 2470 6039 1125352 4947 3755 11211 2355 4388 699 806 501 843 3746 568539 5951 4938 3194 1824 870 878 337 545 2430 4627 699858 6581 2023 2055 2858 2669 634 959 9483 3384 83901452775 11680 6515 643 605 180 345 1713 1131 2210 11608 636273 10223 804 779 278 592 3937 1344 1801 6101 8417 782032 121 109 63 119 565 166 180 967 491 3179 175 210 65 128 4159 687 1383 2736 466 4100 17154 15982 6447 14332 53234 35267 45267 70850 40986 37532 11 Fuente: Ceriso Nacional de Poblacicin de 1992. I 1I 111 IV V VI VI1 VI11 IX X XI XII RM Total Regi6n d e residencia habitual en1992 1 68459 RM 296756 359828 200984 443560 1219738 612799 739852 1534966 685289 834130 67553 125787 4606832 Total 131717 4460027 11728074 XI1 103 371 14286 73 315 10412 61 122 5795 110 213 10605 498 5419 43339 215 560 20981 354 626 18668 920 3305 31394 902 1104 18354 3054 3787 21205 58821 238 2536 333 107199 4144 3016 8459 4258306 X1 CHILE: POBLACIÓN DE AMBOS SEXOS DE 5 Y MÁS ANOS DE EDAD POR REGIÓN DE RESIDENCIA HABITUAL EN 1987, SEGUN REGION DE RESIDENCIA HABITUAL EN 1992 Cuadro 8 CHILE: TASAS ANUALES DE MIGRAcIÓN INTERREGIONAL DE LA POBLACIÓN DE AMBOS SEXOS DE 5 Y MAS ANOS DE EDAD E ÍNDICES DE EFICACIA MIGRATORIA, SEGUN REGIÓN (1965-1970) Región Tarapacá Antofagasta Atacama Coquimbo Val araíso 04iggins Maule Biobío Araucanía Los Lagos Aisén Magallanes Metropolitana Total Índice d e eficacia mieratoriaa -17.35 -37.26 -38.49 15.54 18.67 31.66 Tasas por mil i 9.41 9.42 7.15 25.52 31.07 16.08 13.81 e 13.36 20.61 16.10 18.66 21.29 8.35 13.81 m -3.95 -11.19 -8.95 6.87 9.78 7.73 Fuente: Censo Nacional de Población de 1970. i: inmigración; e: emigración; m: migración neta a Corresponde a la relación entre el saldo migratorio y la migración bruta, expresada por cien. Cuadro 9 CHILE: TASAS ANUALES DE MIGRACIÓN INTERREGIONAL DE LA POBLACIÓN DE AMBOS SEXOS DE 5 Y MAS ANOS DE EDAD E ÍNDICEC DE EFICACIA MIGRATORIA, SEGÚN REGIÓN (1977-1982) Región Tarapacá Antofagasta Atacama Coquimbo Val araíso O'&iggins Maule Biobío Araucanía Los Lagos Aisén Magallanes Metropolitana Total Índice d e eficacia migratoriaa 28.46 -5.44 -27.13 -10.69 2.63 -19.78 -26.86 -36.80 -27.06 -40.80 6.10 45.15 33.64 Tasas por mil i 31.44 18.14 15.14 13.16 11.74 9.64 8.61 6.18 9.44 6.78 21.50 48.03 12.99 11.82 e 17.51 20.23 26.42 16.31 11.14 14.39 14.93 13.38 16.45 16.12 19.03 18.15 6.45 11.82 m 13.93 -2.09 -11.28 -3.15 0.60 -3.75 -6.32 -7.20 -7.01 -9.34 2.47 29.88 6.53 Fuente: Censo Nacional de Población de 1982. i: inmigración; e: emigración; m: migración neta Corresponde a la relación entre el saldo migratorio y la migración bruta, expresada por cien. Cuadro 10 CHILE: TASAS ANUALES D MIGRACI~N E INTERREGIONAL D E E D L P O B L A C I ~ N E AMBOS SEXOS D 5 Y MAS ANOS D EDAD E A E ~NDICE E EFICACIA MIGRATORIA, SEGUN REGION, D 1987-1992 Región Tarapacá Antofagasta Atacama Coquimbo Val araíso o1&iggins Maule Biobío Araucanía Los Lagos Aisén Magallanes Metropolitana Total fndice de eficacia migratoriaa -1.54 -7.72 3.87 -8.49 -1.13 -10.76 -28.42 -19.31 -18.84 -16.45 -4.93 -13.76 26.68 Tasas por mil i e m 26.39 21.80 26.97 16.66 15.46 14.32 10.58 10.57 14.07 12.34 25.68 28.87 15.38 15.02 27.21 25.45 24.96 19.75 15.82 17.77 18.99 15.64 20.61 17.20 28.34 38.08 8.90 15.02 -0.83 -3.65 2.01 -3.09 -0.35 -3.45 -8.41 -5.06 -6.53 -4.86 -2.66 -9.21 6.48 Fuente: Censo Nacional de Población de 1992. i: inmigración; e: emigración; m: migración neta a Corresponde a la relación entre el saldo migratorio y la migración bruta, expresada por cien. que venía presentándose en los períodos anteriores, once regiones experimentaron pérdidas netas por concepto de migración, básicamente por su emigración hacia la Metropolitana (véanse los gráficos 5,6,7 y 8 y los cuadros 8, 9 y 10). Esta situación tiene gran importancia desde el punto de vista demográfico, pues significa que la dinámica migratoria de muchas regiones cuyas tendencias no han