Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2010

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Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2010

Resumen

Tras una caída del 2,8% del PIB per cápita en 2009, para 2010 la CEPAL estima que América Latina y el Caribe crecerá un 6%, correspondiente a un aumento del 4,8% del producto por habitante, si bien el comportamiento por subregiones ha sido heterogéneo. El crecimiento observado en 2010 es la consolidación de la recuperación que la mayor parte de las economías de la región comenzó a experimentar en la segunda mitad de 2009, impulsada por el impacto de las medidas contracíclicas que varios países implementaron, complementadas por la recuperación de la economía internacional.Ello repercutió positivamente sobre el empleo, por lo que el desempleo regional disminuyó a alrededor del 7,6% y mejoró la calidad de los puestos de trabajo generados. Hubo un ligero aumento de la tasa de inflación, que pasó del 4,7% en 2009 a un porcentaje estimado de alrededor del 6,2% en 2010, por el comportamiento de los precios internacionales de algunos productos básicos.La evolución del mercado de trabajo, el aumento del crédito y la mejora de las expectativas impulsó el consumo privado y, junto con la inversión en maquinaria y equipo, fueron los motores del aumento de la demanda.Los precios externos tuvieron impactos diferenciados según cómo los países se insertan en los mercados. Los países exportadores de bienes básicos exhibieron mejoras en sus términos de intercambio y mayor valor de sus exportaciones. La mayor parte de los países de Centroamérica y el Caribe, en cambio, volvió a sufrir un impacto negativo con pérdidas netas.Diversos factores configuran a partir del segundo semestre de 2010 un escenario menos optimista en la economía internacional que, sumado a la disminución del impulso del gasto público y al agotamiento de la capacidad productiva ociosa, auguran un menor dinamismo de las economías de América Latina y el Caribe en 2011.La CEPAL proyecta que la tasa de crecimiento de la región disminuirá al 4,2% en 2011, alrededor del 3% de crecimiento del PIB por habitante.La intensa actividad contracíclica que desplegaron los gobiernos de la mayor parte de la región posibilitó una rápida recuperación de los niveles de actividad, la mayoría de los cuales ya se ubican por encima de los niveles precrisis. No obstante, el espacio para políticas públicas se verá afectado por la necesidad de recomponer la capacidad de respuesta contracíclica ante el previsible menor dinamismo de la economía mundial durante 2011 y el exceso de liquidez global. Más allá del corto plazo, se plantean diversos interrogantes acerca de la posibilidad de que esta rápida recuperación se transforme en una reactivación del crecimiento sostenido. En efecto, el ambiente externo sigue afectado por altos niveles de incertidumbre y dudas acerca de cuán sólida es la recuperación de las economías avanzadas. Al mismo tiempo, la fortaleza relativa de las economías emergentes y, en especial, de varios países de la región, ha comenzado a incrementar el flujo de capitales hacia América Latina y el Caribe. Esta situación ha originado ciertas apreciaciones de las monedas.No es la primera vez que en la región ingresan capitales de corto plazo con la consecuente apreciación de los tipos de cambio reales. En el mediano a largo plazo, sin embargo, los efectos pueden ser sumamente negativos. En efecto, ello incentiva una especialización intensiva en la producción y exportación de bienes primarios, lo que aumentaría la vulnerabilidad de las economías a las turbulencias externas y generaría una mayor volatilidad de los agregados macroeconómicos internos. Además, un crecimiento acompañado por un deterioro creciente de las cuentas externas tornaría a las economías más dependientes del ahorro externo, al contrario de lo observado en el período 2003-2008.Varios países han implementado o reforzado mecanismos que procuran regular la entrada de capitales de corto plazo, aunque dada la magnitud del aumento de la oferta de divisas, podría resultar insuficiente. Algunos bancos centrales han optado por acumular reservas, tratando de evitar o moderar el ritmo de apreciación. Estas medidas