Grupos financieros españoles en América Latina: una estrategia audaz en un difícil y cambiante entorno europeo

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Grupos financieros españoles en América Latina: una estrategia audaz en un difícil y cambiante entorno europeo

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Resumen En los últimos años, los grandes grupos financieros españoles han estado enfrentados a profundos cambios en el ámbito, local, europeo e internacional. La liberalización y desregulación del sector en España, unido a la configuración del Mercado Único Europeo, el proceso de Unión Económica Monetaria y el lanzamiento de la moneda única (el euro) en la Unión Europea, modificaron de manera radical la estructura y las estrategias de los principales bancos españoles. Así, estas entidades fueron llevadas a superar los límites nacionales para buscar mercados a escala continental y mundial, como un mecanismo para mantener y aumentar su posición competitiva, diversificar riesgos, conservar su identidad y defenderse de eventuales intentos de adquisición por parte de algún competidor internacional. En el caso español, este proceso se concentró en Francia, Italia, Marruecos, Portugal y muy especialmente en América Latina. A mediados de los noventa, estos países ofrecían una oportunidad única para emprender nuevos negocios. En general, los sistemas financieros latinoamericanos presentaban una amplia apertura y desregulación; un bajo nivel de bancarización; altas rentabilidades potenciales y una mejoría en los sistemas de supervisión y regulación bancaria. Asimismo, evidenciaban carencias de capital y de nuevos productos para hacer frente a una creciente demanda de servicios financieros. En este escenario, la banca internacional y muy especialmente las entidades españolas, lograron una rápida y extensa presencia en América Latina. Desde 1995, los mayores bancos de España invirtieron unos 10 000 millones de dólares en una agresiva estrategia de expansión en la región, destacando el Banco Bilbao Vizcaya (BBV), el Banco Santander y el Banco Central Hispano. Estos últimos dos fusionados en una sola entidad, el Banco Santander Central Hispano (BSCH), a principios de 1999. A las puertas de un nuevo siglo, la primera etapa del proceso de expansión latinoamericana de las grandes entidades españolas parece haber terminado. Así, el BBV y el BSCH, han logrando en su negocio principal —la banca comercial— una fuerte presencia en la región —Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela—, quedando pendiente mejorar su posición en la principal economía latinoamericana: Brasil. Asimismo, han iniciado un activo proceso de diversificación, combinando las inversiones en la banca con aquéllas destinadas a los mercados de seguros, la administración de fondos de pensiones y la banca de inversiones. A pesar del fuerte impacto regional de la crisis internacional iniciada en 1997, la estrategia de expansión de los bancos españoles no sufrió mayores alteraciones. Sin embargo, la caída en el valor bursátil de estas entidades registrada a finales de 1998, las obligó a intensificar sus programas de saneamiento y mejoras de la competitividad en sus sucursales latinoamericanas, junto con una mayor atención a su mercado cercano: la Unión Europea. Por otro lado, desde la perspectiva latinoamericana, la entrada de bancos extranjeros también ha revelado algunos inconvenientes: una creciente concentración en los mercados nacionales y algunas falencias de los marcos regulatorios correspondientes.

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Resumen En los últimos años, los grandes grupos financieros españoles han estado enfrentados a profundos cambios en el ámbito, local, europeo e internacional. La liberalización y desregulación del sector en España, unido a la configuración del Mercado Único Europeo, el proceso de Unión Económica Monetaria y el lanzamiento de la moneda única (el euro) en la Unión Europea, modificaron de manera radical la estructura y las estrategias de los principales bancos españoles. Así, estas entidades fueron llevadas a superar los límites nacionales para buscar mercados a escala continental y mundial, como un mecanismo para mantener y aumentar su posición competitiva, diversificar riesgos, conservar su identidad y defenderse de eventuales intentos de adquisición por parte de algún competidor internacional. En el caso español, este proceso se concentró en Francia, Italia, Marruecos, Portugal y muy especialmente en América Latina. A mediados de los noventa, estos países ofrecían una oportunidad única para emprender nuevos negocios. En general, los sistemas financieros latinoamericanos presentaban una amplia apertura y desregulación; un bajo nivel de bancarización; altas rentabilidades potenciales y una mejoría en los sistemas de supervisión y regulación bancaria. Asimismo, evidenciaban carencias de capital y de nuevos productos para hacer frente a una creciente demanda de servicios financieros. En este escenario, la banca internacional y muy especialmente las entidades españolas, lograron una rápida y extensa presencia en América Latina. Desde 1995, los mayores bancos de España invirtieron unos 10 000 millones de dólares en una agresiva estrategia de expansión en la región, destacando el Banco Bilbao Vizcaya (BBV), el Banco Santander y el Banco Central Hispano. Estos últimos dos fusionados en una sola entidad, el Banco Santander Central Hispano (BSCH), a principios de 1999. A las puertas de un nuevo siglo, la primera etapa del proceso de expansión latinoamericana de las grandes entidades españolas parece haber terminado. Así, el BBV y el BSCH, han logrando en su negocio principal —la banca comercial— una fuerte presencia en la región —Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela—, quedando pendiente mejorar su posición en la principal economía latinoamericana: Brasil. Asimismo, han iniciado un activo proceso de diversificación, combinando las inversiones en la banca con aquéllas destinadas a los mercados de seguros, la administración de fondos de pensiones y la banca de inversiones. A pesar del fuerte impacto regional de la crisis internacional iniciada en 1997, la estrategia de expansión de los bancos españoles no sufrió mayores alteraciones. Sin embargo, la caída en el valor bursátil de estas entidades registrada a finales de 1998, las obligó a intensificar sus programas de saneamiento y mejoras de la competitividad en sus sucursales latinoamericanas, junto con una mayor atención a su mercado cercano: la Unión Europea. Por otro lado, desde la perspectiva latinoamericana, la entrada de bancos extranjeros también ha revelado algunos inconvenientes: una creciente concentración en los mercados nacionales y algunas falencias de los marcos regulatorios correspondientes.
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