experimentado mayores modificaciones contribuyó a la expansión relativa de la población de la Región Metropolitana. La gravitación negativa de la migración sobre el crecimiento demográfico ha sido notoria en algunas regiones, y ese es el caso de la austral región de Magallanes, cuya tasa neta redujo el crecimiento total a casi la mitad en el último quinquenio. Esta situación estaría indicando, entre otras cosas, el escaso dinamismo de las actividades de servicios y de explotación del petróleo en la absorción de empleo y mostrando la fragilidad de las acciones estatales en procura de mantener población en un espacio donde se pretende revitalizar la soberanía sin que se propenda simultáneamente a una efectiva activación productiva. Las regiones de Maule, Biobío, Araucanía y Los Lagos también experimentaron importantes pérdidas de población en el último quinquenio. El caso de Biobío es llamativo, ya que posee una economía diversificada y en ella se ubica la tercera aglomeración urbana nacional (Gran Concepción). Comparte con las restantes regiones el hecho de tener aún una importante Gráfico 5 CHILE: TASAS ANUALES DE INMIGRACIÓN POR REGIONES, 1965-1970.1977-1982 Y 1987-1992 50 Tasas por mil TA AN AT CO VA RM OH Regiones Fuente: Cuadros 8, 9 y 10. MA BI AR LA Al MAG Gráfico 6 Fuente: Cucjclros 8, 9 y 10 Gráfico 7 CHILE: TASAS ANUALES DE MIGRACIONNETA POR REGIONES, 1965-1970, 1977.1982 Y 1987-1992 TA AN AT CO VA RM OH Regiones Fuente: Cuadros 8 , 9 y 10. MA BI AR LA Al MAG Gráfico 8 DE CHILE: C O M P A R A C I ~ N LAS TASAS ANUALES DE MIGRACIÓNNETA POR REGIONES, 1965-1970,1977-1982Y 1987-1992 Tasas por mil -20 TA AN AT Fuente: Cuadros 8, 9 y 10 CO VA R M OH Regiones MA BI AR LA Al M A G presencia de población rural.8 Hipotetizando, si la migración que proviene de estas regiones tuviese un origen rural, cabría preguntarse -descontando el posible caso de Temuco en la Araucanía- por qué no ha tenido como destino a los centros urbanos regionales. Aun cuando este fuese el caso (como se desprendería del bajo ritmo de crecimiento de las poblaciones rurales en el último período intercensal), el balance negativo de cada región en su conjunto indicaría que es muy probable que muchos de sus centros urbanos hayan experimentado una fuerte emigración. Esa podría ser la situación del Gran Concepción y de las ciudades vecinas, cuya industria tradicional sustitutiva de importaciones ha sufrido directamente los efectos de la suspensión de las protecciones arancelarias. A manera de hipótesis general, es posible decir que las características del dinamismo productivo operado en Chile en los últimos años -que se basa en la incorporación intensiva de capital y en la elevación de la productividad- explicaría su escasa relación con un comportamiento dinámico de los mercados de trabajo en términos de generación de empleo. Las regiones del norte y centro-sur del país han sido destinatarias de enormes inversiones hacia la actividad exportadora pero, en la perspectiva de elevar la productividad para alcanzar y mantener la competitividad intemacional, tales inversiones han sido poco generosas en la oferta de puestos de trabajo (al menos de carácter permanente). De esta manera, el auge de la inversión en los sectores minero -que, por su naturaleza, es esencialmente intensivo en capital- pesquero, frutícola y silvícola, se vio acompañado de un desplazamiento de establecimientos tradicionales más intensivos en mano de obra y, por esta vía, imposibilitó la retención de población. La información censal sobre la migración interna ocurrida durante el último quinquenio (1987-1992) muestra que el 4O0/0 de los inmigrantes fue acaparado por la Región Metropolitana; ésta, a su vez contribuyó con un 23% de los emigrantes interregionales. El comportamiento migratorio de esta región se ha distinguido tanto por mantener una tasa de inmigración relativamente estable