Perspectivas de sostenibilidad energética en los países de la Comunidad Andina

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Perspectivas de sostenibilidad energética en los países de la Comunidad Andina

Resumen

Resumen Alrededor de 28% de la oferta total de energía en la Comunidad Andina es renovable y sostenible. La hidroenergía representa el 75% de las energías renovables, complementadas por la leña y los productos de la caña de azúcar. Las condiciones y volumen del consumo de leña en Colombia y Perú fueron estudiadas y estimadas sobre la base de encuestas recientes, mientras que para los demás países se adoptaron estimaciones más antiguas. Para evaluar la sostenibilidad de la demanda de otras bioenergías se utilizaron porcentajes basados en evaluaciones locales y en indicadores disponibles. La región andina presenta una amplia base de recursos energéticos y un cuadro limitado de demandas atendidas. En una diversidad de contextos geográficos y humanos, hay una razonable homogeneidad en términos de fuentes energéticas, con una abundancia de recursos fósiles y renovables. También de un modo generalizado existen carencias de suministro energético de calidad -especialmente electricidad- en las zonas rurales, donde este tipo de recurso es determinante para incrementar la calidad de vida y la productividad. Más de la mitad de la población rural andina todavía no cuenta con los servicios eléctricos. Las diferencias entre los países surgen al comparar los niveles de avance en la efectiva utilización de las fuentes renovables. Esto se debe a las diferentes estructuras institucionales, disponibilidad de informaciones actualizadas, marcos legales, implementación de proyectos congruentes con una definición de objetivos nacionales en coordinación con los distintos actores (sean éstos entes nacionales del gobierno o privados);. En otros términos, las disponibilidades y necesidades son parecidas, el ambiente es similar, lo que difieren son las estrategias observadas en cada país y, por tanto, sus resultados. Los sistemas solares fotovoltaicos de pequeña capacidad han sido bastante adoptados para electrificar comunidades y consumidores aislados en el medio rural en todos los países, con resultados todavía limitados en términos de sostenibilidad económica. Las energías eólica y geotérmica presentan interés, con diversos sitios identificados para instalación de centrales que podrían operar interconectadas a la red, inclusive mediante eventuales proyectos binacionales. No obstante, ciertos obstáculos -sobre todo de carácter financiero- impiden actualmente su desarrollo. De una manera general los biocombustibles reciben poca atención, a pesar de su participación real y potencial. En Colombia se implementa un programa de etanol de caña de azúcar, que a partir del 2004 debería ser utilizado en mezclas de 10% con gasolina (gasohol);, inicialmente en algunas ciudades y progresivamente en todo el país. En la Comunidad Andina, hay 267.000 MW de capacidad hidroeléctrica disponibles, cerca de 9% del potencial hidroeléctrico global. La hidroenergía asociada a medianas y grandes centrales ha recibido últimamente críticas y restricciones, por sus impactos ambientales y sociales. Pero los aprovechamientos hidroeléctricos se prestan a usos múltiples y pueden aportar interesantes ventajas en su desarrollo. El punto clave es asegurar la adherencia de los proyectos hidroeléctricos a los principios de sustentabilidad económica, ambiental, social y de gobernabilidad, y utilizar con racionalidad un recurso disponible que en el caso de la Comunidad Andina es abundante. La oferta de equipos para conversión y utilización de fuentes renovables de energía es limitada en la Comunidad Andina, principalmente para las tecnologías más sofisticadas o de capacidad más elevada. La tecnología más frecuentemente adoptada en los programas rurales andinos, empleando celdas solares fotovoltaicas es casi totalmente importada. En la región hay una capacidad tecnológica y productiva propia en hidroelectricidad de pequeño porte -destacada en Colombia, Perú y Bolivia- capaz de atender, a costos competitivos, las necesidades típicas para generación eléctrica en comunidades aisladas. Los impactos económicos de la producción de energía eléctrica y combustibles a partir de fuentes renovables pueden ser importantes y varían en cada caso. Particularmente para Perú y Bolivia, que producen respectivamente el 38% y el 78% de su demanda de hidrocarburos, la utilización de recursos energéticos locales podrá promover un ahorro de divisas, en razón directa con la cantidad desplazada de derivados de petróleo utilizados para generación eléctrica. En función de las estructuras de costos -participación de moneda local y en divisas- asociadas a un proyecto o programa de energías renovables, puede justificarse una política de fomento hacia la introducción de tecnologías sostenibles que, muchas veces, presentan condiciones marginales de viabilidad económica. Reforzar la institucionalidad asociada a este tipo de energías, consolidar sistemas de información, capacitar recursos humanos y mejorar las condiciones de financiamiento son líneas de acción para fomentar adecuadamente las energías renovables. En el ámbito particular de los proyectos relacionados con electrificación rural, es relevante que se busque incrementar los ingresos de los consumidores y que se construyan tales programas involucrando a los usuarios en su concepción y gestión. Las condiciones geográficas de la Comunidad Andina hacen necesario considerar con mayor atención la energía hidroeléctrica y la energía geotérmica, cuyos potenciales son, roporcionalmente, de los más altos del mundo. Hay fundamento para progresar en una agenda andina de energías renovables, ajustada a sus recursos, potenciales y necesidades, e integrada al desarrollo industrial de los países. Coordinar esfuerzos, racionalizar el uso de los recursos, lograr sinergias entre los actores son acciones vitales a tener en cuenta. La región andina reúne las condiciones para convertirse, a corto plazo, en un espacio privilegiado para desarrollo sostenible de las energías renovables, con ventajas para sus habitantes y para el ambiente.