deberían ser complementadas por una estrategia contracíclica que abarque tanto el área fiscal como la esfera financiera y debería orientarse a disminuir las presiones sobre la demanda interna e impedir un incremento excesivo del crédito. Cabría además adoptar medidas de política productiva orientadas a aumentar la rentabilidad de los sectores productores de bienes comerciables.Con todo, es difícil que esta situación pueda corregirse de manera duradera sin una mayor coordinación a nivel internacional que permita cerrar los desequilibrios globales, lo cual hoy parece un objetivo lejano de alcanzar.Desde el punto de vista macroeconómico, el desafío que la región enfrenta es reconstruir su capacidad para acciones contracíclicas y continuar a la vez creando condiciones para un desarrollo productivo que no se base solo en la exportación de bienes básicos. Para tal fin es preciso promover un nuevo pacto fiscal en torno a cómo se satisfacen progresivamente las necesidades del desarrollo y el nivel y composición de la carga tributaria que sustenta los programas de gasto.Es preciso destacar la contribución de la política fiscal al enfrentamiento de los peligros derivados de un ambiente externo caracterizado por una elevada liquidez global, los que son magnificados por niveles de ahorro nacional insuficientes y un escaso desarrollo financiero.Por ello, en el mediano y largo plazo será indispensable elevar el ahorro nacional -reforzando el equilibrio fiscal de mediano plazo y reduciendo la deuda pública a niveles moderados, entre otras cosas- y promover sistemas financieros que eleven la capacidad de generación de ahorro nacional para apoyar la inversión.Para aumentar su capacidad de crecimiento, las economías de la región deben invertir más. A pesar de los avances, los países de América Latina y el Caribe aún están lejos de los niveles de inversión de la década de los setenta. El desafío es que el aumento de la inversión sea apoyado por un mayor ahorro nacional para defender mejor las paridades cambiarias y contribuir a la conformación de un patrón de especialización acorde con los requerimientos que plantea el desarrollo de la región.

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Resumen
Tras una caída del 2,8% del PIB per cápita en 2009, para 2010 la CEPAL estima que América Latina y el Caribe crecerá un 6%, correspondiente a un aumento del 4,8% del producto por habitante, si bien el comportamiento por subregiones ha sido heterogéneo. El crecimiento observado en 2010 es la consolidación de la recuperación que la mayor parte de las economías de la región comenzó a experimentar en la segunda mitad de 2009, impulsada por el impacto de las medidas contracíclicas que varios países implementaron, complementadas por la recuperación de la economía internacional.Ello repercutió positivamente sobre el empleo, por lo que el desempleo regional disminuyó a alrededor del 7,6% y mejoró la calidad de los puestos de trabajo generados. Hubo un ligero aumento de la tasa de inflación, que pasó del 4,7% en 2009 a un porcentaje estimado de alrededor del 6,2% en 2010, por el comportamiento de los precios internacionales de algunos productos básicos.La evolución del mercado de trabajo, el aumento del crédito y la mejora de las expectativas impulsó el consumo privado y, junto con la inversión en maquinaria y equipo, fueron los motores del aumento de la demanda.Los precios externos tuvieron impactos diferenciados según cómo los países se insertan en los mercados. Los países exportadores de bienes básicos exhibieron mejoras en sus términos de intercambio y mayor valor de sus exportaciones. La mayor parte de los países de Centroamérica y el Caribe, en cambio, volvió a sufrir un impacto negativo con pérdidas netas.Diversos factores configuran a partir del segundo semestre de 2010 un escenario menos optimista en la economía internacional que, sumado a la disminución del impulso del gasto público y al agotamiento de la capacidad productiva ociosa, auguran un menor dinamismo de las economías de América Latina y el Caribe en 2011.La CEPAL proyecta que la tasa de crecimiento de la región disminuirá al 4,2% en 2011, alrededor del 3% de crecimiento del PIB por habitante.La intensa actividad contracíclica que desplegaron