como por la baja incidencia de la emigración (que ha tenido la menor intensidad relativa entre las regiones en todos los períodos). De esta forma, en los últimos años y al amparo de la reestructuración productiva orientada al aprovechamiento de las ventajas comparativas naturales -definidas con arreglo a la competitividad internacional- no se ha alterado mayormente el comportamiento migratorio de la mayoría de las regiones, aun cuando muchas mostraron una intensa movilidad de la población, incluso a costa de perder efectivos. El escaso grado de diversificación productiva, la alta rotación del sector público y la inestabilidad del poblamiento son algunos de los factores asociados al fenómeno migratorio, y ese es, por ejemplo, el caso de las regiones extremas del país. En 1992, estas regiones presentaban la mayor incidencia de pobreza en el país, la que se aproximaba a la mitad d e la población en el caso de Biobío y era, en general, muy similar entre zonas rurales y urbanas (CEPAL, 1993). 8 Finalmente, es necesario señalar que el comportamiento de la Región Metropolitana no es plenamente extensible al de la ciudad de Santiago, a pesar de que aglutina al 90% de los efectivos regionales. Las estimaciones indirectas antes señaladas sobre el aporte migratorio al crecimiento demográfico de la capital indican que, en los últimos decenios, la migración habría reducido su balance neto relativo, debido a un aumento de la emigración y a una disminución de la inmigración (Villa y Rodríguez, 1994). En esta situación podría estar influyendo la migración intrarregional, producto del fortalecimiento de algunas ciudades menores de la Región Metropolitana, cuestión que alude a los procesos de suburbanización y surgimiento de satélites en torno a la gran urbe. Estas nuevas áreas -articuladas con la capital- podrían estar conformándose en centros de destino de los inmigrantes regionales, cuya inmigración se vería estimulada por el funcionamiento de mercados de trabajo de gran demanda laboral estacional, como el de la actividad frutícola, que se ha expandido en la cuenca y ha motivado un cambio de uso del suelo. Por lo demás, junto con el avance de la modernización y la reestructuración productiva, y al abrigo de las economías de aglomeración, la concentración de las actividades más dinámicas en la Región Metropolitana estaría conduciendo a una intensificación de la urbanización en torno a la gran metrópoli.9 Estos hechos plantean un asunto complejo y de sumo interés, que podría marcar decisivamente la evolución futura de la capital y de la Región Metropolitana, distinguiéndolas como unidades diferentes. 9Así lo señala de Mattos (1994), quien plantea una hipótesis en cuanto a que la atenuación de la concentración demográfica sería una tendencia transitoria. 243 CONCLUSIONES Este trabajo ha tratado de examinar resumidamente las tendencias de la distribución espacial de la población chilena desde mitad de siglo hasta la actualidad. Se señalan a continuación los aspectos más significativos. 1. El examen de la información sobre los grandes agregados geográficos y las principales ciudades del país indica las escasas alteraciones de las tendencias de la redistribución espacial a largo plazo de la población de Chile, especialmente en cuanto a la concentración regional y urbana. Esto no significa, sin embargo, que la concentración se siga acentuando en forma constante, lo que es obvio cuando se agota la urbanización. 