La planificación como instrumento de desarrollo con igualdad en América Latina y el Caribe: Tendencias y desafíos

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La planificación como instrumento de desarrollo con igualdad en América Latina y el Caribe: Tendencias y desafíos

Resumen

La planificación para el desarrollo en América Latina y el Caribe surgió de manera sistemática (incluyendo fundamentos teóricos y estilización de determinados procedimientos técnicos), a mediados del siglo XX. El impulso determinante provino de la firma de la Carta de Punta del Este en 1962, que instaba a los países a construir una visión de futuro, sobre la base de una alianza continental para el desarrollo que suponía importantes recursos financieros. Así surgieron la mayoría de las entidades de planificación en la región. A lo largo de casi tres décadas, las características, alcances e impacto de la planificación evolucionaron a la par del proceso de desarrollo y, por tanto, fueron afectados por factores internos a los países (estilos de desarrollo, inestabilidad macroeconómica, coyunturas de corto plazo, vaivenes en el avance de las democracias, etc.), así como por las cambiantes circunstancias internacionales (auge de los precios del petróleo en los setenta, crisis de la deuda a principios de los ochenta, la globalización económica y política, la oscilación del péndulo Estado-Mercado, etc.). Estas circunstancias y los limitados resultados de los procesos nacionales de planificación en términos del desarrollo, incidieron progresivamente en la disminución del espacio de la planificación en el ejercicio de la política pública que, en los años ochenta y noventa, sufrió un repliegue importante, a causa de la prioridad de la gestión de la crisis que se prolongó casi una década (los ochenta), o por la irrupción del paradigma neoliberal, que le restó importancia al papel del Estado en la economía (años noventa). En lo transcurrido del siglo XXI se registra una revalorización de la planificación como una herramienta coadyuvante para transitar el camino hacia el desarrollo. En ello han contribuido las mejores condiciones económicas, que posibilitaron extender la mirada de las políticas públicas más allá del corto plazo. Esta nueva planificación contempla aspectos y complejidades en materia económica y social, que no se registraban durante la etapa inicial de la planificación. Hoy, por ejemplo, las sociedades son más participativas; ofrecen colaborar y demandan más información, rendición de cuentas y mejores servicios por parte de los gobiernos. El crecimiento económico es esencial para el desarrollo, pero cuando se acompaña de bienestar social, sostenible y es consciente del cuidado del medio ambiente, nos acercamos a un desarrollo pleno. La planificación está tomando nota de estos y otros cambios y necesidades, para renovarse y abordar estos grandes desafíos.

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Tabla de Contenido

Resumen .-- Abstract .-- I. Tendencias del desarrollo y la desigualdad en América Latina y el Caribe .-- II. La planificación y el desarrollo con igualdad .-- III. Las etapas de la planificación y el desarrollo en América Latina:¿Dos caras de una misma moneda? .-- IV. Balance y perspectivas de la planificación desde una mirada crítica .-- V. Reflexiones finales y desafíos de la planificación.

Resumen
La planificación para el desarrollo en América Latina y el Caribe surgió de manera sistemática (incluyendo fundamentos teóricos y estilización de determinados procedimientos técnicos), a mediados del siglo XX. El impulso determinante provino de la firma de la Carta de Punta del Este en 1962, que instaba a los países a construir una visión de futuro, sobre la base de una alianza continental para el desarrollo que suponía importantes recursos financieros. Así surgieron la mayoría de las entidades de planificación en la región. A lo largo de casi tres décadas, las características, alcances e impacto de la planificación evolucionaron a la par del proceso de desarrollo y, por tanto, fueron afectados por factores internos a los países (estilos de desarrollo, inestabilidad macroeconómica, coyunturas de corto plazo, vaivenes en el avance de las democracias, etc.), así como por las cambiantes circunstancias internacionales (auge de los precios del petróleo en los setenta, crisis de la deuda a principios de los ochenta, la globalización económica y política, la oscilación del péndulo Estado-Mercado, etc.). Estas circunstancias y los limitados resultados de los procesos nacionales de planificación en términos del desarrollo, incidieron progresivamente en la disminución del espacio de la planificación en el ejercicio de la política pública que, en los años ochenta y noventa, sufrió un repliegue importante, a causa de la prioridad de la gestión de la crisis que se prolongó casi una década (los ochenta), o por la irrupción del paradigma neoliberal, que le restó importancia al papel del Estado en la economía (años noventa). En lo transcurrido del siglo XXI se registra una revalorización de la planificación como una herramienta coadyuvante para transitar el camino hacia el desarrollo. En ello han contribuido las mejores condiciones económicas, que posibilitaron extender la mirada de las políticas públicas más allá del corto plazo. Esta nueva planificación contempla aspectos y complejidades en materia económica y social, que no se registraban durante la etapa inicial de la planificación. Hoy, por ejemplo, las sociedades son más participativas; ofrecen colaborar y demandan más información, rendición de cuentas y mejores servicios por parte de los gobiernos. El crecimiento económico es esencial para el desarrollo, pero cuando se acompaña de bienestar social, sostenible y es consciente del cuidado del medio ambiente, nos acercamos a un desarrollo pleno. La planificación está tomando nota de estos y otros cambios y necesidades, para renovarse y abordar estos grandes desafíos.
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