La gestión local, su administración, desafíos y opciones para el fortalecimiento productivo municipal en Caranavi, Departamento de La Paz, Bolivia

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La gestión local, su administración, desafíos y opciones para el fortalecimiento productivo municipal en Caranavi, Departamento de La Paz, Bolivia

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El desarrollo del municipio de Caranavi está íntimamente ligado al de su gobierno municipal y a la inserción de éste en una propuesta de desarrollo de la región. En la creación de condiciones, materiales y subjetivas, para el cambio en el territorio municipal, se presenta el principal desafío que debe asumir una institución que ha guiado su comportamiento alrededor de la tarea de administrar servicios para las áreas donde se concentra la mayor presión. Hoy el gobierno municipal se halla atrapado en prácticas y herencias que no sólo comprometen su eficiencia sino también su gobernabilidad. Más allá de examinar separadamente los estilos de gestión o el tipo de prácticas, cabe detenerse en mirar el modelo de gestión institucional en el que descansan estos comportamientos. La práctica en la administración pública ha estado, y en muchos aún se conserva, dominada por el protagonismo de la forma, la jerarquía, la norma, el procedimiento establecido, en resumen por un modelo burocrático de administración y gestión que alimenta la ineficiencia o explica gran parte de los resultados de gestiones municipales anteriores. Los desafíos entonces pasan por replantearse el modelo dominante de gestión municipal, mirando que más allá de un cuadro de demandas insatisfechas hay una pesada carga que compromete el déficit de gobernabilidad. Esto que no es propio de Caranavi, no siempre puede ser explicado por la falta de recursos, sino también por la poca capacidad de los gobiernos municipales de asumir sus roles para impulsar procesos de desarrollo basados en sus capitales y capacidades instalados en su territorio. Esto normalmente aparece asociado a la falta o lo incompleto de los proyectos de desarrollo municipal, que atenta no sólo en favor del ordenamiento territorial sino en el aprovechamiento de los espacios que generan los procesos de descentralización y la propuesta de la participación popular. Detrás de todo esto se pone en juego el cambio en las relaciones de poder de las estructuras sociales y políticas en el ámbito local que puede ser un escenario valioso para convocar el interés de un Estado que hizo caso omiso del mundo rural, municipal y el local. Potenciar el gobierno municipal se convierte así en una tarea que tiene dos dimensiones y cruza varias aristas. La primera corresponde al ámbito interno, de su organización y estructuración para asumir sus tareas y mandatos municipales. La segunda abarca un campo nuevo en la medida que no hay prácticas escritas ni fórmulas para conducirla. Esta corresponde a la animación de las capacidades del territorio municipal y en especial a la convocatoria y movilización de sus actores individuales e institucionales. Comprender la importancia de crear alianzas para gobernar y aprovechar la sinergia de otros actores más potentes, como el mundo privado de la producción, no siempre resulta una tarea fácil y más aún cuando el mayor desafío pasa por convencerse que esto es posible. En estas dos dimensiones se cruzan diversos aspectos que hacen al aprovechamiento de las opciones que hay que crear para hacer posible el desarrollo del municipio. Una de ellas pasa por favorecer el encuentro de la oferta pública con la demanda y también con la oferta del mundo privado empresarial y de la sociedad civil instalada en el territorio municipal. Otra tiene que ver con el perfeccionamiento de los instrumentos para operar en estas dos dimensiones. Una mejor conocida hace referencia al manejo de la inversión pública, su programación y el manejo del corto y el mediano plazo. Otros igual conocidos aunque no siempre aplicados se vinculan con el empleo de sistemas de información para sustentar la toma de decisiones. Todos ellos con mayor o menor esfuerzo y voluntad son de fácil adopción y con seguridad contribuyen a mejorar los niveles de eficiencia interna. Otros instrumentos, sin embargo habrá que crearlos ya que en ellos reside gran parte del éxito de poner en marcha visiones y prácticas que se reclaman estratégicas para ampliar la gobernabilidad del municipio. Reconocer a los actores del territorio, recuperando su diversidad y capacidad instalada, crear climas de confianza para que conversen y negocien, promover el encuentro de lógicas económicas aparentemente contrarias, o incorporar el manejo de la cultura local o la cooperación a la práctica cotidiana de ordenar el territorio y aprovecharlo, son tareas mayores pero no por ello imposibles. Finalmente el gobierno municipal debe ser capaz de asumir la conducción de procesos nuevos, como promover el desarrollo productivo o la gestión medioambiental, lo que implica cambiar la prioridad y visión de lo rural o urbano para alimentar un encuentro de sus dinámicas, sin descuidar el tratamiento diferenciado que ambas demandan. Para esto es importante no pasar por alto la importancia de favorecer la articulación de los distintos ámbitos institucionales locales, regionales y nacionales reconociendo que el municipio no solo requiere desplegar sus capacidades sino también encontrarse con las dinámicas mayores que cruzan el desarrollo de la región. El trabajo acompaña al diagnóstico del modelo de gestión municipal algunas recomendaciones acerca de las tareas que se pueden emprender en Caranavi. Ello se verá complementado si motiva a la reflexión de las autoridades locales y acaso de otras instancias públicas nacionales preocupadas por los cambios de la globalización sobre la esfera de las políticas públicas y en particular por las que hacen al desarrollo local y productivo que envuelve a los gobiernos municipales.