2. La tradicional percepción de la creciente hegemonía demográfica de la Región Metropolitana, y en particular de la capital, debe situarse en su justa dimensión. Lamentablemente, y siguiendo una premisa foucaltiana, la realidad parece ser mucho más compleja que lo que generalmente se percibe. El ímpetu concentrador de la población en estos espacios prosigue, pero no es menos cierto que ha perdido fuerza: el problema es que el horizonte temporal del análisis es muy breve para asumir una consolidación del proceso, especialmente si se considera la naturaleza del modelo de desarrollo chileno. En esta perspectiva, habría que profundizar en las tendencias locacionales de la economía. La llamada "reversión de la polarización" podría ser meramente coyuntural y afectar a la capital pero no a la región, y estaría constituyendo sólo un preámbulo de la recuperación de las tendencias concentradoras de población. En lo inmediato, hay dos cuestiones evidentes. En primer lugar, el tamaño alcanzado por la metrópoli -que aglutina la mayor parte de la población de la Región Metropolitana- lleva a centrar la atención en sus necesidades crecientes. En segundo lugar, no puede desconocerse, por lo menos en el ámbito de la región, que la inmigración no se ha detenido ni parece registrar signos de reversión, mientras casi todas las restantes regiones siguen entregándole un importante flujo de población. 3. La reducida ocupación de los extremos del territorio continúa siendo un hecho independiente de las modalidades de desarrollo, especialmente en la zona austral. Entonces, si lo que se busca es incrementar la ocupación de los espacios de escasa presencia demográfica, no parecen suficientes las excepciones y los tratos preferenciales, y más bien debiera considerarse necesario estimular un efectivo desarrollo de las fuerzas productivas que, al mismo tiempo, genere empleos y conduzca al desarrollo regional. Este último tema es un escenario que permea los patrones de distribución espacial de la población en el contexto de una escasa intervención de la planificación estatal "clásica". Ahora la situación compete, cada vez más, a las propias comunidades regionales. Bibliografía Argüello, 0. (1976), "Cliile: heteroge~ieidadagraria y migració~i", Notns de Pol~lnciúii, aiic3 I\', No 12, Santiago, CELADE, pp. 105-135. Bertoncello, R. (1994),"Nuevas tendencias de la redistribución espacial de la poblacih eii Argentina", Seminario Distribución y Movilidad Territorial de la Población v Desarro110 Humano, Fundación Bariloche-CENEP-PROLAP, San Carlos de Bariloclie, Argeiitina, mayo. Bodini, H. (1985), Geoyi-fin ~irbnrinde Cliile, Colección Geografía de Chile, tomo X, Sariti'igo, Instituto Geográfico Militar. docunleiitc~ Boisier, S. (1990), Nofris sobre reyionrrliznción, descentriilicnci6ii y desnrrollo reL5~iorrnl, 90/7, serie Ensayos, Santiago, ILPES. rlirnl eri Cliile, IUSSP-ABEPCanales, A. (1992), Cnrirbio ngrnrio, eiiipleo nyirícoln y poblniiiiei~to FCD-PAA-PROLAP-SOMEDE, Actas de El Poblamiento de las Américas, 2, pp. 377394, Veracruz. CELADE (Centro Latinoamerica~io Demografía) (1991),América Latina: porceiitajes ~irh'ide nos 1990, Boletíii Denioyrílfico, aiio XXIV, No 47, Santiago. CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe) (1993), Ln pulir.c,rn rrr Cirrir, cir 1992, (LC/R.131), Santiago. de Mattos, C. (1994), "Capital, población y territorio", Seminario Distribucióii y Mov~lid~iil Territorial de la Población y Desarrollo Humano, Fundación Bariloclie-CENEP-PROLAP, San Carlos de Bariloche, Argentina, mayo. Geisse, G. y M. Valdivia (1978), Urbanización e indristrinlirrición en Cliile, CIDU-IPU, documeiito de trabajo No 91, Santiago. n Gutiérrez, H. (1975),L poblnción de Cliile, CICRED Series, París. Martinez, J. (1990), Pntroiles iiiigrntorios iiiterreyionnles eri Cliile: nrinlisis de cnsos sel~cciuii~irlos, serie A, No 212, (LC/DEM/G.100), Santiago, CELADE. Naciones Unidas (1981), Modnlidrides del creciiiiienfo [fe In poblnci~jn~irlinizri rlirnl, Depto. cle y Asuntos Económicos y Sociales Internacionales, (ST/ESA/SER.A/áH), Nuevd York. Ortiz, J. (1983), Poblncióiz y sistenin iincionnl de nsentniiiieiztos zirbnizos, Colección Geografía cie Chile, torno IV, Santiago, Instituto Geográfico Militar. Raczynski, D. (1982), "Determinantes del éxodo rural: importancia de factores