Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2009

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Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2009

Resumen

Después de seis años de crecimiento, se estima una caída del PIB de América Latina y el Caribe de 1,8% y del PIB por habitante cercana al 2,9% en 2009. El impacto de la crisis internacional fue muy intenso a fines de 2008 y a comienzos de 2009 y afectó a todos los países de la región. En el segundo trimestre comenzó una recuperación que se generalizó en la segunda mitad del año.El detenimiento del crecimiento afectó negativamente la demanda por empleo y, consecuentemente, se estima que la tasa de desempleo regional se incrementará a alrededor de 8,3%, junto con un deterioro en la calidad de los empleos generados.Las repercusiones en las economías de América Latina y el Caribe se manifestaron principalmente a través del sector real, afectando negativamente los que habían sido los principales motores del crecimiento regional. Las exportaciones registraron una fuerte caída, mientras que el menor nivel de actividad global y la disminución del comercio tuvieron impactos negativos sobre los precios de los productos básicos y los términos de intercambio. Al mismo tiempo, se observó una contracción de las remesas y una disminución de la actividad turística, afectando principalmente a México, Centroamérica y el Caribe y se estima que la inversión extranjera directa registraría una caída de 37%. En algunos países se observó también un impacto negativo sobre la actividad interna proveniente de la contracción del crédito privado, que no pudo ser compensado por la mayor actividad de la banca pública. Este cúmulo de factores se combinó con un deterioro de las expectativas que indujo una disminución del consumo privado y de la inversión. De hecho, el consumo público fue el único componente de la demanda que creció en la primera parte del año, gracias a que muchos de los países de la región implementaron políticas contracíclicas que contribuyeron a acelerar el proceso de recuperación en el segundo semestre.El impulso fiscal fue uno de los aspectos distintivos de la evolución económica de 2009. El saldo primario pasó de un nivel positivo equivalente a 1,4% del PIB en 2008 a un déficit primario estimado para el año en 1% del PIB. Los ingresos públicos fueron afectados por la evolución del nivel de actividad y de los precios de los productos básicos de exportación. Paralelamente, hasta el tercer trimestre del año se observó un incremento significativo del gasto corriente y, en menor medida, del gasto de capital.Los bancos centrales de la región disminuyeron las tasas de política monetaria y adoptaron medidas orientadas a garantizar la liquidez de los mercados financieros. En muchos casos la banca pública formó parte de la estrategia anticíclica, para compensar el comportamiento restrictivo de los bancos privados. Al mismo tiempo, para defender la paridad cambiaria y en consonancia con el objetivo de sostener los niveles de liquidez, muchos bancos centrales intervinieron en los mercados de cambios, lo que en algunos casos permitió recomponer las reservas internacionales. En la segunda mitad del año comenzaron a generalizarse señales positivas en las economías de la región. La producción industrial y las exportaciones comenzaron a recuperarse, al tiempo que el aumento del nivel de actividad global y de los volúmenes de comercio internacional impulsó la demanda de productos básicos, permitiendo mayores precios y mejoras de los términos de intercambio.El impulso fiscal sobre la demanda interna, acompañado por los factores señalados anteriormente y la gradual normalización de los mercados financieros, en muchos casos con el apoyo de la banca oficial, permitió recuperar la actividad económica y mejorar los indicadores del mercado de trabajo de la región. A estos elementos positivos se agregó el renovado acceso de algunos países al crédito internacional y la recuperación de los mercados bursátiles. Esto permitió una recomposición patrimonial del sector privado y apuntalar la normalización del crédito lo cual, junto con la mejora de los indicadores del mercado de trabajo y la recuperación de la confianza del sector privado, cabe esperar que induzca un aumento de la demanda interna.El crecimiento proyectado para el 2010 es 4,3% y se espera que sea algo mayor en América del Sur que en el resto de la región, dado el mayor tamaño relativo de los mercados internos en algunos países y la mayor diversificación de los mercados de exportación y por la mayor participación de China el comercio de varios países. En cambio, se espera un crecimiento más lento en economías más abiertas y con una cartera de socios comerciales menos diversificada y más concentrada en el comercio de manufacturas. Algo similar puede decirse de las economías del Caribe que, en algunos casos, atraviesan una compleja situación financiera y cambiaria.Por otra parte, resta aún saber si las economías desarrolladas podrán continuar su dinámica a medida que se retiren los cuantiosos estímulos implementados en los Estados Unidos y Europa. Esto, sumado al aumento del desempleo y al aún volátil mercado financiero internacional, plantean interrogantes sobre la fortaleza de la recuperación iniciada en 2009.La salida de la crisis es más rápida que lo esperado, en gran medida por fortalezas que los países de la región construyeron gracias a políticas macroeconómicas más sanas. El renovado dinamismo de algunos factores que impulsaron la demanda en los años previos a la crisis, sumado al empuje proveniente de las políticas públicas permite, en un contexto de elevada capacidad ociosa, una rápida recuperación. Pero, ¿cómo transformar esta recuperación en un crecimiento sostenido más allá de 2010?En el corto plazo, frente a la necesidad de contrarrestar la crisis, los Estados de la región respondieron según sus capacidades, evidenciando importantes diferencias. Pero el objetivo de retomar el crecimiento sostenido plantea nuevos y más complejos desafíos. Por ello, la generación y ampliación del espacio de políticas, mediante el aumento de los recursos, la creación de instrumentos y el fortalecimiento institucional, en especial de las instancias de coordinación, son tareas fundamentales para nuestros países.