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Resumen
El desarrollo del municipio de Caranavi está íntimamente ligado al de su gobierno municipal y a la inserción de éste en una propuesta de desarrollo de la región. En la creación de condiciones, materiales y subjetivas, para el cambio en el territorio municipal, se presenta el principal desafío que debe asumir una institución que ha guiado su comportamiento alrededor de la tarea de administrar servicios para las áreas donde se concentra la mayor presión. Hoy el gobierno municipal se halla atrapado en prácticas y herencias que no sólo comprometen su eficiencia sino también su gobernabilidad. Más allá de examinar separadamente los estilos de gestión o el tipo de prácticas, cabe detenerse en mirar el modelo de gestión institucional en el que descansan estos comportamientos. La práctica en la administración pública ha estado, y en muchos aún se conserva, dominada por el protagonismo de la forma, la jerarquía, la norma, el procedimiento establecido, en resumen por un modelo burocrático de administración y gestión que alimenta la ineficiencia o explica gran parte de los resultados de gestiones municipales anteriores. Los desafíos entonces pasan por replantearse el modelo dominante de gestión municipal, mirando que más allá de un cuadro de demandas insatisfechas hay una pesada carga que compromete el déficit de gobernabilidad. Esto que no es propio de Caranavi, no siempre puede ser explicado por la falta de recursos, sino también por la poca capacidad de los gobiernos municipales de asumir sus roles para impulsar procesos de desarrollo basados en sus capitales y capacidades instalados en su territorio. Esto normalmente aparece asociado a la falta o lo incompleto de los proyectos de desarrollo municipal, que atenta no sólo en favor del ordenamiento territorial sino en el aprovechamiento de los espacios que generan los procesos de descentralización y la propuesta de la participación popular. Detrás de todo esto se pone en juego el cambio en las relaciones de poder de las estructuras sociales y políticas en el ámbito local que puede ser un escenario valioso para convocar el interés de un Estado que hizo caso omiso del mundo rural, municipal y el local. Potenciar el gobierno municipal se convierte así en una tarea que tiene dos dimensiones y cruza varias aristas. La primera corresponde al ámbito interno, de su organización y estructuración para asumir sus tareas y mandatos municipales. La segunda abarca un campo nuevo en la medida que no hay prácticas escritas ni fórmulas para conducirla. Esta corresponde a la animación de las capacidades del territorio municipal y en especial a la convocatoria y movilización de sus actores individuales e institucionales. Comprender la importancia de crear alianzas para gobernar y aprovechar la sinergia de otros actores más potentes, como el mundo privado de la producción, no siempre resulta una tarea fácil y más aún cuando el mayor desafío pasa por convencerse que esto es posible. En estas dos dimensiones se cruzan diversos aspectos que hacen al aprovechamiento de las opciones que hay que crear para hacer posible el desarrollo del municipio. Una de ellas pasa por favorecer el encuentro de la oferta pública con la demanda y también con la oferta del mundo privado empresarial y de la sociedad civil instalada en el territorio municipal. Otra tiene que ver con el perfeccionamiento de los instrumentos para operar en estas dos dimensiones. Una mejor conocida hace referencia al manejo de la inversión pública, su programación y el manejo del corto y el mediano plazo. Otros igual conocidos aunque no siempre aplicados se vinculan con el empleo de sistemas de información para sustentar la toma de decisiones. Todos ellos con mayor o menor esfuerzo y voluntad son de fácil adopción y con seguridad contribuyen a mejorar los niveles de eficiencia interna. Otros instrumentos, sin embargo habrá que crearlos ya que en ellos reside gran parte del éxito de poner en marcha visiones y prácticas que se reclaman estratégicas para ampliar la gobernabilidad del municipio. Reconocer a los actores del territorio, recuperando su diversidad y capacidad instalada, crear climas de confianza para que conversen y negocien, promover el encuentro de lógicas económicas aparentemente contrarias, o incorporar el manejo de la cultura local o la cooperación a la práctica cotidiana de ordenar el territorio y aprovecharlo, son tareas mayores pero no por ello imposibles. Finalmente el gobierno municipal debe ser capaz de asumir la conducción de procesos nuevos, como promover el desarrollo productivo o la gestión medioambiental, lo que implica cambiar la prioridad y visión de lo rural o urbano para alimentar un encuentro de sus dinámicas, sin descuidar el tratamiento diferenciado que ambas demandan. Para esto es importante no pasar por alto la importancia de favorecer la articulación de los distintos ámbitos institucionales locales, regionales y nacionales reconociendo que el municipio no solo requiere desplegar sus capacidades sino también encontrarse con las dinámicas mayores que cruzan el desarrollo de la región. El trabajo acompaña al diagnóstico del modelo de gestión municipal algunas recomendaciones acerca de las tareas que se pueden emprender en Caranavi. Ello se verá complementado si motiva a la reflexión de las autoridades locales y acaso de otras instancias públicas nacionales preocupadas por los cambios de la globalización sobre la esfera de las políticas públicas y en particular por las que hacen al desarrollo local y productivo que envuelve a los gobiernos municipales.
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