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Resumen
Resumen Alrededor de 28% de la oferta total de energía en la Comunidad Andina es renovable y sostenible. La hidroenergía representa el 75% de las energías renovables, complementadas por la leña y los productos de la caña de azúcar. Las condiciones y volumen del consumo de leña en Colombia y Perú fueron estudiadas y estimadas sobre la base de encuestas recientes, mientras que para los demás países se adoptaron estimaciones más antiguas. Para evaluar la sostenibilidad de la demanda de otras bioenergías se utilizaron porcentajes basados en evaluaciones locales y en indicadores disponibles. La región andina presenta una amplia base de recursos energéticos y un cuadro limitado de demandas atendidas. En una diversidad de contextos geográficos y humanos, hay una razonable homogeneidad en términos de fuentes energéticas, con una abundancia de recursos fósiles y renovables. También de un modo generalizado existen carencias de suministro energético de calidad -especialmente electricidad- en las zonas rurales, donde este tipo de recurso es determinante para incrementar la calidad de vida y la productividad. Más de la mitad de la población rural andina todavía no cuenta con los servicios eléctricos. Las diferencias entre los países surgen al comparar los niveles de avance en la efectiva utilización de las fuentes renovables. Esto se debe a las diferentes estructuras institucionales, disponibilidad de informaciones actualizadas, marcos legales, implementación de proyectos congruentes con una definición de objetivos nacionales en coordinación con los distintos actores (sean éstos entes nacionales del gobierno o privados);. En otros términos, las disponibilidades y necesidades son parecidas, el ambiente es similar, lo que difieren son las estrategias observadas en cada país y, por tanto, sus resultados. Los sistemas solares fotovoltaicos de pequeña capacidad han sido bastante adoptados para electrificar comunidades y consumidores aislados en el medio rural en todos los países, con resultados todavía limitados en términos de sostenibilidad económica. Las energías eólica y geotérmica presentan interés, con diversos sitios identificados para instalación de centrales que podrían operar interconectadas a la red, inclusive mediante eventuales proyectos binacionales. No obstante, ciertos obstáculos -sobre todo de carácter financiero- impiden actualmente su desarrollo. De una manera general los biocombustibles reciben poca atención, a pesar de su participación real y potencial. En Colombia se implementa un programa de etanol de caña de azúcar, que a partir del 2004 debería ser utilizado en mezclas de 10% con gasolina (gasohol);, inicialmente en algunas ciudades y progresivamente en todo el país. En la Comunidad Andina, hay 267.000 MW de capacidad hidroeléctrica disponibles, cerca de 9% del potencial hidroeléctrico global. La hidroenergía asociada a medianas y grandes centrales ha recibido últimamente críticas y restricciones, por sus impactos ambientales y sociales. Pero los aprovechamientos hidroeléctricos se prestan a usos múltiples y pueden aportar interesantes ventajas en su desarrollo. El punto clave es asegurar la adherencia de los proyectos hidroeléctricos a los principios de sustentabilidad económica, ambiental, social y de gobernabilidad, y utilizar con racionalidad un recurso disponible que en el caso de la Comunidad Andina es abundante. La oferta de equipos para conversión y utilización de fuentes renovables de energía es limitada en la Comunidad Andina, principalmente para las tecnologías más sofisticadas o de capacidad más elevada. La tecnología más frecuentemente adoptada en los programas rurales andinos, empleando celdas solares fotovoltaicas es casi totalmente importada. En la región hay una capacidad tecnológica y productiva propia en hidroelectricidad de pequeño porte -destacada en Colombia, Perú y Bolivia- capaz de atender, a costos competitivos, las necesidades típicas para generación eléctrica en comunidades aisladas. Los impactos económicos de la producción de energía eléctrica y combustibles a partir de fuentes renovables pueden ser importantes y varían en cada caso. Particularmente para Perú y Bolivia, que producen respectivamente el 38% y el 78% de su demanda de hidrocarburos, la utilización de recursos energéticos locales podrá promover un ahorro de divisas, en razón directa con la cantidad desplazada de derivados de petróleo utilizados para generación eléctrica. En función de las estructuras de costos -participación de moneda local y en divisas- asociadas a un proyecto o programa de energías renovables, puede justificarse una política de fomento hacia la introducción de tecnologías sostenibles que, muchas veces, presentan condiciones marginales de viabilidad económica. Reforzar la institucionalidad asociada a este tipo de energías, consolidar sistemas de información, capacitar recursos humanos y mejorar las condiciones de financiamiento son líneas de acción para fomentar adecuadamente las energías renovables. En el ámbito particular de los proyectos relacionados con electrificación rural, es relevante que se busque incrementar los ingresos de los consumidores y que se construyan tales programas involucrando a los usuarios en su concepción y gestión. Las condiciones geográficas de la Comunidad Andina hacen necesario considerar con mayor atención la energía hidroeléctrica y la energía geotérmica, cuyos potenciales son, roporcionalmente, de los más altos del mundo. Hay fundamento para progresar en una agenda andina de energías renovables, ajustada a sus recursos, potenciales y necesidades, e integrada al desarrollo industrial de los países. Coordinar esfuerzos, racionalizar el uso de los recursos, lograr sinergias entre los actores son acciones vitales a tener en cuenta. La región andina reúne las condiciones para convertirse, a corto plazo, en un espacio privilegiado para desarrollo sostenible de las energías renovables, con ventajas para sus habitantes y para el ambiente.
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