Mujer rural, escolaridad y empleo en el Istmo Centroamericano: hacia una identificación de áreas prioritarias de políticas públicas

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Mujer rural, escolaridad y empleo en el Istmo Centroamericano: hacia una identificación de áreas prioritarias de políticas públicas

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Resumen La economía, la educación y el empleo, áreas prioritarias de las políticas públicas, son sectores que inciden en forma directa en el desarrollo de las mujeres rurales. Este estudio propone que en el futuro se realice un análisis de mayor profundidad sobre la situación de la mujer rural para reforzar su consideración específica en el campo de las políticas públicas nacionales y sectoriales desde una perspectiva de género. El desarrollo agropecuario, el sector servicios, la migración del campo a la ciudad, son elementos que describen en conjunto a la economía campesina, determinada cada vez menos por las actividades estrictamente agrícolas. La mujer rural se identifica como un sector vulnerable y en transformación, que se ha hecho invisible en un proceso de pérdida del valor de 'lo rural', tendencia que ha ido creciendo en las dos últimas décadas. La mujer rural es cada vez más vulnerable ante las diferencias a las que se ve expuesta por las limitaciones en educación y en el acceso a empleos remunerados, con el agravante de la globalización, que afecta directamente el contexto económico en el que se desenvuelve. Uno de los grandes retos en cuanto a la identificación de las áreas prioritarias de políticas públicas es la utilización de la perspectiva de género en su diseño, formulación y operación, a fin de apoyar la toma de decisiones en materia social y económica en los más altos niveles de planificación del desarrollo. Asimismo, la evaluación de la instrumentación de las políticas y la medición de su impacto permitirán conocer su alcance sobre la mujer rural para reorientar, reformular o continuar ejecutando y materializando esas políticas a través de planes transdisciplinarios, intersectoriales y participativos que favorezcan la inserción laboral de las mujeres rurales y sus opciones de desarrollo individual y colectivo. La revisión del proceso de Beijing efectuada en el 2000 distó de ser optimista. La mujer rural merece ser tomada en consideración para que las oportunidades que la equidad de género puede brindarles sean efectivas. Es necesario considerar su peso en el nivel de compromiso que los gobiernos y la comunidad internacional en pleno adoptan, mantenerlos y hacerlos válidos. La mujer es un elemento multiplicador del desarrollo. Se requieren políticas públicas que, orientadas hacia las áreas prioritarias identificadas para apoyar a la mujer rural, permitan su plena participación en forma eficaz y eficiente. Un número creciente de años de instrucción no significa mejores salarios en un contexto de contribución al ingreso familiar que perpetúa sus condiciones de pobreza y de desigualdad. Pese al acceso universal a los distintos niveles de educación, continúan las grandes brechas que genera el propio sistema educativo, y las desigualdades que afectan a la mujer rural limitan su acceso al mercado de empleo, porque se le exigen distintos niveles de instrucción que a los hombres. Se hace evidente la conveniencia de proponer un plan de oportunidades para la mujer rural que establezca una estrategia a partir de los sectores de agricultura, de educación, de trabajo, de economía y de salud, de los mecanismos nacionales de la mujer y otras entidades relacionadas, y de la sociedad civil en su conjunto, a fin de concertar acciones efectivas en el largo plazo.


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Resumen
Resumen La economía, la educación y el empleo, áreas prioritarias de las políticas públicas, son sectores que inciden en forma directa en el desarrollo de las mujeres rurales. Este estudio propone que en el futuro se realice un análisis de mayor profundidad sobre la situación de la mujer rural para reforzar su consideración específica en el campo de las políticas públicas nacionales y sectoriales desde una perspectiva de género. El desarrollo agropecuario, el sector servicios, la migración del campo a la ciudad, son elementos que describen en conjunto a la economía campesina, determinada cada vez menos por las actividades estrictamente agrícolas. La mujer rural se identifica como un sector vulnerable y en transformación, que se ha hecho invisible en un proceso de pérdida del valor de 'lo rural', tendencia que ha ido creciendo en las dos últimas décadas. La mujer rural es cada vez más vulnerable ante las diferencias a las que se ve expuesta por las limitaciones en educación y en el acceso a empleos remunerados, con el agravante de la globalización, que afecta directamente el contexto económico en el que se desenvuelve. Uno de los grandes retos en cuanto a la identificación de las áreas prioritarias de políticas públicas es la utilización de la perspectiva de género en su diseño, formulación y operación, a fin de apoyar la toma de decisiones en materia social y económica en los más altos niveles de planificación del desarrollo. Asimismo, la evaluación de la instrumentación de las políticas y la medición de su impacto permitirán conocer su alcance sobre la mujer rural para reorientar, reformular o continuar ejecutando y materializando esas políticas a través de planes transdisciplinarios, intersectoriales y participativos que favorezcan la inserción laboral de las mujeres rurales y sus opciones de desarrollo individual y colectivo. La revisión del proceso de Beijing efectuada en el 2000 distó de ser optimista. La mujer rural merece ser tomada en consideración para que las oportunidades que la equidad de género puede brindarles sean efectivas. Es necesario considerar su peso en el nivel de compromiso que los gobiernos y la comunidad internacional en pleno adoptan, mantenerlos y hacerlos válidos. La mujer es un elemento multiplicador del desarrollo. Se requieren políticas públicas que, orientadas hacia las áreas prioritarias identificadas para apoyar a la mujer rural, permitan su plena participación en forma eficaz y eficiente. Un número creciente de años de instrucción no significa mejores salarios en un contexto de contribución al ingreso familiar que perpetúa sus condiciones de pobreza y de desigualdad. Pese al acceso universal a los distintos niveles de educación, continúan las grandes brechas que genera el propio sistema educativo, y las desigualdades que afectan a la mujer rural limitan su acceso al mercado de empleo, porque se le exigen distintos niveles de instrucción que a los hombres. Se hace evidente la conveniencia de proponer un plan de oportunidades para la mujer rural que establezca una estrategia a partir de los sectores de agricultura, de educación, de trabajo, de economía y de salud, de los mecanismos nacionales de la mujer y otras entidades relacionadas, y de la sociedad civil en su conjunto, a fin de concertar acciones efectivas en el largo plazo.
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