los gobiernos de la mayor parte de la región posibilitó una rápida recuperación de los niveles de actividad, la mayoría de los cuales ya se ubican por encima de los niveles precrisis. No obstante, el espacio para políticas públicas se verá afectado por la necesidad de recomponer la capacidad de respuesta contracíclica ante el previsible menor dinamismo de la economía mundial durante 2011 y el exceso de liquidez global. Más allá del corto plazo, se plantean diversos interrogantes acerca de la posibilidad de que esta rápida recuperación se transforme en una reactivación del crecimiento sostenido. En efecto, el ambiente externo sigue afectado por altos niveles de incertidumbre y dudas acerca de cuán sólida es la recuperación de las economías avanzadas. Al mismo tiempo, la fortaleza relativa de las economías emergentes y, en especial, de varios países de la región, ha comenzado a incrementar el flujo de capitales hacia América Latina y el Caribe. Esta situación ha originado ciertas apreciaciones de las monedas.No es la primera vez que en la región ingresan capitales de corto plazo con la consecuente apreciación de los tipos de cambio reales. En el mediano a largo plazo, sin embargo, los efectos pueden ser sumamente negativos. En efecto, ello incentiva una especialización intensiva en la producción y exportación de bienes primarios, lo que aumentaría la vulnerabilidad de las economías a las turbulencias externas y generaría una mayor volatilidad de los agregados macroeconómicos internos. Además, un crecimiento acompañado por un deterioro creciente de las cuentas externas tornaría a las economías más dependientes del ahorro externo, al contrario de lo observado en el período 2003-2008.Varios países han implementado o reforzado mecanismos que procuran regular la entrada de capitales de corto plazo, aunque dada la magnitud del aumento de la oferta de divisas, podría resultar insuficiente. Algunos bancos centrales han optado por acumular reservas, tratando de evitar o moderar el ritmo de apreciación. Estas medidas deberían ser complementadas por una estrategia contracíclica que abarque tanto el área fiscal como la esfera financiera y debería orientarse a disminuir las presiones sobre la demanda interna e impedir un incremento excesivo del crédito. Cabría además adoptar medidas de política productiva orientadas a aumentar la rentabilidad de los sectores productores de bienes comerciables.Con todo, es difícil que esta situación pueda corregirse de manera duradera sin una mayor coordinación a nivel internacional que permita cerrar los desequilibrios globales, lo cual hoy parece un objetivo lejano de alcanzar.Desde el punto de vista macroeconómico, el desafío que la región enfrenta es reconstruir su capacidad para acciones contracíclicas y continuar a la vez creando condiciones para un desarrollo productivo que no se base solo en la exportación de bienes básicos. Para tal fin es preciso promover un nuevo pacto fiscal en torno a cómo se satisfacen progresivamente las necesidades del desarrollo y el nivel y composición de la carga tributaria que sustenta los programas de gasto.Es preciso destacar la contribución de la política fiscal al enfrentamiento de los peligros derivados de un ambiente externo caracterizado por una elevada liquidez global, los que son magnificados por niveles de ahorro nacional insuficientes y un escaso desarrollo financiero.Por ello, en el mediano y largo plazo será indispensable elevar el ahorro nacional -reforzando el equilibrio fiscal de mediano plazo y reduciendo la deuda pública a niveles moderados, entre otras cosas- y promover sistemas financieros que eleven la capacidad de generación de ahorro nacional para apoyar la inversión.Para aumentar su capacidad de crecimiento, las economías de la región deben invertir más. A pesar de los avances, los países de América Latina y el Caribe aún están lejos de los niveles de inversión de la década de los setenta. El desafío es que el aumento de la inversión sea apoyado por un mayor ahorro nacional para defender mejor las paridades cambiarias y contribuir a la conformación de un patrón de especialización acorde con los requerimientos que plantea el desarrollo de la región.
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