del lugar de origen, Chile, 1965-70", Colección Estudios CIEPLAN, 8, Santiago, pp. 61-104. (1979), Ecoizoiiiín rqionnl, enipleo y niiyirnciones, CIEPLAN, Notas técnicas No 17, Santiago. Rodríguez, J. (1993),L poblnción del Grnn Sniztinyo: tendencias, perspectirins y corisecueiiciris, serie n A, No 283, (LC/DEM/R.200), Santiago, CELADE. Szasz, 1. (1994), Mujeres inniiyrniztes y iiiercndo de frnbnjo en Saritinp, serie E, No 39, (LC/DEM/G.136), Santiago, CELADE. Villa, M. (1992), Urbnniziición y transición denloyrffficn eri Anréricn Lnti~?n. Urin resrfi~i pcrii~rio del 1930-1990, serie A, No 222, (LC/DEM/R.128), Santiago, CELADE. Villa, M. y J. Rodríguez (1994), "Dinámica sociodemográfica de las metrópolis latinoamericanas. 1950-1990", en Grnndes ciudades de Aiiiéricn Latinn: dos cnpítlilos, Fondo de Población de las Naciones Unidas-Programa Global de FormaciRn en Población y Desarrollo-CELADE, serie B, N" 98, (LC/DEM/R.210), Santiago, pp. 19-72. SUGERENCIAS PARA LOS COLABORADORES La Revista Notns de Poblnción publica artículos irié~litos el campo de los est~idios en de población y puede contener, eventualmente, resúmenes de trabajos (investigaciones, tesis d e maestría o a e doctorado) y reseñas de libros o de artículos de actualidad y relevancia. Está abierta a colaboraciones y se reserva el derecho de publicar el material enviado, el que será sometido a la apreciación del Comité Editorial y de consultores especializados. Los a~itores comprometerán a no presentarlos a otra revista durante tres meses, se plazo dentro del cual recibirán resp~iesta,confirmando o no SLI publiiació~i.El Comité Editorial tiene el derecho de hacer pequeñas modificaciones en el texto, cuadros y gráficos, en lo que se refiere a cuestiones de forma, para satisfacer los criterios editoriales de la revista. Normalmente, los manuscritos debieran estar escritos en español, pero en circunstancias excepcionales se piieden considerar doc~imentos escritos originalmente en portugués, inglés u otro idioma, los que serán traducidos si son aceptados para p~iblicación. Los originales no serán dev~ieltos. El texto debe atenerse a los siguientes criterios: 1. Texto. El texto de los artículos no debe exceder las 10.000 palabras (incluyendo notas y bibliografía), mientras que las reseñas bibliográficas 110 deben exceder las 1.000 palabras. Todo documento debe incluir Lin resumen de no más de 160 palabras. Xiiito t71 texto conio los czindros y ~iíjicos debcvi ser erioiados eri 7lersióri iniprccn !/ t7ir nrcliií~os cor~rpiitaciorinles ~iisq~~etc. eti 2. Cuadros y gráficos. Deben estar agrupados al final del artículo, con sus respectivas numeraciones, títulos y leyendas claramente indicadas. En el texto debe constar una "llamada" indicando el lugar aproximado en que corresponde iiisertarlos. Es necesario prestar especial atención a la claridad y limpieza de los gráficos, y se solicita que, toda vez que sea posible, se envíen además los datos originales, para su correcta reproducción. 3. Fórmulas matemáticas. Se sugiere que sean numeradas con números arábigns entre paréntesis, los que deberían ser justificados al margen derecho. 4. Notas explicativas. Todas las notas deben ser insertas a pie de páb' 'ina, numeradas secuencialmente. 5. Referencias bibliográficas. Cuando están en el texto, comienzan con el apellido del autor, seg~iidasdel nombre de pila o inicial y del año de publicacicí~i.En la bibliografía que va al final del artículo, las referencias aparecerán por orden alfabético de acuerdo al apellido del autor, seguido del nombre de pila y los siguientes datos, en el mismo orden en que se indican: año de publicación entre paréntesis, titulo completo, (nombre de la revista, si procede), ciudad de publicación, casa editorial, número del volumen (si procede). 6. Observaciones. El autor no recibirá de los editores de la revista. para corrección, que estará a cargo