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Resumen
Después de seis años de crecimiento, se estima una caída del PIB de América Latina y el Caribe de 1,8% y del PIB por habitante cercana al 2,9% en 2009. El impacto de la crisis internacional fue muy intenso a fines de 2008 y a comienzos de 2009 y afectó a todos los países de la región. En el segundo trimestre comenzó una recuperación que se generalizó en la segunda mitad del año.El detenimiento del crecimiento afectó negativamente la demanda por empleo y, consecuentemente, se estima que la tasa de desempleo regional se incrementará a alrededor de 8,3%, junto con un deterioro en la calidad de los empleos generados.Las repercusiones en las economías de América Latina y el Caribe se manifestaron principalmente a través del sector real, afectando negativamente los que habían sido los principales motores del crecimiento regional. Las exportaciones registraron una fuerte caída, mientras que el menor nivel de actividad global y la disminución del comercio tuvieron impactos negativos sobre los precios de los productos básicos y los términos de intercambio. Al mismo tiempo, se observó una contracción de las remesas y una disminución de la actividad turística, afectando principalmente a México, Centroamérica y el Caribe y se estima que la inversión extranjera directa registraría una caída de 37%. En algunos países se observó también un impacto negativo sobre la actividad interna proveniente de la contracción del crédito privado, que no pudo ser compensado por la mayor actividad de la banca pública. Este cúmulo de factores se combinó con un deterioro de las expectativas que indujo una disminución del consumo privado y de la inversión. De hecho, el consumo público fue el único componente de la demanda que creció en la primera parte del año, gracias a que muchos de los países de la región implementaron políticas contracíclicas que contribuyeron a acelerar el proceso de recuperación en el segundo semestre.El impulso fiscal fue uno de los aspectos distintivos de la evolución económica de 2009. El saldo primario pasó de un nivel positivo equivalente a 1,4% del PIB en 2008 a un déficit primario estimado para el año en 1% del PIB. Los ingresos públicos fueron afectados por la evolución del nivel de actividad y de los precios de los productos básicos de exportación. Paralelamente, hasta el tercer trimestre del año se observó un incremento significativo del gasto corriente y, en menor medida, del gasto de capital.Los bancos centrales de la región disminuyeron las tasas de política monetaria y adoptaron medidas orientadas a garantizar la liquidez de los mercados financieros. En muchos casos la banca pública formó parte de la estrategia anticíclica, para compensar el comportamiento restrictivo de los bancos privados. Al mismo tiempo, para defender la paridad cambiaria y en consonancia con el objetivo de sostener los niveles de liquidez, muchos bancos centrales intervinieron en los mercados de cambios, lo que en algunos casos permitió recomponer las reservas internacionales. En la segunda mitad del año comenzaron a generalizarse señales positivas en las economías de la región. La producción industrial y las exportaciones comenzaron a recuperarse, al tiempo que el aumento del nivel de actividad global y de los volúmenes de comercio internacional impulsó la demanda de productos básicos, permitiendo mayores precios y mejoras de los términos de intercambio.El impulso fiscal sobre la demanda interna, acompañado por los factores señalados anteriormente y la gradual normalización de los mercados financieros, en muchos casos con el apoyo de la banca oficial, permitió recuperar la actividad económica y mejorar los indicadores del mercado de trabajo de la región. A estos elementos positivos se agregó el renovado acceso de algunos países al crédito internacional y la recuperación de los mercados bursátiles. Esto permitió una recomposición patrimonial del sector privado y apuntalar la normalización del crédito lo cual, junto con la mejora de los indicadores del mercado de trabajo y la recuperación de la confianza del sector privado, cabe esperar que induzca un aumento de la demanda interna.El crecimiento proyectado para el 2010 es 4,3% y se espera que sea algo mayor en América del Sur que en el resto de la región, dado el mayor tamaño relativo de los mercados internos en algunos países y la mayor diversificación de los mercados de exportación y por la mayor participación de China el comercio de varios países. En cambio, se espera un crecimiento más lento en economías más abiertas y con una cartera de socios comerciales menos diversificada y más concentrada en el comercio de manufacturas. Algo similar puede decirse de las economías del Caribe que, en algunos casos, atraviesan una compleja situación financiera y cambiaria.Por otra parte, resta aún saber si las economías desarrolladas podrán continuar su dinámica a medida que se retiren los cuantiosos estímulos implementados en los Estados Unidos y Europa. Esto, sumado al aumento del desempleo y al aún volátil mercado financiero internacional, plantean interrogantes sobre la fortaleza de la recuperación iniciada en 2009.La salida de la crisis es más rápida que lo esperado, en gran medida por fortalezas que los países de la región construyeron gracias a políticas macroeconómicas más sanas. El renovado dinamismo de algunos factores que impulsaron la demanda en los años previos a la crisis, sumado al empuje proveniente de las políticas públicas permite, en un contexto de elevada capacidad ociosa, una rápida recuperación. Pero, ¿cómo transformar esta recuperación en un crecimiento sostenido más allá de 2010?En el corto plazo, frente a la necesidad de contrarrestar la crisis, los Estados de la región respondieron según sus capacidades, evidenciando importantes diferencias. Pero el objetivo de retomar el crecimiento sostenido plantea nuevos y más complejos desafíos. Por ello, la generación y ampliación del espacio de políticas, mediante el aumento de los recursos, la creación de instrumentos y el fortalecimiento institucional, en especial de las instancias de coordinación, son tareas fundamentales para nuestros países.
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